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Perspectiva

Hipocrecías de “libertad de expresión” después del ataque contra Charlie Hebdo

El ataque contra las oficinas de Charlie Hebdo sigue rechocando a las gentes; horroriza la violenta muerte de doce personas en el centro de París. Millones han visto videos de pistoleros disparando sus armas de fuego y también matando a un policía que ya estaba herido, le han dado a los acontecimientos del 7 de enero una superrealidad.

Ahora el Estado y los medios de difusión tratan de aventajarse del miedo y de la confusión que existe en el público. Una vez más quedan desenmascarados la quiebra política y el carácter fundamentalmente reaccionario del terrorismo. Le sirve a los intereses del Estado, que se vale de la oportunidad que los terroristas crean para azuzar el autoritarismo y el militarismo. En el 2003, cuando el gobierno de Bush invadió Irak, la opinión popular francesa era tan enorme en contra que el gobierno del presidente Jacques Chirac tuvo que oponerse a esa guerra, aún bajo gran presión de Estados Unidos. Ahora, justo cuando el presidente François Hollande busca transformar a Francia en el aliado principal de Estados Unidos en la “guerra al terror”, el ataque en París le cae como anillo al dedo.

Para cumplir sus fines, Hollande cuenta con los medios de difusión. En estas circunstancias la prensa hace todo lo que puede para la manipulación emocional y la desorientación política del pueblo. Los medios burgueses de difusión combinan con destreza la supresión de información con la utilización de verdades parciales y mentiras completas. Construyen una historieta diseñada para exaltar tanto a los instintos más soeces del pueblo como a sus sentimientos más idealistas y democráticos.

En Europa y Estados Unidos se sugiere que el ataque contra Charlie Hebdo fue un embate contra la libertad de expresión y contra el derecho inalienable de periodistas en una sociedad democrática de decir lo que piensen sin temer por sus libertades o sus vidas. La matanza de dibujantes y editores de Charlie Hebdo es representada como un vil golpe contra la libertad de expresión que supuestamente se estima muchísimo en Europa y Estados Unidos. Por lo tanto, el ataque contra Charlie Hebdo es presuntamente otro ultraje de musulmanes que no toleran las “libertades” occidentales. De ahí debemos aceptar que es una necesidad inevitable la “guerra al terror” (léase: el aluvión imperialista sobre el Medio Oriente, Asia Central y el norte y centro de África).

En el pantano de esta orgía de hipocresía democrática, nada se dice de que, en el trajín de sus guerras en el Medio Oriente, Estados Unidos es culpable de la muerte de por lo menos quince periodistas. No cabe en la historieta de “libertad de expresión bajo ataque” mencionar el mísil estadounidense contra la sede de Al Jazeera en Bagdad que mató a tres periodistas e hirió a otros cuatro.

Tampoco vale la pena mencionar el asesinato de dos reporteros de la Agencia Reuters en Bagdad: el fotógrafo Nemir Noor-Eldeen y el conductor Saeed Chmagh. Los dos fueron deliberadamente atacados por helicópteros estadounidenses Apache, mientras trabajaban en el este de Bagdad.

El público estadounidense e internacional pudo ver video del ese asesinato a sangre fría de estos dos periodistas y de otros iraquíes (desde uno de los helicópteros) cuando WikiLeaks hizo público materiales secretos que había obtenido de Bradley Chelsea Manning, un soldado estadounidense.

¿De que manera protegen Estados Unidos y Europa el la libertad de expresión de WikiLeaks? Con una persecución incesante contra Julian Assange, el fundador y editor de WikiLeaks. Líderes políticos y de los medios de difusión lo vienen tachando de “terrorista” y exigiendo su detención. Se persigue a Assange con acusaciones fraudulentas de “violación sexual”, fabricadas por las agencias de espionaje de Estados Unidos y Suecia. Ha tenido que refugiarse en la embajada de Ecuador en Londres, que está custodiada constantemente por la policía británica. Se detendrá a Assange no bien salga de la embajada. Chelsea Manning está sirviendo una condena de 35 años de prisión por traición.

Así es como las grades “democracias” burguesas de Norteamérica y Europa demuestran su fidelidad al derecho de libertad de expresión y a la seguridad de los periodistas.

El cuento deshonesto e hipócrita creado por el Estado y los medios de difusión exige que Charlie Hebdo y sus asesinados dibujantes y periodistas sean convertidos en mártires de la palabra y representantes de una honorable y larga tradición de periodismo potente e iconoclasta.

El Financial Times, por ejemplo, el miércoles siete de enero publicó un comentario en que Simon Schama, un historiador liberal, coloca a Charlie Hebdo dentro de una tradición de periodismo irreverente que es “la leche de vida de la libertad”. Hace referencia a los importantes satíricos europeos que entre los siglos XVI y XIX criticaban con sus burlas a los grandes y a los poderosos. Entre los que merecieron su sátira estuvo el brutal duque de Alba, que en los años 1500 ahogó en sangre la lucha holandesa por la independencia; Louis XIV, el “ Roi Soleil ” de Francia; William Pitt, primer ministro británico; y el príncipe de Gales. “La sátira”, según Schama, “se convirtió en el oxígeno de la política, dando espacio al saludable carcajeo de desprecio en los cafés y tabernas, donde cada día y cada semana circulaban caricaturas”.

Schama hace de Charlie Hebdo parte en una tradición donde no pertenece. Todos los satíricos a los que Schama se refiere representaban la Ilustración democrática. Eran blancos de su crítica los poderosos y los corruptos defensores del privilegio aristocrático. En cambio, con su incesantes y degradantes caricaturas de musulmanes, Charlie Hebdo se ha mofado de los pobres e indefensos.

Hablar sin pelos en la lengua sobre la naturaleza indecente, cínica y pútrida de Charlie Hebdo no disculpa la matanza de sus empleados; sin embargo cuando se adopta el eslogan “ je suis charlie ”, y los medios de difusión lo esparcen a los cuatro vientos como consigna de las manifestaciones de protesta, los que no se han dejado engañar por el Estado y por la propaganda de la prensa están obligados a responder: “Rechazamos el violento ataque contra la revista, pero ni tenemos nada en común con ésta, ni “somos charlie”.

Bien conocen los marxistas la batalla contra la influencia de la religión sobre las masas. Entienden también que hay que librar esa batalla en base al entendimiento que la fe religiosa es amamantada por condiciones difíciles y de sufrimiento desesperado. La religión no debe ser objeto de burla. Al contrario debe ser entendida y criticada de la misma manera en que Karl Marx la entendió y criticó :

“La miseria religiosa es, al mismo tiempo, la expresión de la miseria real y la protesta contra ella. La religión es el sollozo de la criatura oprimida, es el significado real del mundo sin corazón, así como es el espíritu de una época privada de espíritu. Es el opio del pueblo.

La eliminación de la religión como ilusoria felicidad del pueblo es la condición para su felicidad real. El estímulo para disipar las ilusiones de la propia condición, es el impulso que ha de eliminar un estado que tiene necesidad de las ilusiones. La crítica de la religión, por lo tanto, significa en germen, la crítica del valle de lágrimas del cual la religión es un reflejo sagrado”.

(“En torno a la crítica de la filosofía del Derecho de Hegel”, Deutsch-Französische Jahrbücher, 1844. -Tomado de "G.W.F. Hegel-Filosofía del Derecho", [con una introducción de Karl Marx] Editorial Claridad, Bs. As., Quinta edición, 1968)

Estas pocas frases ejemplifican la quebrada intelectual y moral que separa al marxismo de la atmósfera pútrida de cinismo de la otrora izquierda que encontramos reflejada en Charlie Hebdo. No hay nada de iluminante, nada de educativo, en los insultos obscenos e imberbes contra la religión musulmana y de sus tradiciones que encontramos en esa revista.

Los cínicos amagues que encontramos en las caricaturas que han aparecido en tantas portadas de Charlie Hedbo están orientadas a, y facilitan el crecimiento de, las corrientes chovinistas derechistas francesas. Es el colmo del lo absurdo, defender a Charlie Hebdo diciendo que sus caricaturas son “bien divertidas” y sin consecuencias políticas. Aparte de que el gobierno francés está desesperado en azuzar apoyo para su proyecto bélico africano y levantino, crece en Francia la influencia del neofascista Front National (FN). En este cargado contexto político, Charlie Hebdo alimenta la evolución de un tipo de sentimiento antimusulmano que mucho se parece al antisemitismo que surgió como movimiento de masas en Francia en la década de1890.

Con sus vulgares y groseras caricaturas que expresan una imagen estereotípica y siniestra de los musulmanes, Charlie Hebdo revive las muy toscas publicaciones racistas que jugaron un papel significativo en el aluvión de agitación antisemita que cundió en Francia durante el infame Affaire Dreyfus que detonó luego de ser falsamente acusado un oficial judío de espionaje para los alemanes. Alentando el rencor popular contra los judíos, La Libre Parole (La Libre Palabra) del notorio Edoard Adolfe Drumont, utilizó con gran éxito caricaturas cargadas de características antisemitas. Esas caricaturas inflamaron el pensamiento público en impulsaron arranques contra Dreyfus y contra los que lo defendían, como el gran novelista Émile Zola, autor de J’Accuse.

El World Socialist Web Site, anclado en la integridad de históricos principios, repudia y condena el ataque terrorista contra Charlie Hebdo. Sin embargo rechazamos la campaña de convertir a Charlie Hebdo en mártir de la democracia y de la libertad de expresión. Cautelamos a nuestros lectores a guardarse de la plataforma reaccionaria que está detrás de esa campaña, deshonesta e hipócrita.

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