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La tumba de las luciérnagas: Dos niños que luchan por sobrevivir en tiempos de guerra de Japón

Este artículo apareció en inglés el 22 de septiembre 2014 —Traducido por Marya Luna

Película escrita y dirigida por Isao Takahata, basada en una novela de Akiyuki Nosaka

La tumba de las luciérnagas (Hotaru no haka) es un notable largometraje de animación sobre dos niños huérfanos durante el bombardeo estadounidense de las ciudades japonesas en la Segunda Guerra Mundial. La película se proyectó en el Festival de Film de Sydney (una de las raras ocasiones en que se ha mostrado en un cine australiano desde su estreno japonés hace más de 25 años).

Dirigida por Isao Takahata y producida por el Estudio Ghibli, la película de 89 minutos se centra en la relación de un adolescente, Seita, y su hermana de cuatro años de edad, Setsuko. Al muchacho ingenioso y tierno, junto con su hermanita, durante un tiempo les es posible soportar las penurias y horrores producidos por la campaña de bombardeo de Estados Unidos, uno de los crímenes de guerra menos conocidos de la Segunda Guerra Mundial.

La tumba de las luciérnagas no es para los espectadores un examen detallado de la campaña del bombardeo estadounidense —bien conocían los japoneses los horrores de la guerra cuando la película se hizo en 1987— y por lo tanto se requieren aqui algunos detalles sobre la operación brutal de Estados Unidos.

La campaña de bombardeo fue iniciada bajo el mando del general Curtis LeMay de la Fuerza Aérea Estratégica de Estados Unidos (USAF) en 1945, unos meses antes del bombardeo de Hiroshima y Nagasaki y de la rendición japonesa. La operación se inició a principios de marzo, con cientos de B29s que soltaron toneladas de napalm, fósforo y otras bombas incendiarias en decenas de ciudades. Estas detonaciones tenían el objetivo de provocar tormentas de fuego enormes contra los cuales los inadecuados servicios de emergencia de los japoneses eran incapaces de luchar; destruyeron la infraestructura urbana del país y produjeron la maximización de víctimas civiles. "Matar japoneses no me molestó mucho en ese momento", escalofriantemente admitió después el comandante LeMay de la USAF; añadio: "Supongo que si yo hubiera perdido la guerra, ellos me habrían tratado como criminal de guerra".

La campaña de LeMay duró cinco meses devastando más de 60 ciudades japonesas, mató a un estimado de 500,000 civiles, hirió a 400,000 y produjo cinco millones de personas sin hogar.

En Tokio en seis horas más de 100,000 residentes murieron y 260,000 edificios fueron incinerados. Un sobreviviente describió las calles como "ríos de fuego" con casas de madera, muebles y personas "que estallaban en el calor" y "enormes vórtices incandescentes... remolineando, aplanando, absorbiendo cuadras enteras de casas en su vorágine de fuego".

Kobe, casi la mitad de la ciudad, fue bombardeada, totalmente destruida, unos días más tarde —un área llena de fábricas, comercio y transportación. Ocho mil personas murieron y 650,000 quedaron sin hogar de un millón de habitantes de la ciudad. La tumba de las luciérnagas, que toma lugar en Kobe, se basa en la novela semiautobiográfica del mismo nombre por Akiyuki Nosaka, uno de los miles de niños japoneses cuyos padres fueron asesinados en los atentados.

La película comienza el 21 de septiembre de 1945, justo después de la rendición japonesa. El escuálido Seita es encontrado muerto por un limpiador de tren en la estación de Sannomiya de Kobe. La historia entonces retrocede a la incursión de bombardeo en Kobe, donde el joven se prepara para huir con su hermana Setsuko a un refugio antiaéreo. En un breve momento de ternura —uno de los muchos a lo largo de la película— el chico se asegura de que su hermana menor esté bien asegurada en su espalda y luego se agacha para recoger la muñeca de la niña que casi queda olvidada entre los escombros.

Los dos niños sobreviven el bombardeo y el posterior infierno, pero muchos a su alrededor mueren de terribles quemaduras, y la ciudad queda devastada. Más tarde nos enteramos de que su madre —quien no había podido llegar a un refugio de bombas— estaba muy quemada, y finalmente había muerto. La muestran bien envuelta de pies a cabeza con vendas ensangrentadas, con sólo sus ojos cerrados y sus labios carbonizados visibles.

Con su madre muerta y su padre sirviendo en la marina —aislado, dado por muerto— los niños se ven obligados a depender de la caridad de una tía lejana que era muy dura. La tía persuade a Seita a vender los kimonos de su madre con el fin de comprar comida y cuando esa se consume, se convierte cada vez más en una persona amargada y rencorosa hacia los niños.

Seita intenta proteger a su hermana de la tía, le enseña cómo atrapar luciérnagas, algo que deleita a la niña, la lleva a la playa para nadar y jugar, y le da caramelos de fruta para animarla y calmarle el hambre. Finalmente les resulta imposible continuar viviendo con esa mujer y crea un nuevo hogar para ellos en un túnel en desuso cerca de un río. Es aquí que el título de la película se ve confirmado.

Una mañana, después de que los hermanos habían capturado muchas luciérnagas y se habían maravillado con sus luces parpadeantes, Seita descubre que Setsuko está enterrando los insectos que han perecido durante la noche. La niña ha hecho la conexión entre las luciérnagas muertas y su madre, y Seita se emociona profundamente. Las luciérnagas, de hecho, se convierten en un símbolo visual y emocional complejo para los dos niños —del bombardeo incendiario, del cual no hablan, y también de la vida, de la intimidad, de la espiritualidad y de los lazos tan cercanos de los hermanos.

Cuando fue lanzada originalmente La tumba de las luciérnagas, ésta representó un cambio importante de los temas de las películas de caricaturas que suelen centrarse en fantasías escapistas o historias de ciencia ficción. El género era raramente, o nunca fue, utilizado para explorar abiertamente temas sociales. El director Isao Takahata, sin embargo, había sido influenciado por las películas neorrealistas italianas de después de la Segunda Guerra Mundial y examina las vidas y las luchas de las personas que trabajan o que viven a los márgenes de la sociedad.

En contraste con el enfoque semi documental en blanco y negro de los neorrealistas, la película de Takahata dispone de una apacible calidad matizada y las líneas visuales de los rostros de los niños son delicadas, con rostros suaves y expresivos.

Muchas de las escenas, sobre todo aquellas en las que Setsuko y Seita observan las ruinas bombardeadas de su ciudad, parecen una pintura con un aspecto casi de acuarela. Éstas se contraponen contra la suave luz de las luciérnagas y los sonidos de los pájaros que suenan a la orilla del túnel, el hogar temporal de los niños. Takahata a menudo se detiene en las escenas rurales por períodos extendidos, dándoles tiempo a los espectadores para reflexionar.

La tumba de las luciérnagas es un trabajo apasionante y convincente. Los niños experimentan la muerte de un familiar, el hambre, la falta de vivienda y otras catástrofes producidas por la guerra, pero a través de estas pruebas, Seita continúa siendo absolutamente dedicado a su hermana y con la absoluta certeza instintiva de que tienen derecho a vivir una vida feliz y normal .

Muchos críticos del cine occidental han elogiado con razón La tumba de las luciérnagas como una exposición importante de los horrores de la guerra con varios de ellos aclamándola como una poderosa película en contra de las guerras. Estas críticas, sin embargo, han sido rechazadas por Takahata y el novelista Akiyuki Nosaka quienes insistieron en que la obra no tiene ningún contenido político.

Nosaka, cuya hermana murió de hambre y cuyo padre adoptivo murió en los bombardeos de Kobe, ha dicho que su novela se escribió para calmar el profundo sentimiento de culpa que sentía por su fallecimiento. La película, Takahata dijo a un entrevistador, "no es en absoluto un anime anti guerra y no contiene absolutamente ningún mensaje de este tipo".

A pesar de estos rechazos, La tumba de las luciérnagas habla por sí misma y, como las mejores obras de los neorrealistas italianos, explora con sensibilidad cómo la Segunda Guerra Mundial afectó a los niños, los miembros más vulnerables de la sociedad. La película es un antídoto valioso para las puntuaciones de exaltaciones llenas de acción del militarismo y la guerra que dominan el cine y la televisión y debe ser vista por adultos y niños por igual. La película está ampliamente disponible en DVD y Blu-ray con subtítulos en varios idiomas o versiones dobladas.

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