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Perspectiva

Un año de sabotajes demócratas a la oposición contra Trump

Hace un año, el 20 de enero del 2017, Donald Trump fue inaugurado como el cuadragésimo quinto presidente de Estados Unidos. Desde que pronunció ese día su diatriba de “EUA ante todo”, desde las gradas del Capitolio, miles protestaban en los alrededores.

El día siguiente, se realizaron las mayores demonstraciones de protesta en la historia de Estados Unidos en oposición al nuevo mandatario. Entre tres y cinco millones de personas se manifestaron en más de 500 ciudades del país y fueron acompañados por protestas en más de 100 ciudades fuera de EUA.

Un fin de semana después, se desataron más demonstraciones en aeropuertos y ciudades en todo EUA contra el veto antimusulmán a viajantes decretado por Trump.

Desde entonces, el odio de masas a Trump tan solo se ha intensificado. Las encuestas recientes muestran que su tasa de aprobación es la más baja tras el primer año de su mandato de todos los presidentes en la época moderna. Amplias mayorías lo consideran un racista, se oponen a su política exterior y a sus políticas sanitarias y migratorias.

Trump ganó las elecciones del 2016 aprovechándose del disgusto hacia los demócratas después de los ocho años bajo Barack Obama y del desprecio hacia la candidata favorita de Wall Street, Hillary Clinton. Pudo explotar el enojo hacia el aumento en la desigualdad y la destrucción de los trabajos y los niveles de vida que Clinton ignoraba.

Un año después, todas las causas del enojo popular persisten. El último año ha sido testigo de huracanes, incendios forestales y otros desastres —Texas, Florida, Puerto Rico, California— que han desnudado el colapso de la infraestructura básica. Los principales índices de bienestar social —muertes por opioides, la esperanza de vida, la mortandad infantil, hambre, falta de vivienda— muestran el recrudecimiento del desastre que vive la clase trabajadora y la juventud.

El saqueo de la sociedad por parte de la oligarquía financiera no ha dado tregua. Incluso antes del impacto del recorte fiscal de Trump para los ricos, los 159 individuos en EUA con fortunas de más de un millón de dólares se volvieron $315.000 millones más ricos en el 2017, llegando a una suma entre todos de $2 billones. El mayor logro de Trump desde que llegó al poder ha sido un aumento del 31 por ciento en el índice bursátil Dow Jones Industrial Average.

No obstante, el Gobierno de Trump no solo ha sobrevivido su primer año, sino que ha podido implementar partes importantes de su reaccionaria agenda económica y social. Esto se debe a dos factores. Primero, pese a las disputas enconadas dentro de la burguesía en cuanto a política exterior, Trump ha retenido el apoyo de la élite financiera y corporativa con base en sus políticas económicas.

Pero, primordialmente, se ha aferrado al poder porque el Partido Demócrata ha suprimido la oposición popular. Los demócratas se han dedicado este año ha sabotear la resistencia a Trump y encauzarla detrás de una agenda reaccionaria y probélica.

La campaña neomccarthista contra Rusia de los demócratas ha tenido como fin prevenir cualquier repliegue de la beligerancia antirrusa del Gobierno de Obama y demandar una guerra más agresiva en Siria. La semana pasada, esta campaña dio frutos con el anuncio del Gobierno de que mantendrá una presencia permanente de tropas estadounidenses en Siria y un control de facto estadounidense de gran parte del territorio sirio, lo que constituye una escalada imprudente dirigido ante todo contra Moscú.

La histeria antirrusa ha sido acoplada con ataques contra el Internet, la libre expresión y los puntos de vista de oposición, bajo el pretexto de estar combatiendo las “noticias falsas”. Los demócratas han sido la punta de lanza en exigirle a las compañías que controlan las redes sociales que implementen protocolos agresivos de censura. Este mes, los legisladores demócratas cedieron los votos necesarios para que el Gobierno pueda expandir sus programas ilegales de espionaje masivo.

Al mismo tiempo, estas acciones antidemocráticas han convergido con la cacería de brujas también liderada por los demócratas de la campaña feminista de derecha #MeToo, la cual ha arremetido contra principios democráticos como un proceso judicial debido y la presunción de inocencia.

La postura de oposición de los demócratas con respecto a Trump se encuentra plagada de engaño e hipocresía. Independientemente de sus diferencias tácticas en política exterior con la Casa Blanca, apoyan sus políticas sociales y económicas antiobreras. Han dado su respaldo a abrogar regulaciones bancarias y corporativas. No han dicho nada acerca de la imposición de requisitos laborales y otros cargos para recibir el seguro médico Medicaid. Se aseguraron de que el recorte fiscal para las corporaciones y los ricos fuese aprobado, rehusándose a convocar manifestaciones que movilizaran la oposición popular a esta medida. Ahora, el aumento dramático en los déficits públicos será utilizado, como bien saben los demócratas, como pretexto para poner en jaque al seguro médico para adultos mayores, Medicare, y el programa jubilatorio del seguro social.

Los demócratas están colaborando con Trump y los republicanos para construir el muro de Trump y militarizar aún más la frontera entre EUA y México, al mismo tiempo que emprenden una ofensiva histórica contra la inmigración legal.

Este año, un año electoral, sin duda será testigo de otra campaña de sectores de la prensa y de las organizaciones pseudoizquierdistas que orbitan el Partido Demócrata para promover a candidatos demócratas como una supuesta alternativa a los republicanos. ¡Qué fraude!

La lección del último año es que la lucha contra Trump es al mismo tiempo una lucha contra el Partido Demócrata. Solo es posible librarla con base en un movimiento social y político independiente de la clase obrera.

La oposición social en Estados Unidos continuará creciendo este año, como está sucediendo en Europa e internacionalmente. El 2018 ya ha experimentado el estallido de protestas de la clase obrera en Irán, levantamientos sociales en Túnez, huelgas salvajes de los trabajadores automotrices en Rumanía y huelgas de los trabajadores metalúrgicos y ferroviarios en Alemania y Reino Unido.

Este crecimiento del movimiento obrero requiere de un programa consciente y socialista dirigido contra la fuente de las guerras, la desigualdad social y la represión, el capitalismo.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 20 de enero de 2018)

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