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Perspectiva

¡Unamos a todos los trabajadores en lucha contra los ataques a los inmigrantes! ¡Por una política socialista de fronteras abiertas!

La decisión del Gobierno de Trump de poner fin al programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia o DACA (Deferred Action for Childhood Arrivals) constituye una nueva etapa en la ofensiva contra los trabajadores y jóvenes inmigrantes en Estados Unidos e internacionalmente. Comenzando en seis meses, casi 800 000 jóvenes que han pasado la mayor parte de sus vidas en EUA serán dejados a merced del aparato de represión, violencia y deportación del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE; Immigration and Customs Enforcement) y la Patrulla Fronteriza.

La finalización de DACA es sólo una parte de la viciosa campaña de la Administración Trump para aterrorizar e intimidar a los inmigrantes y refugiados, la cual ha incluido el veto a viajantes musulmanes, la expansión de los allanamientos y las deportaciones, los planes para construir un muro fronterizo con México y el indulto para el sheriff Joe Arpaio, quien ha presumido sobre la creación de “campos de concentración” para inmigrantes en Arizona.

La misma burguesía estadounidense que libra guerras alrededor del mundo bajo los pretextos de los “derechos humanos” y la “democracia” está desenterrando medidas, dentro de sus fronteras, que rememoran los horrores de los años treinta y el establecimiento de campos de internamiento para japoneses en EUA durante la Segunda Guerra Mundial.

Estas políticas de tendencia fascista no cuentan con apoyo popular. La revocación de DACA ha provocado repulsión e ira alrededor del país. Las manifestaciones de masas después de la inauguración de Trump estuvieron motivadas en parte por la amplia hostilidad hacia sus ataques chauvinistas contra inmigrantes. Una encuesta realizada por la firma periodística Politico encontró que el 84 de los demócratas registrados y el 69 por ciento de republicanos creen que se les debería permitir quedarse en el país a los beneficiarios de DACA.

Sin embargo, existe una brecha enorme entre la reacción de los trabajadores y la juventud y, por el otro lado, las críticas cínicas e hipócritas hacia la decisión de Trump de secciones de la élite política, los CEOs de Silicon Valley y, en particular, el Partido Demócrata. Si esta oposición a los ataques antiinmigrantes del Gobierno de Trump se queda limitada al Partido Demócrata y sus afiliados políticos, será estrangulada y suprimida.

El premio a la mayor hipocresía lo obtuvo el exmandatario Barack Obama, quien proclamó el miércoles que preservar DACA —promulgado durante su mandato en el 2012— se trata “de decencia básica”. A Obama le encantaría que todos olvidaran que su Gobierno deportó a más inmigrantes que cualquier otro en la historia estadounidense, incluyendo a niños que intentaban escapar las condiciones de guerra y crisis económica en América Central, llegando a ser designado el “deportador en jefe”.

Cabe recalcar que DACA no es una solución para la crisis que viven los inmigrantes jóvenes. Lanzado como una maniobra para ganarle votos al Partido Demócrata en las elecciones del 2012, el programa requiere que los solicitantes les entreguen a las autoridades sus nombres, direcciones domiciliarias, países de origen, historias personales y un documento firmado admitiendo que se encuentran en el país ilegalmente. Aquellos que califican no reciben derechos de ciudadanía, sino tan sólo una protección de dos años contra ser deportados. El WSWS advirtió en ese entonces que, ante los vaivenes políticos, toda esta información podría ser fácilmente aprovechada en una oleada de persecuciones, precisamente la amenaza de hoy día.

Los demócratas y algunos republicanos están discutiendo la posibilidad de “salvar” DACA a través del Congreso, posiblemente en conjunto con una legislación migratoria más amplia, que incorpore disposiciones para militarizar más la frontera, reforzar los poderes del Estado y llevar a cabo una represión más onerosa contra los trabajadores inmigrantes que viven en EUA.

¡Todo este marco político tiene que ser rechazado! La clase obrera de todas las nacionalidades y razas tiene que avanzar su propia solución independiente a la ofensiva contra los inmigrantes y la crisis del sistema capitalista que la ha producido.

Las acciones del Gobierno de Trump forman parte de un fenómeno global. Junto con el cuarto de siglo de guerras interminables encabezadas por EUA, la cada vez más profunda crisis económica y social ha producido la crisis de refugiados más grande desde la Segunda Guerra Mundial.

Según la agencia de refugiados de la ONU, durante sólo el año pasado, murieron 4337 personas en el Mediterráneo que buscaban escapar de las guerras en Oriente Medio y África pero se toparon con las murallas erigidas por la “Fortaleza Europa”. La agitación racista de Trump ha tenido sus paralelos en Francia, Alemania y los otros países europeos, donde se ha visto un repunte de los movimientos de extrema derecha y tendencia fascista cuyos predecesores fueron responsables por las peores atrocidades del siglo XX.

Como en los años treinta y cuarenta, los esfuerzos para contraponer a unos trabajadores contra otros mediante el veneno del nacionalismo van de la mano con los recortes a los programas sociales, el inmenso aumento de la desigualdad social, la destrucción de los derechos democráticos y, ante todo, la marcha hacia otra guerra mundial.

Esta es la respuesta de la clase gobernante a la bancarrota histórica del sistema del Estado nación. La globalización de la vida económica, el desarrollo de la tecnología y el surgimiento de las gigantes corporaciones transnacionales han creado un nivel sin precedentes de integración internacional. Sin embargo, bajo el capitalismo, la economía global permanece engrilletada al Estado nación: la herramienta política de la burguesía y el caldo de cultivo para las guerras y la represión.

En oposición del nacionalismo de la élite, la clase obrera tiene que avanzar su propia estrategia internacionalista y socialista. Es sólo mediante la unificación de la clase obrera internacionalmente que los trabajadores en EUA y todos los otros países podrán luchar con éxito contra corporaciones capitalistas que cuentan con una movilidad global.

El Partido Socialista por la Igualdad rechaza la mentira despreciable que los obreros inmigrantes son los responsables del desempleo, la pobreza y las rebajas salariales. En cambio, estos son el producto de los ataques impulsados por las mismas corporaciones contra todo el proletariado. La política racialista de la extrema derecha, al igual que la política de identidades del Partido Demócrata, tiene como fin dividir a los trabajadores y desviar la ira y la frustración lejos de la construcción de un movimiento contra el sistema capitalista.

Insistimos en que todos los trabajadores y jóvenes tienen el derecho a una educación pública de alta calidad, acceso a la salud, una pensión y un empleo dignos. Los recursos que pueden asegurar estos derechos tienen que ser obtenidos mediante una redistribución masiva de la riqueza y la expropiación de los enormes bancos y corporaciones que explotan y oprimen a los trabajadores en todo el mundo.

En contra de la militarización de las fronteras y el hostigamiento de inmigrantes, el PSI lucha por las fronteras abiertas: el derecho de todos los trabajadores a vivir en el país que elijan, con derechos de ciudadanía plenos, incluyendo el derecho a trabajar y viajar sin temor a ser deportados o reprimidos.

El PSI urge al desarrollo de la más amplia movilización de trabajadores y jóvenes contra los ataques a inmigrantes, incluyendo protestas, asambleas, movilizaciones de barrio, acciones en los lugares de trabajo para prevenir más deportaciones. Para que la defensa de los derechos de los inmigrantes sea exitosa, tiene que estar conectada con la movilización política de la clase obrera internacional contra la guerra, la desigualdad y el sistema capitalista.

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