Decenas de millones de trabajadores en toda la India participaron en una huelga de 24 horas el 2 de septiembre, contra las medidas de austeridad y reformas económicas de libre empresa implementadas por el gobierno de Partido Popular Indio (Bharatiya Janata Party, BJP) del primer ministro Narendra Modi.
La huelga fue una expresión del creciente rechazo de la clase obrera en India y por todo el mundo. Han ocurrido huelgas y manifestaciones importantes en Estados Unidos, Europa, China y otros países contra las agresiones de gobiernos y grandes empresas a los empleos y a las condiciones de trabajo y de vida.
Sin embargo, el objetivo de los sindicatos que convocaron la huelga, en particular, el de los que están afiliados con los principales partidos parlamentarios estalinistas —el Partido Comunista de la India (Marxista) (CPM) y el Partido Comunista de India (CPI)— es calmar la creciente oposición y encadenar los trabajadores a los partidos del sistema. Esto significa, sobre todo, acorralar la emergente oposición social al Partido del Congreso (Congress Party), el partido de gobierno tradicional de la burguesía india.
El apoyo a la huelga del dos de septiembre varió por sector y estado. Aquellos que participaron incluyeron empleados bancarios, de seguros, de telecomunicaciones y servicios postales gubernamentales, junto con los trabajadores de empresas de propiedad del gobierno central en los sectores del carbón, gas y petróleo. Los trabajadores exigen mejores salarios, empleos y seguridad social, y poner fin a la privatización y a los cambios en las leyes laborales en detrimento de los obreros y que favorecen a los inversionistas.
La huelga tuvo un impacto total en los estados de Kerala y Karnatakao, en el sur de India, Odisha en el oeste y Haryana y Punjab en el norte. Los trabajadores se movilizaron en manifestaciones de protesta en varias ciudades de esos estados. Manifestaciones también ocurrieron en Chennai y Visakhapatnam en el sur de la India, en la capital nacional, Nueva Delhi y en el estado de Bengala Occidental. En Kerala, el gobierno dirigido por el CPM Frente Democrático de Izquierda (LDF) recién elegido, apoyó la huelga en un esfuerzo por encubrir sus propias políticas económicas pro libre empresa.
En Bengala Occidental, los trabajadores empleados por las instituciones del gobierno central se unieron a la huelga pese a las amenazas de la coalición derechista Congreso Trinamool (TMC), que gobierna el estado. Dado que los trabajadores estaban afrontando importantes sanciones si participaban en la huelga, el transporte público y las oficinas del gobierno estatal sí funcionaron. Sin embargo, se notó en las calles un número significativamente menor de gente que en días normales. Cerca de 200 fueron detenidos por la policía estatal en un esfuerzo por suprimir la huelga y las protestas. En la capital del estado Calcuta y en otras ciudades, rufianes organizados por el TMC llevaron a cabo contra manifestaciones en oposición a la huelga y amenazaron con violencia física contra los huelguistas.
Ante la creciente oposición de la clase obrera, los estalinistas están profundizando su colaboración política con el Partido del Congreso, a través de su primera alianza electoral, forjada durante las elecciones a la Asamblea estatal de Bengala Occidental en abril y mayo. También se han alineado con este partido, en nombre de la “lucha por la democracia” contra los violentos ataques por parte del gobierno estatal del TMC.
En verdad el Congress Party es responsable por haber iniciado las medidas que Modi está ahora expande y por crear las condiciones para que el partido chovinista hindú, BJP, llegue al poder. En 1991, el Partido del Congreso inició las reformas económicas de la burguesía india dirigidas a transformar al país en una plataforma de mano de obra barata para el capitalismo global. También ha desempeñado un papel central en la creación de una asociación “global estratégica” con el imperialismo estadounidense.
En mayo de 2014, la élite de poder india instaló en el poder a Modi, ministro jefe de Gujarat, en el momento del pogrom contra los musulmanes en 2002, poder por para impulsar implacablemente las reformas económicas pro libre empresa y perseguir más agresivamente las grandes ambiciones de poder de la reaccionaria élite india.
El gobierno de Modi ha cortado los subsidios y el gasto de previsión social; ha acelerado la desinversión, la privatización parcial de las empresas del sector público y la mayor apertura al capital extranjero, de sectores como los seguros y las finanzas. En el último movimiento, ha implementado un impuesto sobre Bienes y Servicios (GST) —a través de un cambio constitucional— para imponer aún más presión fiscal sobre la clase obrera y los trabajadores rurales.
Mano con mano con estas medidas de austeridad, Modi, mediante el desarrollo de las relaciones de estrategia militar de la India con los Estados Unidos ha alineado al país a la campaña bélica de Washington contra China. El 29 de agosto, India firmó un Memorando de Acuerdo para el Intercambio logístico (LEMOA) con los Estados Unidos, permitiendo a los buques de guerra y a los aviones de combate de los Estados Unidos acceder a las bases militares de la India.
A pesar de jactarse Modi y su ministro de Finanzas, Arun Jaitley, del crecimiento económico de más del 7 por ciento anual, los trabajadores de todo el país enfrentan el incremento de precios de los alimentos y el aumento del desempleo y la pobreza. De acuerdo con un informe reciente, durante de los 12 últimos meses, poco más de cien mil entre 10 millones de jóvenes entrando en la fuerza laboral, pudieron encontrar empleo en ocho sectores claves de mano de obra. El setenta por ciento de la población total se ve obligado a vivir con menos de US$2 al día.
Al mismo tiempo, las políticas económicas de derecha tanto del Partido del Congreso como por del BJP han creado una enorme riqueza para una pequeña fracción de la población. Con 84 megamillonarios, India es donde viven más megamillonarios que cualquier otro país de Asia fuera de Japón y China (colocándose en cuarto lugar en el mundo después de Estados Unidos, China y Alemania).
Ante tal polarización social, el gobierno de Modi azuza el comunalismo hindú para dividir a la clase obrera y crear un marco para un enorme ataque contra los derechos democráticos. Todo rechazo a la política de la burguesía india es marcada como “antinacional”.
Los estalinistas, por su parte, han respondido a la creciente oposición social redoblando sus esfuerzos para subordinar políticamente a la clase obrera a los partidos burgueses del sistema, principalmente al Partido del Congreso y también a varios partidos con base de casta y regionales como el Janata Dal (Estados), el Biju Janata Dal y el Dravida Munnetra Kazhagam, en nombre de la defensa del “secularismo” y la “democracia”. Todos aquellos partidos regionales han apoyado con entusiasmo las reformas económicas neoliberales y la alineación estrecha de India con la campaña bélica de los Estados Unidos, además de haber participado en gobiernos encabezados por el BJP.