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Sánchez intenta salvar al Partido Socialista español del colapso

El ex secretario general del Partido Socialista (PSOE), Pedro Sánchez, está intentando salvar al partido de quedar desacredito y eventualmente dejar de ser uno de los principales partidos del régimen capitalista español. Sánchez se presenta como la alternativa de izquierda a la candidata derechista y actual primera ministra regional de Andalucía, Susana Díaz, en las primarias del partido.

Hace ocho meses, Sánchez fue expulsado del cargo de secretario general. Su destitución fue llevada a cabo por una pequeña camarilla de banqueros, CEOs, agentes de inteligencia, funcionarios del Partido Popular (PP) y operarios del PSOE encabezados por el ex primer ministro y secretario general del PSOE, Felipe González, con la colaboración de Díaz, debido a que Sánchez no aceptaba abstenerse en una votación parlamentaria para permitirle al PP volver al poder. Desde entonces, el PSOE ha apoyado al PP directa o indirectamente en el parlamento.

Ante el inminente golpe interno, Sánchez decidió renunciar como secretario general en octubre, sin siquiera intentar oponerse a los golpistas. Semanas después, renunció a su escaño legislativo para evitar votar contra la decisión del PSOE de apoyar al PP. Prácticamente desapareció de la escena política de la noche a la mañana.

De la misma manera, Sánchez volvió a aparecer. De hecho, carece de antecedentes políticos significativos, además de apoyar las medidas de austeridad del PSOE como diputado entre el 2009 y el 2011. Fue promovido hasta la cúpula del partido en el 2014 por las mismas fuerzas políticas que lo derrocaron dos años después. A finales de enero de este año, Sánchez anunció su candidatura para volver a la Secretaría General, apareciendo otra vez en público, donde se le ha visto cantando La Internacional con el puño levantado.

La facción respaldada por Sánchez, apoyada por publicaciones de “izquierda”, como Público y Eldiario.org, representa secciones de la clase gobernante que buscan prevenir que el PSOE sea destruido como sus homólogos en Grecia (PASOK) y Francia (Partido Socialista). Este último se derrumbó tras imponer medidas brutales de austeridad, apoyar guerras imperialistas y atacar derechos democráticos. El PSOE ya ha sufrido resultados desastrosos en las elecciones nacionales, pasando del 44 por ciento del voto popular en el 2008 a su actual 22 por ciento.

El PSOE es uno de los pilares fundamentales de la era posterior a Franco. Bajo su liderazgo, España se unió a la Unión Europea, a la OTAN y al euro. Los sucesivos gobiernos del PSOE también implementaron las primeras oleadas de enmiendas laborales y de pensiones, políticas de desindustrialización, privatizaciones y represión de los derechos democráticos. Bajo su liderazgo, el ejército español fue enviado en sus primeras misiones militares lideradas por EE.UU. en ex-Yugoslavia y Oriente Medio, las primeras intervenciones extranjeras desde la Segunda Guerra Mundial.

Después de que la crisis capitalista mundial estallara en el 2008, el gobierno del PSOE implementó una serie de medidas de austeridad, alcanzando su apogeo cuando incorporó en la propia Constitución una austeridad interminable bajo el nuevo artículo 135, el cual prioriza el pago de deudas sobre el gasto social.

Estas políticas y el consiguiente aumento del desempleo, especialmente entre los jóvenes, han llegado a una situación en la que amplios sectores de la población mantienen una actitud completamente hostil hacia el PSOE y el resto de la élite política. Una encuesta comisionada por la Unión Europea bajo el nombre “Generation What?” reveló que el 63 por ciento de los jóvenes en España —una cifra similar a la de otros países europeos— “participaría activamente en un levantamiento social de gran escala contra la actual generación que está en el poder si llegara a ocurrir en los próximos días o meses”.

En este contexto, Sánchez interviene desesperadamente para controlar tal ira haciendo campaña como un disidente renacido del PSOE y vistiendo así al PSOE con un atavío “de izquierda”. El partido de pseudoizquierda Podemos lo está ayudando y animando con el objetivo de preservar al PSOE como su aliado para formar un “gobierno de cambio”. Basándose en el mito del “renacimiento” de Sánchez para difundir la ilusión de que al PSOE aún le queda algo de vida, Podemos ha utilizado el último escándalo de corrupción en torno al PP, el caso Lezo, para pedir un voto parlamentario de no confianza contra el primer ministro del PP, Mariano Rajoy, pero hasta después de que sea electo el nuevo líder del PSOE.

Existe la posibilidad de que Sánchez gane. Las predicciones de que Díaz aplastaría a Sánchez con el apoyo de decenas de miles de miembros del partido resultaron ser falsas. En cambio, el resultado fue estrecho. Díaz consiguió 62.582 avales, frente a 57.369 para Sánchez.

El resultado ha provocado una mayor preocupación de que gane Sánchez en las elecciones del 21 de Mayo y esto afecte la estabilidad del actual gobierno minoritario del PP, el cual depende del apoyo del PSOE en el parlamento.

El PP ya ha confirmado que si Sánchez es elegido y rechaza continuar apoyando al gobierno, el PP convocaría elecciones generales, las terceras en dieciocho meses.

Tales acontecimientos desencadenarían una crisis política sin precedentes, en medio de crecientes tensiones geopolíticas con los intentos de secesión de los partidos nacionalistas catalanes que han amenazado con celebrar un referéndum de independencia a finales de este año. Al mismo tiempo, España todavía tiene que cumplir con sus obligaciones de austeridad y continuar sus ataques contra la clase obrera.

Sánchez ha sido el blanco de numerosos ataques en editoriales y artículos de opinión por congraciarse con Podemos y los separatistas catalanes, críticas que se han vuelto más frecuentes tras el alto número de avales que recibió. En respuesta, ha pasado a enfatizar sus lealtades políticas.

Anteriormente, había llamado a una “unidad de acción” con Podemos y los sindicatos. Pero ahora, habla de una “alianza social de progreso” más ambigua y un “proyecto reformista” en oposición a la “ruptura” citada por Podemos. Su programa también insiste en la defensa de España como “nación de naciones”, al mismo tiempo que reconoce la “plurinacionalidad” del país, reduciendo su anterior apoyo a la estructura estatal federal.

La prensa burguesa ha reconocido estos cambios, con artículos destacados titulados “Pedro Sánchez pone distancia con 'el rupturismo' de Podemos” (El País), “Sánchez aleja ahora los pactos con Podemos” (El Confidencial), “Pedro Sánchez ya no quiere pactar con Podemos “(ABC), y “Sánchez rectifica y elimina la alianza con Podemos de su programa” (La Razón).

Podemos sigue estando en el centro del debate del PSOE. A pesar de su traslado manifiesto hacia la derecha, imposición de austeridad en los ayuntamientos que controla, las numerosas promesas de defender al sistema capitalista y la incorporación de jueces, policías y exgenerales en su liderazgo, Podemos aún no se ha ganado la confianza de secciones de la clase gobernante.

A pesar de que la postura de Podemos como una fuerza de oposición —cuyo propósito es desviar el descontento social para defender la estabilidad del capitalismo español— sea completamente falsa, al igual que la de su potencial aliado Sánchez, la burguesía no quiere ni siquiera una pequeña indicación de que dejarán de aplicar austeridad. Temen que esto pueda despertar expectativas en la clase obrera que Podemos no pueda controlar y que cualquier concesión a los diferentes movimientos separatistas de España llegue a amenazar la integridad del Estado.

Sánchez también ha respondido a los reclamos de los medios de que unas primarias tan cerradas puedan dividir al partido en dos. Dijo que si gana mantendría la unidad del PSOE y sería “leal” a los barones regionales del partido que continúan oponiéndose a su liderazgo.

Además, declaró que no apoya el llamado de Podemos a un voto de no confianza contra el gobierno del PP. En cambio, sugirió que Rajoy renuncie para intentar mantener un gobierno dirigido por el PP con la posibilidad de contar con los votos del PSOE en el parlamento. Nunca ha declarado públicamente que haría el PSOE bajo su dirección en la oposición —una clara señal de que continuaría su programa de austeridad y guerra—.

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