Español

The Jazz Loft According to W. Eugene Smith:

Un film sobre música, fotografía, y el mundo de la posguerra

Es un gran placer escribir sobre temas y películas como estos.

El fotógrafo estadounidense W. Eugene Smith (1918-1978) tomó cuarenta mil fotos y grabó cuatro mil horas de audio desde un loft o desván en Nueva York que se había convertido en un lugar especial para músicos de jazz en busca de algún lugar donde tocar a todas horas de la noche. Smith, había instalado cuidadosamente cables en este decaído edificio sobre la Sexta Avenida de Manhattan (821 Sixth Avenue), en el distrito de comercio al por mayor de flores. Allí, Smith hizo grabaciones de más de trescientos músicos, incluyendo los más famosos de la época.

Sara Fishko acaba de dirigir un extraordinario documental, The Jazz Loft According to W. Eugene Smith (El loft del jazz, según W. Eugene Smith), que revive estos acontecimientos y la historia con que están relacionados, mediante un cuidadoso entretejer de narraciones, fotografías, fragmentos musicales, entrevistas y reconstrucciones.

La película se proyecta en muchas direcciones, jazz y música, fotografía y las otras artes, Nueva York en los años de la posguerra; la sociedad estadounidense con sus preocupaciones e, inevitablemente, las cuestiones históricas, particularmente la Segunda Guerra Mundial con todo su enorme impacto.

W. Eugene Smith, [Autorretrato junto a una ventana], © 2009, 2015 The Heirs of W. Eugene Smith

Desde los primeros minutos del The Jazz Loft bien se nota que Smith fue un individuo extraordinario y dinámico. Varios de los personajes honran la atmósfera y la imagen de este espacio de la Sexta Avenida. Había fotos por todas partes, en las paredes y en los corredores, colgando una de otra, cual hojas de enredadera. También había discos por doquier. El edificio mismo estaba muy venido abajo. Había poca agua caliente, poca calefacción. Patrick, hijo de Smith, sin pelos en la lengua, lo llama “una pocilga”.

Los músicos llegaban porque “no existían muchos lugares para tocar”. Smith vivía, ilegalmente, en un distrito comercial; por lo tanto, tampoco había vecinos que podrían quejarse de sonido de música toda la noche.

Carla Bley, compositora y pianista de jazz, David Amram, compositor, Phil Woods difunto saxofonista, Freddie Redd, pianista y compositor, Chuck Israels y Bill Crow, bajistas, y muchos otros relatan sus experiencias.

Para el baterista Ronnie Free, Smith era un “científico loco”. El fotógrafo Bill Pierce, aprendiz de Smith, dice de él: “trabajaba y trabajaba y trabajaba y trabajaba y trabajaba”. Cuando llegaba la fecha de entrega, Smith trabajaba sin cesar, dependiendo de las anfetaminas. Muy cuidadoso imprimiendo sus fotos, Smith se las pasaba horas y horas en una sola foto. A veces usaba doscientas cincuenta páginas de papel fotográfico, en una sola foto, poniendo en peligro sus finanzas y las de su familia.

Otros individuos relucen en el film, además de Smith. Hall Overton (1920-1972) también alquilaba un espacio en el mismo edificio. Overton, un compositor casi olvidado en la actualidad y más que nada un maestro de música, parece haber sido un extraordinario ser humano. Compositor de música clásica y profesor de la escuela de música Juilliard, Overton se muda al espacio en 1954 y se envuelve en jazz. Steve Reich, Carman Moore y otros lo recuerdan por su sensibilidad y por la originalidad de sus métodos pedagógicos, también por su dedicación y sacrificio: “Uno le pagaba por una hora; él enseñaba durante cuatro horas”.

W. Eugene Smith, [Thelonious Monk y su grupo], 1959. © 1999, 2015 The Heirs of W. Eugene Smith

Una de las secuencias de escenas más fascinantes del Jazz Loft tiene que ver con la colaboración entre Overton y el pianista compositor de jazz, Thelonious Monk (1917-1982); trabajan juntos haciendo un arreglo de la música tan diferente y “estrujada” de Monk para una orquestra de diez instrumentos, en preparación para un concierto en el Town Hall de Nueva York en 1959.

La intensa intimidad artística entre estos dos individuos sale a la luz con las meticulosas y razonadas fotos de Smith y sus conversaciones grabadas. “Conversaban mediante el piano” sugiere alguien.

Phil Woods y el trompetista Robert Northern cuentan que los ensayos de la orquestra a veces eran difíciles, particularmente con la melodía de Monk intitulada Little Rootie Tootie. Esa escena y su resolución —que no la arruinaré contándosela al lector— por si solas justifican el precio de la película.

Free (nacido en 1936) tuvo un enorme impacto como baterista en los años cincuenta. Vivió, más o menos, en el loft durante varios años. Estaba en una misión musical. El uso de las drogas también era parte de la vida del jazz. Free sucumbe a la adicción. A los 25 años de edad, explica Free, ya se “sentía de 100”. Fue internado en la infame sala siquiátrica del Hospital de Bellevue. Para Free la adicción y la música eran inseparables. Trágicamente, solo se pudo librar de su adicción abandonando el jazz.

El saxofonista Zoot Sims (1925-1985) también aparece en Jazz Loft. Oímos su voz y su música. Woods cuenta como Sims tocó durante una sesión que duró días, cuando otros saxofonistas estaban exhaustos. La música “brotaba de él”, cuenta otro artista.

Sin embargo, la figura más dominante y compleja del film de Sara Fishko es el mismo Smith, el protagonista y conservador de toda esta vida aun cuando a veces permanece en la sombra. Resaltan diferentes partes de su vida y su personalidad en esta obra.

W. Eugene Smith, [Escalera al desván], 1957.© 1981, 2015 The Heirs of W. Eugene Smith

Smith nació en Wichita, estado de Kansas. Se mudó a Nueva York a fines de la década de 1930. Trabajó para la revista Newsweek y luego para la revista Life, famosa por su fotoperiodismo. Durante la Segunda Guerra Mundial, Smith estuvo en diversas batallas, incluyendo, al final, la guerra del Pacífico. El fotógrafo se entregó a esa a tarea. Casi pierde la vida en Okinawa en mayo de 1945.

Smith no dudaba del propósito de sus fotos de guerra. “Cada vez que apretaba el botón, era un grito de rechazo”, escribe, “para mí mis fotos no eran un reportaje de noticias, pero un repudio de la guerra”.

Después de la guerra y su recuperación, Smith vuelve a Life. Es reconocido por sus extensos ensayos fotográficos. Entre éstos están Country Doctor (1948), sobre un médico rural en el Estado de Colorado, Spanish Village (1950) sobre la ciudad española de Deleitosa, parte del repudio de Smith al régimen de Franco, y Nurse Midwife (1951) sobre la partera afroamericana Maude E. Callen del estado de South Carolina y sus padres pobres. También fotografió las elecciones británicas de 1950, que el Partido Laborista ganó por pocos votos. En esa instancia tomó fotos de gente de clase obrera, incluyendo mineros del carbón del sur de Gales.

Smith renuncia a Life en 1954, después de una sarta de amargos desacuerdos con los editores, que culminan en torno a un ensayo fotográfico sobre la labor humanitaria del doctor Albert Schweitzer en África Ecuatorial Francesa. En una ocasión compara a Life con una “revista fábrica”. En otra ocasión declara “tengo habilidades que otros necesitan para sus fines comerciales”.

En 1955, Smith acepta un proyecto en Pittsburg. Se suponía que fuera de tres semanas y produjera cien fotos. En cambio, Smith toma veinte mil fotos durante varios años y nunca termina ese proyecto; “una locura”, dice alguien.

En 1957, abandona la decrépita y hermosa morada familiar de la villa Croton-on-Hudson, estado de Nueva York, para vivir en el edificio sucio y dilapidado de la Sexta Avenida.

Esa opción es dolorosa, desde el punto de vista personal y financiero. Sin duda, Smith pensaba que su dedicación a la verdad artística no encajaba con su rol como célebre, bien remunerado empleado de Henry Luce, el riquísimo editor de Time, Inc. y de Life. Smith “siempre peleaba con Life ” dice un protagonista de Jazz Loft. Otro señala que Smith “renunciaría cien veces”.

Cualquiera que haya sido la conciencia social de Smith, su intensa seriedad artística (el fotógrafo francés Henri Cartier-Bresson habla de la “integridad pasional” de Smith) y su compasión de seguro lo pondrían en contra de la cultura oficial de los años cincuenta. Ésta estaba empapada de autosatisfacción, conformismo y fe en la supuesta grandeza democrática de Estados Unidos. Una vez, refiriéndose a una obra acabada, Smith declara que pensaba de debía poder decir “esta es mi interpretación honesta del mundo; no está bajo la influencia de dinero o truculencias o presiones —que no sea la presión de mi alma”.

W. Eugene Smith, [Bob Brookmeyer, Bill Crow, Jim Hall y Bill Potts], 1957-1965. © 2009, 2015 The Heirs of W. Eugene Smith

Declara en una carta de 1954 su responsabilidad “de dar una cuenta correcta y viviente de lo que existe, presentarla con inteligencia y con elocuencia artística”. Es más; promete “llegar a las entrañas de las cosas y presentar a los bastardos como realmente son”.

A mediados de la década de 1950, Smith se une a los músicos que comparten con él la entrega suya; que casi no hacen más que tocar y tocar; que están preparados a sacrificar su existencia para que perdure su obra.

No vale describir demasiado; se puede conseguir The Jazz Loft According to W. Eugene Smith en Amazon, iTunes, etcétera, por unos pocos dólares —invito al lector a ver esta cinta—.

El lector también debería tomar nota de varios fascinantes libros de Sam Stephenson, quien fue el primero en descubrir el tesoro de las grabaciones y ha dedicado años de su vida, y sus escritos, a la obra de Smith, entre esos libros están Dream Street: W. Eugene Smith’s Pittsburgh Project (2001, W.W. Norton), The Jazz Loft Project (2009, Knopf) y un libro que aparecerá pronto, Gene Smith’s Sink: A Wide-Angle View (2017, Farrar, Strauss & Giroux).

El Jazz Loft de Sara Fishko sigue su tema de forma elegante e incansable. En ese sentido refleja el mismo compromiso y seriedad al arte. Nada tiene que ver con chismes, vidas sexuales, o cuestiones raciales. Haya sido ese o no su propósito, es una polémica contra la chapucería, falta de cuidado y egoísmo de mucho del arte y film contemporáneos.

La directora insiste, muy correctamente, en la forma en que organiza la película, en su contenido y en la entrevista que tuve con ella, que en todas las discusiones de obras de arte, la obra del arte es central. Posiblemente parezca que en la fotografía y el jazz todo ocurre con espontaneidad… sin mucho esfuerzo”, me dijo, su película es “la prueba viviente y vibrante de lo contrario. Toda esa gente —fotógrafos, y músicos de jazz— trabajaban toda la noche, todas las noches, loca y obsesivamente”. Trabajaban como locos “en preparación para cuando apareciera ese momento inspirador, con la esperanza de que apareciera”.

Loading