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Der Spiegel exige un gobernante fuerte para Alemania

La revista de noticias alemana, Der Spiegel, dedicó toda su edición del 29 de julio al tema: “El estado de la nación”. Según lo indica el editorial, el enfoque es: “¿Cómo viven y piensan los alemanes?”. Pero lo que los lectores encuentran son, sobre todo, los pensamientos políticos de los editores de la revista más influyente de Alemania.

La edición se publica en una edición especial con seis cubiertas distintas. Cada una muestra una caricatura de la canciller alemana, Angela Merkel. Mientras que cinco la presentan en los colores de la bandera alemana, como un ayudante narcisista de refugiados, ignorando la “agresión del oso ruso” o de forma ingenua y autosatisfecha, una portada de las portadas es diferente. Merkel sale disparando con toda su fuerza un balón de fútbol en la cara del presidente estadounidense, Donald Trump. El mensaje es claro: Merkel no es así, pero los editores de Spiegel anhelan un canciller como tal, lleno de brutal agresividad.

Ante el odio generalizado que existe hacia Trump y sus políticas reaccionarias, esperan que esta provocación obtenga fácilmente la aprobación de sus lectores más superficiales. Pero nadie debería ser engañado: Der Spiegel no se está movilizando en contra de las políticas reaccionarias y brutales de Trump, sino a favor de un gobierno alemán que actúe de una manera igualmente brutal y reaccionaria, tanto hacia el exterior contra Estados Unidos como hacia el interior contra su propia población.

De esto se trata el número de Der Spiegel. Alemania debe ser sacudida de su sueño por un gobierno de acción, con una policía y un ejército expandidos, y liberada de los “grilletes políticos y mentales de la posguerra” —este es el tema central de los tres artículos principales—.

El primero es un artículo de cinco páginas sobre el estado supuestamente miserable de la policía en la capital de Berlín, escrito en un tono sensacionalista típico de la propaganda reaccionaria y el lenguaje cataclísmico de la extrema derecha, indica que la policía tiene “los salarios más bajos de Alemania, probablemente es el peor equipado, con precintos garantizados de mala calidad y una carga laboral sin fin”.

Al igual que con la acumulación de la policía, una renovación gigantesca al ejército también se presenta como una necesidad irrefutable, “sin alternativa alguna”. En el ensayo titulado “El examen final—por qué es que Alemania debe abandonar su moderación militar y dirigir por fin—”, la comentarista estadounidense Anne Applebaum, cuyo esposo es Radosław Sikorski, excanciller de Polonia, describe las tareas futuras en política exterior. Alemania debe estar preparada para el retiro total de EE. UU. de Europa, debe tomar la iniciativa en la lucha contra el llamado “ciberterrorismo” y “seguir una línea dura” militarmente, especialmente hacia Rusia.

“A Alemania le falta el poder militar y por lo tanto el poder para afirmar su política exterior”, escribe Applebaum. En Oriente Medio y África, los alemanes podrían hablar de paz y “hablar del futuro ... pero no pueden hacer nada”. En lugar de presionar por la necesaria acumulación militar de Alemania, continúa, el ministro de Relaciones Exteriores, Sigmar Gabriel, supuestamente se distanció del tema por consideraciones electorales y “convirtió los gastos alemanes en defensa en una cuestión de campaña”, algo “extraordinariamente irresponsable”, desde el punto de vista de la autora, “considerando el mal estado de la Bundeswehr (el ejército alemán)”.

Por lo tanto, su mensaje principal está relacionado con la política interna: los alemanes deben “cambiar su forma de pensar”.

“Quien quiera mantener lo que ha logrado debe cambiar”, argumenta. “La irresolución alemana en buscar o no una confrontación” era históricamente comprensible, pero ya no es apropiada para hoy. Creer en soluciones no violentas es ciertamente honorable, pero políticamente ingenuo. Alemania no podría sobrevivir de esa manera.

El autor Dirk Kurbjuweit hace el mismo diagnóstico e incluso ofrece una terapia: ¡Alemania necesita a un hombre que gobierne con fuerza como Trump! Su artículo “El milagro político” es quizás el más significativo en esta edición de Spiegel. Está subtitulado: “Por qué es que no hay un Trump entre nosotros. Y por qué eso no es del todo lo mejor”. Dicho de forma clara: ¡un canciller que sea como Trump también tendría sus lados buenos!

Pero el autor no habla así de claro por no ser oportuno: “, hay que rechazar casi todo lo que es, pero él fue posible porque EE. UU. puede desarrollar un poder inmenso, tanto positivo como negativo”. Además: “En este sentido, Alemania no puede mantenerle la competencia”. ¡Pero tiene que hacerlo si quiere estar lista para el futuro! De esta forma, el artículo de Kurbjuweit persigue esta tortuosa argumentación de sí… pero.

¿De cuáles fuerzas y cualidades que definen la “compostura política” de EE. UU. y que produjeron a Trump habla el autor de Spiegel? “La megalomanía, el espíritu de redención, el quebrantamiento de los tabúes”, “la economía de apostadores en bienes raíces y especulación financiera”, “hacer negocios de una manera repudiable e incluso brutal”, y “una concepción de la realidad influenciada por Hollywood”.

Hace falta todo eso en Alemania, y es algo malo. Según Kurbjuweit, mientras que el aburrimiento (de Alemania) tiene su lado positivo, también lo tienen estas características. Después de todo, formaron Silicon Valley y están detrás del éxito de empresas que han “conquistado el mundo como Facebook, Apple, Google, Amazon y Tesla”.

“Conquistar el mundo” con la ayuda de “inmensos poderes” como la megalomanía, el espíritu redentor, la criminalidad y la brutalidad tanto en los negocios como en la política —eso es lo que se requiere, según Kurbjuweit, para que Alemania “se mantenga en competencia”—.

Pero, para comenzar, ¿cuáles son los obstáculos que impiden que Alemania no lo esté haciendo? A juicio de los historiadores, y como el mismo Kurbjuweit sugiere, el último político alemán que implementó todas estas grandiosas características fue Adolfo Hitler. El autor de Spiegel considera que éste es el problema: La supuesta falta de estas cualidades “no está en el ADN de este país”, sino que está enraizada en la derrota militar del Tercer Reich y en la historia de la posguerra.

Su diagnóstico indica que, después de 1945, Alemania ...

... es establecida, no como una entidad independiente, sino como parte de una unidad más grande, como un apéndice de EE.UU., como miembro de la OTAN, como parte de Europa. Fue protegida, impulsada y controlada por alianzas. Estuvo demasiado quebrada para el egoísmo, para la megalomanía. Estuvo y todavía está perfectamente dispuesta a llegar a acuerdos con otros, encontrar compromisos y entender los intereses de Europa en general como los suyos. Alemania ante todo no es un lema para Alemania.

Se refiere a una política de acomodación interna, de pequeños y cautelosos pasos, una política exterior considerada y de compromisos, en resumen, ¡la política del aburrimiento! Bajo las condiciones de la Guerra Fría y de los últimos 25 años, Alemania pudo haber ganado influencia, poder y admiración, “sólo 72 años después de que terminara la guerra ... qué milagro político”.

Pero Kurbjuweit no ha tomado su pluma para celebrar este “milagro político”, sino para declararlo obsoleto y no muy satisfactorio:

No es apropiado, regocijarnos en la comodidad de no tener a este estúpido de Trump, sino a la firme Merkel. El milagro político es de hecho algo encantador por el momento, pero esta tierra del aburrimiento feliz no está particularmente bien equipada para el futuro.

Los “grilletes del pasado” deben ser destruidos. Haber aceptado los viejos grilletes y tabúes tuvo un efecto paralizante, impidió “la oscilación del péndulo” entre los extremos liberadores, y si se sigue la lógica implícita de los argumentos de Kurbjuweit, estos son los extremos del radicalismo de derecha:

La oscilación del péndulo no es un recorrido alemán. El gran tabú alemán corresponde enteramente a cualquier cosa que se asemeje a los nazis, algo ampliamente aceptado. Este tabú mantiene la polaridad pequeña. Córrete un poco demasiado a la derecha, y ya eres casi un nazi, y estando cerca de los nazis y ya está. Estás perdido.

Hace por lo menos tres años, Kurbjuweit ya había intentado romper el “gran tabú alemán”. En su notorio artículo, “El cambio del pasado”, planteó el caso de alterar la evaluación de Hitler y los crímenes del nacionalsocialismo que se hizo en la posguerra. Citó al profesor de la Universidad de Humboldt, Jörg Baberowski, quien dijo: “Hitler no era un psicópata. No era vicioso. No quería que la gente hablara del exterminio de los judíos en su mesa”.

Basándose en Baberowski, Kurbjuweit también intentó rehabilitar al revisionista histórico, Ernst Nolte, quien justificó al nacionalsocialismo como una reacción defensiva comprensible ante una expansión de la Revolución de Octubre, un argumento que valió su derrota en “la disputa de los historiadores” en los años ochenta. Kurbjuweit citó de nuevo a Baberowski, quien dijo: “A Nolte le hicieron una injusticia. Históricamente hablando, él tenía razón”.

Kurbjuweit le estaba proporcionando así una palanca ideológica para la “nueva política exterior” que estaba siendo anunciada al mismo tiempo. El retorno de Alemania al militarismo y su resurgimiento como una gran potencia militar exigen una reinterpretación de la historia del imperialismo alemán —de ambas guerras mundiales y, sobre todo, de Hitler—.

Pero Kurbjuweit y Baberowski se encontraron con una oposición. El Partido Socialista por la Igualdad de Alemania (SGP, por sus siglas en alemán) y los Jóvenes y Estudiantes Internacionales por la Igualdad Social (JEIIS) atacaron públicamente los intentos para restarle importancia a Hitler y otras declaraciones ultraderechistas de Baberowski, advirtiendo en artículos, folletos y reuniones públicas acerca del regreso del militarismo alemán. Esto produjo una gran respuesta entre estudiantes y trabajadores por igual.

Luego, se escuchó un fuerte clamor y lamento en los medios de comunicación —Baberowski está siendo intimidado, calumniado y privado de su libertad de expresión—. El mismo Baberowski llevó un caso a la corte para prohibir legalmente que los representantes estudiantiles de Bremen lo llamaran un extremista de la derecha y un racista, pero sufrió una clara derrota.

Kurbjuweit alude a esto, sin decir nombres, cuando escribe: “En algunas universidades ya existe una tendencia que se acerca al ambiente estadounidense. Pero, se trata de pequeñas minorías que pueden, sin embargo, arruinar la vida de un profesor”.

Ahora, Der Spiegel está lanzando una nueva ofensiva para romper el “gran tabú alemán”. A través de su edición sobre el estado de la nación, está llamando inequívoca y enfáticamente a superar una vez por todas los obstáculos políticos internos que siempre bloquean el camino adelante: las políticas centristas, de compromisos, de pequeños pasos, de deferencia —¡el legado nacional de la derrota de 1945!—.

Con toda modestia, Kurbjuweit señala que las características repulsivas y reaccionarias de Hitler y Trump, “como todo lo malo en el mundo”, también tienen su lado bueno: ¡sólo un canciller con estas características podría por fin hacer despertar a Alemania!

En primera instancia, el apoyo vendrá del SPD. Su candidato para canciller, Martin Schulz, comparte esa opinión. En una entrevista con Spiegel Online, acusó a Merkel de descuidar su deber y prometió que Trump sería su modelo a seguir: “Los hombres como Trump necesitan lo mismo que difunden: declaraciones claras. Yo lo enfrentaría de la manera más clara y explícita posible. Un jefe de gobierno alemán no sólo tiene el derecho de hacer esto, sino también el deber”.

En su política de refugiados y de rearme interno, el SPD también se ha orientado cada vez más hacia Trump y, a través de lemas derechistas, ha estado compitiendo por los votantes del partido ultraderechista Alternativa para Alemania

No es casualidad que, aparte del SGP y JEIIS, prácticamente nadie se ha pronunciado en contra de los esfuerzos de Baberowski y Kurbjuweit para reescribir la historia y minimizar los crímenes de los nazis. Hoy, el SGP es el único partido en las elecciones parlamentarias federales con un programa contra la política de las grandes potencias y el militarismo.

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