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La supresión del plebiscito secesionista catalán: Podemos busca su “momento Syriza”

A medida que se avecina la jornada del referéndum sobre la independencia de Cataluña, el 1º de octubre, el partido de pseudoizquierda Podemos ha intensificado sus esfuerzos para presentarse como el partido más capaz de resolver la crisis secesionista sin avivar la oposición social.

Podemos percibe que esta crisis puede convertirse en su “momento Syriza” para ingresar en un Gobierno burgués y salvar el capitalismo español precisamente cuando el temor de la élite gobernante a la protesta y a una revolución social alcanza nuevas alturas.

El domingo, Podemos celebró una “Asamblea por la convivencia” en Zaragoza para discutir y elaborar un manifiesto urgiéndole al Gobierno derechista del Partido Popular (PP) iniciar el diálogo con los secesionistas catalanes, cesar las medidas de excepcionalidad y respetar los principios democráticos para que los Catalanes puedan expresarse. Podemos va a “defender la democracia frente al PP”, declaró el líder del partido Pablo Iglesias.

El Gobierno del PP, con el respaldo del Partido Socialista (PSOE) y Ciudadanos, ha iniciado la mayor operación de seguridad desde el régimen fascista del general Francisco Franco en 1978 a fin de prevenir el referéndum. La policía ha allanado oficinas, decomisado papeletas de voto y afiches, clausurado sitios web y arrestado a oficiales catalanes Miles de policías extra están siendo despachados a la región.

Estas medidas represivas han desencadenado protestas en Barcelona y por todo Cataluña. Como el antisecesionista Lluís Bassets advirtió en un artículo de opinión para El País, “Queda una semana y los augurios no pueden ser más nefastos. Lo peor está por llegar. […] La máquina judicial está en marcha y no hay duda alguna de que arrollará todo lo que encuentre a su paso. La movilización en la calle, de dudoso control, no ha hecho más que empezar, y puede desembocar en un intento de huelga general. Ambas dinámicas convergen en un concepto nefasto de nuestra historia, […] que ahora toma cuerpo con las masas en la calle: la sedición”.

La Asamblea de Convivencia fue atendida por alcaldes, parlamentarios regionales y nacionales y representantes de diez partidos políticos: Izquierda Unida (IU), la cual es encabezada por estalinistas, el Partido Demócrata Europeo Catalán (PDeCAT), Izquierda Republicana de Cataluña (ERC), el Partido Nacionalista Vasco (PNV) y cinco partidos asociados a Podemos (Equo, Mès, Compromís, En Comú Podem, En Marea).

El manifiesto firmado por los participantes llama “al Gobierno del Estado a dialogar con la Generalitat [el Gobierno regional catalán] y con el conjunto de actores políticos para buscar soluciones políticas democráticas al conflicto en Catalunya, unas soluciones que permitan a la ciudadanía catalana decidir su futuro en un referéndum acordado con el Estado”.

Luego añade que el Gobierno español “cese en su política de excepcionalidad y de represión, pues esta política amenaza las libertades fundamentales constitutivas de la democracia. El gobierno no debe impedir que el 1 de octubre los ciudadanos catalanes se expresen como consideren”.

El manifiesto omite deliberadamente cualquier garantía de respaldar el resultado del plebiscito, de llegar a llevarse a cabo. Los dirigentes catalanes han amenazado con declarar la región independiente si la mayoría de votos es a favor de la independencia, sin importar la afluencia de votantes. En cambio, la posición de Podemos, que se opone al independentismo y defiende inflexiblemente la unidad del Estado español y sus intereses geopolíticos alrededor del mundo, es que el referéndum es tan solo una “movilización” y no tiene vigencia legal como lo alegan sus organizadores.

El tema central de la conferencia fue un llamamiento al PSOE a dejar de apoyar la represión del PP por temor a que fortalezca a los separatistas y socave España.

La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, urgió al secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, y a su partido a respaldar un referéndum negociado en vez de “aliarse con un PP bunkerizado”.

Por su parte, Antonio Maíllo de Izquierda Unida manifestó: “El PSOE debe decidir si quiere incorporarse al bloque reaccionario o a este bloque por la fraternidad”.

El líder de Podemos Pablo Iglesias declaró, “Necesitamos que el Partido Socialista encuentre su camino lejos del carril reaccionario y autoritario del PP. Compañero [Pedro] Sánchez, no caigas en la trampa de un frente con el PP, que la ruta de la destrucción de la democracia y de España como proyecto colectivo”.

La absurda petición de Iglesias a su “compañero” Sánchez tiene la intención de generar ilusiones en el PSOE, alrededor del cual Podemos ha juntado sus esperanzas de llegar al poder en un “Gobierno del cambio”. Sánchez, quien fue derrocado como secretario general en octubre por no aceptar abstenerse en el voto legislativo y permitir así que el PP formara un nuevo Gobierno, quedó reelecto este año. Durante su campaña, Sánchez, quien no tiene ninguna diferencia programática con aquellos que conspiraron en su contra, se presentó como un disidente regenerado del partido que debió haber hecho más para alcanzar un acuerdo con Podemos.

Es virtualmente imposible distinguir entre Podemos y el PSOE en términos de su programa pro-capitalista y su política exterior imperialista. Desde su fundación hace tres años, se ha promovido diligentemente como un partido capaz de servir a la burguesía. Se basó en el modelo de Syriza en Grecia, el cual llegó al poder en el 2015 frente a una ola de militancia obrera gracia a su promesa de oponerse a los dictados de austeridad de la Unión Europea. Una vez ahí, Syriza traicionó el mandato que recibió de oposición a la austeridad e impuso un programa de recortes y privatizaciones incluso más draconiano que el que estaban intentando implementar sus predecesores de derecha.

Podemos ya ha demostrado en la práctica que está siguiendo el mismo camino. En las administraciones locales que controla o respalda, han impuesto austeridad, suprimido huelgas y apoyado medidas policiales contra los migrantes. El mes pasado Podemos formó una Gobierno regional en una coalición con el PSOE en Castilla-La Mancha con el objeto de poder pasar el presupuesto. Este acuerdo es visto como un modelo a seguir en el resto del país.

La apelación de Podemos tiene como fin la eventual creación de un “Gobierno de izquierdas” PSOE-Podemos que esté en una mejor posición para estabilizar España cuando el PP se haya desacreditado con sus políticas de Estado policial. Tal senda requiere que Podemos y el PSOE, apoyados por los nacionalistas y secesionistas, se traigan abajo el Gobierno minoritario del PP por medio de un voto de no confianza en el Parlamento.

Hasta ahora, el PSOE ha rechazado las pretensiones de Iglesias. Es uno de los partidos principales de la era post-Franco, refundado en los años setenta bajo la dirección de Felipe González. En las cuatro décadas desde entonces, el PSOE ha implementado políticas militaristas y de libre mercado. Es un partido que se ha encargado de tomar las decisiones más importantes en nombre de la burguesía española, incluyendo introducir a España en la Unión Europea, la OTAN y la eurozona y asestar la primera ronda de golpes contra la clase obrera después de la crisis del 2008 en la forma de privatizaciones, reformas de trabajo y pensiones, medidas propiciando la desindustrialización y ataques contra los derechos democráticos.

No es de sorprenderse que el PSOE se haya alineado hasta ahora con el PP para prevenir que España pierda una quinta parte de su producto interno bruto y una cuarta parte de sus exportaciones a manos nacionalistas catalanas.

Esto podría cambiar, dado que la perspectiva de Podemos cuenta con el apoyo de amplias secciones de la prensa internacional que representan a distintas facciones de las élites gobernantes. Al igual que Podemos, la mayoría culpa al Gobierno español por su intransigencia, señalando que el PP del primer ministro Mariano Rajoy debería poder llegar a un acuerdo con los nacionalistas catalanes.

El editorial del viernes pasado en el diario británico Guardian acusó a Rajoy por ser “ajeno a los sentimientos públicos en Cataluña”, advirtiendo que, “si no se hace nada para llegar a un compromiso, un choque de trenes políticos amenaza al mayor Estado miembro meridional de la UE”. El artículo concluye llamando a Madrid y Barcelona a “comenzar el diálogo”.

El estadounidense New York Times hizo eco de la advertencia. “Conforme se acerca la fecha del referéndum, el Sr. Rajoy, quien encabeza un Gobierno minoritario, está bajo una presión cada vez mayor en Madrid para explicar cómo es que el conflicto de una posible secesión catalana se salió de control”.

En Alemania, un titular en Der Tagesspiegel denuncia: “Madrid alimenta el conflicto con los catalanes”.

Tales posturas reflejan un recrudecimiento del temor entre las clases dirigentes internacionales de que el conflicto entre Madrid y Barcelona desate una crisis que llegue a engullir rápidamente a toda España, la cuarta economía más grande de la eurozona y un miembro clave de la OTAN, e incluso a toda la Unión Europea.

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