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Ante una oposición demócrata simbólica

El Congreso aprueba recorte fiscal que disparará los ingresos de las corporaciones y los ricos

La aprobación en el Congreso de la legislación del Gobierno de Trump que disminuye $1,5 billones de los impuestos sobre las corporaciones y los ricos marca el comienzo de una nueva etapa en las décadas de contrarrevolución social en Estados Unidos. Ahondará todavía más la desigualdad en el país avanzado más desigual y arraigará más el dominio de una imprudente oligarquía financiera ajena a cualquier rendición de cuentas.

A tempranas horas el miércoles, el Senado votó a favor del proyecto de ley a lo largo de líneas partidarias, 51 a 48, después de un superficial y acortado debate. El mismo día, la Cámara de Representantes también lo aprobó 224 votos a 203, incluyendo a 12 republicanos que se unieron a los 191 demócratas que lo rechazaron. La mayoría de estos votos en contra de los republicanos vinieron de estados con altas tasas de impuestos, como California, Nueva York y Nueva Jersey, que serán golpeados por las provisiones que limitan las deducciones de impuestos federales sobre la renta para los cobros de impuestos del estado y a nivel local.

La legislación está diseñada para llevar a cabo una transferencia de la riqueza de la clase trabajadora a la élite gobernante. Al mismo tiempo, aumentará dramáticamente los déficits presupuestarios y la deuda nacional, lo que se utilizará como pretexto para atacar los programas nacionales, particularmente aquellos con garantías básicas como los seguros médicos públicos, Medicare y Medicaid, y el programa de pensiones del seguro social.

Los congresistas republicanos apresuraron su aprobación en cara a múltiples encuestas de opinión que muestran que la mayoría de los estadounidenses se opone al proyecto de ley y que la oposición popular ha aumentado en el último mes. Una serie de análisis no partidistas sobre la medida tributaria, incluyendo de varias agencias legislativas, han concluido que los recortes fiscales beneficiarán primordialmente al 10 por ciento más pudiente y que, en una década, la mayoría de los estadounidenses verá un aumento en sus impuestos.

La parte principal de la legislación es una reducción permanente en la tasa del impuesto a las empresas del 35 al 21 por ciento. Se estima que esto aumentará los ingresos corporativos más de $6 billones en la próxima década.

Otras provisiones proempresariales incluyen la eliminación del impuesto alternativo mínimo sobre las empresas y una reducción del 20 por ciento las tasas sobre los ingresos de las entidades de “flujo directo” (en las que los ingresos se contabilizan directamente para sus dueños), como las corporaciones “S” o las sociedades de personas. En el último momento posible, fueron añadidos a la lista de firmas de “flujo directo” a los desarrolladores de bienes raíces, lo que beneficia mucho a Trump personalmente.

En términos de ingresos personales, el proyecto de ley reduce la mayor tasa sobre la renta de 39,6 por ciento a 37 porciento, también reduce el impuesto alternativo mínimo de personas y duplica la exención del impuesto sobre herencias a $22 millones para parejas casadas.

Incluye dos disposiciones que reducen los impuestos de forma moderada para los hogares de ingreso medio: duplicando tanto la deducción estándar y el crédito fiscal por hijos. Sin embargo, estas medidas son en gran parte contrarrestadas por la eliminación o reducción de otras deducciones fiscales, como de los intereses de las hipotecas o de los impuestos estatales y locales.

Además, reemplaza el Índice de Precios al Consumidor por un índice “encadenado” que subestima la tasa inflacionaria. Por ende, los contribuyentes de impuestos serán calificados en niveles de renta mayores y muchos hogares empobrecidos no serán calificados para recibir créditos fiscales.

El proyecto de ley también pone fin al requisito de Obamacare para individuos no cubiertos de tener que pagar un seguro médico privado, en muchos casos con la ayuda de subsidios gubernamentales. Según la Oficina de Presupuesto del Congreso, trece millones de personas más se quedarán sin un seguro médico para el 2027, mientras que las primas de los seguros en el mercado individual aumentarán 10 por ciento anualmente.

Todas las exenciones tributarias individuales expiran al finalizar el año 2025, lo que significa que millones de personas enfrentarán aumentos súbitos en sus impuestos en el 2026.

En el primer año de esta “reforma” fiscal, los contribuyentes de ingresos medios verán un recorte de menos de $1000, mientras que el miembro promedio del 1 por ciento recibirá un recorte de $51 140.

Según varios análisis no partidistas, para el 2027, el 83 por ciento de los beneficios fiscales irán al uno por ciento más rico, mientras que el 53 por ciento de la población, incluyendo a todos los que ganen menos de $75 000 al año, pagarán más impuestos.

Una legislación con un alcance tan grande y que impactará todas las secciones de la sociedad estadounidense, ha sido empujada a través del Congreso en menos de siete semanas, sin siquiera una audiencia legislativa. Trump y los republicanos han buscado vendérsela a un público sumamente escéptico por medio de mentiras descaradas, como insistiendo en que le están recortando los impuestos a las empresas para ayudarle a “la laboriosa clase media”.

Por su parte, los demócratas no han hecho nada para oponerse seriamente a una legislación tan abiertamente clasista. Ellos mismos promovieron la imposición de un profundo recorte en los impuestos empresariales y se dedicaron a rogarles a los republicanos a ser incluidos en las negociaciones del plan.

El proceso en su conjunto ha sido una burla de los procedimientos democráticos, exponiendo el fraude de la democracia estadounidense y subrayando el hecho fundamental de que EUA es gobernado por una oligarquía que controla el sistema político y los dos partidos principales. Quería el dinero y estaba preparada para hacer lo que fuera necesario para conseguirlo.

Se espera que Trump promulgue la ley en los próximos días, a pesar de que hay reportes que indican que podría esperar hasta después de Año Nuevo. Les dijo a reporteros en la Casa Blanca que, cuando lo firme, “este proyecto de ley significará un salario neto más grande. Será un regalo de Navidad increíble para los estadounidenses que se empeñan”.

En una muestra de celebración con los legisladores republicanos, declaró luego que la legislación “¡se traducirá en empleos, empleos, empleos!”.

En realidad, no creará más empleos con salarios dignos ni mejoras salariales que las “reformas” fiscales previas durante las últimas tres décadas y media. Los recortes bajo Reagan en 1981 y 1986, el recorte de impuestos sobre las ganancias del capital en 1997 bajo Bill Clinton y la “reforma” fiscal de George W. Bush en el 2001 todas fueron parte de una ofensiva burguesa contra el proletariado, que también ha incluido ataques amplios contra los salarios, los puestos de trabajo, las pensiones, la educación, el acceso a la salud, vivienda y otros beneficios sociales.

Los cambios regresivos en tributación han desempeñado un papel importante en la configuración de una redistribución de riqueza de los pobres a los ricos que ha disparado los niveles de desigualdad social en el país a sus niveles más altos desde los años veinte. El Reporte Mundial de la Desigualdad publicado la semana pasada por un grupo de economistas liderado por Thomas Piketty, Emmanuel Saez y Gabriel Zucman notó que desde 1980, el 1 por ciento más rico y el 50 por ciento más pobre de EUA han prácticamente cambiado de posición. Mientras que la mitad inferior recibía el 20 por ciento del ingreso nacional en 1980, esta proporción cayó a 13 por ciento en el 2016. En el mismo periodo, la tajada en el ingreso nacional del 1 por ciento más rico pasó del 10 al 20 por ciento.

El reporte advierte que el plan fiscal republicano “turbocargará” otro fuerte aumento en la desigualdad estadounidense.

El Partido Demócrata ha sido cómplice de esta contrarrevolución social de la misma forma que los republicanos. Los recortes impositivos de Reagan fueron acuerdos bipartidistas, mientras que la reducción impuesta bajo Bush en el 2001 contó con el apoyo de un segmento importante de los legisladores demócratas.

Si bien ahora los demócratas denuncian verbalmente la medida y votaron todos en contra, lo hacen para enmascarar su apoyo tácito a los cambios fiscales que beneficien a las corporaciones y a los ricos. En gran parte, han atacado el proyecto de ley republicano desde la derecha, con base en la responsabilidad fiscal y el nacionalismo económico.

La líder de la minoría demócrata en la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi —pese a advertir acerca de una “plutocracia” con una riqueza personal estimada en $200 millones— ha denunciado el proyecto de ley por “hacer explotar el déficit”. El columnista del New York Times, Frank Bruni, publicó un artículo de opinión el miércoles promoviendo a los demócratas como los “nuevos republicanos”, i.e. el nuevo partido de la “responsabilidad fiscal”, los valores familiares, el patriotismo, la ley y el orden, la seguridad nacional y la decencia.

Bernie Sanders fue entrevistado el miércoles en CNN, donde criticó la ley fiscal por incentivar a las compañías estadounidenses a invertir en el extranjero y expatriar los puestos de trabajo “estadounidenses” a México y China.

Los demócratas y sus aliados en las cúpulas sindicales no han convocado ni una sola protesta contra el proyecto de ley fiscal, a pesar de la enorme oposición popular. Sus prioridades son otras: fomentar las campañas antidemocráticas como la histeria sobre acusaciones por conductas sexuales inapropiadas, el belicismo dirigido a Rusia y la cruzada contra las “noticias falsas”. Todo esto está diseñado para movilizar a la base de apoyo de la clase media-alta de los demócratas detrás de un programa de preparación para la guerra, criminalización de la oposición política y censura del Internet.

Mientras que no quieren tener nada qué ver con movilizar el enojo popular hacia la lluvia de ingresos para los ricos de este recorte fiscal, las amenazas al programa de seguros médicos infantiles CHIP o hacia el arresto masivo de los jóvenes inmigrantes actualmente protegidos por el programa DACA, se reporta que los demócratas están preparando organizar protestas nacionales en contra de cualquier paso que tome Trump para despedir al fiscal especial investigando al mandatario, Robert Mueller.

Ellos son los defensores más agresivos de la policía secreta y el ejército estadounidense, los cuales están siendo preparados para suprimir violentamente la oposición de la clase obrera al sistema capitalista y todas sus depredaciones.

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