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Perspectiva

El Partido Demócrata y la histeria anti-rusa

Desde la inauguración de Donald Trump hace poco más de dos semanas, millones de personas se han manifestado en las calles de ciudades de los EE.UU. e internacionalmente. Ellos están motivados por una oposición profunda al chovinismo nacional y el autoritarismo de la nueva administración, tal como se expresa, en particular, en su orden de inmigración y refugiados contra los musulmanes.

Sin embargo, las críticas del Partido Demócrata hacia la nueva administración se centran en una cuestión completamente diferente. Continuando con un tema desarrollado por Hillary Clinton durante la campaña electoral, los demócratas están tratando de canalizar la oposición detrás de una campaña políticamente falsa y neo macartista que presenta a Trump como un agente de Moscú y del presidente ruso, Vladimir Putin.

La última ronda de Ruso-fobia fue señalada, como de costumbre, en las páginas del New York Times. Paul Krugman, quién inició la campaña de “hackeo ruso” el pasado verano con una columna en el Times denominando a Trump el “candidato siberiano”, comenzó su artículo de opinión el lunes pasado con las palabras: “Estamos un poco más de una semana en el régimen de Trump-Putin”.

La senadora Elizabeth Warren tomó la batuta en un discurso ante la Cumbre de Estrategia del Congreso Progresista en Baltimore el sábado, declarando: “En noviembre, Estados Unidos eligió a Donald Trump. Sí, los rusos ayudaron. Sí, el director del FBI ayudó. Sí, perdió el voto popular en tres millones. Pero no podemos dejar que nos agarren tan fácil.

Después de eso siguió una pretendida postura como crítica de “izquierda” del establishment del Partido Demócrata, pero el apoyo a la ruso-fobia fue puntualmente indicada por otra líder demócrata la líder de la minoría Nancy Pelosi, que dio rienda suelta a su espíritu interior de Joe McCarthy en una aparición en el Programa de NBC “Conozca la Prensa” el domingo.

Se le pregunto sobre la crítica de Warren al carácter derechista de las campañas del Partido Demócrata a lo cual Pelosi rápidamente respondió cambiando de tema: “Pero permítanme volver a la primera parte de la declaración de la senadora. Quiero saber lo que los rusos tienen sobre Donald Trump. Creo que tenemos que tener una investigación por el FBI en sus conexiones financieras, personales y políticas con Rusia”.

Ella continuó: “Y queremos ver sus declaraciones de impuestos para que podamos tener la verdad... de la relación entre Putin, a quien admira, y Donald Trump”.

El excandidato presidencial demócrata Bernie Sanders hizo eco del mismo tema el domingo durante una aparición en el programa de CNN “Estado de la Unión”. Criticó a Trump como “un presidente que temo mucho nos está moviendo en una dirección muy autoritaria”, citando tanto sus ataques a los tribunales, los medios de comunicación, y el hecho de que él “ataca a nuestras agencias de inteligencia diciendo que operan en un modo neonazi”. Esto era una referencia a la crítica de Trump a las agencias de inteligencia por su involucración en propagar el cuento del “hackeo ruso” semanas después de las elecciones del 8 de noviembre.

En medio de esta campaña, los críticos demócratas y republicanos de Trump están aprovechando quizás la única cosa verdadera que Trump ha dicho.

La mayoría de los políticos entrevistados en los programas de televisión del domingo por la mañana, Demócratas y Republicanos, criticaron los comentarios de Trump sobre Vladimir Putin en una entrevista grabada antes del Super Bowl con Bill O’Reilly del noticiero Fox. O’Reilly trató de obtener que Trump condenara al presidente ruso, diciendo: “Putin es un asesino”. Trump respondió: “Tenemos muchos asesinos. ¿Qué piensas? ¿Que nuestro país es tan inocente?

Este commentario provocó una ola de condena de políticos y comentaristas de los medios sobre la “equivalencia moral” entre los Estados Unidos y Rusia. La senadora demócrata de Minnesota, Amy Klobuchar, haciendo eco de las palabras de muchos otros, dijo a ABC News: “No se puede comparar a ningún líder de nuestro país con lo que Vladimir Putin ha hecho. Este es un hombre y un régimen que ha derribado un avión pasajero en Ucrania, matando a cientos de personas... Este es un régimen que, según creemos—dijeron 17 agencias de inteligencia en nuestro propio país—ha tratado de influir en nuestras elecciones. Yo no creo que haya ninguna comparación”.

A decir verdad, el gobierno ruso, por más que Putin tenga un pasado en la KGB, tiene un rango amateur en el asesinato en masa en comparación con el imperialismo estadunidense.

Desde la Segunda Guerra Mundial, que terminó con el lanzamiento de dos bombas atómicas en las ciudades japonesas por EEUU, las víctimas del imperialismo estadounidense ascienden a decenas de millones: guerras en Corea, Vietnam, Centroamérica, la primera Guerra del Golfo, guerra aérea contra Serbia, las invasiones de Afganistán e Irak, el bombardeo de Libia, la destrucción de Siria y Yemen, sin mencionar los baños de sangre conducidos por los regímenes de la CIA en América Latina, África y Asia.

Los quince años de la “guerra contra el terrorismo” han provocado la muerte de más de un millón de personas en el Medio Oriente, con millones de personas adicionales convertidas en refugiados. No pasa un día en que el imperialismo norteamericano no esté matando a alguien en alguna parte del mundo. Fue Barack Obama, no Vladimir Putin, quien llevó a cabo periódicamente “Martes de Terror” para aprobar personalmente asesinatos con misiles de aviones no tripulados de miles de personas en Afganistán, Pakistán, Siria, Irak, Yemen, Libia, Somalia y otros países.

Klobuchar está siendo posicionada como una candidata potencial a la presidencia o vicepresidencia demócrata, bruñendo sus credenciales con el aparato de inteligencia y militar al unirse a los senadores republicanos John McCain y Lindsey Graham en una gira por las operaciones militares de Estados Unidos y la OTAN en los Estados bálticos y Ucrania el mes pasado.

Hay cálculos políticos claros en la campaña del Partido Demócrata sobre Rusia. Sirve, por un lado, de una distracción; un esfuerzo para desviar la atención del carácter derechista, antidemocrático y pro-corporativo de las políticas del gobierno de Trump, que los demócratas apoyan ampliamente.

Al mismo tiempo, los demócratas están tratando de explotar la oposición que existe para promover su propia agenda. Ellos representan una facción de la clase dominante y el aparato de inteligencia y militar que ve una política anti-Rusia como crítica para el mantenimiento de la OTAN, considera que Rusia es un obstáculo intolerable a la dominación de Estados Unidos en Oriente Medio y cree que sobre tomar a China no es posible sin primero tratar con Rusia.

Todo esto demuestra que una lucha contra el gobierno de Trump y el peligro que representa requiere una ruptura con el Partido Demócrata. Cualquier oposición que los demócratas expresan está totalmente dentro del marco de los intereses de la clase dominante estadounidense y el imperialismo estadounidense. La oposición genuina debe estar arraigada en la clase obrera, conectando la lucha contra la guerra y el autoritarismo con la oposición a la desigualdad social y al sistema capitalista.

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