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El Banco de Pagos Internacionales advierte sobre el régimen de tasas de interés bajas

Lo principal que se debe mencionar sobre el informe anual del Banco de Pagos Internacionales (BPI), publicado el domingo, es que refleja la incertidumbre de los responsables políticos sobre la dirección futura de la economía mundial y si sus prescripciones anteriores son aplicables en el contexto post crisis financiera mundial.

En cuanto a la cuestión clave de la política monetaria, el BPI, a veces referido como el banco de los bancos centrales, cuestiona si, dada la baja inflación, la adhesión a la tasa de inflación como guía para fijar las tasas de interés está creando las condiciones para más problemas financieros.

Los bancos centrales de todo el mundo han mantenido las tasas de interés a niveles históricamente bajos en los años transcurridos desde la crisis del 2008 y buscan volver a un régimen más “normal”. Pero la inflación y, lo que es más importante, el crecimiento de los salarios, se mantienen en mínimos históricos y, por consiguiente, se ha mantenido una política monetaria floja. Sin embargo, esto puede causar problemas, según el BPI.

“Mantener las tasas de interés demasiado bajas durante mucho tiempo podría aumentar los riesgos macroeconómicos y de estabilidad financiera más allá de lo previsto, ya que la deuda sigue acumulándose y aumenta la toma de riesgos en los mercados financieros”, dijo el informe.

Señaló que elevar las tasas demasiado rápido podría causar turbulencia en los mercados financieros, como en el llamado “taper tantrum” o “berrinche” del 2013, cuando la Reserva Federal de Estados Unidos señaló que retiraría su programa de flexibilización cuantitativa. Por otro lado, si los aumentos de las tasas se retrasan, esto significaría que las tasas tendrían que elevarse más y más rápidamente en el futuro.

“Los bancos centrales pueden llegar a tener que tolerar períodos más largos con la inflación por debajo de la meta y ajustar la política monetaria si la demanda es fuerte —incluso si la inflación es débil— para no caer detrás de la curva con respecto al ciclo financiero”, dijo Claudio Borio, director del departamento monetario y económico del BPI.

Los principales bancos centrales del mundo tienen objetivos de inflación de alrededor del 2 por ciento, pero los precios siguen por debajo de ese nivel a pesar de las cifras oficiales que dicen que el desempleo está disminuyendo. Según los “modelos” previos con los que han trabajado los legisladores, los precios y los salarios deberían estar aumentando. Pero esto no está ocurriendo.

El informe señaló algunas de las razones, anotando que los mercados laborales mundiales han visto “cambios profundos en las últimas décadas con implicaciones significativas para la formación de salarios y precios. A medida que disminuya la apatía del mercado laboral, se espera que el crecimiento salarial aumente. Pero las demandas salariales se han retrasado más que en el pasado. Más que un fenómeno puramente cíclico, este comportamiento salarial parece reflejar fuerzas a largo plazo que están remodelando la economía global”.

El principal cambio, aunque esto no se menciona en el informe, es que el llamado pleno empleo es en gran medida una caracterización inapropiada porque una proporción cada vez mayor de “nuevos” puestos de trabajo no son a tiempo completo sino a tiempo parcial u trabajo casual. En EE.UU., por ejemplo, el 94 por ciento de los 10 millones de empleos creados bajo el gobierno de Obama caben dentro de estas categorías.

Una expresión de este proceso es la disminución a largo plazo de la participación laboral en el ingreso nacional, de la cual provee algunos detalles el informe. En la década de 1970, por ejemplo, la proporción de los salarios en la producción industrial de las economías del G7 era muy superior al 60 por ciento. Del 2010 al 2016, sin embargo, esta cifra cayó a cerca del 53 por ciento.

Las cifras sobre productividad industrial mostraron la misma tendencia. Mientras que la productividad aumentó a 300 desde una base de 100 en 1980, la compensación real por hora se mantuvo al menos 50 puntos durante el mismo período.

Estas cifras muestran el impacto del crecimiento del parasitismo financiero en las principales economías durante este período en el que las ganancias se han acumulado a través de una incansable reducción de costos dictada por los mercados financieros, no a través de la expansión de la inversión productiva sino cada vez más mediante operaciones financieras. Esta tendencia se ha acelerado a raíz de la crisis financiera y la provisión de billones de dólares en dinero ultrabarato por parte de los principales bancos centrales del mundo.

En su repaso general de la economía mundial, el BPI señaló el cambio de hechos y, sobre todo, de expectativas durante el último año con claras señales de que el crecimiento ha tomado impulso. Sin embargo, continúa, “el sentimiento ha repuntado aún más que los hechos” y “a pesar de las mejores condiciones que se han previsto a corto plazo por mucho tiempo, las paradojas y las tensiones abundan”.

Elaborando sobre si este sentimiento había ido demasiado lejos, Borio dijo “las dudas sobre el futuro se derivan de tensiones que tendrán que resolverse en algún momento y de factores de largo plazo que pueden llegar a poner en peligro el crecimiento”.

Entre esas tensiones estaba el contraste entre la volatilidad de los mercados financieros, que se ha desplomado, y el aumento de la incertidumbre política y la alza de los mercados bursátiles y el otro contraste entre los rendimientos de bonos a largo plazo que “no han aumentado tanto como las perspectivas económicas se han aclarado”.

El informe identificó cuatro riesgos principales para la sostenibilidad del aparente repunte actual. Un aumento significativo de la inflación podría ahogar esta expansión, forzando a los bancos centrales a ajustar la política más de lo esperado. Se podría desatar un serio estrés financiero si los ciclos financieros maduran y su fase de contracción se convierte en un “colapso más grave”. Incluso sin estrés financiero “el consumo podría debilitarse bajo el peso de la deuda”, y la inversión podría no tomar el relevo como principal motor de crecimiento. “Por último, un aumento del proteccionismo podría desafiar el orden económico mundial abierto”.

Dijo que seguía vigente lo que ha llamado la “trinidad del riesgo”: un crecimiento de la productividad excepcionalmente bajo, una deuda excepcionalmente alta y un espacio extraordinariamente estrecho para maniobrar.

Advirtiendo acerca del desarrollo de una burbuja inmobiliaria en algunos países, el BPI dijo que “los principales indicadores de estrés financiero señalan los riesgos de la alta deuda privada y los precios de la vivienda en economías que no estaban en el epicentro” de la crisis financiera mundial.

Señaló que Australia, Canadá, Suecia y Suiza habían experimentado una tasa de crecimiento de 2-3 por ciento en la deuda de los hogares en 2016 con la mayor parte del dinero utilizado para comprar casas. En los últimos cuatro años, la deuda de las familias australianas ha aumentado casi 15 puntos porcentuales.

En conjunto con la desaceleración de los salarios —en Australia, por ejemplo, el crecimiento de los salarios está en su nivel más bajo en el período posguerra— el aumento de la deuda podría provocar una crisis.

“La deuda de los hogares —o las deudas de manera más general— cuando supera el crecimiento del PIB durante períodos prolongados, es un indicador seguro de alerta temprana sobre estrés financiero”, dijo el informe.

Frente a lo que denominó “paradojas” y “tensiones”, el BIS concluyó que en el plano global había que reforzar un “enfoque multilateral de la política” como la única forma de “abordar los problemas comunes que el mundo enfrenta”.

Pero los acontecimientos se están moviendo en la otra dirección. El proteccionismo, como reconoce el informe, está en alza y como con la agenda de “EE.UU. ante todo” del gobierno Trump está aumentando las tensiones comerciales y económicas entre las principales potencias.

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