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Primero de Mayo 2016: Las tareas políticas que enfrentan los trabajadores del subcontinente indio

El siguiente discurso fue pronunciado por Wije Dias, secretario general del Partido Socialista por la Igualdad en Sri Lanka, para el Movilización Internacional del Primero de Mayo del 2016, organizado por el Comité Internacional de la Cuarta Internacional.

Los obreros y trabajadores del subcontinente indio tienen que asumir, junto a sus hermanos de clase de todo el mundo, un papel de primera línea en la lucha contra la guerra imperialista.

Desde que Estados Unido se valió como pretexto para invadir Afganistán los nunca explicados acontecimientos del 11 de septiembre de 2001, el sur de Asia y la región del Océano Índico han sido arrastrados hacia las vorágines que son la geopolítica imperialista y la lucha global de las grandes potencias.

Para los estrategas del imperialismo estadounidense, el dominio del Océano Indico es la parte más vulnerable de Eurasia – crucial para proyectar su poder hacia el Oriente Medio, rico en energía, y Asia Central y por los Himalayas hacia China.

Los estrategas de guerra del Pentágono consideran que dominar el Océano Índico –que como enfatiza un reciente estudio de la Escuela de Guerra Naval estadounidense "ha sustituido al Atlántico Norte como la arteria central del comercio mundial"— es fundamental para la hegemonía global yanqui. En primer lugar, porque es central para los planes de Estados Unidos de imponer un bloqueo económico sobre China, bloqueando estratégicos pasajes en ese océano, en caso de guerra o de una crisis de guerra. Pero también porque se considera que el Océano Índico es esencial para las operaciones militares de Estados Unidos en el Medio Oriente y África Oriental.

La política de Washington para expandir su presencia militar estratégica en toda la región es ahora un factor poderoso en la vida de la política interna y la dinámica de clase de todos los países de Asia del Sur, desde las diminutas Maldivas a los estados rivales armados con armas nucleares de India y Pakistán.

La ocupación estadounidense de Afganistán ha entrado en su décimo quinto año.

El ejército de Pakistán, con el apoyo y la bendición de Washington, una vez más barrió con el gobierno civil del país y le hace la guerra a las regiones tribales del país, ocupa la ciudad principal del país, Karachi, y ahora conduce maniobras militares en Punjab, la provincia más poblada de Pakistán.

El año pasado, el presidente de Sri Lanka, Mahinda Rajapakse fue víctima de una operación de cambio de régimen diseñada en Washington. Estados Unidos coreografió la deserción de Maithripala Sirisena, un ministro importante del gobierno de Rajapakse, y su posterior candidatura a la presidencia como representante de la oposición común. Estados Unidos había respaldado a Rajapakse con todo su poderío político cuando se peleaba la guerra civil contra la minoría tamil del país. Lo que no toleró fue su intento de negociar entre Washington y Beijing. Unos meses después de la salida de Rajapakse, el Secretario de Estado estadounidense John Kerry hizo la primera visita a Sri Lanka de un Secretario de Estado americano y poco después Colombo acordó un Diálogo de Asociación entre Estados Unidos y Sri Lanka.

Pero India es la vital clave en la estrategia estadounidense cementar su poderío hegemónico en el Sur de Asia. Prácticamente desde el punto de vista de cualquier estadística económica, la India es un país pobre, dónde tres cuartas partes de la población subsiste con menos de US$ 2 por día. Pero para Washington es una "pieza estratégica".

El almirante Harry Harris, jefe del Comando del Pacífico estadounidense, recientemente declaró "sentirse exaltado por las oportunidades que una alianza estratégica con la India" para el imperialismo estadounidense. Luego, hizo un llamado para patrullajes navales conjuntos entre Estados Unidos e India en el Mar del Sur de China.

La corrupta burguesía india considera que Washington es su cómplice y aspira a lograr sus propias ambiciones de ser una gran potencia acompañando a Estados Unidos como socio menor.

Los dos años del gobierno de Narendra Modi y su partido BJP (Bharatiya Janata Party) de supremacía hindú está transformando la India en un frente de primera línea en los amagues de guerra de Estados Unidos contra China. Repite la falsa cuento de Washington de que China es el agresor en el Mar del Sur de China; ha empezado el a colaborar con el Pentágono en la producción de nuevos sistemas de armas y está expandiendo los lazos bilaterales y trilaterales con los principales aliados de Estados Unidos en la región del Indo-Pacífico: Japón y Australia.

El mes pasado, el gobierno del BJP anunció su "acuerdo en principio" a un pacto con Washington por el derecho de utilizar las bases militares y puertos indios para el reabastecimiento, reaprovisionamiento y recuperación de los aviones y buques de Estados Unidos.

En el sur de Asia, como en todo el mundo, el imperialismo estadounidense procede con imprudencia extrema, azuzando una región que está desgarrada por los conflictos étnicos, comunales y de casta, el duro legado del régimen colonial y de la sangrienta división comunal del subcontinente entre un Pakistán musulmán y una India hindú impuesta en 1947 por sectores rivales de la emergente burguesía nacional.

Alentado por el apoyo de Washington, el gobierno de Modi busca actualizar agresivamente la supuesta misión histórica de India de ser la potencia hegemónica regional. Impuso un bloqueo de cinco meses en Nepal; intimidó a las Maldivas a declarar que India es su "más importante amiga ", e instruyó a los militares indios para hacer que Pakistán pague por presuntas violaciones de frontera con pérdidas inconmensurables.

Por su parte Pakistán ha advertido en repetidas ocasiones que haberle dado a India armamentos y distintos sistemas bélicos ha roto el equilibrio de poder en la región. Ningún caso le hace Washington a estas advertencias. Mientras tanto Islamabad despliega armas nucleares, tácticas y para uso en el campo de batalla.

Entre las masas del sur de Asia, como en todo el mundo, existe una enorme oposición a la guerra, aunque no se haya organizado un movimiento antiguerra.

En Sri Lanka, la seudoizquierda estuvo a favor de la operación de cambio de régimen de Estados Unidos, promoviendo la mentira de que Sirisena, que había sido un compinche de Rajapakase hasta sólo unas semanas antes de la elección presidencial, era el candidato que representaba a la democracia.

En la India los estalinistas han jugado un papel central en la supresión política a la una clase trabajadora india que crece con rapidez. Durante el último cuarto de siglo, los partidos comunistas y su Frente de Izquierda han apoyado una serie de gobiernos decididos a convertir a India en un centro de mano de obra barata al servicio del capital mundial y un "socio estratégico" de Washington.

Ahora los estalinistas están utilizando los crímenes del BJP, su fomento del reaccionario derecho comunal y el acuerdo de bases miliares con Estados Unidos, so pretexto para subordinar a la clase trabajadora aún más a la burguesía india y a su estado. Los estalinistas abogan a favor de una alianza más estrecha con el Partido del Congreso (CNI) –órgano tradicional de la burguesía india en el gobierno y el partido que durante el último cuarto de siglo ha cargado con la tarea de imponer la reestructuración de la economía en beneficio de la libre empresa y de establecer la alianza entre India y Estados Unidos.

Toda la historia del sur de Asia durante el siglo pasado es un ejemplo del carácter totalmente reaccionario de todas esas alianzas con sectores supuestamente progresistas o democráticos de la burguesía. También ejemplifica lo urgente que es que la clase trabajadora adopte el programa de la Revolución Permanente. La opresión imperialista, la pobreza crónica, el sistema de castas y la discriminación comunal, es decir, todos los problemas candentes que enfrentan las masas sólo pueden ser resueltos mediante la revolución socialista dirigida por la clase trabajadora.

La oposición social es cada vez mayor. La semana pasada, no de los principales periódicos de la India expresó su alarma ante la repentina detonación de enormes protestas de los mal pagados trabajadores textiles en Bangalore. Lo que sorprendió y perturbó al comentarista fue que esta protesta militante estalló al margen del sindicato existente y las estructuras políticas.

La cuestión crucial es armar a la incipiente rebelión de los trabajadores en todo el mundo con un programa y una perspectiva que articule sus intereses objetivos como clase mundial y protagonista de un nuevo orden social, libre de carencias y guerra.

En este Primero de Mayo, el día mundial de la clase trabajadora, lanzo un llamado a los trabajadores y jóvenes de todo el sur de Asia y en todo el mundo a unirse a nosotros en esta gran misión.

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