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Puerto Rico enfrenta catástrofe de salud mientrás Trump tuiteó “Hemos hecho un gran trabajo”

En anticipación a su visita programada para el martes a la isla, el presidente Donald Trump publicó un torrente de tuits a lo largo del fin de semana, desde su lujoso resort de golf en Bedminster, Nueva Jersey, esencialmente culpando a los puertorriqueños por el sufrimiento que viven.

Después de que la alcaldesa de San Juan, Carmen Yulín Cruz criticara la respuesta del Gobierno —comparándola con condiciones en el territorio estadounidense “cercanas a la de un genocidio—, Trump tachó toda crítica como “noticias falsas” y atacó el “mal liderazgo” de Cruz.

“Quieren que todo se haga por ellos cuando debería ser un esfuerzo comunitario”, tuiteó Trump el sábado, tipificando el desdeño de la oligarquía financiera estadounidense hacia los 3,4 millones de personas en la isla. Para Wall Street, las necesidades básicas como agua, electricidad, conexiones de celular, gasolina, entre otras, son una interrupción indeseada a su extracción de pagos de la deuda puertorriqueña.

El presidente escaló sus ataques el domingo, criticando a los “ingratos políticamente motivados” mientras insistió en que, “Hemos hecho un gran trabajo”. Luego, escribió falsamente que todos los edificios han sido inspeccionados, a pesar de que varias comunidades, especialmente en zonas rurales y montañosas, permanecen fuera del alcance de los rescatistas, ni hablar de los inspectores de edificios.

Imitando a Trump, el corresponsal derechista de Fox News, Geraldo Rivera, confrontó a la alcaldesa Cruz el domingo en la mañana, declarando cínicamente, “No veo gente muriéndose”.

Todo indica que los oficiales están reportando una menor cifra de muertos, actualmente de 16, que la verdadera. El Centro de Periodismo Investigativo contactó varios hospitales y el Instituto de Ciencia Forense, descubriendo que docenas y tal vez cientos de cuerpos están acumulándose y no están siendo reportados.

Incluyendo a los 1500 efectivos de la Guardia Nacional en Puerto Rico, el total de militares desplegados sobrepasa los 6400, según reportó el director para el Caribe de la agencia federal de emergencias FEMA, por sus siglas en inglés. Once días después del huracán, FEMA ha recibido 63,000 reportes de daños, indicó De la Campa, añadiendo que apenas $21 millones han sido aprobados para la “respuesta inicial” por medio del programa de infraestructura de FEMA.

Además, alrededor de 3000 obstrucciones en las calles están bloqueando la mitad de todas las carreteras. De los 69 hospitales, sólo uno funciona plenamente y otros 55 parcialmente. Menos del 5 por ciento de la red eléctrica está activa. Pese a que la mitad de los supermercados ya abrieron, se están quedando sin comida, mientras que los cajeros automáticos y las tarjetas de crédito son en gran parte inservibles.

Ricardo Ramos, el director ejecutivo de la Autoridad de Energía Eléctrica estatal AEE, dijo que sólo el tres por ciento de la red ha sido restaurado, reconociendo que el apagón en toda la isla está relacionado con las décadas de austeridad y, más recientemente, por las decisiones de la Junta de Supervisión y Administración Financiera, que preside las finanzas de Puerto Rico en nombre de Wall Street.

“Nuestras plantas son muy anticuadas. Nuestra capacidad generadora es muy vieja y diseñada para otra época. Parte de nuestro plan fiscal era construirla con mayor resistencia para el golpe de tormentas. Fue rechazado [por la Junta de Supervisión Fiscal]; no iba a ser, evidentemente”, declaró Ramos. Debido a las medidas de austeridad, 4500 trabajadores eléctricos han sido despedidos desde el 2012. “Ellos son los que se necesitan más urgentemente ahora”, dijo el director del AEE.

Las autoridades también han indicado que las ciudades de Isabela y Quebradillas todavía deberán ser evacuadas por el peligro que representa el colapso de la represa Gauajataca, cuya fisura se está expandiendo de dos a cuatro pulgadas por día. Se programaron reparaciones comenzando el lunes.

Incluso en las zonas donde se reporta el servicio del agua como disponible, es intermitente. Por ejemplo, las bombas del Superacueducto que lleva agua al norte de la isla continúa quedándose sin combustible, cortando el agua.

El director ejecutivo de la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados (AAA), Elí Diaz, indicó que el problema sería resuelto el mismo fin de semana, después de que se llegó a un “acuerdo” con FEMA. Tales “acuerdos” subrayan el carácter anárquico de los esfuerzos de auxilio, que sigue dependiendo de una base con fines de lucro. La disponibilidad de combustible y energía para el agua, los hospitales y otra infraestructura crítica depende de la habilidad de FEMA para firmar contratos con proveedores privados de diésel y gasolina.

El decano de la Escuela de Salud Pública de la Universidad Internacional de Miami, Tomás Guilarte, advirtió en un artículo para el Miami Herald que la falta de energía significaba que los sistemas de cloacas están fallando. “Esto conlleva a infecciones bacteriales —como el cólera, la disentería, E. coli, tifoidea— que pueden ser desastrosas. Los tratamientos típicos, como las vacunas contra el tétano o antibióticos fuertes, no están inmediatamente disponibles en la isla, donde los suministros médicos se están acabando”.

Las enfermedades transmitidas por medio de mosquitos como el dengue y otras como conjuntivitis están mostrando brotes, de acuerdo a un reporte el jueves por el Washington Post, que también indicó que miles no están recibiendo tratamientos urgentes y han tenido cirugías críticas aplazadas.

La advertencia de una epidemia del cólera pone en un plano alarmante el grado de devastación de la infraestructura, tomando en cuenta que Puerto Rico no ha sufrido tal brote desde la década de 1850.

Guilarte también advirtió acerca de los graves peligros de la exposición a químicos y contaminantes por el desastre, ya que Puerto Rico tiene 18 sitios Superfund abiertos y 6 cerrados, descritos como áreas donde “el mal manejo de la contaminación amenaza la salud humana y el ambiente”.

En el 2014, el Plan de implementación de la adaptación al cambio climático de la Agencia de Protección Ambiental estadounidense (EPA, siglas en inglés) les advertía a los equipos de limpieza de los sitios Superfund explícitamente prepararse para “un aumento en la intensidad de los huracanes” como parte de la protección de la población ante filtraciones tóxicas. Estas advertencias no sólo no previnieron que 13 de estos sitios se inundaran en Texas y derramaran químicos tras el paso del huracán Harvey, sino que el presidente Trump eliminó el reporte en sí del sitio web de la EPA después de su inauguración.

Un portavoz de la EPA anunció la semana pasada que estaba alistando equipos para evaluar los sitios Superfund de la isla, las zonas petroleras y otras instalaciones reguladas. Juan Declet-Barreto de la organización Union of Concerned Scientists advirtió que las toxinas, “empeorarán lo que va a ser sin lugar a dudas una crisis de salud pública”.

Un estudio del 2013 realizado por el Consejo de Cambio Climático de Puerto Rico reportó que el drenaje natural para las tormentas estaba siendo dañado por proyectos inmuebles, particularmente en las ciudades. Notó, además, que la mitad de la población vivía en áreas susceptibles a derrumbes, mientras que “la tasa relativamente alta de pobreza aumenta la vulnerabilidad social y económica de la isla ante el impacto del cambio climático”. Casi la mitad de la población vive bajo la línea oficial de la pobreza.

Un informe del Congreso estadounidense del año pasado encontró que más de la mitad de los vertederos de basura de Puerto Rico no cumplían con los reglamentos de la EPA. Más allá, InsideClimateNews reporta que una pila de ceniza de carbón de cinco pisos de altura, la cual se encuentra cerca de la empobrecida ciudad de Guayama, podría constituir la mayor preocupación de todas, un riesgo que el asesor de la EPA, Michael Dorsey, ya comparó con el agua contaminada de Flint, Michigan.

El gobernador Rosselló indicó que dos regiones de la isla todavía tienen “comunidades desconectadas”. Eliván Martínez, periodista del Centro de Periodismo Investigativo, reportó desde Guaonico, una de las comunidades todavía aisladas del municipio de Utuado, cuyos residentes están consiguiendo agua de un riachuelo cercano y buscando comida en el bosque. “Las montañas cerca de mi casa se derritieron… Hemos vuelto a los tiempos antiguos de bañarnos en el río con el agua turbia. Aquí el orgullo del ser humano se cae”, le comentó el vecino de la zona Edgardo Matías.

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