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Mientras los docentes se enfrentan a nuevas batallas contra Trump

Lecciones de la lucha contra la “reforma escolar” de Obama —Primera parte

El nuevo año verá un crecimiento de la lucha de clases en todo el mundo y en los EUA, dado que las élites corporativa y financiera exigen más austeridad de la clase trabajadora aunque se regodean en niveles de riqueza personal inauditos desde la Edad Dorada.

Después de supervisar el mayor recorte fiscal para los ricos en toda la historia estadounidense, la administración de Trump se está dirigiendo hacia la destrucción de prestaciones sociales de larga duración, incluyendo Medicare, Medicaid y la Seguridad Social. Hará a los Estados Unidos, que ya es la economía avanzada más desigual en todo el mundo, aún más desigual.

La legislación fiscal de Trump tendrá implicaciones masivas en la educación pública. Limitando las deducciones fiscales locales y estatales para individuos, probablemente tendrá como resultado la pérdida de hasta un cuarto de millón de trabajos en la educación pública, dado que los municipios —que ofrecen el 90 por ciento de los fondos de las escuelas— son incapaces de aumentar los ingresos. Los gobernadores, alcaldes y funcionarios escolares de distrito de ambos partidos anunciarán que no queda dinero para mantener escuelas de calidad, mucho menos salarios decentes, condiciones en las aulas y jubilaciones.

Programas educativos financiados a nivel federal, incluyendo Título I, Educación Especial y Ventaja, que brindan beneficios a estudiantes pobres o desfavorecidos, serán puestos en el foco para hacerles pagar las ayudas financieras a los ricos y a las corporaciones gigantes.

Por otro lado, la medida de Trump ofrece, por primera vez, la posibilidad a las familias ricas de invertir en planes libres de impuestos para la escolarización privada K-12, y continúa la política lucrativa que permite a los colegios concertados utilizar Bonos de Actividad Privada libres de impuestos. Estos cambios desplazan de manera significativa la estructura fiscal de la educación en consonancia con las políticas privatizadoras defendidas por la secretaria de educación de Trump, Betsy DeVos.

Trabajadores de todo el Estado se unieron para protestar contra los recortes de Walker

Una nueva etapa de la lucha se divisa en el horizonte para los docentes, los padres de la clase trabajadora y los estudiantes. La experiencia pasada, sin embargo, demuestra que las demostraciones espontáneas de resistencia no bastan. Los educadores necesitan una nueva estrategia política y organizaciones controladas por los propios docentes de las bases y empleados de las escuelas, para movilizar a la clase trabajadora para defender el derecho a una educación pública de calidad para todos.

El período que va de 2007 a 2016 vio la menor cantidad de paros importantes en el lugar de trabajo en los EUA de cualquier década desde que el Buró de Estadísticas Laborales empezó a registrarlos en 1947. Esto no fue el resultado de ninguna autosuficiencia entre los trabajadores, mucho menos satisfacción con la transferencia histórica de riqueza de abajo arriba que ocurrió durante los años de Obama.

Al contrario, fue el producto de la política deliberada de la AFL-CIO y otros sindicatos, que garantizaron “paz laboral” a la administración Obama tras el derrumbe financiero de 2008, dándole rienda suelta al presidente demócrata para rescatar a los bancos de Wall Street, matando de hambre a los Estados y a los distritos escolares al dejarlos sin fondos, y reestructurar las relaciones económicas y sociales a expensas de la clase trabajadora.

Para mantener la camisa de fuerza política del Partido Demócrata en la clase trabajadora y evitar cualquier desafío desde abajo a la oligarquía financiera, la Federación Estadounidense de Docentes (AFT) y la Asociación de Educación Nacional (NEA) hicieron horas extra para sofocar la resistencia de los docentes —sobre todo en la represión de las poderosas huelgas y protestas de masas que estallaron en Wisconsin en 2011, Chicago en 2012 y Detroit en 2015-16.

Cada una de esas luchas expresó, a su manera, la determinación de los docentes por encontrar una vía independiente de lucha. Sus acciones valientes provocaron el apoyo popular entre los estudiantes de los institutos de secundaria, los padres amplios sectores de la clase trabajadora y personas de la clase media. Para preparar la siguiente etapa de lucha, es necesario extraer las lecciones políticas críticas de esas experiencias.

Lecciones de Wisconsin

La lucha de los docentes y los trabajadores del sector público de Wisconsin hace casi siete años estuvo entre las batallas obreras más importantes en los EUA en los años recientes. El 14 de febrero de 2011, el Gobernador republicano Scott Walker introdujo la Ley 10, también conocida como el proyecto republicano de ley de reparación presupuestaria de Wisconsin, en la legislatura del Estado, permitiendo amplios recortes a las jubilaciones y prestaciones sanitarias de los trabajadores públicos, e ilegalizando las huelgas y las negociaciones colectivas. Esto incluyó recortes masivos de $1,25 trillones a la ayuda a las escuelas y al gobierno local.

La respuesta de la Federación Estadounidense de Empleados Municipales, de condado y estatales (AFSCME), el Consejo de la Asociación de Educación de Wisconsin (WEAC) y otros sindicatos fue acceder a las exigencias de recorte presupuestal de Walker. Al mismo tiempo, los funcionarios sindicales organizaron protestas simbólicas con el solo objeto de defender la “negociación colectiva”.

Aunque los trabajadores interpretaron que esto significaba proteger su derecho a luchar por mejoras salariales y de las condiciones, la burocracia sindical tenía en mente algo muy diferente. Mientras las protestas masivas estaban comenzando, la presidenta del WEAC Mary Bell dijo, “No se trata de proteger nuestra paga y nuestras prestaciones. Se trata de proteger nuestro derecho a la negociación colectiva”. Para el aparato sindical, “negociación colectiva” significa conservar sus ingresos en concepto de cuotas y el “sentarse a la mesa” sancionado por el Estado, donde eliminan negociando los salarios y las prestaciones que los trabajadores se habían ganado con dificultad.

Independientemente de los sindicatos, los estudiantes de los institutos de secundaria abandonaron las aulas para defender a sus profesores, quienes a continuación siguieron con una campaña de bajas médicas como medida de protesta. En cuestión de días, estalló el mayor movimiento de la clase trabajadora en los EUA desde los '80, con obreros y jóvenes militantes ocupando el capitolio del Estado en Madison, desafiando las amenazas de Walker de llamar a la Guardia Nacional, y los docentes rechazando las órdenes del WEAC de regresar al trabajo. Se iba fortaleciendo el apoyo a una huelga general.

Manifestantes ocupan el Capitolio de Wisconsin en Madison. Gracias a: Joe Rowley

Los sindicatos se oponían categóricamente a una huelga general, que rápidamente se convertiría en un choque político no solo con Walker sino con los gobernadores demócratas de Illinois, California, Nueva York y otros Estados, y con la propia administración Obama. Los demócratas estaban llevando a cabo medidas de austeridad semejantes, aunque con la complicidad de los sindicatos. Los demócratas de Wisconsin castigaron a Walker, jactándose de que su predecesor demócrata, el Gobernador Jim Doyle, había impuesto los recortes de austeridad más profundos en la historia del Estado, pero lo había logrado sin resistencia popular, precisamente porque él trabajó con los sindicatos.

Los sindicatos rápidamente cerraron el movimiento de masas y difundieron la mentira de que la única manera de oponerse a Walker era apoyar las campañas de revocación para reemplazar al gobernador republicano y a senadores del Estado por demócratas. En 2012, Walker derrotó a su contrincante demócrata, el alcalde de Milwaukee Tom Barrett, un señuelo para los grandes negocios en el molde de Hillary Clinton.

Desmovilizando a la clase trabajadora, los sindicatos allanaron el camino a que Walker implementara su programa reaccionario. Antes de que la Ley 10 entrara en vigor, los sindicatos se movieron rápidamente para imponer contratos de concesiones de varios años a los docentes y a otros trabajadores del Estado en un intento por mantener su posición como agentes negociadores.

Para los docentes, esto ha implicado:

  • El 40 por ciento de los distritos escolares han pasado a la paga basada en los resultados.
  • Los docentes se consideran “agentes libres” por quienes se negocia de manera competitiva por varios distritos, creando caos y “exceso de rotación” de docentes, con el 75 por ciento de distritos escolares diciendo que han perdido docentes a causa de que la competencia les ofrecía mejor salario o mejores prestaciones.
  • Dos tercios de los distritos han recortado o terminado las prestaciones a los jubilados.
  • El tamaño de las clases ha sido incrementado y la jornada laboral ha sido alargada.
  • El 60 por ciento de los distritos encuestados dijo que el crecimiento del salario anual promedio de los docentes o bien se había ralentizado (50%), o bien se había detenido (8%) o se había revertido (3%).
  • La división entre los distritos que viven mejor y los más pobres ha empeorado. Las escuelas rurales y las escuelas de bajos ingresos pierden docentes de manera rutinaria y es más probable que usen docentes sin experiencia o que tengan credenciales de “emergencia”.

Continuará

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