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Perspectiva

El silencio mediático sobre la exposición de Seymour Hersh del bombardeo estadounidense contra Siria

Ha pasado una semana entera desde la publicación del artículo escrito por el periodista ganador del Pulitzer, Seymour Hersh, en un importante periódico alemán que desenmascara exhaustivamente las falsas acusaciones contra el gobierno sirio de un ataque químico el 4 de abril. La supuesta atrocidad cometida por el régimen de Bashar al-Asad fue utilizada para justificar el ataque estadounidense con misiles de crucero del 6 de abril sobre la base aérea siria de Shayrat. Al menos nueve civiles, entre ellos cuatro niños, murieron cuando 59 misiles Tomahawk cayeron sobre la base, situada en el oeste del país.

Desde que el diario Die Welt publicó la exposición de Hersh, titulada “La línea roja de Trump“, el 25 de junio, su contenido ha sido sometido a una censura total en los principales periódicos y centrales noticieras de televisión y radio en Estados Unidos.

La crónica de Hersh deja claro que, no sólo no hubo ninguna evidencia objetiva que respaldara las acusaciones de Washington de un ataque químico perpetrado por el gobierno sirio en la ciudad de Khan Sheikhoun, sino que el hecho de que no hubo un ataque como tal del todo fue algo que el aparato militar y de inteligencia estadounidense sabía incluso antes de que se ordenara el bombardeo con misiles de crucero.

“La inteligencia disponible dejó claro que los sirios atacaron un sitio de encuentro yihadista el 4 de abril utilizando una bomba guiada suministrada por Rusia y equipada con explosivos convencionales”, señala Hersh. “Los detalles del ataque, incluyendo información sobre sus llamados blancos de alto valor, habían sido compartidos días antes por los rusos con oficiales militares estadounidenses y sus aliados en Doha, cuya misión es coordinar todas las operaciones estadounidenses, de aliados, sirias y de la Fuerza Aérea rusa en la región”.

Basándose en fuentes dentro de los organismos de inteligencia estadounidenses quienes hablaron bajo condición de anonimato, así como en su acceso a “transcripciones de las comunicaciones en tiempo real, inmediatamente tras el ataque sirio del 4 de abril”, Hersh establece que un avión del gobierno sirio lanzó una bomba convencional de 500 libras, no un arma química, en el sitio de la reunión, que incluía a “representantes de Ahrar al-Sham y el grupo afiliado a Al Qaeda antes conocido como Jabhat al-Nusra”.

El objetivo era un bloque de construcción que servía de “centro de comando y control” para los llamados “rebeldes”, quienes estaban utilizando su sótano para almacenar “cohetes, armas y municiones”, así como cloro, fertilizantes e insecticidas, informa Hersh.

“Una evaluación de daños de la bomba (BDA; Bomb Damage Assessment) realizado después por el ejército estadounidense determinó que el calor y la fuerza de la bomba siria de 500 libras desencadenó una serie de explosiones secundarias que pudieron haber generado una enorme nube tóxica que se extendió sobre la ciudad, formada por los fertilizantes, desinfectantes y otros productos que salieron despedidos del sótano, cuyo efecto pudo ser intensificado por el denso aire de las primeras horas del día, el cual mantuvo los gases atrapados sobre la superficie”, continúa.

“¿Planearon los sirios el ataque en Khan Sheikhoun? Absolutamente”, le indicó un asesor superior de la Inteligencia estadounidense. “¿Tenemos los comunicados para comprobarlo? Absolutamente. ¿Planearon emplear [el químico] sarín? No. Pero el presidente nunca dijo: ‘Tenemos un problema e investiguémoslo’. Él quería bombardear tremendamente a Siria”.

El interés periodístico e importancia política del trabajo de Hersh quedó recalcado justo un día después de su publicación por una ominosa e infundada declaración emitida por la Casa Blanca. Washington, afirma el documento, “identificó posibles preparativos para otro ataque químico del régimen de Asad que probablemente resultarían en el asesinato en masa de civiles, entre ellos niños inocentes”. Si el presidente Asad “realiza otro asesinato en masa con armas químicas”, continúa la Casa Blanca, “él y su ejército pagarán un precio muy alto”.

Le siguió una amenaza aun mayor por parte de la embajadora estadounidense ante las Naciones Unidas, Nikki Haley, quien adicionó: “A este punto, el objetivo no es sólo enviarle a Asad un mensaje, sino también a Rusia e Irán... Que si esto sucede otra vez, ya les hemos dado un preaviso”.

Por lo tanto, cualquier indicación de un ataque químico en Siria puede servir de pretexto para que EE.UU. se vaya a la guerra con Irán y la potencia nuclear de Rusia. Los medios de comunicación de EE.UU. reportaron servilmente las afirmaciones de la Casa Blanca sobre el inminente ataque químico como si fuesen indiscutiblemente ciertas.

Frente al peligro de una guerra que podría arrastrar al pueblo estadounidense y al resto de la humanidad a una conflagración nuclear, uno podría pensar que, por lo menos, los principales medios de comunicación reconocerían y examinarían cuidadosamente la extensa y convincente evidencia de que la totalidad de las premisas para tal amenaza son un montón de mentiras.

Sin embargo, para creer eso habría que estar poco familiarizado con el modus operandi de lo que se ha hecho pasar por el “cuarto poder” durante el último cuarto de siglo de guerras de agresión e ininterrumpidas de EE.UU. Una y otra vez, los medios estadounidenses han repetido un pretexto falso sobre “derechos humanos” tras otro para justificar guerras en Yugoslavia, Irak, Libia y Siria, en pos de los intereses geoestratégicos del imperialismo norteamericano. Detrás del New York Times, la prensa estadounidense no sólo se alineó para reproducir, en vísperas de la criminal invasión de Irak en el 2003, todas las mentiras del gobierno de Bush sobre las “armas de destrucción masiva”, sino para participar en su elaboración. Estos medios son cómplices de crímenes de guerra que han cobrado más de un millón de vidas.

El propio Hersh señala en su artículo el papel criminal que han desempeñado los medios estadounidenses. “Trump, quien hizo campaña como alguien a favor de hacer las paces con Asad, bombardeó siria once semanas después de asumir el cargo, siendo aclamado tanto por los republicanos como por los demócratas y los medios de comunicación”, escribe. “Un reconocido presentador de televisión, Brian Williams de MSNBC, utilizó la palabra ‘hermoso’ para describir las imágenes de los misiles Tomahawk siendo disparados desde el mar. En CNN, Fareed Zakaria, dijo: ‘Creo que Donald Trump se ha convertido en el presidente de EE.UU.’. Una revisión de los 100 principales periódicos estadounidenses demostró que 39 de ellos publicaron editoriales apoyando los bombardeos y sus secuelas, incluyendo el New York Times, Washington Post y Wall Street Journal ”.

En 1969, Hersh presentó la noticia de la matanza de My Lai, cuando tropas estadounidenses masacraron a más de cien hombres, mujeres y niños vietnamitas —una historia que los medios estadounidenses se rehusaron a tocar al principio—. También fue uno de los primeros en denunciar la tortura y el abuso sexual de prisioneros iraquíes por parte de soldados estadounidenses en la prisión de Abu Ghraib en el 2004. Y fue también quien expuso las mentiras del gobierno de Obama sobre la incursión del 2011 que mató a Osama bin Laden, al igual que las acusaciones falsas de un supuesto ataque químico sirio en el 2013 que llevó a EE.UU. al borde de otra guerra.

A los 80 años de edad, continúa ejerciendo un periodismo investigativo agresivo dirigido a exponer las mentiras del gobierno estadounidense, incluso mientras los medios corporativos se han convertido de forma cada vez más explícita en brazos de propaganda de la Casa Blanca, el Pentágono y la CIA. Su función es divulgar las mentiras del gobierno y prevenir que el público tenga acceso a cualquier información que sea vaya en contra de las intrigas geoestratégicas del imperialismo estadounidense o que exponga sus crímenes.

Conforme los medios de comunicación masivos han asumido el papel de portavoces y taquígrafos del Estado capitalista y su aparato militar y de inteligencia, los estándares periodísticos se han deteriorado substancialmente, una tendencia que quedó evidenciada por la huelga de la semana pasada de cientos de trabajadores del New York Times que protestaban la ofensiva de la prensa capitalista para “racionalizar” su proceso de edición a través de la destrucción de docenas de puestos de trabajo de editores.

Uno de los resultados de la subordinación servil de los medios de comunicación al gobierno y Wall Street ha sido la efectiva censura de Hersh, quien solía escribir regularmente para la revista New Yorker. Incluso, la revista británica London Review of Books, cuyos editores, en primera instancia, aceptaron y pagaron por su artículo sobre el incidente en Khan Sheikhoun, se negó luego a publicarlo, explicándole al periodista que temían ser acusados de adoptar “el punto de vista de los gobiernos sirio y ruso”.

El hecho de que su artículo salió en Die Welt, parte de la editorial derechista Springer, es revelador. Sin duda alguna, refleja las crecientes tensiones entre EE.UU. y Alemania, que está llevando a cabo una política exterior y militar imperialista cada vez más contraria a la de Washington.

No obstante, los esfuerzos para silenciar la exposición de Hersh reflejan el papel de los medios capitalistas a nivel globales; no tienen interés alguno en poner al desnudo el enorme y creciente peligro de guerra que afrontan los trabajadores en EE.UU. e internacionalmente. Esto hace aún más crucial el papel del World Socialist Web Site en exponer estas amenazas y en desarrollar una estrategia política independiente para la clase obrera y su batalla contra la guerra. Para avanzar esta lucha, el apoyo que recibe el WSWS de nuestros lectores para poder sostenerse financieramente y sentar las bases para su continua expansión y cobertura global es vital.

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