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Perspectiva

¡No a la guerra imperialista! ¡Participa en la Manifestación Internacional del Primero de Mayo!

El domingo 3 de mayo, el Comité Internacional de la Cuarta Internacional conducirá una manifestación internacional (por el internet) en celebración del 1 de Mayo, Día Internacional del Trabajo, el día histórico de la solidaridad proletaria.

Este año el 1 de Mayo ocurre bajo condiciones de crisis inmensas. La mayor parte del mundo ya está enredada en guerras. A menos que intervenga la clase trabajadora, estos conflictos, cada vez más violentos y sangrientos, encarrilan inexorablemente a una guerra mundial entre potencias con armas atómicas, cosa que pone en duda el futuro de la civilización humana.

En Europa Oriental, al golpe de estado fascista de Ucrania, que Estados Unidos y las potencias europeas impulsaron en febrero de 2014, le sigue una vasta militarización de toda la región. Tropas de la OTAN participan en maniobras bélicas altamente provocativas en la frontera con Rusia, y cientos de vehículos blindados, tanques, helicópteros y aviones de combate estadounidenses han sido desplegados para sostener a gobiernos derechistas y antirrusos en los estados bálticos.

En la actualidad en el Medio Oriente y Asia Central, Estados Unidos provoca una guerra tras otra; cada una de ellas inevitablemente acaba en caos y desastre. El año pasado el gobierno de Obama inició una nueva guerra en Irak y Siria, ahora le sigue una campaña de bombardeos respaldado por Estados Unidos en Yemen, liderada por los regímenes reaccionarios de Arabia Saudita y Egipto.

Al mismo tiempo, Estados Unidos sigue con su "pivote a Asia" (la construcción de una red de alianzas militares y acuerdos de armas con el fin de rodear y contener a China y allanar el camino bélico). En África, Washington respalda a Kenia contra Somalia en el este, mientras que, en el oeste, organiza enormes maniobras militares junto con Chad, Níger, Nigeria, Camerún y Túnez.

Desde la disolución de la Unión Soviética hace un cuarto de siglo, la clase de poder estadounidense se ha embarcado en una sarta de interminables y crecientes conflictos mundiales. Proclamando su "momento unipolar", la aristocracia financiera estadounidense intenta contrarrestar el prolongado declive del capitalismo estadounidense con violencia y conquista. Ha dejado en claro como norma política que no tolerará ningún competidor regional significativo, en su afán por dominar el mundo.

Hace casi quince años, el gobierno del presidente George W. Bush inició la "guerra al terror", aprovechándose de los acontecimientos del 11 de septiembre del 2001. Invadió Afganistán en la primera de las que el presidente Bush apodaría las "guerras del siglo XXI". Ahora está claro que la "guerra al terror" era simplemente un rótulo conveniente para que clase de poder estadounidense justificara su campaña mundial para subordinar a todas las partes del mundo a sus intereses.

Estados Unidos se ha colocado al frente de la repartija del mundo pero las otras potencias imperialistas principales no piensan quedarse atrás en hacerse de sus tajadas del botín.

En Alemania, la clase de poder pretende encubrir sus pasados crímenes en las guerras mundiales del siglo XX. Siente una vez más el impulso de convertirse en la principal potencia europea y mundial. Marcando el mismo compás, Japón tira por la borda las restricciones constitucionales contra la agresión militar que adoptó después de la Segunda Guerra Mundial. Todas las potencias imperialistas (incluyendo Australia, Nueva Zelanda y toda Europa) se aprovechan del centenario de la Primera Guerra Mundial para limpiar su sucio pasado de participación en las guerras del pasado en expectativas de futuras conquistas.

La decisión de las principales potencias europeas el mes pasado de rechazar las apelaciones directas de Estados Unidos de no unirse al Banco Asiático de Inversiones en Infraestructura marcó un punto crítico en la crisis del imperialismo estadounidense. Los imperialismos alemán, británico, francés e italiano están todos tomando un camino independiente de los Estados Unidos.

Las guerras mundiales del siglo XX mataron a unas 100 millones de personas. Como los marxistas explicaron en ese entonces, estas guerras habían resultado de dos contradicciones fundamentales del sistema capitalista: la contradicción entre una economía cada vez más global y el sistema obsoleto de estados nacionales, por un lado, y entre la producción socializada y la propiedad privada de los medios de producción, por el otro.

En el documento de fundación de la Cuarta Internacional, escrito en vísperas de la Segunda Guerra Mundial, Trotsky, colíder, con Lenin, de la Revolución Rusa de 1917, explicó que el capitalismo mundial estaba encarrilando a la humanidad hacia el desastre. "Bajo la creciente presión del ocaso capitalista los antagonismos imperialistas han alcanzado el límite más allá del cual los conflictos y explosiones sangrientas (Etiopía, España, Extremo Oriente, Europa Central...) deben confundirse infaliblemente en un incendio mundial. En verdad la burguesía percibe el peligro mortal que una nueva guerra representa para su dominación, pero es actualmente infinitamente menos capaz de prevenirla que en vísperas de 1914."

Trotsky advirtió: "Sin revolución social en un próximo período histórico, toda la civilización humana corre el riesgo de una catástrofe".

Han pasado setenta y cinco años, pero el estado del capitalismo mundial confirma plenamente el análisis del movimiento marxista. El desmoronamiento del sistema capitalista, que estalló en el 2008, ha acelerado enormemente la búsqueda depredadora de las potencias imperialistas por un nuevo reparto del mundo, combinada con un feroz asalto contra la clase obrera. En su intento por mantener su dominio, la élite financiera y de las grandes empresas recurre cada vez más directamente a la fuerza y a la violencia detrás de sus fronteras, pisoteando los más básicos derechos democráticos.

La clase trabajadora internacional es la única fuerza social capaz de poner fin a esta criminalidad y locura. Ni el nacionalismo reaccionario y el alarde de armas nucleares del régimen de Putin en Rusia, ni los amagues de la clase de poder oligárquica china podrán derrotar al imperialismo. Esa misión le corresponde a la gran mayoría de la humanidad organizada en luchas políticas revolucionarias.

Hace poco más de una década millones de personas en todo el mundo, incluyendo cientos de miles de personas en Estados Unidos, participaron en manifestaciones masivas contra la inminente invasión de Irak. Hoy día en contraste, a pesar de que va en aumento la posibilidad de una nueva conflagración mundial, no hay significativas protestas o manifestaciones contra la guerra, sin que se haya notado ningún cambio en la actitud de la clase trabajadora hacia la guerra. Son las mismas organizaciones de seudoizquierda de clase media, que organizaron las manifestaciones en el 2003 en base a protestas inútiles ante las Naciones Unidas y otros sectores con poderes fácticos, que se han integrado plenamente al andamiaje imperialista.

Con la llegada de Syriza al pináculo del poder del estado en Grecia, estas fuerzas pasan a formar parte de los mismos mecanismos estatales que ahora están siendo utilizados para intensificar la ofensiva de austeridad contra la clase obrera.

Las mismas contradicciones esenciales detrás de la guerra imperialista También crean las condiciones objetivas para la revolución socialista. El proletariado es una inmensa fuerza social, más poderosa hoy que hace un siglo. Esta fuerza social debe organizarse, movilizarse y hacerse de una dirección política. La lucha contra el imperialismo debe estar conectada a la lucha contra la desigualdad social, la pobreza, el desempleo masivo, la violencia policial y la dictadura.

El objetivo actual debe ser la unificación de la clase trabajadora, descartando través todas las diferencias nacionales, étnicas y regionales. En cada país, se es necesario resolver el mismo problema esencial: La movilización política independiente de la clase obrera armada con un programa revolucionario, socialista e internacionalista.

Para liderar este movimiento, hay que construir una dirección política. Con ese fin el Comité Internacional de la Cuarta Internacional convoca esta manifestación internacional del Primero de Mayo. ¡Acompáñanos el 3 de mayo! ¡Participa en la lucha para movilizar a la clase trabajadora contra la guerra imperialista y el sistema capitalista!

Para más información y para inscribirte en la manifestación del Día del Trabajo, haz clic en internationalmayday.org.

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