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Perspectiva

El escándalo de corrupción del UAW: el caso a favor de comités obreros

Los funcionarios del sindicato automotriz UAW aceptaron más de $1.5 millones de Fiat Chrysler (FCA) a cambio de incorporar disposiciones favorables a la empresa en los contratos del sindicato, según un trato negociado con una corte federal y archivado el lunes.

El acuerdo judicial del principal negociador de FCA, Alphons Iacobelli, hizo explícito por primera vez que hacían pagos a oficiales del UAW, incluyendo al antiguo vicepresidente del UAW y encargado de las negociaciones con la empresa, General Holiefield, “para obtener beneficios, concesiones y ventajas para FCA en la negociación, implementación y gestión” de los contratos entre el 2009 y el 2015.

Los trabajadores automotrices deberían considerar estos contratos —y no solo en FCA, sino también en Ford y GM— nulos y sin efecto. Son el producto de fraude y no tienen legitimidad legal.

El escándalo está implicando a un conjunto cada vez más grande de altos funcionarios y asociados del UAW, incluyendo a Holiefield (quien murió en el 2015); su esposa, Monica Morgan, quien se espera que se declare culpable; y la directora adjunta del UAW, Virdell King, quien se declaró culpable en agosto. El acuerdo negociado de Iacobelli menciona a tres otros funcionarios, que nombra “oficial-2 del UAW, oficial-3 del UAW, oficial-4 del UAW”. El documento también indica que “otros oficiales del UAW” también estuvieron involucrados. Se sabe que el vicepresidente del UAW para FCA, Norwood Jewell, recibió regalos comprados con dinero robado de los fondos de capacitación administrados por el UAW.

De acuerdo con las nuevas revelaciones en el trato negociado de Iacobelli, en febrero del 2015, antes de las negociaciones para el contrato del 2015, él arregló con el “oficial-4 el UAW” la entrega de pagos de $50.000 para distintos oficiales del UAW de una manera en que se pudiera ocultar de los trabajadores.

Este escándalo presenta pruebas indisputables de que el UAW es un sindicato corporativo, no una organización obrera. Sirve para aplicar disciplina laboral, aprobar concesiones y aislar las luchas de los trabajadores. Por hacer esto, son compensados con lujos por encima de sus ya exagerados salarios y estipendios, en forma de sobornos, puestos en las juntas compuestas por la gerencia y el UAW y la administración de fondos de salud y jubilación.

El periodo que cubre el escándalo de corrupción de Iacobelli es particularmente significativo. En el 2009, un año después de la crisis financiera del 2008, la industria automotriz fue restructurada bajo la dirección del Gobierno de Obama. Su Grupo de Trabajo Automotriz, encabezado por operadores de Wall Street y que contó con la estrecha colaboración del UAW, organizó “la bancarrota administrada” de GM y Chrysler, eliminando decenas de miles de puestos de trabajo e imponiendo contratos que recortaron las prestaciones de salud, redujeron a la mitad la paga de los nuevos trabajadores y expandieron el uso de un segundo escalón de menores salarios.

Chrysler emergió de la bancarrota por medio de un plan de inversión conjunto entre la empresa automotriz italiana Fiat, el UAW y los Gobiernos de EUA y Canadá. Esto fue seguido por contratos entreguistas en el 2011 en las “Big Three”, las tres mayores compañías de autos basadas en EUA (FCA, General Motors y Ford), que mantuvieron el crecimiento de gastos laborales en mínimos históricos y sentaron las bases para una reestructuración más amplia y más despidos.

En el 2015, el UAW eligió a FCA para marcar la pauta con respecto a futuros acuerdos de los trabajadores en las Big Three, una decisión que tomó por sorpresa a los analistas de la industria. Los cercanos y corruptos lazos entre los ejecutivos del UAW y FCA sin duda tuvieron que ver en esta decisión.

El trato acordado por el UAW, facilitado por sobornos, se enfrentó a una gran oposición por parte de los trabajadores. Los obreros de FCA rechazaron el contrato propuesto por el UAW, el primer contrato nacional del UAW rechazado desde 1982. Luego, el UAW pasó a la fuerza un segundo acuerdo con el FCA, con una redacción un poco diferente, e hizo lo mismo en GM y Ford, empleando una combinación de mentiras, violentando la Constitución del UAW (incluso revocando el voto de los trabajadores capacitados de GM en contra del acuerdo) y relleno de urnas. (Los trabajadores de Ford acusan al sindicato de llenar las urnas para que el voto final llegara a 51 por ciento “Sí”).

El Autoworker Newsletter (Boletín de los trabajadores automotrices) del World Socialist Web Site protagonizó la organización de la oposición al acuerdo del 2015. Sus artículos analizando y oponiéndose a los contratos fueron leídos y compartidos por decenas de miles de trabajadores, particularmente en Facebook. El llamamiento del WSWS a la formación de comités de base, independientes de y opuestos al UAW recibió una fuerte respuesta a favor.

Los funcionarios del UAW y aquellos en sus nóminas atacaron a los escritores del WSWS por esta razón, calificándolos de “agitadores externos” que buscaban “avivar” la oposición. Una firma de relaciones públicas del UAW inició una campaña denunciando como promotores de “noticias falsas” a los trabajadores que habían recurrido a las redes sociales para compartir información y organizar la oposición. Este fraudulento encubrimiento de la represión ha sido utilizado por la burguesía desde entonces, utilizando el mantra de las “noticias falsas” para censurar el Internet a fin de suprimir la oposición de la clase obrera.

Imagen publicada por UAW Chrysler el 2 de octubre del 2015 para atacar la oposición de los trabajadores al contrato

En octubre del 2015, el asesor principal del AFL-CIO en el área metropolitana de Detroit, Bruce Miller, escribió una carta acusando al WSWS de ser “buitres vestidos con trapos rojos que profesan su amor por los trabajadores mientras abogan de parte de los enemigos de los trabajadores”. Miller luego escribió que el WSWS “acusa al UAW de vender a sus miembros con el acuerdo del contrato”.

El hecho de que el UAW vendió a sus miembros —literalmente— quedó comprobado. Todo lo que el WSWS dijo sobre los contratos y sobre el UAW era correcto.

El escándalo de corrupción podría —y debería— constituir el fin del UAW como institución. Los trabajadores ya lo odian profundamente y, pese a los esfuerzos del Partido Demócrata y las distintas organizaciones pseudoizquierdistas que operan en la periferia del Partido Demócrata y los sindicatos, los trabajadores en las plantas automotrices del sur de EUA votaron en contra del UAW. Ahora, la clase obrera entera la ve por lo que es, una organización corrupta y criminal.

No obstante, el UAW solo expresa el carácter antiobrero de todos los sindicatos nacionalistas y procapitalistas. Durante las últimas cuatro décadas, los sindicatos se han dedicado a suprimir la lucha de clases. En el periodo de diez años entre el 2007 y el 2016, el promedio anual de paros laborales significativos fue de tan solo 14, la menor cifra desde que la Oficina de Estadística Laboral de EUA comenzara a recopilar este dato en 1947. Los sindicatos desempeñan un rol similar en todos los países.

Y en todo el mundo, el enojo de la clase obrera está en aumento. Desde que comenzó el año, ha habido protestas en Irán, Túnez, Marruecos, Alemania, India y Grecia. El año pasado, además, terminó con el inicio de una huelga espontánea de los trabajadores de Ford en Rumanía.

La rebelión de los trabajadores automotrices en el 2015 demostró el enojo que sienten los trabajadores en Estados Unidos y el control cada vez más débil del UAW. Estas tendencias se han intensificado. El Gobierno de Trump, con la complicidad tanto de los demócratas como de los sindicatos, está presidiendo una distribución todavía mayor de la riqueza de los pobres a los ricos.

El WSWS llama a los trabajadores automotrices y a todas las secciones de la clase obrera a extraer las conclusiones necesarias del escándalo del UAW. Urgimos a los obreros a que formen comités de base en cada planta y lugar de trabajo para exigir la revocación de todos los contratos que se negociaron por medio de fraude y sobornos.

Estos comités sentarán las bases para que los trabajadores puedan avanzar sus propias demandas, incluyendo la devolución de todos los beneficios entregados por los contratos, la eliminación de los escalones de salarios y beneficios, la contratación permanente de todos los trabajadores temporales, un aumento inmediato de los salarios para todos los trabajadores y la finalización de la dictadura gerencial y del trato inhumano y degradante al que se somete a los trabajadores de la línea de producción. Con el propósito de que sean eficaces y democráticos, los comités prohibirán la participación de oficiales sindicales, al igual que prohíben a los agentes y espías de las compañías de sus reuniones y medios sociales.

La actividad de los comités de fábrica tiene que conectarse con demandas anticapitalistas, antiimperialistas y socialistas para abordar las verdaderas necesidades de las masas. Las gigantescas corporaciones, incluyendo las compañías automotrices, tienen que ser convertidas en utilidades públicas y administradas con base en las necesidades sociales y no en el lucro privado.

Los comités obreros independientes, libres del control de los sindicatos nacionalistas, crearán las condiciones para unificar a los trabajadores de todo el mundo en una lucha en común.

El WSWS y el Partido Socialista por la Igualdad harán todo lo posible para promover y asistir el establecimiento de organizaciones independientes de la clase obrera y conectar el crecimiento de la lucha de clases a una perspectiva y programa políticos y socialistas.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 26 de enero de 2018)

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