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Trabajos forzados en las granjas mexicanas

Un reporte reciente por el periodista investigador Richard Marosi y el reportero gráfico Don Bartletti del Los Angeles Times, titulado “Product of México”, relata las condiciones brutales de trabajos forzados en 30 megagranjas mexicanas visitadas en el curso de 18 meses de reportaje. Tales granjas son un componente crucial del sector agrícola de México. Representa 7.6 mil millones de dólares (113 mil millones de pesos mexicanos) de exportaciones a los Estados Unidos.

El Times reporta sobre megagranjas como Bioparques y Rene Produce donde los periodistas fueron testigos de la pobreza escuálida y los trabajos forzados. Los obreros viven atrapados en granjas rodeadas por alambre de púas, y en la mayoría de los casos sus sueldos son retenidos ilegalmente hasta el fin de la cosecha para prevenir que ellos se fuguen una vez que se den cuenta de como opera el campamento. Los obreros quienes sí se escapan pierden sus sueldos debido a estas prácticas ilegales.

Los obreros son atraídos a las megagranjas por promesas de hogares decentes, tres comidas por día, y sueldos suficientes como para proveer una oportunidad de acumular ahorros, sólo para tener que vivir en barracas tétricos en complejos agrícolas masivos que extienden por cientos de kilómetros.

Estos trabajadores afrontan condiciones de vida y laborales lamentables, incluso comidas magras de pocas calorías, faltas de agua corriente e inodoros que funcionen bien. Pocas de las barracas tienen camas, la mayoría están infestados de ratas y chinches, los obreros duermen sobre cartón, y son forzados a usar cubos para sus necesidades y lavarse en los canales de riego.

La mayoría lleva una vida precaria y la desnutrición entre los adultos y niños es endémica. El reporte documenta que, después de un día largo de cosechar, los obreros hambrientos “rebuscan elotes en campos cercanos”. Otros tratan de pescar en canales de riego. “La gente llena envases de beber de los mismos canales en vez de pagar por agua embotellada”.

Los obreros señalan el contraste duro entre el cuidado que se les exige para los productos agrícolas y la manera en que ellos mismos son tratados. Los que intentan escaparse de las megagranjas son arrastrados y golpeados por los patrones. A la misma vez, los patrones insisten que los obreros se recorten las uñas y manejen los productos agrícolas con las manos limpias para que no sufran de magulladuras. En la granja Agrícola El Porvenir, el Times vio que a los obreros “se les requería desinfectarse las manos antes de recoger pepinos. Pero ellos recibían solamente dos toallitas de papel higiénico para sus necesidades”.

Estos productos van desde las manos de los obreros mexicanos a los estantes de los gigantes de comestibles Walmart, Safeway y Whole Foods, entre muchos otros puntos de venta estadounidenses. Casi la mitad de los tomates consumidos en los EEUU vienen de Culiacán, la capital del estado de Sinaloa en México, doce horas en coche al sur de Tucson, Arizona. En 2014, Rene Produce exportó US$55 millones de tomates, suministrando tiendas de abarrotes a través de los EEUU, incluso Whole Foods, una compañía que se jacta de su “compromiso con la responsabilidad social”.

Familias enteras trabajan en los campos, con niños jóvenes sobre las espaldas de sus madres. No es inusual ver niños de primaria recoger chiles, tomatillos y otros productos al lados de los adultos. Estos productos eventualmente van a parar en Estados Unidos por medio de intermediarios. Según las estimaciones de un estudio conducido por el Banco Mundial, unos 100.000 niños mexicanos bajo la edad de 14 recogen cosechas por dinero.

Además, en la mitad de las granjas visitadas, tiendas ligadas a las granjas empresa endeudan enormemente a los obreros al finalizar la cosecha mientras estos encaran sus magros ingresos mermados a la nada por los altos precios que tienen que pagar por sus necesidades básicas.

Un obrero le dijo al LA Times, “los dueños dijeron que me quitarán mi hijo o hija si no pago mi cuenta”. El dueño de la tienda de empresa dijo a los periodistas que la amenaza fue hecha de broma, y que las afirmaciones de los obreros de estar pelados eran exageradas. “Todos los obreros vuelven a casa con dinero”, dijo. “Esta gente es gran ahorradora”.

En 2014, el Presidente Mexicano Enrique Peña Nieto presentó al fundador de Rene Produce Rene Carrillo un premio honorando la empresa como una “compañía socialmente responsable”. Aunque el desenmascaramiento de las condiciones de vida y laborales en las megagranjas es una condena inaceptable del gobierno PRI, son de poca preocupación para el gobierno de Peña Nieto o de las capas dirigentes en México.

El verdadero carácter y la verdadera función del gobierno de Peña Nieto salieron a la luz con los eventos relacionados a las desapariciones de los 43 alumnos del colegio normalista Ayotzinapa en Guerrero, y las severas medidas violentas subsiguientes contra manifestantes pacíficos por la policía estatal mexicana.

Mientras el reporte del LA Times enfoca en las condiciones en las granjas en México, condiciones semejantes se encuentran dentro de los Estados Unidos. En 2007, 500 trabajadores invitados emigraron a los EEUU de India para trabajar como soldadores y fontaneros en Signal International con visas de trabajo temporal H-2B. Estos trabajadores fueron sometidos a prácticas de reclutamiento fraudulentas, condiciones de viva escuálidas, y amenazas de daño físico serio, frecuentemente contrayendo deudas masivas tales como veinte mil dólares en cuotas de reclutamiento, con la esperanza de una vida mejor en los EEUU.

A pesar de una toda una serie de leyes antiesclavitud y con organizaciones no gubernamentales (ONGs) dedicadas a la cuestión, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) calcula que hoy hay al mínimo 20,9 millones de personas en labor forzado en todo el mundo, y que el problema sólo existe en el tercer mundo. La agencia reporta que hay 10.500 obreros forzados en el Reino Unido. La organización de derechos humanos Free the Slaves (Libere a los Esclavos) estima que 15.000 son traídos a los EEUU cada año. Aunque a veces se presentan demandas en tribunales contra un porcentaje mínimo de traficantes criminales, la fuerza motriz detrás de esta superexplotación, los intereses de lucro de los capitalistas, nunca son cuestionados.

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