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Perspectiva

La pseudo-izquierda apoya el ataque imperialista contra Siria

Casi 16 años después del comienzo de la “guerra contra el terror” y más de un cuarto de siglo después de la primera Guerra del Golfo en 1991, la interminable campaña de guerra imperialista está entrando en una etapa nueva y más peligrosa. Después de los ataques aéreos de la administración Trump contra Siria, los medios de comunicación estadounidenses y la clase gobernante, al repetir la línea de propaganda oficial utilizada para justificar los ataques, exigen acciones aún más agresivas contra Siria y Rusia. Existe el peligro muy real de un conflicto militar directo entre los Estados Unidos y Rusia con armas nucleares, y con consecuencias incalculables.

Sin embargo, catorce años después de las protestas masivas contra la guerra de Irak en 2003, no existe ningún movimiento organizado contra la guerra. Con cada guerra sucesiva, acompañada por una propaganda y unas mentiras cada vez más descaradas, el nivel de la protesta popular organizada ha disminuido. Esto es a pesar de que entre los sectores más amplios de la población hay una profunda inquietud y hostilidad belicista del gobierno. ¿Cómo se explica esto?

Es imposible responder a esta pregunta sin analizar el papel de los partidos políticos nominalmente “de izquierda” y las publicaciones que se han convertido en animadoras vocales para las operaciones de cambio de régimen en Estados Unidos. Entre ellos está la Organización Socialista Internacional (ISO) (con Trabajador Socialista ) y el Pabloista Punto de Vista Internacional.

Durante años, estas organizaciones han sido entre los principales defensores de la operación de desestabilización de Estados Unidos en Siria y, antes de eso, en Libia. Ha medida en que se oponían a la política exterior de la administración Obama, era criticarla por no estar suficientemente comprometida con retirar al presidente sirio, Bashar al Assad, del poder. Una línea similar ahora se está desarrollando con Trump.

Entre el Martes, cuando todos los medios de comunicación estadounidenses iniciaron una campaña para culpar al gobierno de Assad por el ataque de Khan Sheikhoun en preparación de un ataque militar, y el Jueves, cuando el gobierno de Trump ordenó un ataque aéreo contra las fuerzas del gobierno sirio, el Punto de Vista Internacional y Trabajador Socialista mantuvieron silencio por radio. Inmediatamente después de los ataques aéreos de Trump, ambos entraron en acción.

Mientras se oponían nominalmente al ataque aéreo, su respuesta se caracterizó por 1) promoción de las mentiras de la CIA como buena moneda y 2) criticando a la administración Trump por no buscar realmente el cambio de régimen. Su objetivo, sobre todo, era desmovilizar la oposición al imperialismo norteamericano.

Escribiendo en Punto de Vista Internacional el 9 de abril, Frieda Afary y Joseph Daher dieron todo su apoyo a la narrativa fraudulenta sobre las “armas de destrucción masiva” de Assad. Su artículo dice: “El bombardeo químico de civiles inocentes ... perpetrado por el régimen de Assad y sus aliados, Rusia e Irán, el 4 de Abril es otro paso más en la campaña asesina para destruir lo que queda de la oposición popular al régimen de Assad”.

Al igual que con los medios de comunicación burgueses y el establecimiento político en Estados Unidos y Europa, no presentan ninguna evidencia para esta aseveración general.

Añaden: “Claramente, no se puede alcanzar una solución pacífica y justa en Siria con Bashar al Assad y su camarilla en el poder”.

El objetivo de su invectiva no es el gobierno estadounidense, que busca subyugar al pueblo de Oriente Medio, sino a todas las organizaciones políticas que critican la “revolución” apoyada por la CIA en Siria, equiparando la oposición a la guerra imperialista estadounidense por el régimen de cambio con apoyo al Assad. Así, Daher y Afary concluyen con un canto: “No izquierdistas, no izquierdistas, los que están con Bashar al-Assad”.

En la misma línea, Philippe Poutou, el candidato presidencial del pseudo-izquierda y pabloista Nuevo Partido Anticapitalista (NPA) francés, dejó claro el 8 de Abril que su organización se opondrá a cualquier esfuerzo para construir un movimiento contra la guerra en oposición a la intervención estadounidense en Siria. “No nos uniremos a las protestas de los partidos políticos franceses que, para defender una paz ‘razonable’ con el Assad y sus secuaces, cierren los ojos a los cientos de miles de muertos asesinados por el dictador y los millones de desplazados y refugiados”.

Esta justificación reaccionaria del apoyo de facto de la intervención francesa en Siria ignora por completo la distinción básica entre los Estados imperialistas y sus antiguas posesiones coloniales. La actitud de un genuino movimiento socialista francés no está determinado por la catalogación de los crímenes de Assad, sino más bien por la naturaleza económica y el papel histórico del imperialismo francés. La eliminación de Assad no puede ser asignada a los representantes sangrientos de la Bolsa de Valores en Francia o, por lo demás, a Wall Street. Su alternativa a Assad es la partición de Siria, cuyas diversas partes han de ser gobernadas por agentes del imperialismo elegidos a mano. El cálculo con Assad sólo puede lograrse mediante la lucha revolucionaria de la clase obrera de Siria y de todo Oriente Medio en un programa socialista, internacionalista y antiimperialista claramente definido.

De manera reveladora, pide la formación de “movimientos antiguerra” en Rusia e Irán, pero no en los Estados Unidos. Tales “movimientos” serían las incubadoras de operaciones de cambio de régimen en esos países, paralelas a las organizaciones islámicas respaldadas por la CIA que apoyan en Siria. Su oposición al régimen de Putin no es de la izquierda socialista revolucionaria, sino de la derecha pro-imperialista. No se oponen al régimen como resultado final de la traición y destrucción estalinista de la Revolución de Octubre o como representante de una oligarquía capitalista cuya riqueza se basa en la conversión de los bienes del estado en propiedad privada.

La pseudo-izquierda, en cambio, enmarca su oposición a Putin virtualmente exclusivamente dentro de la retórica fraudulenta de “derechos humanos” de la CIA.

En Trabajador Socialista, Ashley Smith, de la ISO, escribe que “nadie debería sorprenderse por la voluntad de Assad de violar el acuerdo [de 2013] y usar armas químicas”. Adoptando la línea del Partido Demócrata, Smith declara que es “difícil tomar las pretensiones humanitarias de Trump seriamente” porque hasta hace poco “Trump apoyaba algún tipo de acercamiento de Assad con Rusia".Al hacer esto, la ISO se queja, de la administración Trump que “hizo explícito lo que había sido implícito bajo Barack Obama -que Estados Unidos toleraría que Assad permaneciera en el poder como un aliado de facto por el bien de la guerra contra ISIS”. Con la política de Estados Unidos es que “ha hecho la vista gorda mientras que Rusia, Irán y Hezbollah intervinieron en apoyo de la guerra contrarrevolucionaria de Assad para salvar su dictadura”.

Así, la ISO, junto con el Punto de Vista Internacional, se alinea con la CIA y las facciones de la clase dominante que han criticado a Trump no por sus políticas de extrema derecha y belicistas, sino por estar demasiado cerca de Rusia.

La posición de estas organizaciones es el resultado de procesos sociales y políticos más amplios que se remontan a medio siglo. El movimiento contra la guerra surgido en los años sesenta era predominantemente de clase media, atrayendo a sectores radicales de jóvenes opuestos al reclutamiento universal e insatisfechos con el ambiente cultural conservador que predominaba. Las organizaciones que dirigieron este movimiento intentaron impedir que la lucha contra la guerra se convirtiera en un movimiento de la clase obrera contra el capitalismo.

A lo largo de los cinco decenios siguientes, los líderes del movimiento de protesta contra la guerra de Vietnam se han movido mucho a la derecha, convirtiéndose en muchos casos en figuras destacadas de la política burguesa. Ideológicamente, estas capas sociales han repudiado abiertamente el marxismo y han abrazado la postmodernidad y la política de identidad. Políticamente, han asumido las justificaciones de “derechos humanos” del imperialismo estadounidense.

Esta mezcla nociva de tendencias políticas e intelectuales de derecha se expresan en un odio visceral a Rusia, una forma de anticomunismo de la guerra fría dirigida ahora a la Rusia capitalista. La denuncia de Rusia, China e Irán como “imperialista” por parte de estos grupos sirve de cobertura para su apoyo a las operaciones de cambio de régimen patrocinadas por la CIA en todo el mundo, incluso en Rusia y China.

El Comité Internacional de la Cuarta Internacional se ha referido a tales organizaciones como la “pseudo-izquierda”. Usan la fraseología populista y la política de identidad para promover los intereses socioeconómicos de los sectores acomodados de la clase media alta. Son pro-guerra y pro-imperialistas, usando la consigna de “derechos humanos” para legitimar las operaciones militares neocoloniales.

Su evolución política refleja una diferenciación social. En los últimos 50 años, el 10 por ciento más alto de los asalariados se han beneficiado sustancialmente del aumento fenomenal del valor de las acciones y otros instrumentos financieros, debido en gran parte a la disminución incesante de los salarios y las condiciones de vida de la clase trabajadora como resultado de décadas de traiciones por parte de los sindicatos.

Cualesquiera que sean sus agravios con el 1 por ciento superior, sus intereses están separados por un gran abismo de los de la gran masa de la población. Sus carteras bursátiles dependen de la explotación continua de la clase obrera y, lo más crítico, de la dominación global del imperialismo estadounidense. La posición cada vez más opulenta de este medio social se refleja en su degeneración intelectual, cultural y, por lo demás, moral.

El movimiento anti-guerra renovado no surgirá de estas capas de la clase media, sino de la clase obrera. La tarea más urgente en la construcción de un verdadero movimiento contra la guerra es la exposición política de estos grupos políticos de derechas y de clase media y los intereses sociales que representan.

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