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Perspectiva

El significado internacional de las elecciones presidenciales en Sri Lanka

El balotaje presidencial de hoy en Sri Lanka es de gran significado para la clase obrera internacional debido a dos cosas muy importantes:

Primero, la intromisión entre telones del gobierno de Washington para quitar del camino al presidente Mahinda Rajapakse es una ácida anticipación de que el imperialismo estadounidense que, para lograr sus fines en Asia y en el mundo, es capaz de actuar salvajemente y sin medir las consecuencias. En medio del resquebrajamiento del imperialismo global, y de crecientes tensiones geopolíticas, Estados Unidos no detendrá ante ningún obstáculo su proyecto de guerra contra sus rivales.

Segundo, la campaña del Partido Socialista por la Igualdad (PSI) y de su candidato Pani Wijesiriwardane señalan el sendero que la clase obrera tiene que tomar, en Sri Lanka y en el mundo. Sólo el PSI insiste que a la clase obrera no le queda sino una vía en contra de la guerra: Luchar por su independencia política de todas las corrientes de la clase del poder en base al internacionalismo socialista. En contraste, todos los partidos de oposición a Rajapakse apoyan a su rival burgués: Maithripala Sirisena (que ellos ofrecen de “la alternativa democrática).

Desde el principio el camino a las elecciones ha sido uno de crisis políticas. Rajapakse convocó a las elecciones dos años antes de lo debido, luego de haber hecho pasar una enmienda constitucional que le da el derecho a un tercer sexenio presidencial. Se trata de un intento desesperado de consolidar su régimen en el contexto de creciente oposición a sus medidas de austeridad (exigidas por el Fondo Monetario Internacional, FMI) y de sus medidas de represión armada tipo Estado policía, y de la campaña liderada por Estados Unidos de “derechos humanos” contra su gobierno por haber cometido crímenes de guerra en la guerra comunal contra los Tigres de Liberación Tamil Eelam (LTTE), que terminó en el 2009.

Al anunciar la fecha del balotaje, Rajapakse pisaba el palito de una trampa política que Estados Unidos ya le tenía preparada: Sirisena, el ministro de salud y secretario general del Sri Lanka Freedom Party (SLFP), abandona el gobierno y se junta con el United National Party (UNP, que apoya a Estados Unidos), diciéndose “candidato común de la oposición”. Nada de esto ocurre de un día para otro y todo apesta a intervención estadounidense. Es evidente que habían intrigado durante semanas, o meses. La persona clave en ese proyecto ha sido el expresidentes Chandrika Kumaratunga (que todavía tiene influencia sobre el SLFP, y conexiones con la Casa Blanca, mediante la Fundación Clinton).

La intromisión estadounidense deriva de la campaña de “viraje” de Obama hacia el continente asiático, con el propósito de cercar a China. Ya van cinco años de amenazas de Estados Unidos (contra Rajapakse) de organizar una investigación internacional sobre crímenes de guerra (con la posibilidad de sanciones y acusaciones criminales). Washington, que brindo máximo apoyo a la guerra contra el LTTE, ahora utiliza cínicamente la consigna de “derechos humanos”, como lo ha hecho en otras partes del mundo, como palanca para separar a Rajapakse de Beijing.

Cuando más se agravan la crisis económica global y las tensiones geopolíticas (las dos van mancornadas), en el 2014, todo cambia; el año pasado Estados Unidos: Provocó el choque contra Rusia sobre Ucrania; lanzó una nueva guerra en el Medio Oriente y aumentó la presión de los países de Asia contra China; amagando así con nuevos polvorines de guerras regionales y globales. En el 2015 Estados Unidos no se achica comenzando: Con una incitación deliberada contra Norcorea, en torno a fraudulentos reclamos sobre piratería cibernautica y con su intromisión deestabilizante en las elecciones de Sri Lanka.

Gane quien gane (Rajapakse, o Sirisena), la intromisión estadounidense en las elecciones ya ha agravado la crisis política de Srl Lanka; el balotaje está sucio de corrupción, fraude, y violencia (de las dos partes). Existen extraordinarias precauciones de seguridad para el voto. Se han desplegado setenta y un mil policías y cinco mil paramilitares de la Fuerza Especial de la policía. Todas las fuerzas armadas están en alerta y a disposición del jefe de policía.

Rajapakse le dijo al Financial Times británico que cederá el mando pacíficamente si pierde las elecciones. Nada garantiza que la coalición militar que lo sostiene en el poder haga lo mismo. Luego de ganar las elecciones en el 2010, Rajapakse detuvo a Sarath Fonseka, su principal rival, encarcelándolo con falsas acusaciones.

Esta vez Rajapakse encara una fuerza más grande. Si decide no soltar la manija, aunque legítimamente haya obtenido más votos, Rajapakse encara la posibilidad de una “revolución de colores” apoyada por Estados Unidos. Son claras las señales. El Financial Times reporta que la prensa internacional (especialmente en Gran Bretaña) ya está aplaudiendo al “demócrata” Sirisena, y hablando de una un “robo” en las urnas. Mientras tanto, en Sri Lanka algunos grupos de poder, habiendo puesto el dedo al viento internacional, se pasan a la oposición. Todo el gallinero de liberales de clase media (universitarios, artistas, burócratas de organizaciones no gubernamentales) cacarea por Sirisena.

El rol más dañino es el que representan las organizaciones de la seudoizquierda (los partidos Nava Sama Samaja (NSSP), United Socialist (USP) y Frontline Socialist (FSP)). Sin que nadie los obligue han aceptado la tarea de pintarle una cara democrática a una camarilla reaccionaria. Hasta hace un mes Sirisena era una figura clave del gobierno de Rajapakse y enredado en todos sus crímenes. Todos los partidos de oposición han apoyado la guerra al LTTE y han defendido las atrocidades de las fuerzas armadas. Ninguno de ellos titubearía en usar medidas de Estado policía iguales a las de Rajapakse para barrer con la oposición obrera al programa de austeridad y en apoyar al belicismo de Estados Unidos.

Por todo eso es importantísima la campaña del PSI. Es el único partido que les anticipa a jóvenes y obreros los que se les viene encima, la creciente posibilidad de guerra y una más severa austeridad, cualquiera de los dos candidatos resulte ganador del balotaje presidencial. Hemos luchado por la independencia de la clase obrera, movilizada con un programa socialista. La falta de dirección revolucionaria es fuente de trágicas experiencias para la clase obrera, más que nada en Egipto, donde los levantamientos contra la dictadura de Mubarak en el 2011 fueron encarrilados detrás de una sarta de regimenes burgueses, fertilizando el campo para la junta militar que apoya Estados Unidos.

Las elecciones de Sri Lanka ejemplifican la bancarrota de todos los enfoques que se basan en el nacionalismo y en el Estado nación. El manifiesto electoral del PSI declara: “La lucha contra la guerra imperialista y la austeridad exige una perspectiva internacional. Es realmente imposible rechazar los saqueos del imperialismo o de las sociedades anónimas y casas de finanzas mundiales, en una sola nación, pequeña o grande.”

A medida que se agrava el amago belicista estadounidense, la intromisión de Estados Unidos en Sri Lanka se repetirá en toda esta región y en todo el mundo. Sólo se lo puede vencer en base a un movimiento de las masas obreras unidas de Asia y del mundo, incluyendo los las metrópolis imperialistas, para acabar con el sistema que subordina las necesidades a las ganancias, y que es la fuente de guerra y miseria. Esa es la perspectiva del PSI. Urgimos a todos los obreros y jóvenes a votar por nuestro candidato, y, más que nada, unirse y ayudar construir nuestro partido en preparación para las luchas venideras.

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