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Perspectiva

Al-Sisi en Berlín: Alfombra roja para el verdugo carnicero de El Cairo

Ningún otro acontecimiento podría haber mejor desenmascarado el fraude de los derechos humanos de la clase de poder alemana que la recepción oficial en Berlín del dictador egipcio Abdel Fattah al-Sisi.

Sin duda la frase "asesino carnicero" lo describe a él al igual que a otros de su calaña.

El tirano egipcio aun no puede compararse con los nazis, psí está al par del general Augusto Pinochet, ex líder de la junta militar chilena. Su gobierno (1973-1990) encarceló, torturó y asesinó decenas de miles de opositores.

He aquí una lista parcial e impactante de los incidentes más sangrientos en Egipto desde el golpe de estado de al-Sisi del 3 de julio del 2013, en los talones de las enormes protestas contra el presidente Mohamed Mursi y Los Hermanos Musulmanes (Yami'at al-Ijwan al-Muslimin):

  • 08 de julio del 2013: Las fuerzas de seguridad egipcias tirotean a cincuenta y tres partidarios de Mursi frente al edificio de la Guardia Republicana en la ciudad de El Cairo.
  • 14 de agosto del 2013: El ejército y la policía masacran dos campamentos de manifestantes antigolpistas y matan a más de 1.000 personas, entre ellas a mujeres y niños el "peor incidente de asesinato en masa ilegal en la historia moderna de Egipto", según el grupo de derechos humanos Human Rights Watch .
  • 25 de enero del 2014: En el tercer aniversario de la revolución egipcia, las fuerzas militares y de seguridad matan a más de 100 opositores durante manifestaciones.
  • 24 de marzo del 2014: En el mero día en que duró el proceso en común más grande de la historia de Egipto, 529 personas son condenadas a muerte.
  • 28 de abril del 2014: En otro proceso, más de 683 personas son condenadas a muerte en menos de 15 minutos.
  • 15 de mayo del 2015: El mismo Mursi y más de cien otros son condenados a muerte.
  • 16 de mayo del 2015: Seis de los condenados son ahorcados. Amnistía Internacional manifiesta vigorosamente su repudio a todo el proceso, señalando que los acusados confesaron bajo tortura.

Esa es sólo una pequeña muestra de la tiranía de terror de al-Sisi. Todos los que se le oponen corren el riesgo de detención, tortura y muerte. Según Amnistía Internacional, en los últimos dos años cuarenta y un mil personas han desaparecido en el sistema de prisiones del país. La ley proscribe todas las protestas y huelgas. Los medios independientes de difusión son suprimidos. Partidos y organizaciones que critican al régimen, están prohibidos.

Las atrocidades y graves violaciónes de los derechos humanos del régimen son tan extremas que incluso algunas figuras de los medios burgueses de difusión y algunos políticos alemanes se sintieron obligados levantar sus voces críticas. Norbert Lammert (Unión Demócrata Cristiana, CDU), el presidente del parlamento federal (Bundestag), canceló abruptamente una reunión con al-Sisi. Dijo que en Egipto no existes ni parlamento ni perspectivas concretas de elecciones. No obstante, Lammert no titubeó en describir la visita del dictador como "deseable y necesaria."

La conferencia de prensa de Al-Sisi con Merkel creó un escándalo. Un joven estudiante de medicina, que según informes portaba carnet de periodista, gritó, refiriendose a al-Sisi: "¡Es un asesino!; ¡Es es un nazi!; ¡Es un fascista!; ¡Abajo con la junta militar”! En su discurso, al-Sisi elogió al ejército egipcio y defendió las condenas a muerte.

Merkel, visiblemente conmocionada, fue alejada de la tarima por escoltas en compañía de al-Sisi. Es posible que la canciller sea un personaje político burgués relativamente limitado, pero no se le debe haber escapado que la protesta no fue sólo contra a al-Sisi, el sepulturero de la revolución egipcia, sino también contra las políticas del gobierno alemán y contra ella misma.

La clase alemana de poder y sus testaferros en los medios de difusión nunca se pierden la oportunidad de reclamar a favor de los "derechos humanos" en pos de sus objetivos de política exterior, o en pos de justificar la guerra económica contra Rusia y despliegues militares alemanes en el extranjero.

La recepción a al-Sisi desenmascara a esa capa social. A lo largo del pasado año, la clase dirigente se ha esforzado en disfrazar el retorno de Alemania al militarismo pregoneando fórmulas sobre la "democracia", "paz" y "responsabilidad". Desde ahora en adelante queda claro de lo que de en verdad se trata: la imposición de los intereses económicos y geoestratégicos del imperialismo alemán.

Merkel habló sin pelos en la lengua durante la conferencia de prensa. Después de dejar en claro su “satisfacción" con la visita de al-Sisi y con el intercambio "abierto", basada en “sociedad” declaró: "Quiero decir que yo considero que la relación con Egipto es de gran importancia estratégica. La nación africana marcha “con la intención de garantizar la estabilidad y la prosperidad”. Añadió que Alemania, quería ser "un socio importante que podría dar ayuda".

Sobre las penas de muerte, Merkel sólo dijo que "el elevado número de sentencias de muerte es, en nuestra opinión, algo que debe ser evitado." Nada dijo acerca de las masacres, los encarcelamientos en masa y la tortura en las prisiones egipcias.

Sólo el presidente de Alemania, Joachim Gauck, tuvo el descaro de sobrepasar a la falta de vergüenza de Merkel. Este ex pastor ha llegado al colmo de la moralina hipócrita del imperialismo alemán. A pocas horas de recibir a al-Sisi con honores militares en el Castillo de Bellevue, Gauck viajó a la apertura 35avo Congreso de la Iglesia Evangélica alemana en Stuttgart para declamar en contra de la "pobreza, la injusticia, los conflictos, la intolerancia y la destrucción del medio ambiente ... en muchas partes del mundo".

En el mundo de las élites alemanas "ayuda" y "lucha contra la pobreza" tienen un significado diáfano confirmado cuando Siemens, una de las compañías más grandes de Alemania, firmó un contrato y declaración de intenciones en una cumbre económica en Sharm el-Sheikh, Egipto, por valor de 10 millones de euros a mediados de marzo. Otra forma de "ayuda" germana es la estrecha colaboración entre los departamentos de policía y agencias de inteligencia alemanas y egipcios. El gobierno alemán está planeando al menos seis conferencias de este año con los representantes de las agencias de inteligencia y policiales egipcias con el fin de desarrollar estrategias en la lucha contra el "terrorismo".

La visita de al-Sisi recuerda la visita del Shah de Irán, Mohammad Reza Pahlavi, al oeste de Berlín en mayo de 1967. El gobierno federal de ese tiempo también estaba tratando de lograr nuevos mercados y alianzas estratégicas en el Medio Oriente. Con ese fin recibió a un este brutal tirano. Uno de los contra manifestantes en 1967, el estudiante Benno Ohnesorg, fue muerto a tiros por la policía. En respuesta a la radicalización masiva subsiguiente de los estudiantes, el gobierno de gran coalición alemán adoptó una ley de emergencia el 30 de mayo de 1968, concediendo al Estado nuevos y grandes poderes, so pretexto de la lucha contra el "terrorismo".

Tal como fue el caso en el momento de la visita del Shah, también existe una dimensión interna en la visita de al-Sisi. A diferencia de 1967 no han ocurrido mayores manifestaciones en los últimos días. Sin embargo, bajo la superficie, se está gestando una enorme tormenta de protestas contra las impopulares medidas de austeridad y de guerra de la clase de poder alemana. La venidera explosión superará con creces los acontecimientos de los años 1967 y 1968.

En ese contexto de crecientes tensiones sociales, los llamados "partidos de la oposición" en el Bundestag no pudieron resistir el imán que és el dictador egipcio.

"El diálogo es la única manera de influir en la resolución de conflictos, y por lo tanto sería un error no hablar con al-Sisi", declaró Gregor Gysi, líder del Linkspartei (Partido de Izquierda), en Twitter. Katrin Göring-Eckardt, presidente de los Verdes en el Bundestag, dijo algo similar: "Por supuesto, en caso de duda hay que hablar con un dictador militar en cuanto se refiere a la situación extremadamente difícil en el Medio Oriente."

Al-Sisi acostumbra justifica su brutalidad mentando la "guerra al terror" y la necesidad de evitar una guerra civil en Egipto. En verdad, su principal objetivo es aplastar a las masas egipcias que protestaron en las calles en el 2011, exigiendo derechos democráticos y sociales, derrocando a Hosni Mubarak y sacudiendo a la burguesía egipcia y sus aliados occidentales.

El hecho de que las élites Berlín ahora le dan la bienvenida al tirano carnicero de El Cairo es un mal agüero. La misma clase alemana de poder que le entregó el poder a los nazis en 1933, proyecta métodos violentos en Alemania.

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