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Perspectiva

El nuevo mccarthismo y la supresión del disentimiento político

Las cazas de brujas mccarthistas de los años cincuenta son vistas por todas las personas pensantes como uno de los episodios más atroces de la historia de EUA. El término “mccarthismo” o “macartismo” es sinónimo de falsas acusaciones, hostigamiento y difamación en servicio de los objetivos políticos más reaccionarios.

Siete décadas después, un nuevo periodo de cazas de brujas políticas ha comenzado y está siendo encabezado por el Partido Demócrata y los medios de comunicación asociados con este, el New York Times y el Washington Post. El disentimiento político está siendo equiparado con traición. La infame pregunta de los mccarthistas, “¿Es o alguna vez ha sido miembro del Partido Comunista?”, está siendo revitalizada con una vuelta de tuerca a, “¿Es o alguna vez ha sido crítico del Gobierno estadounidense?”. Si la respuesta es “sí”, esto equivale a una admisión de ser un títere, sino agente, de Rusia y del diabólico Vladimir Putin.

Las acusaciones de “noticias falsas” y “teorías conspirativas” no cambian que este nuevo mccarthismo sea en sí una de las mayores teorías conspirativas basadas en noticias falsas jamás desarrollada. Comenzó con el argumento de que Hillary Clinton perdió las elecciones presidenciales del 2016 debido a la intervención del Gobierno ruso. Estas acusaciones, las cuales se han continuado acumulando desde la votación, han alcanzado una nueva etapa, con artículos prácticamente diarios en el Times y el Post que buscan atribuir la oposición social y política dentro de EUA a las repugnantes operaciones de Vladimir Putin.

“Las personas familiarizadas con la campaña encubierta de influencia”, escribió el Post el lunes pasado, dicen que Rusia buscó promover, “grupos de derechos afroamericanos, incluyendo Black Lives Matter”. Los agentes rusos también ayudaron que “los jugadores de la NFL que no se ponen de pie durante el himno nacional” recibieran más publicidad, diseminando etiquetas en redes sociales como “#boycottnfl” (boicot de la NFL) o “#takeaknee” (arrodíllense) declaró el Times este jueves.

El Post trazó líneas entre hoy día y las acusaciones del FBI y otras agencias de inteligencia de que el movimiento por los derechos civiles de los años sesenta no fue una expresión de reclamos sociales, sino el resultado de las actividades de espías y agitadores comunistas. “En gran medida como los anuncios en línea descubiertos por Facebook”, según el Post, “los mensajes divulgados por operativos de la era soviética buscaban aparentar que fueron escritos por activistas políticos fidedignos en Estados Unidos, encubriendo así el involucramiento de una potencia extranjera y adversaria”.

Al igual que con las acusaciones de “ciberataques” rusos contra las cuentas de correo electrónico del Partido Demócrata, esto no está siendo respaldado por evidencia sólida alguna. Por consiguiente, líderes políticos están exigiendo cada vez más desesperadamente que las compañías de redes sociales produzcan una documentación de acusaciones y aseveraciones extremadamente disparatadas.

Como parte de esta nueva cacería de brujas, el papel de Joe McCarthy lo tomó el senador Mark Warner de Virginia, el senador más pudiente del país y un líder demócrata del influyente Comité de Inteligencia del Senado. Es concebible que sea el político que más sirva el rol de portavoz para la Agencia Central de Inteligencia o CIA.

En medio de un bombardeo de propaganda mediática, Warner ha estado presionando a los ejecutivos de las empresas tecnológicas para que se sumen a la campaña para censurar el Internet.

Su último converso es el CEO de Facebook, Mark Zuckerberg, quien emitió una disculpa por haber expresado escepticismo. “Después de las elecciones”, escribió Zuckerberg, “hice un comentario sobre que pensaba que la idea de que desinformación en Facebook había cambiado el resultado de las elecciones era una idea loca. Haber llamado esto loco fue displicente y me arrepiento de ello”.

Zuckerberg cambió de parecer después de que lo visitara personalmente Warner en las sedes centrales de Facebook. No es difícil imaginar el tipo de amenazas hechas por el senador, fuertemente ligado a la CIA, para obligar a Zuckerberg a retractarse. Después de la visita, Facebook produjo una lista de tres mil cuentas, que según la compañía hicieron compras de cien mil dólares para “sembrar discordia” durante las elecciones.

Cuando Warner le entregó esta información a Twitter, exigiéndoles que la corroboraran, esta compañía reportó que ninguna de las 450 cuentas que le compartió Facebook realizó algún tipo de publicidad en su red social.

Twitter sí proveyó datos sobre los anuncios de Russia Today (RT) que, para comenzar, ya “eran públicos” dada la “naturaleza abierta de la plataforma de Twitter”. Concluyó en su indagación que “estas campañas iban dirigidas a seguidores de los medios convencionales y principalmente promovieron tuits de RT sobre noticias”. El jueves, Warner denunció que los ejecutivos en Twitter no le hayan dado lo que él pedía, declarando que sus declaraciones fueron “profundamente desilusionantes” e “inadecuadas en casi todo sentido”.

Warner luego amenazó con citar a los ejecutivos de Twitter a declarar ante una audiencia sobre la presunta intervención rusa en las elecciones del 2016, algo que ni los ejecutivos responsables por el desplome del mercado bursátil en el 2008 ni los agentes de inteligencia que hicieron caso omiso a la participación de Arabia Saudita en los atentados del 11 de setiembre tuvieron que hacer.

Incluso si se concediera que las supuestas compras de anuncios por parte de Rusia son reales, la idea de que cien mil dólares le consiguieron la victoria a Trump es irrisoria, eso es, si las implicaciones de estas acusaciones infundadas no fuesen tan serias.

Todo esto tiene como objetivo sentar las bases políticas y legales para la represión en EUA. La burguesía no está preocupada ni por Vladimir Putin ni Donald Trump, sino el surgimiento de oposición social y política en el país. De hecho, la caza de brujas bajo la dirección de Warner está sucediendo mientras los demócratas colaboran con Trump, el supuesto beneficiario de la “intromisión” rusa, en una amplia gama de temas legislativos.

Estados Unidos es un gran barril de pólvora en términos sociales. Los demócratas están intentando crear la “narrativa” que la ira social no es el resultado de los niveles sin precedentes de desigualdad social y violencia policial, ni las interminables guerras, sino de “noticias falsas” divulgadas por la Inteligencia rusa. Aquellas organizaciones e individuos que osen criticar las políticas del Gobierno son, de acuerdo con esta lógica, agentes contratados por “enemigos” extranjeros.

Cabe notar que la campaña de Warner sobre el papel de las redes sociales y plataformas de Internet en la promoción de “noticias falsas” ha dejado a Google por fuera. Como el World Socialist Web Site lo ha documentado, Google adoptó nuevos algoritmos más temprano este año con el objeto de suprimir publicaciones de izquierda y socialistas, por encima el mismo WSWS.

Desde que anunció sus cambios para relegar “puntos de vista alternativos” en nombre de promover “fuentes de autoridad”, Google ha eliminado casi 55 por ciento del tráfico de búsquedas de trece páginas web de izquierda, progresistas y de oposición a la guerra. La presión sobre Facebook y Twitter también tiene como fin asegurar que adopten e implemente medidas así de severas.

El nuevo mccarthismo constituye una amenaza enorme. Están bajo ataque derechos democráticos fundamentales. Esta campaña tiene que ser combatida. Internacionalmente, se están llevando a cabo esfuerzos similares, con los gobiernos europeos buscando imponer restricciones severas al funcionamiento de las redes sociales. Se tienen que organizar protestas para exigir que la censura del Internet y las cacerías de brujas contra el disentimiento político se detengan. El World Socialist Web Site se compromete a oponerse y exponer a los canallas políticos que están encabezando esta campaña.

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