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Perspectiva

Washington utiliza la muerte de los boinas verdes para escalar su intervención en África

Más de tres semanas después de que cuatro soldados de Operaciones Especiales murieran en combate en Níger, el Pentágono todavía no ha ofrecido una explicación coherente de qué llevó a esta debacle militar.

En combinación con el silencio inicial del presidente Donald Trump sobre las muertes, el cual fue seguido por un debate público repugnante con la viuda de uno de los soldados fallecidos, el incidente ha puesto en foco la rápida acumulación militar de Estados Unidos en África, la cual se ha llevado a cabo detrás de las espaldas del pueblo estadounidense, sin debate alguno ni mucho menos la autorización del Congreso.

La Administración Trump siquiera ha intentado venderle esta creciente operación militar al pueblo estadounidense, llevándola a cabo bajo la desgastada frase de la “guerra contra el terrorismo”.

Mientras tanto, los dirigentes del Senado estadounidense, incluyendo al líder demócrata de la minoría, Chuck Schumer, han afirmado, más allá de lo improbable que parezca, que no sabían nada acerca de las mil tropas de Operaciones Especiales o “boinas verdes” que se encuentran desplegadas en Níger y sus fronteras.

El mismo Trump dio una declaración enteramente creíble acerca de su propia ignorancia sobre de lo que ocurre en África. Cuando varios reporteros le preguntaron en el patio de la Casa Blanca si había autorizado la misión en Níger, respondió que no, y añadió tontamente: “Tengo generales que son generales estupendos. Estos son luchadores grandiosos; son guerreros. Les he dado la autorización de hacer lo correcto para que venzamos”.

Mientras que los dirigentes políticos dicen que no sabían nada al respecto y el público general fue dejado completamente a oscuras sobre la participación de tropas estadounidenses en combates en África, ni hablar del porqué están ahí, el Pentágono está definiendo la política de EUA. Además, está maniobrando para utilizar el incidente del 4 de octubre en Níger para empujar una escalada cualitativa de la intervención estadounidense.

Un artículo en el USA Today del jueves ejemplifica este proceso, siendo evidentemente plantado ahí por las mismas fuentes de la información presentada, oficiales anónimos del Pentágono. “Los esfuerzos estadounidenses de contraterrorismo probablemente se enfocarán más en África ahora que el llamado Estado Islámico ha sido expulsado de su capital de facto de la ciudad siria de Raqqa”, indica.

Este mensaje fue repetido el mismo día por los miembros de la Comisión de Servicios Armados del Senado después de recibir un comunicado a puerta cerrada de parte de líderes militares. Tanto los senadores republicanos como los demócratas salieron de la reunión hablando sobre un “aumento en la amenaza terrorista” en África y la necesidad de dotar al ejército estadounidense con mayores recursos.

Específicamente, el ejército busca un pronto despliegue de drones armados Reaper en Níger para librar una campaña de asesinatos y masacres en la región del Sahel de África Occidental.

El imperialismo estadounidense se está preparando para infligir en África una carnicería de la misma magnitud que la de Oriente Medio, donde el número de víctimas mortales y heridos ronda los millones, la cifra de desplazados las decenas de millones, mientras que han quedado sociedades enteras destruidas.

Esta nueva etapa de erupción global del militarismo estadounidense ha sido preparada mediante un crecimiento extraordinario y, en gran medida, secreto de AFRICOM, el comando regional militar de Estados Unidos establecido por el Gobierno de Bush en el 2007 y expandido agresivamente bajo Obama. Hoy día, alrededor de 6000 tropas estadounidenses se encuentran estacionadas en 24 naciones africanas realizando 3500 ejercicios por año, según los datos del propio AFRICOM.

Dicho comando tomó por primera vez sangre de verdad en la intervención de EUA y la OTAN para derrocar al régimen del coronel Muamar Gadafi en el 2011 en Libia, cobrando la vida de alrededor de 80 000 libios y dejando a la sociedad entera, seis años después, aún en ruinas. La guerra de cambio de régimen en Libia desestabilizó a toda la región, alimentando conflictos antiguos entre los tuaregs y los Gobiernos de Mali y Níger y fortaleciendo a los movimientos islamistas, los cuales fueron armados y apoyados por EUA y sus aliados para servir como fuerzas terrestres indirectas contra Gadafi.

Como sucedió en Afganistán, Irak, Siria y otras partes, los llamados terroristas, quienes supuestamente son el blanco de los despliegues estadounidenses, son en realidad herramientas directas o productos de las guerras de agresión y cambio de régimen del propio imperialismo norteamericano. De esta manera, crean pretextos para intervenciones nuevas y más sangrientas.

Sin embargo, detrás yacen los intereses geoestratégicos del imperialismo estadounidense, detallados sin escrúpulos en una declaración que dio el comandante de AFRICOM, el general Thomas Waldhauser este año:

“Así como EUA persigue sus intereses geoestratégicos en África, sus competidores internacionales, incluyendo a China y Rusia, están haciendo lo mismo. Sea en el ámbito comercial, la explotación de recursos naturales o la venta de armas, continuamos viendo a competidores internacionales relacionarse con socios africanos de una forma contraria a las normas internacionales de transparencia y buena gobernanza. Estos competidores debilitan la habilidad de nuestros socios de gobernar y, en última instancia, obstaculizan la estabilidad y el crecimiento económico de largo plazo de África, y socavarán y disminuirán la influencia de EUA —un mensaje que tendremos que seguir compartiendo con nuestros socios—”.

La invocación de las “normas internaciones de transparencia y buena gobernanza” por un alto oficial militar de un régimen en Washington controlado por los militares que libra guerras detrás de las espaldas del pueblo estadounidense y conspira con derrocar cualquier Gobierno que se cruce en el camino es algo, por supuesto, sumamente ridículo. Pero, la noción del general es clara.

La rápida expansión de AFRICOM y el giro de la “guerra contra el terrorismo” hacia África van dirigidos en primer lugar a contrarrestar el aumento de la influencia de China en el continente y constituyen una de las expresiones más claras de la marcha global del imperialismo estadounidense para detener el declive de su influencia económica por medio de la fuerza armada.

China aventajó a Estados Unidos como el principal socio comercial del continente en el 2009, permaneciendo al frente desde entonces. El comercio entre China y África se ha multiplicado más de veinte veces, de tan sólo $10 000 millones en el año 2000 a $220 000 millones en el 2014. En el 2015, el presidente de China, Xi Jinping anunció la inversión de $60 000 millones en proyectos de infraestructura africana para los próximos tres años. Sin poder competir con China económicamente y desesperado por nuevas fuentes de ingresos, el imperialismo estadounidense está recurriendo a su poderío militar.

Dos veces en el siglo XX, África fue el campo de batalla de conflictos encarnizados entre las principales potencias imperialistas que competían por el control de colonias, mercados, fuentes de materia prima y mano de obra. En el periodo anterior a la Primera Guerra Mundial, Alemania buscó abrirse campo como una potencia mundial a costas de los colonialistas británicos, franceses y belgas. Se estima que un millón de personas murieron en África Occidental como resultado de la guerra.

En la Segunda Guerra Mundial, las tropas de los Aliados y del Eje sufrieron más de 400 000 bajas en las batallas del Norte de África, mientras que más de un millón de tropas africanas fueron enviadas a luchar en nombre de sus opresores coloniales europeos.

No es sólo Estados Unidos el que está enviando su ejército a una nueva repartición de África, sino que también lo hacen los viejos colonialistas europeos. Francia ha desplegado alrededor de 4000 tropas a sus excolonias en la región del Sahel, que incluyen a Burkina Faso, Chad, Mali, Mauritania y Níger. Mientras tanto, alrededor de tres cuartos de siglo después de que los Afrika Korps del general Erwin Rommel, Alemania ha movilizado alrededor de 1000 tropas a Mali, un componente importante del resurgimiento del militarismo alemán.

La crisis del imperialismo mundial y, sobre todo, del sistema capitalista estadounidense atenta con convertir a África nuevamente en el escenario de sangrientas luchas globales.

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