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Perspectiva

Las revelaciones de WikiLeaks y los crímenes del imperialismo estadounidense

Los cada vez más frecuentes encontronazos de Washington con otros países han sido reportados por la prensa y la élite política como si fuesen simples respuestas defensivas ante los supuestos “ciberataques” y el “ciberespionaje” de sus adversarios geopolíticos del imperialismo estadounidense: Rusia y China.

Por meses, los noticieros han estado dominados por las histéricas acusaciones sobre los “ciberataques” rusos contra el Comité Nacional Demócrata para alterar las elecciones del 2016. Mientras que todos los medios de difusión e impresos se dedicaron a denunciar a Rusia, Estados Unidos y sus aliados en la OTAN emplazaron a miles de tropas y cientos de tanques en la frontera rusa.

Aparentemente, la historia sobre las elecciones estadounidenses no fue suficiente para la prensa de ese país, así que han acusado a Rusia de interferir en las elecciones de Francia, Alemania y otros países. Incluso antes del furor contra Rusia durante la carrera electoral, el gobierno de Obama ya había utilizado acusaciones de “ciberataques” y “robos de propiedad intelectual” para justificar sus sanciones comerciales y escalada militar contra China, como parte de su “pivote hacia Asia”.

Siempre que el Departamento de Estado, la CIA u “oficiales de inteligencia” anónimos mencionan otra supuesta provocación cibernética de parte de los rivales geopolíticos de Washington, los noticieros regurgitan exactamente sus afirmaciones como si fuesen hechos y las acompañan con imágenes de hombres enmascarados en habitaciones oscuras tecleando agresivamente frente a sus computadoras.

Pero el relato oficial acerca de un gobierno benévolo y bien intencionado en EE.UU. que sufre ataques de hordas de espías, “piratas” y burlistas cibernéticos de Rusia y China se vino abajo el martes pasado cuando WikiLeaks publicó alrededor de nueve mil documentos que detallan los métodos utilizados por la CIA para realizar operaciones criminales de ciberespionaje, explotación de vulnerabilidades de aparatos electrónicos, ciberataques y campañas de desinformación en todo el mundo.

Los documentos revelan que la CIA posee la capacidad para acceder y controlar cualquier dispositivo conectado al internet, incluyendo teléfonos móviles y televisores “inteligentes”. Con estas herramientas, el ejército de cinco mil hackers o expertos en seguridad informática que trabajan para la CIA puede espiar a prácticamente cualquier persona, ya sea dentro o fuera de Estados Unidos, incluyendo a funcionarios de gobiernos tanto “amigos” como enemigos y de organizaciones internacionales como las Naciones Unidas.

Los documentos publicados por WikiLeaks reafirman que EE.UU. es el “Estado canalla” y “criminal cibernético” que más encaja con dichos términos. La monstruosa red de espionaje estadounidense, la cual consume miles de millones en impuestos, hace uso de ciertos puestos diplomáticos para ocultar sus propias actividades de sus “aliados”, espía a líderes mundiales, organiza secuestros y asesinatos y busca influir o invertir resultados electorales en todo el mundo.

El martes pasado, el director anterior de la CIA, Michael Hayden, respondió ante las revelaciones alegando que, “hay gente a la que ustedes quieren que espiemos. Ustedes quieren que nosotros tengamos la capacidad de encender ese dispositivo auditivo dentro de la televisión para conocer las intenciones de esa persona”.

Tales declaraciones viniendo de un exdirector de espionaje ruso hubiesen provocado incesantes muestras de indignación de parte de la prensa estadounidense. En sus comentarios, Hayden si acaso intenta encubrir el hecho de que Estados Unidos lleva a cabo operaciones de espionaje e irrupción política de las que el presidente ruso, Vladimir Putin, y el presidente chino, Xi Jinping, sólo pueden soñar.

Las filtraciones de WikiLeaks muestran que EE.UU. busca encubrir sus ilícitas operaciones plantando evidencia falsa que sugiere que los responsables fueron sus adversarios geopolíticos, como Rusia y China.

Un experto en seguridad cibernética, Robert Graham, tomó nota en un blog, por ejemplo, de que “un investigador de antivirus me ha dicho que un virus que sospecharon que era de los rusos o chinos ahora puede ser atribuido a la CIA, ya que coincide perfectamente con la una descripción en la filtración”.

Las revelaciones ya le han dado la vuelta al mundo. El portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores alemán, Sebastian Fischer, dijo el miércoles que Berlín las está tomando “muy en serio”, agregando que, “están surgiendo cuestiones de este tipo una y otra vez”. Mientras tanto, el fiscal general de Alemania anunció una investigación sobre el contenido de los documentos. Un portavoz de éste, le comentó a Reuters: “Iniciaremos una investigación si vemos evidencia de actos criminales concretos o de responsables específicos... Lo estamos viendo con mucho cuidado”.

Los documentos exponen que la CIA utiliza el consulado estadounidense en Frankfurt, Alemania, como base para su espionaje y otras operaciones cibernéticas en toda Europa, empleando una red de agentes de la CIA, espías de la Agencia de Seguridad Nacional, personal del servicio secreto militar y empleados del Departamento de Seguridad Nacional. Muchos de estos operativos han tenido identidades falsas y pasaportes diplomáticos para ocultar sus operaciones de los gobiernos europeos.

Esta respuesta del gobierno alemán vino años después de que las revelaciones de Edward Snowden en el 2013 mostrarán que “ciertos miembros desconocidos de los servicios de inteligencia estadounidenses estaban espiando el teléfono móvil de la canciller Angela Merkel”, como lo describió en el 2015 el fiscal general alemán.

Los medios de comunicación estadounidenses, fieles a su función de ser instrumentos de propaganda para la CIA y las otras agencias de inteligencia, actuaron inmediatamente restándole importancia a las revelaciones y acusando a Rusia, sin justificación alguna, de haber publicado los documentos para socavar los intereses de EE.UU.

La estación de radio pública, NPR, se refirió favorablemente a las declaraciones de Hayden, quien declaró, “Yo les puedo asegurar que estas herramientas no serían utilizadas en contra de ningún estadounidense”, mientras que el diario, Washington Post, citó a un grupo de expertos en seguridad que dijo que no hay nada de qué preocuparse en los documentos. Uno de estos “expertos”, Jan Dawson, declaró, “Para la gran mayoría de nosotros, esto no aplica del todo... Para cualquier ciudadano normal que observa las leyes, no hay nada de qué preocuparse”.

La prensa estadounidense asintió a declaraciones tan absurdas como estas, en relación con un aparato de seguridad que, como lo han comprobado las revelaciones de Snowden, ha espiado las comunicaciones privadas de millones de estadounidenses y luego les mintió al respecto al público en general y al Congreso.

Tan solo un día después de la publicación de WikiLeaks, la máquina mediática ya estaba intentando retratar las revelaciones como parte de una conspiración rusa contra EE.UU., acusando a WikiLeaks de actuar como un agente de las potencias extranjeras. El noticiero de NBC en la tarde del miércoles planteó la pregunta, “¿Pudo haber hecho un ataque cibernético Rusia a la CIA?”, mientras que llamaron otro segmento del programa, “¿Podría haber un agente [ruso] dentro de la CIA?”.

Los mecanismos de espionaje e irrupción develados constituyen un instrumento clave de política exterior estadounidense, cuyo propósito es subvertir los derechos democráticos de la población mundial en aras de los intereses del imperialismo estadounidense. Ningún método — sea espionaje, ciberataques, chantaje, asesinatos, tortura, o, cuando fuere necesario, bombardeos e invasiones — será descartado.

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