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El gobernador de Puerto Rico ordena revisar el número oficial de víctimas

El gobernador de Puerto Rico Ricardo Rosselló anunció el lunes que había ordenado una revisión de cada muerte en la isla desde que el Huracán María azotó la isla a fines de septiembre.

El anuncio se hizo en medio de la creciente presión de los puertorriqueños molestos con el número de víctimas oficial, que actualmente asciende a 64, un número absurdamente bajo. El encubrimiento gubernamental de la muerte y destrucción ocasionada por la tormenta agrava la frustración y el resentimiento que siente la población por la ausencia de un esfuerzo coordinado por reponer la electricidad en la isla y distribuir la comida y el combustible necesarios.

Los administradores de Puerto Rico y los funcionarios del gobierno de Trump se han negado a elevar el número oficial de víctimas a pesar de la abundante evidencia de que el número real excede con creces el conteo actual. En una conferencia de prensa el lunes, Rosselló dijo a los periodistas que el número de muertos “podría ser mayor al conteo oficial certificado a la fecha,” pero que no ajustaría el conteo en base a “análisis estadísticos.”

La revisión de Rosselló promete ser un proceso alargado de entrevistas con doctores, personal médico y familiares para determinar las circunstancias de cada fallecimiento.

Debido al estado actual de la infraestructura de la isla, en la práctica sería imposible hacer una investigación de este tipo de manera puntual. Además, unos 911 cadáveres han sido cremados desde la tormenta, ya que se determinó oficialmente que sus muertes habían sido por “causas naturales”, descartando la posibilidad de una autopsia en estos casos.

La mayoría de este territorio de los Estados Unidos volvió repentinamente a las condiciones de vida del siglo 19 por la tormenta, con la ya frágil red eléctrica desconectada y los residentes forzados a recolectar agua de riachuelos de montaña para cocinar, lavar y beber. Decenas de miles de personas se han visto obligadas a abandonar la isla y buscar trabajo en los Estados Unidos.

Casi tres meses después de la tormenta, más de un millón de personas, la mayoría en barrios de clase obrera y pueblos rurales de montaña, siguen sin electricidad ni suministro de agua. La red de telefonía celular, que dejó de funcionar totalmente cuando llegó la tormenta, sigue funcionando irregularmente en muchas zonas.

La ausencia de un suministro constante de electricidad hace imposible la vida de los ancianos y enfermos, que dependen de la electricidad para operar máquinas de diálisis para la diabetes, máquinas para tratar las enfermedades respiratorias y apnea del sueño, y refrigerar medicamentos.

Tras múltiples informes en los principales medios de comunicación estadounidenses demostrando que el verdadero número de fatalidades excede los 1000, se ha vuelto más difícil encubrir la situación real de la isla. Dos congresistas del partido Demócrata, Nydia M. Velázquez de Nueva York y Bennie Thompson de Mississippi, presentaron una petición la semana pasada a la Oficina de Rendición de Cuentas del Gobierno (U.S. GAO) para una revisión federal del número de víctimas en Puerto Rico y las Islas Vírgenes de EE.UU.

Un estudio de la información del Registro Demográfico de la isla del Centro de Periodismo Investigativo (CPI), basado en Puerto Rico, descubrió que 985 más personas murieron en septiembre y octubre comparado con el 2016.

Durante los dos meses posteriores a la tormenta, las muertes aumentaron en cada grupo etario sobre los 18, pero especialmente en aquellos sobre los 50 años. El CPI informa que la mayoría de las muertes adicionales provino de personas en hogares de ancianos y hospitales que sufrieron de complicaciones relacionadas a la diabetes, enfermedad de Alzheimer, enfermedades renales, hipertensión, neumonía y otros males respiratorios.

El New York Times informó que su propio análisis de los datos de mortalidad diaria muestra que en los 42 días posteriores a la llegada de la tormenta, 1052 más personas murieron que el promedio del 2016 y 2015. El mayor aumento en muertes, de casi un 50 por ciento, fue causada por la sepsis, una respuesta inmune provocada por una infección bacteriana ocasionada por condiciones insalubres.

Los datos examinados por el Times estaban incompletos para el mes de octubre y no abarcaban noviembre ni diciembre, cuando muchos todavía no tenían electricidad, por lo que el verdadero número de muertos es incluso mayor.

Un tercer estudio de CNN de la mitad de las funerarias de la isla descubrió 499 muertes adicionales, que los directores de las funerarias atribuyeron a la tormenta.

Los reporteros del World Socialist Web Site entrevistaron a varios puertorriqueños que han corroborado estos informes, relatando casos de familiares que murieron debido a la falta de electricidad y de gente que fue arrastrada por las inundaciones. Algunos relataron historias de que los habitantes de las áreas rurales enterraron a los muertos antes que pudieran ser contabilizados, después de estar aislados durante días o semanas debido a las líneas eléctricas cortadas, árboles caídos y caminos arrasados por el agua.

Un doctor de San Juan comentó al WSWS que hubo gente que fue enterrada viva bajo aludes de barro y todavía no se ha intentado recuperar sus cadáveres. Los funcionarios de las clínicas médicas informan que el número de gente que ingresa con pensamientos suicidas ha aumentado.

Los esfuerzos por ocultar el verdadero número de muertos en Puerto Rico y disimular la devastación acentúan el desprecio que tiene la clase dominante estadounidense por la clase obrera de la isla. Al mismo tiempo, el sólo elevar el número de víctimas fatales hará poco por aliviar las dificultades de los habitantes. Tampoco hará disponible más ayuda federal.

El presidente Donald Trump expuso la verdadera perspectiva de la oligarquía gobernante cuando visitó la isla dos semanas después de la tormenta y lanzó rollos de papel absorbente a una multitud. Trump comparó el bajo conteo de víctimas, que entonces era sólo 16, a la “auténtica catástrofe” del Huracán Katrina del 2005, en que murieron más de 1800 en Nueva Orleans y a lo largo de la Costa del Golfo de Estados Unidos.

“Pueden estar muy orgullosos de toda su gente, toda nuestra gente trabajando juntas. Dieciséis versus literalmente miles de personas,” alardeó Trump. “Todos… pueden estar muy orgullosos de lo que ha ocurrido en Puerto Rico.” Posteriormente, el presidente amenazó con quitar la poca ayuda entregada por la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA) y otras agencias federales e insinuó que los puertorriqueños eran responsables del desastre.

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