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Ola de redadas a inmigrantes pone en la mira a jóvenes falsamente identificados como “criminales”

Los funcionarios del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) están ocupados esta semana en una ola de redadas que tiene como objetivo deportar a miles de adolescentes inmigrantes, mayormente entre 16-17 años de edad, sobre la base de que son están bajo “sospecha de actividad en pandillas”. Las redadas también han puesto en la mira a madres indocumentadas que han entrado a EE.UU. con sus hijos.

De acuerdo a un memo interno compartido con Reuters, las redadas del ICE comenzaron el domingo y continuarán tras el miércoles, con la mira a jóvenes que entraron al país sin la compañía de un adulto.

La etiquetación de la administración Trump de estos jóvenes inmigrantes como “criminales” o “miembros de pandillas” es un estímulo para que el público estadounidense acoja la horrible realidad de que la administración está deportando a olas de jóvenes que merecen el otorgamiento de asilo. ICE afirma que una persona puede ser identificada como miembro de pandilla si cumplen con uno o dos criterios: tener ciertos tatuajes particulares, frecuentar un área que tiene actividad de pandillas o usar atuendos de pandillas.

ICE usará bases de datos de la policía en las que se lista a sospechosos de pertenecer a las pandillas durante las últimas décadas. Los defensores públicos y redes de abogacía de presos han afirmado por mucho tiempo que estas bases de datos fueron forjadas con errores y deliberadas falsas adiciones; muchos de los sospechosos son sometidos a deportaciones simplemente porque viven en áreas obreras y pobres con alta actividad de pandillas.

Cientos de miles de personas por EE.UU. están sin saberlo en estas listas. Tan sólo la base de datos de California (o “CalGang”) incluye los nombres de más de 150.000 sospechosos de miembros de pandillas y afiliados. Una revisión del 2016 encontró que 42 niños pequeños de un año o menores estaban en la base de datos y que 28 de ellos fueron inscritos por “admitir ser miembros de pandillas”.

Incluso una revisión interna por los sheriffs de Los Ángeles, Santa Ana, Santa Clara y el Condado de Sonoma obligó a las agencias admitir que 13 de las 100 personas que revisaron fueron “incorrectamente identificadas”.

Sin embargo, no hay medios actuales con los cuales una persona pueda desafiar su afiliación sospechosa. Una ley estadual de California en el 2014 requiere que los padres reciban una notificación antes de que los jóvenes sean añadidos a la base de datos, pero una revisión encontró que el 70 por ciento había sido añadido sin tener una notificación adecuada.

Un porcentaje desproporcionado de estos jóvenes que vinieron sin compañía y ahora viven en EE.UU. huyeron de la pobreza, la violencia de pandillas y la extorsión en el Triángulo Norte de América Central: Guatemala, El Salvador y Honduras.

Incluso si los jóvenes tuvieran afiliación con pandillas, el abogado de inmigración David Leopold de Ulmer & Berne afirmó: “En muchos casos, niños no deciden libremente unirse a una pandilla. Ellos son amenazados por miembros más viejos y obligados a tener un tatuaje de la pandilla si es que viven en cierto vecindario”.

El 21 de julio, el New York Times publicó un trivial artículo con el objetivo de legitimar al ICE. En el artículo, los periodistas del Times se “van de viaje” junto con agentes del ICE mientras ellos hacen redadas, arrestan migrantes y los colocan en procedimientos de deportación. El artículo falsamente afirma que las deportaciones de inmigrantes sin registros criminales por Trump es un “quiebre de la política de administración de Obama en el que se deja en paz a estos inmigrantes”.

En realidad, Obama supervisó la deportación de casi tres millones de inmigrantes. Casi un millón de ellos eran refugiados huyendo de los países del Triángulo Norte e incluían a 40.000 niños. En muchos casos, la administración Obama prohibió a inmigrantes porque tenían tatuajes y no estaban relacionados con pandillas. La desesperada situación social de la que huyen muchos inmigrantes y jóvenes es el producto de la larga historia de Washington en organizar golpes de estado por medio de la CIA en la región y de entrenar a escuadrones de la muerte y fuerzas paramilitares por medio de la Escuela de las Américas, que es financiada por el Pentágono.

La intervención de EE.UU. en el golpe guatemalteco de 1954 provocó una serie de guerras civiles que tomaron 200.000 vidas en más de 30 años. En los setentas y ochentas, otros 75.000 fueron asesinados en las sangrientas campañas de contrainsurgencia ejercidas por Washington y su dictadura patrocinada en El Salvador, mientras que en Honduras la clase trabajadora y el campesinado fueron despiadadamente reprimidas por los escuadrones de la muerte que empleaban tortura y asesinatos. Estos son los países de los cuales muchos de los jóvenes están buscando escapar.

La línea en la que los carteles y las pandillas se encuentran con el gobierno, sus fuerzas paramilitares y las finanzas internacionales están borradas. Por ejemplo, las investigaciones en el asesinato en marzo del 2016 de la activista de los derechos indígenas Berta Cáceres revelaron que los asesinos tenían lazos con la Cámara de Comercio EE.UU.-Honduras y altos oficiales dentro del gobernante Partido Nacional hondureño.

El Acuerdo de Libre Comercio Centro Americano del 2003 o CAFTA-DR entre EE.UU., El Salvador, Honduras y Nicaragua disolvieron las barreras comerciales entre los países y abrieron las compuertas para la híper explotación de las corporaciones estadounidenses.

Como resultado el Triángulo del Norte sigue siendo una de las áreas más empobrecidas de América. La Comisión Económica de las Naciones Unidas para Latinoamérica reporta que las tasas de pobreza para El Salvador, Honduras y Guatemala son 41,6 por ciento, 74,3 por ciento y 67,7 por ciento, respectivamente.

50 por ciento de niños en Guatemala están malnutridos, la tasa es de 75 por ciento en áreas rurales, mientras que aproximadamente 75 por ciento viven en pobreza. Uno de cada cinco hondureños experimenta pobreza extrema y son obligados a vivir con menos de US $1.90 al día. El Banco de Alimento Mundial reporta que los niveles de malnutrición crónica pueden alcanzar hasta 48,5 por ciento en las áreas más pobres.

El Salvador es la zona más peligrosa del mundo que no esté en guerra debido a la amplia violencia. Más de 25 por ciento de niños por debajo de los cinco años viven en la extrema pobreza.

Durante los noventas y la primera década del nuevo siglo se deportaron a 250.000 “criminales convictos” de vuelta al Triángulo del Norte. En gran parte y usualmente, ellos fueron forzados a unirse a las pandillas. Hoy, muchos de aquellos que son deportados son posteriormente asesinados por las pandillas.

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