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Papa Francisco a los cubanos: "eviten la ideología"... ¡o ya verán!

El Papa Francisco llegó a Cuba a inicios de septiembre en una visita de tres días, después viajó a Estados Unidos. Francisco (el ex arzobispo de Buenos Aires Jorge Mario Bergoglio) realizó una misa en la Basílica de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre de Cuba en la que rezó por la reconciliación de todos los cubanos, residentes y exiliados. También se encontró con el presidente de Cuba Raúl Castro y su hermano mayor, el ex presidente Fidel Castro.

La evolución de la relación de Cuba con la Iglesia Católica va mano a mano con las reformas de libre empresa, y también representa su contraparte ideológica, que han restaurado la propiedad privada, la producción por lucro, los mercados sin controles y la inversión extranjera en Cuba.

Si bien la separación entre la Iglesia y el Estado en Cuba ha sido consagrado en cada constitución desde 1901, esta separación con frecuencia fue observada por su incumplimiento: a través de la historia de Cuba la Iglesia Católica jugó un papel importante, no sólo apoyando dictaduras brutales como las de Machado y Batista y la represión de la clase trabajadora sino también, cuando el momento llegó, de limar las diferencias de la transición entre Batista y Fidel Castro en 1959.

La mayoría de la Iglesia Católica en Cuba, como en el resto de Latinoamérica y en EE.UU., después de la derrota de la Revolución Española (1936-39), estaba bajo la influencia ideológica de Franco y la Falange fascista española. El exceso de sacerdotes falangistas españoles fue exportado a Latinoamérica.

Por esta razón durante los cincuenta la iglesia estaba opuesta en Cuba por intelectuales anticlericales y ateos, y detestada por muchos trabajadores. Después del triunfo de la Revolución Cubana, el nuevo gobierno impulsó más resueltamente la separación de la iglesia y el estado.

En 1961 acontecieron expulsiones de sacerdotes españoles y la separación de la Iglesia de algunas de sus propiedades y tenencias de tierra, los cuales fueron transformados en instalaciones gubernamentales y escuelas. El ateísmo fue apoyado en la educación cubana. Si bien hoy en día el 60 por ciento de cubanos son nominalmente católicos (por debajo del 70 por ciento en 1961), la participación en misas y otros sacramentos, incluyendo bautismos, está en una baja histórica, mientras que cultos afrocubanos y evangélicos han realizado ganancias entre los estratos más pobres y menos educados. El mismo Fidel Castro fue excomunicado del Catolicismo en Enero de 1963, como resultado de la expulsión del régimen de los sacerdotes españoles.

Desde 1961 el pueblo cubano era libre de escoger su religión, y la iglesia católica siguió siendo autónoma del gobierno, aunque las prácticas religiosas fueron desalentadas. El propio gobierno cubano mantenía completas relaciones con el Vaticano.

Por los setenta, las relaciones entre el régimen y la Iglesia Católica habían alcanzado su punto más bajo, con un número cada vez menor de hombres escogiendo el sacerdocio; algunas iglesias no tenían sacerdotes. Celebraciones como la Semana Santa y la Navidad no tomaban lugar de manera oficial. La constitución de 1976 declaró a Cuba de ser un "Estado Ateo".

En 1992 Cuba modificó su constitución reemplazando la frase "Estado Ateo" con "Estado Secular". Este cambio semántico señaló más que un cambio en el estado del Catolicismo en Cuba. Como parte de los cambios, la membresía al Partido Comunista Cubano se abrió a los católicos.

Este acto, parte de la transformación política de Cuba empujada por la disolución de la Unión Soviética en 1991, abrió las puertas a una nueva relación con la Iglesia Católica y el Vaticano y para que hayan visitas del papa.

Fidel Castro abrió la puerta cuando se encontró con el Papa Juan Pablo II; el envejecido líder inició un avivamiento de relaciones entre el régimen cubano y el Vaticano. Como señal de buena fe, Castro públicamente rechazó a la "religión del ateísmo" que afirmó que existía en Cuba y comenzó a tomar los pasos para reestablecer la relación histórica tradicional de la Iglesia con el estado cubano, comenzando con la celebración oficial de la fiesta de Navidad en 1998.

En 1998 Juan Pablo II visitó la isla-nación y dio misas que fueron atendidas por funcionarios gubernamentales de alto rango. Desde aquella vez, ha habido una continua llegada de funcionarios del vaticano a Cuba.

En el 2012 el Papa Benedicto (Joseph Ratzinger) también viajó a Cuba, después de visitar a México. Si bien Ratzinger declaró al marxismo muerto e hizo un llamado por la restauración de la propiedad privada y reformas de "libre mercado" en Cuba, esto no fue impedimento para que se le dé una cálida bienvenida por parte de funcionarios cubanos.

Desde la visita de Benedicto, cientos de negocios estatales pequeños y medianos han sido convertidos en cooperativas de propiedad privada, mientras que firmas multinacionales españolas, canadienses y otras han penetrado la economía. En abril de 2014 Cuba llevó a cabo reformas para las inversiones extranjeras que permiten a exiliados cubanos invertir en firmas cubanas. En paralelo a estos cambios hubo una reducción en el papel de las agencias gubernamentales y la destrucción de miles de empleos gubernamentales.

La visita del Papa Francisco reafirma y fortalece el nuevo papel social que la Iglesia intenta tomar a medida que el imperialismo reobtiene su influencia en Cuba. La Iglesia Católica alterna -dentro de un marco mayormente reaccionario- un acercamiento ahora falangista, ahora liberal.

Ambos lados están representados en Jorge Bergoglio, el colaborador con la junta militar-fascista que gobernó Argentina entre 1976 y 1983 y el amable liberal que tomaba el metro de Buenos Aires y ahora hace un llamado por los "servicios" desinteresados a los pobres. Bergoglio, el Papa Francisco (el Papa de la Guerra Sucia), pasó 40 minutos conversando el domingo con Fidel Castro, él mismo un producto de la educación católica, sobre intercambiar libros de religión. También revisó las relaciones estatales EE.UU.-Cuba con su hermano Raúl, el presidente cubano.

A diferencia de Juan Pablo II y Benedicto, Francisco tomó una posición más suave y respetuosa a las autoridades cubanas -cuyos favores él quiere- y realizó un esfuerzo de relaciones públicas al darle a la Iglesia un rostro humano. En una homilía dada en la Plaza de la Revolución con el monumento al Che Guevara detrás de él, el Papa predicó la tolerancia e hizo un llamado para que los cubanos se abstengan de las "ideologías".

Bergoglio hizo pocas declaraciones políticas concretas, aparte de hacer un llamado para que tengan éxito las negociaciones entre las guerrillas de las FARC y el gobierno colombiano. En ese sentido, Francisco también evadió defender a los disidentes políticos o levantar alarmas sobre las condiciones sociales. Sin lugar a dudas las negociaciones detrás de las escenas están tomando lugar para que la Iglesia restaure sus antiguos privilegios.

Probablemente con razón a la brutal desigualdad que está apareciendo ahora en Cuba, Francisco evadió hacer alguna referencia a la injusticia capitalista, un tema que ha mencionado en ocasiones anteriores. Sin embargo, de una manera más templada, Bergoglio sí señaló su preocupación de que la clase gobernante cubana iría demasiado lejos destruyendo las concesiones que había otorgado a los trabajadores cubanos, como empleos, cuidado médico y educación, para beneficiar a unos cuantos pocos avaros. Repetidamente pidió un balance entre la gente "que se beneficia a sí misma" y la provisión de las necesidades sociales.

El papa hizo que sea posible reunir al Secretario de Estado de EE.UU. John Kerry, al presidente Obama, Raúl Castro y al ministro de relaciones exteriores cubano Bruno Rodríguez, para que se construya la estructura de la restauración de las relaciones Cuba-EE.UU. que abrirá las puertas a la explotación de los trabajadores y recursos cubanos y la integración de Cuba en el capitalismo global.

Al decirle de manera repetida a sus jóvenes oyentes que evadan la "ideología", el Papa está advirtiendo a la clase trabajadora de que se aparten del socialismo y la revolución; siendo fiel a su historia personal como el arzobispo bonaerense con sangre en sus manos, su mensaje en realidad fue: "manténgase alejados de la revolución”... ¡o ya verán!

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