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Perspectiva

Se reúne la Asamblea General de la ONU mientras se ciernen las nubes de guerra

El presidente Donald Trump, dio su primer discurso ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en la Ciudad de Nueva York el martes, durante la septuagésima segunda sesión de la Asamblea General, al mismo tiempo en que se ciernen nubes de guerra sobre el mundo.

Una semana antes, el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, advirtió que el recrudecimiento del conflicto en la península coreana se asemejaba a los eventos que precedieron el inicio de la Primera Guerra Mundial hace un siglo, insinuando que el mundo se está deslizando actualmente hacia una tercera guerra mundial nuclear.

El jerarca estadounidense, quien atacó severamente a la ONU durante su campaña electoral, como parte de su programa de “Estados Unidos ante todo” se presentó brevemente en la sede central de la ONU el lunes para un foro sobre “reformar” el organismo internacional. Ahí, comenzó sus declaraciones preparadas, en las que criticó a la ONU por su “burocracia y pobre gestión”, publicitando uno de sus proyectos de bienes raíces, la Trump World Tower al frente del edificio de la ONU, señalando que su proximidad lo ha vuelto más rentable.

Por “reforma”, Trump se refiere a recortar sus gastos. Más temprano este año, oficiales de la Administración Trump sugirieron disminuir a la mitad la contribución estadounidense a la ONU. El mandatario se quejó el lunes de que EUA carga “un peso desproporcionado”, con la contribución anual a la ONU siendo una décima parte de lo que gastó el país el año pasado en su guerra neocolonial de 16 años en Afganistán.

La ONU fue fundada hace 72 años en gran medida por iniciativa de EUA, que emergió de la Segunda Guerra Mundial como la indisputable potencia global. En ese momento, este dominio no estaba basado meramente en su poderío militar, sino, ante todo, en la fuerza industrial sin par del capitalismo estadounidense y el control indiscutible de Wall Street en las cuestiones del capital financiero global.

Se creó la ONU como parte de un sistema mundial diseñado para avanzar la hegemonía imperialista estadounidense que incluía al Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y varias otras alianzas regionales y organizaciones comerciales.

La Carta de las Naciones Unidas incorporó los llamados principios de Núremberg que emergieron de los juicios en la posguerra de los líderes sobrevivientes del Tercer Reich de Hitler, quienes perpetraron “crímenes contra la paz”, es decir, una guerra de agresión, el mayor crimen de guerra. La primera oración de este documento fundacional de la ONU declara que su propósito es “preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra”.

A raíz de las continuas guerras de agresión de Washington durante el último cuarto de siglo, este principio iba quedando reducido a una mera fachada, conforme la burguesía estadounidense se volvía cada vez más dependiente de su superioridad militar para contrarrestar el declive de su posición económica global.

Es mediante la figura de Donald Trump, que el horrendo producto final de este derrumbamiento prolongado del capitalismo estadounidense —reflejado en el auge del parasitismo financiero y la criminalidad del militarismo estadounidense— mostrará su cara en el podio de la Asamblea General el martes. Trump se pronunciará ante el organismo bajo condiciones en las que el imperialismo estadounidense está literalmente apuntando una pistola a la cabeza de la humanidad.

Previo a su discurso en la ONU, sus principales asesores dejaron claro en varias declaraciones que Washington está preparado para hacer valer la amenaza del presidente de librar “fuego y furia en una magnitud que el mundo nunca ha presenciado” contra Corea del Norte. La embajadora estadounidense ante las ONU, Nikki Haley, advirtió en una entrevista por televisión el domingo que “Corea del Norte será destruida” si EUA tiene que “defenderse de cualquier forma a sí mismo o a sus aliados”.

Luego, Haley afirmó que Washington ya ha “agotado todas las cosas que podíamos hacer en el Consejo de Seguridad” de la ONU, añadiendo: “Queríamos ser responsables y emplear todos los métodos diplomáticos para llamarles la atención desde el principio. Si eso no funciona, el general Mattis se encargará de ello”. Su referencia fue al secretario de Defensa, el general James “Perro Rabioso” Mattis, quien ya había amenazado a Corea del Norte con una “aniquilación total”.

El canciller estadounidense, Rex Tillerson, indicó similarmente el domingo que “si fallan todos nuestros esfuerzos diplomáticos… nuestra opción militar va a ser la única que quede”. Más allá, el asesor de seguridad nacional de Trump, el general H. R. McMaster, le preguntaron si el presidente “bombardearía” a Corea del Norte si no abandonan sus armas nucleares, a lo que respondió: “Él ha sido muy claro al respecto, que todas las opciones están sobre la mesa”.

En medio de estas amenazas belicistas, EUA realizaba sus ejercicios militares más incitadores hasta ahora, enviando el lunes a sus aviones bombarderos nucleares B-1B y sus aviones de caza F-35 de sus bases militares en Guam y Japón a lanzar bombas cerca del territorio norcoreano.

Mientras que pone la situación en la península coreana al borde de una confrontación nuclear, Washington ha buscado empeorar las tensiones con Irán con el objeto de provocar una guerra con el país que considera su principal obstáculo regional en procurar la hegemonía de un Oriente Medio abundante en petróleo.

Trump y varios altos funcionarios de su Administración han reiterado en los últimos días que el Gobierno se rehusará a certificar el cumplimiento de Irán de su trato nuclear del 2015 (el Plan de Acción Conjunto y Completo). La fecha límite para que sea enviado al Congreso es el 15 de octubre. Tal negación abriría la puerta a una nueva serie de sanciones unilaterales de EUA contra Teherán, mientras que el predecesor de Trump, Barack Obama, había advertido que la única alternativa a dicho acuerdo es la guerra.

Independientemente del reconocimiento por parte del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) y las otras potencias signatarias de que Irán ha cumplido completamente con las restricciones a su programa nuclear y las invasivas inspecciones del OIEA, los oficiales estadounidenses han insistido que Teherán está infringiendo el “espíritu” del acuerdo. El verdadero significado es que Irán no se ha doblegado ante el indisputable dominio del imperialismo estadounidense en todo Oriente Medio.

Cabe notar que los presidentes de Rusia y China, Vladimir Putin y Xi Jinping, estuvieron ausentes en la apertura de la Asamblea General de la ONU. Si decidieron no viajar hasta Nueva York por no verle mérito alguno a verse cara a cara con Trump o por temor a dejar sus capitales debido al grado de tensiones globales, no se sabe.

La confrontación estadounidense con Corea del Norte viene amarrada con los objetivos estadounidenses más amplios alrededor de dominar la masa continental de Eurasia, considerando a China y a Rusia como obstáculos.

Al mismo tiempo que los aviones de guerra estadounidenses llevaban a cabo provocaciones cerca de la frontera norcoreana, China y Rusia realizaban ejercicios navales fuera del puerto de Vladivostok en la costa oriental rusa, cerca de su frontera con Corea del Norte.

En Europa del Este, Rusia, por un lado, y la OTAN y Suecia —junto con EUA, Francia y otros países—, por el otro, están en medio de juegos de guerra rivales en Bielorrusia, Ucrania y la región báltica, en preparación para una potencial confrontación militar entre las dos mayores potencias nucleares.

Al mismo tiempo, en Siria, tanto las fuerzas gubernamentales, con el apoyo aéreo ruso y el respaldo de milicias alineadas con Irán, como las milicias predominantemente kurdas que respalda EUA han avanzado hasta la estratégica ciudad al este del país de Deir ez-Zor. Han llegado ahí en lados contrarios del río Éufrates, lo que plantea la amenaza de una confrontación que pueda arrastrar a Washington y Moscú.

La Asamblea General de la ONU de esta semana tan sólo recrudecerá el peligro de que alguno o varios de estos focos de conflicto desencadenen una conflagración global. No existe ninguna forma de acabar con las guerras aparte de la remoción del sistema de lucro capitalista que constituye su origen.

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