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La incriminación en Maruti Suzuki y las campañas mundiales de defensa obrera

El llamado del Comité Internacional de la Cuarta Internacional (CICI) por una campaña mundial para defender a los trece trabajadores automotrices de Maruti Suzuki que en estos momentos están sufriendo cadena perpetua en India por un crimen que no cometieron es parte de una larga tradición de luchas obreras en solidaridad con las víctimas de la supuesta “justicia” capitalista.

The 13 workers were convicted March 10 in a frame-up trial in Haryana state based on bogus murder charges stemming from a 2011 altercation

Los trece trabajadores fueron condenados el 10 de marzo en el estado de Haryana en un montaje judicial a raíz de fraudulentas acusaciones teniendo que ver con la riña que ocurrió en la planta ensambladora de Manesar, durante la cual murió un gerente de la compañía. Doce de los trece trabajadores eran miembros de la dirigencia del Maruti Suzuki Workers Union (Sindicato de Trabajadores de Maruti Suzuki, MSWU, por sus siglas en inglés). Los trabajadores habían establecido el MSWU como alternativa al sindicato esquirol de la compañía. Otros dieciocho trabajadores fueron acusados y sentenciados por crímenes menores.

El propósito de esta conspiración es intimidar a los obreros y suprimir su resistencia a los intentos de la élite de poder india de transformar el país en una fuente de mano de obra barata para las empresas transnacionales. El fallo del juez contradijo todas las pruebas de fraude, presentadas por los abogados defensores, de conspiración entre la empresa, la policía, los fiscales del gobierno, y falso testimonio. Las dos cosas que más demuestran el significado de este montaje es que el gerente muerto había sido el único que simpatizaba con los obreros, y que el juez se vio obligado a exculpar a 117 de 148 acusados iniciales, por falta de evidencia.

En la mejor tradición del movimiento socialista de los trabajadores, el CICI aspira a movilizar a la clase obrera en todos los países y todos los defensores de los derechos democráticos para exigir la libertad de los trabajadores.

James P. Cannon

En 1927, James P. Cannon, el futuro líder del movimiento trotskista americano, asentó los fundamentos de las campañas mundiales de defensa laboral: “Los nuestros son los métodos de la lucha de clases. Están centrados en las luchas obreras de los trabajadores de Estados Unidos y de todo el mundo. Apuestan en la fuerza de las masas; para nada confían en la justicia de los tribunales. Sin descartar ninguna vía legal, se basan en la agitación, publicidad, manifestaciones —las expresiones de enojo, organizadas y ocurriendo a nivel nacional y nivel mundial. Se requieren la unidad y solidaridad de todos los obreros en torno a esta candente cuestión, haciendo caso omiso de cualquier otra diferencia.

Los trabajadores con más conciencia de clase, los más militantes, a lo largo de la historia han luchado por la movilización e independencia de la clase obrera en batalla contra las artimañas y los montajes antiobreros. Especialmente en Estados Unidos, el centro del capitalismo mundial, la clase de poder responde a todas las manifestaciones de la lucha de clases con amargo repudio, enviando a sus matones pagados contra los obreros en huelga, los que repudian la guerra, luchan por derechos civiles, luchan por el socialismo y otras manifestaciones de sentimiento anticapitalista.

La idea de una defensa laboral internacional tiene más de cien años de edad. El Día Internacional de los Trabajadores, el primero de mayo, creado por la Segunda Internacional en 1891, conmemora a la Masacre de Haymarket y al montaje de Chicago de 1886; acontecimientos que siguieron en Estados Unidos a la huelga general del primero de mayo 1886 exigiendo jornada laboral de ocho horas. En una concentración en Chicago el 4 de mayo 1886 un provocador lanzó una bomba. La policía respondió acribillando a balas a los manifestantes; murieron ocho policías y un gran número de civiles.

La clase de poder respondió con histeria; detuvo a cientos de obreros inmigrantes e izquierdistas. Eventualmente ocho líderes anarquistas acusados de asesinato fueron sentenciados a la horca. Nadie intentó ligar a estos obreros a la detonación de la bomba de ese día. Fueron procesados y condenados sólo por sus ideas y por su rol como dirigentes de la clase obrera.

Representación de la Masacre de la Plaza de Haymarket (publicado originalmente en Harper’s Weekly)

August Spies, uno de los acusados, después de ser condenado a muerte, lanzó un desafió contra el juez: “Si ustedes piensan que al colgarnos van a acabar con el movimiento obrero —el movimiento que representa la salvación para los millones de explotados, los millones que laboran y viven en la miseria, los esclavos a sueldo— si esa es la opinión de ustedes ¡Ahorquen nos! De esa manera habrán apagado una chispa, pero aquí, y allí, detrás suyo, delante suyo, por todas partes, las llamas se alzarán. Es un fuego subterráneo, inapagable; la tierra está en llamas bajo sus pies”.

Cuatro de los acusados fueron ahorcados; otro se suicidó. Las crueles condenas y la brutal justicia de la clase de poder llevaron a la creación de un movimiento de defensa internacional para librar a los anarquistas encarcelados. Cientos de miles marcharon en el funeral de los líderes ejecutados. El Primero de Mayo se convertiría en el símbolo de la solidaridad obrera mundial.

Al fin, en 1893, John Peter Altgeld, gobernador del estado de Illinois, perdona a los tres sobrevivientes, admitiendo que sus condenas habían sido un fraude.

En 1906 Bill Haywood, Charles Moyer, y George Pettibone, tres dirigentes del Industrial Workers of the World (Obreros Industriales del Mundo [anarcosindicalista], IWW), fueron acusados falsamente del asesinato de un ex gobernador del estado de Idaho.

Harry Orchard, un inestable y sospechoso provocador, había lanzado la bomba que asesinó en 1905 al gobernador Frank Steunenberg. Sin ninguna prueba que los ligara a Orchard, Haywood, Moyer, y Pettibone fueron acusados del crimen, sólo por sus ideas sindicalistas.

Los hombres son secuestrados de las oficinas sindicales del IWW en el Estado de Colorado, enviados a Boise, Idaho para el juicio. En su intervención, la militancia de la clase obrera los salva de la horca.

Las organizaciones obreras lanzan una enorme campaña internacional, dirigida por Eugene V. Debs, dirigente del American Socialist Party. Desde el principio se une a la campaña el famoso abogado Clarence Darrow. El autor ruso Maxim Gorky visita a Estados Unidos y se comunica con los acusados: “¡Saludos de los trabajadores rusos!”

El proceso comienza en 1907; durante varias semanas antes habían ocurrido enormes manifestaciones en las principales ciudades de Estados Unidos. Al acabar el jurado declara inocente a Haywood de la muerte de Steunenberg. Más adelante determinará el jurado la inocencia de Moyer. El gobierno decide entonces no poner a Pettibone en el banquillo.

La clase obrera internacional también se movilizó contra el montaje judicial de Warren Billings y Tom Mooney entorno a la bomba del “Día de Preparación” de 1916 de San Francisco que mató a 10 personas. Esa fiesta patriótica había sido organizada por grupos empresarios apoyados por el presidente Woodrow Wilson para azuzar el patriotismo y fertilizar el campo de la futura participación estadounidense en la Primera Guerra Mundial.

La policía pone en sus miras a Mooney, sindicalista y dirigente del Partido Socialista, por su oposición a la guerra y por sus actividades sindicalistas militantes. Los tribunales estadounidenses lo condenan a muerte luego de un proceso farsante. Lo salvan de ser ejecutados los trabajadores rusos, dirigidos por el Partido Bolchevique de Vladimir Lenin, que protestaron frente a la embajada de Estados Unidos en abril 1917. La protesta avergüenza al gobierno estadounidense, que intentaba relacionarse con el nuevo gobierno provisorio. Por lo tanto, el presidente Woodrow Wilson el exigió al gobernador de California conmutar su sentencia a cadena perpetua.

Las expresiones de repudio continuaron entre los trabajadores. Finalmente, en 1939, Mooney es perdonado y dejado en libertad, después de veintidós años en la infame prisión de San Quintín. Mooney moriría trágicamente en 1942.

Luego de la victoria de la clase obrera rusa en la Revolución de Octubre 1917, bajo la dirección del Partido Bolchevique, la recién establecida Internacional Comunista propone la creación de un comité de Defensa Laboral Internacional (International Labor Defense, ILD) con el propósito de obtener la liberación de todas las víctimas de la justicia de la clase de poder. Sin ningunas precondiciones políticas, lucha por todo el mundo en defensa de las víctimas obreras de montajes judiciales, utilizando los métodos de la lucha de clase. Entre sus miembros estuvieron el líder socialista Eugene V. Debs, y James P. Cannon, comunista estadounidense y ex miembro del IWW. Ambos jugaron papeles de liderazgo en los primeros años del ILD.

Uno de las primera batallas del ILD fue la defensa de dos anarquistas ítaloamericanos, Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti. Éstos habían sido encontrados culpables de robo y asesinato en 1920, ligados al robo de dinero destinado a sueldos, proceso que ocurrió en el contexto de las persecuciones antibolcheviques y antiinmigrantes azuzadas por la clase de poder yanqui en reacción a la Revolución Rusa de 1917; ocurre después los Palmer Raids [redadas llevadas a cabo bajó órdenes del procurador general estadounidense Arnold Palmer en 1919-1920 en el contexto de la supuesta “amenaza roja”, Red Scare] que detienen a más de cuatro mil obreros inmigrantes, acusados de radicalismo y comunismo; mil de ellos serían deportados.

Niccola Sacco y Bartolomeo Vanzetti en el banquillo

Sacco y Vanzetti habían participado en huelgas, agitación política y actividades antibélicas. Los abogados de defensa argumentaron que el gobierno había montado un fraude, haciendo uso de perjurios, y pruebas falsas. El proceso toma lugar en un entorno hostil, alimentado con reportajes sensacionalistas de parte de la prensa bajo el control de las grandes empresas.

El juez condenó a Sacco y Vanzetti a la silla eléctrica; sin embargo; enormes manifestaciones obreras a través del mundo durante siete años frenaron la imposición de esta pena capital. El ILD organizó una campaña mundial de protesta contra el fallo. Ocurren grandes manifestaciones en todas las principales ciudades del planeta. En Toronto piqueteros rodean al Embajada de Estados Unidos en Canadá; en Uruguay, una huelga de protesta de veinticuatro horas paraliza a Montevideo. Ocurren huelgas de protesta en Boston, Nueva York y muchas ciudades mas pequeñas a lo largo de Estados Unidos. En la ciudad de Nueva York lanzan una huelga cientos de miles de obreros de la costura, dirigidos por los partidos Socialista y Comunista. Poco antes de su muerte, Debs escribe su última declaración pública denunciando el montaje; se distribuyen miles de copias de ese emotivo reclamo

En agosto 1927 el gobierno ejecuta las sentencias. Ocurren movilizaciones por todo el mundo, enormes concentraciones obreras en Nueva York, Berlin, Londres, Copenhagen, Buenos Aires, Sydney, Helsinki y Johannesburgo.

Cannon declara poco después de las ejecuciones: “Existe una fuerza en el ejemplo heroico que despierta la imaginación de las masas; que inspira en ellas la valentía, solidaridad y fe, sin las cuales no puede haber ninguna lucha, ninguna victoria. Los mártires de 1887 y los de agosto de este año, junto le presentan a esta generación, y a la que viene, el ejemplo de noble dignidad y de arrojo abnegado, sin par en la historia de todos los tiempos, de todas las clases”.

Campaña mundial en defensa de Sacco y Vanzetti

La campaña en defensa de Sacco y Vanzetti develó a millones de trabajadores la esencia real de la justicia capitalista en Estados Unidos. La campaña de defensa, que unió a millones de trabajadores en enormes expresiones de enojo y en huelgas políticas por todo el mundo fue una poderosísima movilización del proletariado internacional y un poderoso ejemplo. Creó las condiciones para victoriosas campañas de defensa. Entre éstas está la defensa de los Scottsboro boys, jóvenes afroamericanos fraudulentamente inculpados de violación durante tiempos de linchamientos en el estado estadounidense de Alabama (1931).

Después de la derrota en 1981 de la huelga de los controladores de tránsito aéreo en Estados Unidos, la clase de poder retornaría a sus viejas tácticas de montajes judiciales. A diferencia de tiempos pasados, cuando los dirigentes sindicales reformistas se veían obligados a por lo menos apoyar —de dientes para afuera— a las víctimas de la represión del gobierno, los sindicatos estadounidenses de hoy, degenerados y corporativos, conspiran con la prensa burguesa y con los tribunales para repudiar a los trabajadores militantes apresados en el agarre del gobierno.

A mediados de la década de 1980, Donnie Thornsbury, David Thornsbury, Arnold Heightland y James Darryl Smith, cuatro mineros de la empresa AT Massey, en el este del Estado de Kentucky, se convierten en víctimas de uno de los más graves montajes judiciales desde la creación de los grandes sindicatos industriales en los 1930. El Buró de Alcohol, Tabaco, y Armas de Fuego y la FBI detuvo a los cuatro mineros, acusándolos del delito federal de conspiración. Se trataba de un complicado montaje supervisado por el Departamento de Justicia estadounidense en base a la declaración de soplones a sueldo. El montaje fue posible como consecuencia de la aislación y traición de la huelga de dos mil mineros de AT Massey, por el sindicato United Mine Workers (UMW).

Mineros de Kentucky falsamente acusados- (izquierda a derecha) Donnie Thornsbury, David Thornsbury, Arnold Heightland y James Darryl Smith

Según el gobierno, estos mineros, en mayo 1985, habían disparado balas desde una colina contra un camión esquirol cerca de Canada, Kentucky. Las pruebas eran tan débiles que el gobierno no se atrevió a acusar a los obreros de asesinato; aunque sí los acusó de interferir con el comercio interestatal, un crimen federal. Los trabajadores no fueron detenidos hasta 1987. Los testigos del gobierno eran esquiroles, cazarrecompensas y mentirosos, la misma clase de degenerados sociales que siempre acompañan a todos los a montajes contra los trabajadores. Ninguna prueba concreta relaciona a los acusados con la balacera. Varios de ellos tienen sólidas coartadas. En un proceso separado, el jurado exculpa a un quinto minero, Paul Smith, acusado de disparar las balas. No obstante, los otros cuatro mineros son encontrados culpables por un jurado de clase media en un proceso lejos de la zona minera. El juez luego les da la condena máxima de 35 a 40 años.

El UMW se niega a hacer ninguna declaración defendiendo a los mineros. Luego le cortaría la paga por huelga a las familias de estos mineros. Aislados así del movimiento sindical oficial, los cuatro tuvieron que cumplir sus condenas, no obstante, la ira y el repudio de trabajadores militantes en toda la zona carbonífera. El silencia del UMW alienta más a las compañías mineras de carbón; cosa que culmina en el asesinato a bala de otro minero de AT Massey, John McCoy, minero del Estado de West Virginia. Sus asesinos, matones a pago de la compañía nunca fueron detenidos.

El Comité Internacional de la Cuarta Internacional y su sección estadounidense, la Liga Obrera, antecesora del Partido Socialista Por la Igualdad, libraron una intensa campaña por toda la clase obrera a favor de los mineros falsamente inculpados de AT Massey. La Liga Obrera encaró amenazas de ataques físicos de parte del UMW, al llevar su campaña a los mineros del carbón y a trabajadores de las zonas mineras de Kentucky y West Virginia.

Death on the Picket Line: The Story of John McCoy (folleto: Muerte en la línea piquetera: la historia de John Mc.Coy)

En esta misma época, la Liga Obrera jugó un papel esencial en la exculpación de Paul Massey, víctima de una treta relacionada a la huelga contra la empresa Milburn Colliers de West Virginia. Massey logró salvarse luego de que miles de mineros firmaron la petición de la Liga Obrera, exigiendo su libertad y que la campaña de nuestro partido alumbrando el montaje le hizo posible al abogado defensor de Massey demostrar que el dizque cómplice de Massey en un supuesto complot de bomba, en verdad era un agente provocador e informante del Buró de Alcohol Tabaco y Armas de Fuego.

Hoy en día la lucha de clase es más global que nunca. La persecución de los trabajadores de Maruti Suzuki está en el centro de la guerra de clase contra clase que ahora ocurre en todos los países. Que éstos obreros desafíen el régimen indio de superexplotación y sueldos de hambre, representa un golpe a favor de los trabajadores estadounidenses, alemanes, japoneses y de todo el mundo.

Este repaso de algunos de los montajes más notorios comprueba que la libertad de los trabajadores de Maruti Suzuki no se puede conseguir mediante los tribunales burgueses, ni hablar de los sindicatos esquiroles, empresariales y nacionalistas; es necesaria la movilización del poder de la clase obrera internacional. Es en ese espíritu que el Comité Internacional de la Cuarta Internacional intenta revivir las tradiciones más poderosas de la defensa internacional de los trabajadores.

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