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Encuestas muestran caída drástica en apoyo popular para Trump

Una serie de encuestas de opinión pública publicadas en las últimas semanas muestran creciente hostilidad popular hacia la administración de Trump, particularmente en aquellos sectores de la población y aquellas regiones donde su campaña populista derechista ganó apoyo durante la campaña electoral de 2016.

Las encuestas recientes abarcan una amplia gama del espectro político y de los medios oficiales, incluyendo Gallup, varias redes de televisión y organizaciones de encuestas estrechamente alineadas con el Partido Demócrata o Republicano. Todos reportan la misma tendencia: una fuerte caída en el apoyo para Trump, principalmente entre los votantes blancos de bajos ingresos. (El apoyo de Trump entre los votantes minoritarios, que ya era muy bajo, ha disminuido de forma menos drástica).

Aprobación del desempeño de Trump como presidente cayó a nuevos mínimos en prácticamente todas las encuestas: 32 por ciento según Investor's Business Daily, 33 por ciento según la Universidad de Quinnipiac, 36 por ciento en la encuesta de CBS, 37 por ciento tanto por la encuesta diaria Gallup y Reuters/IPSOS, y un 38 por ciento según CNN.

Todas estas cifras son mínimos récord para un presidente estadounidense en su primer año en su puesto. Esto normalmente requiere una gran guerra, colapso financiero, desastre social o escándalo para generar tal nivel de desaprobación y desconfianza popular.

Incluso la encuesta notoriamente pro-republicano de Rasmussen situa a Trump en una tasa 41 por ciento, en comparación con un índice de desaprobación del 57 por ciento. La misma encuesta muestra un 26 por ciento de aprobación en comparación con 49 por ciento de fuerte desaprobación, un déficit de 23 puntos en comparación con un déficit de cero como fue reportado por Rasmussen en febrero.

Muchas de las encuestas proveen un desglose demográfico más detallado, así como las cifras estatales y regionales, y tratan de identificar los problemas políticos que impulsan la creciente hostilidad popular a la administración de Trump.

Quinnipiac encontró que entre los votantes blancos sin un diploma universitario, el demográfico en el que Trump registró su mayor margen electoral, la aprobación del desempeño laboral de Trump cayó del 53 por ciento en junio a sólo 40 por ciento.

Investor's Business Daily notó que Trump "perdió un apoyo significativo de manera generalizada, pero vio grandes caídas entre las áreas de apoyo básico, incluyendo republicanos, personas del medio oeste estadounidense, familias de ingresos medios, hombres blancos y con una educación secundaria". Esto incluyó una caída de 12 puntos entre los republicanos.

En cuanto a los diferentes grupos de ingresos, Trump sufrió las mayores pérdidas entre las personas con ingresos familiares entre $30.000 y $50.000, pasando de 40 por ciento a principios de julio a 27 por ciento a principios de agosto.

Con respecto a cada estado, la organización Gallup informó, basándose en entrevistas con un grupo masivo de 81.155 adultos en los últimos seis meses en cada estado, que la tasa de aprobación de Trump ha caído por debajo del 50 por ciento en 33 de los 50 estados, incluyendo 14 estados cuyos votos electorales Trump ganó en el noviembre pasado. La caída en el apoyo a Trump fue especialmente pronunciada tanto en estados industriales del norte como Wisconsin, Michigan, Ohio y Pennsylvania, como los estados del suroeste de Texas, Nuevo México, Arizona y Nevada.

Las encuestas hallaron que la atención médica y la inmigración figuraban entre las cuestiones más importantes alimentando la hostilidad hacia la administración de Trump. CNN encontró una tasa de 62 por ciento de desaprobación de Trump sobre la cuestión de asistencia médica, 57 por ciento de desaprobación sobre la inmigración y 54 por ciento sobre la cuestión de "ayudar a la clase media". CBS encontró un 59 por ciento de desaprobación en la asistencia médica, 57 por ciento de desaprobación sobre la cuestión de la inmigración y un 61 por ciento de desaprobación de la política de Trump hacia Corea del Norte.

La encuesta de Quinnipiac resaltó la oposición masiva a los esfuerzos de la administración de Trump para fomentar la discriminación contra los gays, lesbianas y personas transgénero. Con una diferencia de 68-27 por ciento los encuestados se opusieron a la propuesta de Trump de prohibir a las personas transgénero de pertenecer las fuerzas armadas (incluyendo oposición de 55-39 por ciento entre las familias de militares). Por un margen de 89-8 por ciento, los encuestados dijeron que debería ser ilegal para un empleador discriminar a un trabajador basado en la orientación sexual, a pesar de que el Departamento de Justicia de Trump ha acudido a las cortes recientemente para argumentar lo contrario.

Si bien estas encuestas muestran una oposición popular masiva a la administración de Trump y sus políticas, esto no se traduce en un apoyo para el Partido Demócrata, que ha tratado de atacar a la administración desde la derecha al calificar a Trump como un títere de Rusia y exigir un postura militar-diplomática contra-Rusia.

El Partido Republicano tuvo una calificación neta negativa de 42 por ciento —22 por ciento favorable y 64 por ciento desfavorable— un mínimo histórico. Pero el Partido Demócrata también fue visto negativamente, aunque por un margen menor —36 por ciento favorable frente a 48 por ciento desfavorable.

Del mismo modo, los republicanos del Congreso tenían una cifra de desaprobación de 80-15 por ciento por sus políticas de asistencia médica, según Quinnipiac, y los demócratas tenían una cifra de desaprobación de 59-34 por ciento sobre el mismo tema. Los encuestados favorecieron un sistema de pagador único en la atención de salud, "Medicare para todos", con un margen de 51-38 por ciento.

El desmoronamiento del apoyo popular para Trump ha puesto en crisis a los dos partidos capitalistas, los demócratas no menos que a los republicanos, y tal vez más aún. Nada espanta a los demócratas más que la perspectiva de un movimiento de las masas desde abajo dirigido contra las políticas derechistas del gobierno de Trump, porque esto amenazaría al sistema capitalista en su totalidad.

Este miedo de la clase obrera, tanto como un deseo de congraciarse con el aparato de inteligencia militar, explica la insistencia maníaca de los demócratas de que la única cuestión de importancia en la política estadounidense es la supuesta intervención rusa en las elecciones presidenciales de 2016.

Este tema fue lanzado por primera vez durante la campaña electoral por Hillary Clinton, la candidata presidencial demócrata, que trató de superar su impopularidad, debido a su estrecha identificación con Wall Street y la guerra, al pintar a Trump como el candidato favorito de Moscú. Este intento para convencer a las masas fracasó en las elecciones y la actual campaña antirrusa aún más intensa sigue sin resonar entre los trabajadores.

En cuanto a las políticas internas, los demócratas están ansiosos de buscar un compromiso con Trump, por muy derechistas que sean las políticas que la administración y sus aliados republicanos en el Congreso promuevan. El colapso de los esfuerzos republicanos para combinar la derogación de Obamacare con el desmantelamiento de Medicaid como un beneficio social ha sido seguido por ofertas repetidas de los demócratas para trabajar en una base bipartidista para hacer cambios en Obamacare para salvaguardar los beneficios de las compañías de seguros.

Un esfuerzo aún más siniestro bipartidista está en marcha en relación con la propuesta de Trump sobre recortes fiscales radicales para los ricos y para las empresas americanas. La Casa Blanca ha comenzado a reunirse con un grupo de demócratas "centristas", es decir, derechistas, para combinar la "reforma" fiscal con el aumento del gasto en infraestructura.

El New York Times comenzó la campaña de los medios de comunicación en nombre de un acuerdo tributario con un editorial publicado el martes, "Qué Podría Ser una Reforma Fiscal Real", que elogió lo que llamó el " consenso bipartidista excepcional de cerrar las lagunas con el fin de bajar la tasa máxima de impuestos sobre las empresas del 35 por ciento ayudaría a las empresas estadounidenses a competir a nivel mundial".

El periódico respaldó el objetivo prioritario de los jefes corporativos —permitir que las empresas repatrien las ganancias guardadas en el extranjero para evitar impuestos, sin pagar la totalidad del impuesto adeudado. Declaró: "Los demócratas deben renunciar a su oposición al otorgamiento a las corporaciones de una tasa de descuento para las ganancias que repatrian".

El Times también pidió la imposición de un impuesto sobre el carbono, que, bajo las versiones propuestas por los demócratas, funcionaría como un impuesto al consumo, recayendo sobre todo en las familias de la clase trabajadora que gastan mucho más en gasolina y calefacción que los ricos, así como un impuesto sobre el valor agregado, una medida aún más regresiva que serviría como un impuesto nacional sobre las ventas.

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