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Gran plan de la élite estadounidense: Detroit sin democracia

Esta perspectiva apareció en inglés el 29 de septiembre del 2014 – traducida por Rafael Azul

Ahora que la quiebra de Detroit entra en su etapa final, la clase política del Estado de Michigan (centro histórico de la fabricación de automóviles en Estados Unidos) maniobra para poner en marcha mecanismos que aseguren la dictadura permanente de los bancos sobre la clase trabajadora de Detroit. Al igual que con la quiebra en sí, este modela de gobierno que aparece por primera vez en Detroit será el modelo para toda la nación.

La semana pasada el consejo municipal de Detroit (controlado por el Partido Demócrata) votó por unanimidad a puerta cerrada a favor de un acuerdo que autoriza a Kevyn Orr (interventor “de emergencia” impuesto por el estado sobre la ciudad) permanecer en el poder hasta que un juez federal confirme el plan Orr de reestructuración y la ciudad solucione su quiebra. El alcalde Mike Duggan (Partido Demócrata) inmediatamente aprobó la propuesta.

Esa medida se burla de la promesa de "regresar a la democracia" después de 18 meses de Orr. Duggan y los miembros del consejo de la ciudad (que prometieron en la elecciones del año pasado deshacerse de Orr) extienden el mando del interventor por meses, por lo menos. Hay más: cuando Orr finalmente se vaya, en efecto su dictadura continuará bajo una Comisión de Revisión Financiera de nueve miembros con la autoridad de acabar con los convenios laborales y vetar todas las decisiones de gasto durante 13 años.

Como parte del acuerdo, Duggan y la presidente del consejo municipal, Brenda Jones, se reunirán con representantes del comité de supervisión financiera del gobernador Rick Snyder (Partido Republicano). En lugar de ejercer su poder de nombrar a otro interventor, Snyder confía que sus compinches del Partido Demócrata (incluyendo Duggan, un especialista en recuperación de empresas), actualicen la restructuración.

La fachada de las protecciones constitucionales estatales democráticas para pensiones, las ordenanzas municipales que le daban a los ciudadanos el derecho a votar sobre la venta de bienes públicos, etc, etc, se transforman en obstáculos impermisibles al lucro desmedido de los grupos financieros que manejan la quiebra

El diario The Detroit News (desde siempre un portavoz de las empresas automóvil y de otros intereses burgueses de Detroit), aplaudió la decisión del consejo municipal: "La unanimidad de la votación indica confianza en la capacidad de Orr y que el consejo está dispuesto a tomar decisiones duras e impopulares."

Aludiendo a uan estrategia que va más allá de la quiebra de Detroit, The Detroit News declara: "Es alentador que lo concejales hayan valorado los talentos únicos que Orr ha traído a Detroit, en particular concluir el proceso de una manera rápida. De esa manera crea una norma alta para otras ciudades [en bancarrota]".

¿Cuáles son estas decisiones "duras e impopulares"?

El proyecto de reestructuración, destripa las pensiones y los beneficios de salud de más de 32.000 trabajadores y jubilados municipales para pagarle a los bancos y a los grandes renteros. Se pondrán a disposición de adinerados especuladores el mundialmente célebre museo de arte de la ciudad, el túnel Detroit-Windsor, los sitios municipales de estacionamiento, el alumbrado público y el sistema de agua y cloacas, junto con cientas de manzanas de terreno. Miles de residentes de bajos ingresos de barrios obreros se convertirán en refugiados urbanos con el cierre de agua y otros servicios vitales (todo parte del plan de "achicar" a Detroit).

Esa es la “norma alta" que se establece para otras ciudades que encaren bancarrrota. Funcionarios del Partido Demócrata y del Partido Republicano de ciudad de California e Illinois ahora consideran que Detroit representa el modelo de similares ataques a pensiones y beneficios de atención médica. A nivel federal, el gobierno de Obama y los partidos Republicano y Demócrata son el motor de proyectos de cortar miles de millones de dólares de Medicare, del Seguro Social, de la educación pública y de otras programas vitales para que Wall Street y la maquina militar del Pentágono tengan recursos ilimitados.

Tales medidas antisociales no se pueden llevar a cabo a base del consenso popular. Por eso, la clase de poder utiliza métodos cada vez más autoritarios: el sin fin de matanzas policialies y la militarización de la policía como sucedió en Ferguson, Missouri, el espionaje al pueblo estadounidense y la represión de la oposición política.

Que las formas democráticas estén en escombros es el resultado del poder económico y político de la oligarquía financiera, que precipitó el crac del 2008 y que desde entonces, se hace más y más rica. Las cosas se deciden mediante acuerdos a puertas cerradas entre unos pocos testaferros políticos que colaboran íntimamente con los bancos, renteros y especulardores ricos.

El pueblo repudia lo que está sucediendo en Detroit y en todo el país. Orr aludió a ese rechazo popular cuando celebraba el voto del consejo: "Aún existe gente que está violentamente opuesta”, dijo.

La política oficial excluye totalmente esos sentimientos

Los gerentes y directores de la Federación Americana de Empleados Estatales, del Condado y Municipales (AFSCME), de la United Auto Workers (UAW) y de otros sindicatos han jugado un papel clave. A cambio de firmar este Gran Acuerdo, y suprimir la oposición al ataque a los puestos de trabajo y las canastas de vida de los obreros, los funcionarios de AFSCME y UAW han sido recompensados con quinientos millones de dólares.

Al mismo tiempo, diversas organizaciones ligadas al Partido Demócrata, crean ilusiones en los sindicatos, los tribunales y en otros miembros del Partido Demócrata: en el presidente Obama, el Congresista John Conyers Jr., y la presidente del consejo, Brenda Jones. El objetivo de estas mentiras es confundir y socavar a la oposición de la clase obrera.

El caso de Detroit demuestra que el andamiaje político de Estados Unidos, y del resto del mundo, está en manos de la élite de poder. Los intereses de la gran mayoría de la población sólo defenderán sus intereses con una lucha independiente de la clase obrera por el poder político.

La cuestión no es la falta de recursos sociales, sino la acumulación de la riqueza de la sociedad por la élite empresarial y financiera. La liberación de los recursos para reconstruir Detroit y otras ciudades industriales devastadas y garantizar los derechos sociales de todos los trabajadores a puestos de trabajo, salud, educación, viviendas y cultura, requiere de un gobierno de los trabajadores y la reorganización socialista de la economía.

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