En las semanas que precedieron a su congreso de Vistalegre II en Madrid que se inauguró el viernes, una crisis extraordinaria ha estallado dentro del partido español Podemos. El partido que se proclamó como una "máquina de guerra electoral" luchando para el pueblo contra una "casta" corrupta de políticos españoles a favor de la austeridad, está ahora amenazado con su disolución, reconocido por los líderes mismos que se denuncian unos a otros como traidores y aspirantes a dictadores.
Los profesores universitarios que ocupan los dos primeros puestos del partido, el secretario general Pablo Iglesias y el secretario político Íñigo Errejón, se enfrentan en una encarnizada lucha entre facciones. Se acabó la época cuando ambos hablaban de su colaboración en la creación de Podemos en 2014 — Iglesias alabando la "rara complicidad intelectual" que lo unía a Errejón, mientras que Errejón agradecía a Iglesias por enseñarle a practicar "el arte de la guerra ... metódicamente y con persistencia."
De modo significativo, ninguna de las facciones enfrascadas en la cada vez más amarga lucha dentro de Podemos es capaz dar una explicación coherente de sus críticas hacia sus rivales dentro del partido. Sin embargo, lo que está emergiendo muy claramente es el carácter reaccionario de Podemos, que está virando bruscamente a la derecha.
Desde diciembre, cada vez que Errejón veía crecer su apoyo dentro de Podemos, o algunas secciones se negaron a firmar posiciones comunes con Iglesias—incluyendo los miembros de Podemos en las segundas y terceras ciudades de España, Barcelona y Valencia—, Iglesias se ha puesto más y más en contra de su lugarteniente. Ignorando el hecho de que él mismo ha defendido los lazos con el PSOE, el partido de la patronal, está atacando las maniobras fraccionales de Errejón y su defensa de vínculos con el PSOE. Iglesias dice que esto podría destruir a Podemos, convirtiéndolo en una máquina electoral corrupta.
“Pero es fundamental que Podemos no se convierta en una coalición de corrientes, que no se convierta en el PSOE, en un partido de barones, en un partido permanentemente dividido, en un partido que sea como una especie de tarta y donde haya dirigentes que digan ‘este trozo es el mío, así que me corresponden tanto dinero, tantos liberados...’. Si hacemos eso, nos convertimos en el PSOE, y estaremos muertos” dijo Iglesias poco antes de Año Nuevo.
Los partidarios de Errejón han respondido que los lazos de Iglesias con los miembros del Partido Comunista (PCE), el partido estalinista español, y con la coalición Izquierda Unida (IU) liderada por el PCE, a la que está integrando en su ejecutiva, producirá un régimen dictatorial dentro del partido.
A pesar de que se sabía perfectamente que Iglesias comenzó su carrera en el las juventudes del PCE, el miembro fundador de Podemos, Luis Alegre, advirtió que “un grupo de conspiradores estaba a punto de tomar el control de Podemos.” Añadiendo que “esto es algo que va a ocurrir casi con seguridad, porque van a lograr parasitar a Pablo [Iglesias] hasta destruir al organismo.”
Los partidarios de Errejón se oponen a los lazos de Iglesias con IU porque los ven como un obstáculo para desarrollar alianzas más allá de los partidos "de izquierda", es decir, con la derecha política. Uno de sus documentos dice: “Podemos tiene que mantenerse como organización autónoma e independiente. Estas tareas son moradas y nadie las va a hacer por nosotros. Nuestro objetivo es más ambicioso que la unidad de la izquierda es la unidad popular
y ciudadana en la que cabe la izquierda tradicional, pero va mucho más allá.”
Sobre esta base, los partidarios de Errejón se han negado a apoyar las resoluciones tradicionales de IU y secciones de Podemos en torno a Iglesias para eliminar la reaccionaria ley de amnistía de 1977 por los crímenes del fascismo, aprobados en los últimos años del régimen fascista de Francisco Franco.
De modo significativo, algunas de estas críticas de los partidarios de Errejón son ahora repetidas por partes de la facción Anticapitalistas de Podemos, el partido hermano español del Nuevo Partido Anticapitalista de Francia (NPA).
Advirtiendo en tonos anticomunistas que Iglesias puede imponer sus posiciones, Santiago Alba Rico ha escrito en la revista de Anticapitalistas Viento Sur: “Me parece bastante irritante, y desde luego muy injusto, que se haya querido identificar esa lista con la voluntad de convertir Podemos en un nuevo PSOE. [...] Lo que sí tenemos en común los componentes de Recuperar la ilusión es el objetivo de llegar a reunir el capital simbólico y político que tenía el PSOE en 1982. […] El peligro, más bien, es que Podemos deje de ser Podemos para convertirse en una reedición de Izquierda Unida o del más viejo PCE.”
Pese a todo, Anticapitalistas ha intentado mantener la unidad entre las facciones pablistas y los errejonistas, defendiendo generalmente la línea de Iglesias. El dirigente anticapitalista Miguel Urbán ha declarado que "este no es el momento para que Errejón lidere Podemos. Veremos si llega ese momento". Cuando le preguntaron si se pondría al lado de Iglesias en el futuro concurso de liderazgo, Urbán respondió: "apoyaríamos [Iglesias] en algunos acuerdos".
Estos conflictos demuestran la bancarrota de la política populista, nacionalista y capitalista de Podemos, teóricamente arraigada en capas acomodadas de la clase media y su rechazo posmodernista del marxismo y el papel revolucionario de la clase obrera. Podemos prometió una política diferente que el PSOE, basada en ataques demagógicos contra los bancos y la "casta", al tiempo que reclutaba oficiales del ejército español, conversaba con banqueros y empresarios, y se orientaba cada vez más a la Unión Europea (UE). Este programa se derrumbó bajo el peso de sus insolubles contradicciones.
El último año ha demostrado ser devastador para las ambiciones de Podemos. Hace un año esperaba emerger como el principal beneficiario del colapso devastador del sistema bipartidista que había gobernado España desde la Transición de 1978, del régimen de Franco a la democracia parlamentaria. El 20 de diciembre de 2015 surgió por primera vez un parlamento sin una mayoría clara: ni el PSOE ni el Partido Popular (PP), los herederos conservadores de Franco, tenían una mayoría. Durante casi un año, España no pudo formar un gobierno.
Esto reflejaba una profunda desilusión popular, tanto con las políticas de la patronal implementadas desde que el PSOE asumió el poder en 1982, particularmente en medio de la campaña de austeridad por la UE tras crisis de Wall Street en 2008, como las guerras de la OTAN en las que ha participado España desde la disolución de la Unión Soviética en 1990.
Con cerca de una cuarta parte de la población activa de España y la mitad de su juventud desempleada, y la pobreza en alza, una cólera social explosiva estaba creciendo en la clase obrera.
El liderazgo de Podemos creó una estrategia de aliarse con IU, con la esperanza de superar el peso electoral del PSOE y emerger como el socio dominante en una coalición anti-PP con el PSOE. El fracaso de esta estrategia en las elecciones del 26 de junio de 2016, en las que la alianza Podemos-IU, Unidos Podemos, perdió casi un millón de votos en comparación con las elecciones de 2015, no logró superar al PSOE y de nuevo se repitió un parlamento sin una clara mayoría. Esto dio paso a la crisis dentro de Podemos.
Este fracaso fue el producto de la creciente desconfianza popular hacia la perspectiva capitalista y en defensa de la UE de Podemos. Su aliado griego, el primer ministro Alexis Tsipras de Syriza, repudiaría todas sus promesas electorales imponiendo la austeridad dictadas por la UE sin piedad, después de que Tsipras ganara el "no" en el referéndum de Julio 2015 sobre la austeridad que él mismo organizó.
Al mismo tiempo, la orientación de Podemos hacia el PSOE y su constante progreso dentro de los estratos medios del Estado capitalista le ponía cada vez más en conflicto con la clase obrera, que ha visto de primera mano a los "ayuntamientos del cambio" respaldados por Podemos dirigir grandes ciudades como Madrid, Barcelona, Cádiz, Zaragoza, Valencia y Santiago de Compostela.
Estos han reducido sus deudas por al menos 2.300 millones de euros y por ello han recibido el aplauso de los bancos. En palabras del alcalde de Cádiz, José María González (miembro de Podemos), "Hasta Hacienda reconoce que los ayuntamientos del cambio hacen los deberes". La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, que gobierna la ciudad en alianza con miembros de Podemos, suprimieron sin piedad la huelga del metro de Barcelona en Marzo de 2016.
En una entrevista para Le Monde Diplomatique, Guillermo Lázaro del frente local de Podemos Zaragoza en Común, dijo: "No se puede cambiar una ciudad en un año y medio. La gente no esperaba realmente un cambio real en sus condiciones de vida, sólo querían gente normal que asumiera cargos".
Por encima de todo, la constante planificación y discusión de los miembros de Podemos en los platós de televisión sobre una alianza con el PSOE sólo subrayó que, al igual que Tsipras, no tenían diferencias reales con las políticas de austeridad de la UE y los socialdemócratas europeos.
La decisión de figuras destacadas en la clase dominante española, desesperados por evitar una tercera elección no concluyente, de imponer violentamente un gobierno de PP, desacreditaron aún más a Podemos. Una pequeña camarilla de banqueros, jefes ejecutivos, funcionarios de inteligencia y políticos de primer orden, dirigidos por el expresidente por el PSOE Felipe González, y hablando a través de las páginas del diario El País, trabajaron en estrecha colaboración con el PP para imponer un gobierno PP sin apoyo popular.
Fueron los instigadores de la expulsión del entonces secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, el principal defensor del PSOE de una alianza con Podemos, y obligaron al PSOE a apoyar tácitamente al gobierno minoritario del PP. Este evento puso de relieve los vínculos entre Podemos, y no sólo el PSOE, con la derecha política en la medida en que Podemos había agresivamente cortejado a los socialdemócratas, que surgieron como el apoyo clave a un gobierno español bajo el impopular PP.
Las tres posiciones en la conferencia de Vistalegre II—las facciones de Iglesias, Errejón y Anticapitalistas—reflejan diversas estrategias para fortalecer el peso de Podemos dentro de la maquinaría estatal a pesar de que sus políticas reaccionarias han quedado al descubierto. Todos son cínicos y falsos, sin embargo, todos comparten la misma política antimarxista y la orientación anti-obrera, y ninguno ofrece una alternativa a la política quebrada que Podemos ha seguido hasta ahora.
Los partidarios de Errejón apuntan a la reacción de Iglesias al golpe dentro del PSOE—su llamada a una campaña para "volver a las calles" para tratar de captar más apoyo popular al unirse a las acciones de protesta de la burocracia sindical para fortalecer la posición electoral de Podemos. Denunciando esta estrategia, que Errejón descartó arrogantemente como una "minoría ruidosa", los errejonistas exigen una mayor libertad de maniobra dentro de Podemos y una mayor integración en el Estado capitalista, basada en el nacionalismo, el populismo, la política de género y las alianzas con el PSOE.
Esto está vinculado con un rechazo cada vez más explícito de cualquier presencia para Podemos fuera de los medios de comunicación y la máquina estatal, y un reconocimiento cada vez más explícito de las implicaciones derechistas de su nacionalismo y su hostilidad a la clase obrera.
Escribiendo para la posición de Errejón, Germán Cano declara: "Sería un gran error que los debates de Podemos se limitaran a ser un pálido remake de los debates internos históricos de la Izquierda española. Podemos requiere de una estructura menos vertical, más descentralizada, más feminizada en todas sus esferas de acción. […] Una organización democrática interna, en definitiva, que pueda criticar y pacientemente trabajar en la lenta adquisición de influencia y prestigio en los medios de comunicación y la sociedad civil”.
Cuando se le preguntó si tal orientación nacionalista y pro establishment podría llevar a secciones de Podemos a adoptar políticas fascistas-populistas, Errejón respondió que los neofascistas y Podemos ocupan el mismo “espacio”. Añadió que “la diferencia entre un populismo abierto y democrático o un populismo reaccionario es quién es el enemigo. La cosa es quién dote de sentido o quién construya esa comunidad nacional. Es verdad que el PP ha tapado los huecos del franquismo sociológico, el de la posibilidad de un pueblo construido contra los débiles, el de un populismo fascista, creo que lo tapamos nosotros”.
Las posiciones de Errejón gozan del apoyo de poderosas facciones de la élite gobernante, incluido El País, el principal diario del posfranquismo que respaldó el golpe del PSOE en Septiembre. El pasado mes publicó un editorial que decía: "Frente a Iglesias, que reclama manos libres para su poder personal —presentado como la coherencia entre propuestas políticas y liderazgo—, Errejón defiende un Podemos mucho más moderno, democrático y abierto, distinto por completo de la confusión generada por Iglesias en torno a una estrategia de radicalización ideológica y movilización callejera cuyo efecto está siendo diluir la fuerza y capacidad negociadora del partido en el Parlamento y en las instituciones.”
Sin embargo, las críticas a las posiciones de Errejón por los partidarios de Iglesias y su defensa de la campaña "vuelta a las calles" son vacías y políticamente fraudulentas. El propósito de esta campaña no es perseguir la lucha de clases ni cambiar de política, sino aumentar el peso de Podemos en las instituciones estatales falsamente adoptadando a una posición más "radical" de oposición, no sólo al PP, sino al régimen que surgió después de la Transición.
Apoyando a Iglesias y contra las críticas de Errejón, Pedro Honrubia Hurtado afirmó: “Cuando se habla del falso dilema ‘calle—instituciones’, que nadie en realidad se plantea en PODEMOS, de lo que se habla sin citarlo es de esto. Toca decidir. Yo apuesto por la primera. Por ser oposición al régimen del ‘78 en su conjunto, azote de quienes han gobernado para unas élites privilegiadas y han abandonado al pueblo y canalizadores, en todo espacio posible, del ‘orgullo de lo popular’, no solo mera oposición institucional al PP en lucha con el PSOE. Construir transversalidad desde la ‘oposición al régimen’ y no desde la mera ‘oposición al PP’.”
Sin embargo, los obreros se muestran escépticos de que Podemos representa una alternativa al régimen de transición o de sus vínculos con los sindicatos, que en cualquier caso han sido desacreditados por su falta de organización en oposición a la política de austeridad de la UE. Una razón para esto es que el propio Iglesias ha declarado abiertamente, con un cinismo sin par, que las llamadas al cambio de Podemos a través de protestas callejeras eran mentiras.
En Julio, justo después de las elecciones generales del 26 de Junio, Iglesias declaró que el cambio debe ocurrir a través de las instituciones estatales, y que "esa idiotez que decíamos cuando éramos de extrema izquierda de que las cosas se cambian en la calle y no en las instituciones es mentira:”
En Octubre, Iglesias volvió a subrayar que su retórica populista no pretendía cambiar la política, sino ayudar a Podemos a alcanzar una mejor posición de compromiso con los otros grandes partidos, lo que inevitablemente sería a expensas de los trabajadores. La fase de "populismo", afirmará, terminará “cuando la política se convierte en decisiones administrativas que se toman desde dispositivos administrativos, el Estado, un Ayuntamiento, una comunidad autónoma o un partido". “Si nosotros gobernáramos”, agregó, “sería partidario de buscar compromisos, buscar una dinámica consensual y decir se acabó el populismo, nos valió durante unas cuantas batallas electorales para libar la guerra del discurso”.
En cuanto a Anticapitalistas, han tratado de reconciliar la campaña de "vuelta a las calles" de Iglesias con el llamamiento de Errejón a la penetración total del Estado capitalista.
"Podemos no puede ofrecer una respuesta aislada", escribe Isabel Serra, "sino que necesita, en cambio, buscar articularla dentro de una alternativa social y política junto a otras fuerzas sociales, en todo el estado, y ser capaz de generar un ciclo dinámico de demandas sociales y movilizaciones. Este paso pasará sin duda por las instituciones, instituciones que se sabe que no son neutrales, donde el objetivo debería ser cambiarlas y utilizarlas como plataformas desde donde construir nuestras posiciones de tal manera que nos permitan dar voz a quienes no lo tienen y siguen promoviendo la auto-organización de las mayorías sociales ... "
Las afirmaciones de los partidarios de Anticapitalistas o de Iglesias, en el sentido de que Podemos representa una oposición que moviliza una alternativa al régimen surgido de la Transición, no son más que mentiras políticas. Frente a la profunda angustia social y la ira popular, Podemos defiende el PSOE y todo el sistema pos-franquista. No representa una alternativa, sino un intento de reparar la alianza ligeramente deteriorada entre el PSOE, el PCE y las fuerzas de pseudo-izquierda como Anticapitalistas que se dedicaron, en los años setenta, a suprimir las luchas revolucionarias de la clase obrera contra el régimen fascista y preservar el capitalismo durante la Transición.
A medida que las luchas internas estallan entre las facciones de Podemos, las críticas que ha hecho el Comité Internacional de la Cuarta Internacional (ICFI) sobre este partido desde su fundación han sido validadas. Basado en la herencia de la lucha por Trotsky contra el estalinismo y la lucha del ICFI contra la pseudo-izquierda, el ICFI señaló inmediatamente el abismo de clase que separaba a Podemos de la clase obrera.
En el momento de la fundación de Podemos en Abril de 2014, el WSWS advirtió que su "modelo es SYRIZA en Grecia -un partido burgués cuyos líderes se entregan públicamente a la demagogia “de izquierdas", mientras tranquilizan en privado a los líderes del imperialismo mundial que no tenían nada que temer si Podemos llegara al poder. Cuando Podemos accedió al parlamento de la UE el próximo mes, el WSWS advirtió que Podemos tenía el "objetivo de impedir una rebelión de la clase obrera contra los partidos socialdemócratas y la burocracia sindical, y canalizar el descontento hacia formulas aparentamente radicales, pero realmente pro-capitalistas".
Cuando Podemos mantuvo su apoyo a Syriza incluso después de que éste último traicionara sus promesas de acabar con la austeridad de la UE en Grecia, el WSWS escribió: "A medida que la crisis del capitalismo pone al orden del día la re-erupción de las guerras y luchas revolucionarias que marcaron el siglo XX, estas fuerzas de pseudo-izquierdas avanzan como guardianes del orden. Las conclusiónes que sacaron de la disolución estalinista de la URSS en 1991 y la restauración del capitalismo en Europa Oriental ... es que el capitalismo es el único juego en la ciudad. Están condicionados políticamente e ideológicamente para servir como instrumentos subordinados al capital financiero".
Estas apreciaciones han demostrado ser completamente correctas: la clase obrera sólo puede defender sus intereses en una lucha política implacable contra la pseudoizquierda cínica de clase media que representa Podemos. Lo que necesita la clase obrera no es un Podemos restaurado, sino un partido que ofrece liderazgo político y una perspectiva socialista para el derrocamiento internacional del capitalismo. La tarea ahora es construir nuevas secciones del ICFI en España, en Grecia, en Europa e internacionalmente.