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Arabia Saudita da a Qatar un ultimátum provocador

Arabia Saudita y sus aliados le dieron un ultimátum tajante a Qatar que prepara el escenario de una escalada dramática en la confrontación que comenzó con la imposición de un bloqueo diplomático y económico a principios de junio. Qatar recibió diez días para aceptar una lista de trece demandas o enfrentar consecuencias no especificadas. Tal aquiescencia transformaría a la pequeña nación del Golfo, aunque rica en fuentes de energía, en un Estado vasallo de Riad.

La lista de exigencias publicada el viernes es una provocación calculada, la cual seguramente será rechazada, como bien lo entienden Arabia Saudita y sus aliados. De acuerdo con el Associated Press (AP), los Estados vecinos de Qatar insisten en que sus demandas marcan una línea definitiva, es decir, que no son negociables, y advierten de sanciones adicionales más allá de las restricciones existentes en las rutas aéreas, marítimas y terrestres.

Yousef al Otaiba, el embajador de Emiratos Árabes Unidos en EE.UU., le dijo a AP que no habría un "elemento militar" en las sanciones en Qatar, pero tal garantía carece de credibilidad. La imposición de un bloqueo por parte de Arabia Saudita, Egipto, Emiratos Árabes Unidos y Bahréin ya equivale a un acto de guerra y ofrece amplias oportunidades para una provocación que podría precipitar un conflicto militar.

En una muestra impresionante de hipocresía, Arabia Saudita, que es conocida por financiar milicias islamistas, está explotando la "guerra contra el terrorismo" para justificar su ultimátum. Las exigencias para Qatar incluyen la ruptura de vínculos con una lista de "organizaciones terroristas, sectarias e ideológicas" y la entrega de "figuras terroristas", fugitivos e individuos de Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Egipto y Bahréin.

Qatar se ha negado vigorosamente a dichas acusaciones y declaró que no negociará hasta que se levante el bloqueo. En respuesta a una lista "terrorista" de 59 individuos y grupos emitida por Arabia Saudita y sus aliados, el canciller de Qatar, el jeque Mohammed bin Abdulrahman Thani, dijo que se incluyen organizaciones benéficas legítimas, grupos que Qatar ya había sancionado y extremistas muertos o que ya no viven en el país.

El carácter altamente político de las demandas sauditas es subrayado por la insistencia de Riad de que el canal de televisión por satélite de Qatar y red de noticias, Al Jazeera, sea clausurada, junto con otros medios patrocinados por Qatar. La monarquía saudita y sus aliados despóticos están decididos a silenciar cualquier crítica de sus políticas y a obligar a Qatar a entregar a sus críticos y opositores para castigarlos. Qatar también debe proporcionar detalles sobre todos sus contactos con la oposición política en Arabia Saudita, Egipto, Emiratos Árabes Unidos y Bahréin.

Una de las primeras demandas es que Qatar ponga fin a sus relaciones con Irán, que Arabia Saudita considera como su principal rival por el dominio regional. El ultimátum pide que Qatar limite sus relaciones diplomáticas con Irán, que cierre las misiones diplomáticas iraníes, expulse a miembros del Cuerpo de Guardias Revolucionarios de Irán, que corte su cooperación militar y de inteligencia con Irán y que reduzca su comercio con Irán.

Arabia Saudita también le está exigiendo que cierre inmediatamente la base militar turca que se está construyendo en el país y que detenga su cooperación militar con Turquía, la cual ha incrementado su apoyo a Qatar tras la imposición del bloqueo encabezado por los saudíes y anunció el viernes que no tiene intención de aceptar la demanda.

En una acción que tuerce el cuchillo en la herida, Arabia Saudita le está exigiendo a Qatar que pague reparaciones no especificadas y compensaciones por la pérdida de vidas y otras pérdidas financieras supuestamente ocasionadas por sus políticas más recientes.

Al mismo tiempo, Qatar debe "alinearse" en los ámbitos militar, político, social y económico con los demás países del Golfo y árabes, efectivamente convirtiéndola en una colonia de Arabia Saudita, la cual determinaría tanto su política exterior como interior. Para garantizar el cumplimiento de Qatar, se establecerá un sistema de auditorías intrusivas que se extenderán por una década.

El presidente estadounidense, Donald Trump, aplaudió el bloqueo de Qatar dirigido por Arabia Saudita y lo declaró como un éxito producto de su viaje a Oriente Medio el mes pasado. "No podemos permitir que estas naciones increíblemente ricas financien el terrorismo islámico radical o el terrorismo de ningún tipo", dijo ante un mitin en Iowa la semana pasada. Refiriéndose a su reunión con el rey Salman de Arabia Saudita, Trump se jactó de que "tuvimos un enorme impacto" en la lucha contra el financiamiento del terrorismo.

Mientras que Trump se alineó con entusiasmo detrás de Arabia Saudita en su carga contra Qatar, el secretario estadounidense, Rex Tillerson, fue más cauteloso en su enfoque, advirtiendo el jueves que cualquier lista de demandas contra Qatar tenía que ser "razonable y procesable". Washington mantiene vínculos duraderos con Qatar, incluyendo una base aérea estadounidense estratégicamente importante que alberga a 10 000 soldados estadounidenses. Qatar es un destacamento delantero del Comando Central de EE.UU. y está en el centro de sus operaciones de inteligencia en la región.

El apoyo del gobierno de Trump a Arabia Saudita es parte de una ofensiva regional mucho más amplia dirigida en primera instancia contra Irán, pero también Rusia. El ejército saudí, respaldado por Washington, ya está comprometido en una larga y sangrienta guerra en Yemen contra los rebeldes chiítas hutíes que Riad afirma que son respaldados por Teherán.

Arabia Saudita también es parte de la guerra encabezada por EE.UU. en Siria para derrocar al gobierno respaldado por Rusia e Irán del presidente Bashar al Asad. Aunque el conflicto está ostensiblemente dirigido en contra de Estado Islámico de Irak y Siria (EI) —un grupo islamista reaccionario que tenía sus raíces en fuerzas armadas y financiadas por la CIA, Arabia Saudita y sus aliados del Golfo— las intervenciones están siendo dirigidas de forma cada vez más explícita contra el régimen de Asad.

La semana pasada, la Fuerza Aérea de EE.UU derribó por primera vez un cazabombardero del gobierno sirio en lo que se está convirtiendo en una lucha por dividirse el territorio en preparación para un enfrentamiento con Asad y sus partidarios después de que EI sea neutralizado. Estados Unidos ha reclamado una zona en un cruce fronterizo estratégico de Irak a Siria, donde está entrenando a combatientes anti-Asad, y ha abatido a tiros dos drones iraníes en las últimas semanas.

La intensificación de la guerra en Siria por parte de EE.UU. tiene lugar tras considerables reveses para las fuerzas indirectas de Washington en el país, siendo expulsadas de la ciudad de Alepo a fines del año pasado. Las acciones imprudentes de Washington están aumentando el peligro de un conflicto mucho más amplio con Irán y Rusia. Tras el derribamiento de la aeronave siria, el ejército ruso declaró que no seguiría los protocolos de "desconflicción" militar y atacaría a aviones de guerra estadounidenses y de sus aliados que perciban como amenazas.

El ultimátum emitido por Arabia Saudita y sus aliados contra Qatar se suma a los otros focos explosivos de conflicto en Oriente Medio que podrían desencadenar una guerra catastrófica regional y mundial que involucre a las distintas potencias nucleares.

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