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Setenta años después de la independencia de Sri Lanka: el registro de la decadencia capitalista y la necesidad del socialismo

El gobierno de Sri Lanka ha anunciado una pomposa ceremonia el 4 de febrero para conmemorar el 70 aniversario de la independencia formal respecto del gobierno colonial británico en 1948. Temblando por el impacto de la crisis económica mundial, la creciente rivalidad geopolítica y las tensiones sociales explosivas en el país, el gobierno explotará la ceremonia para aumentar el sentimiento nacionalista reaccionario.

El gobierno ya ha demostrado la subordinación de la burguesía de Sri Lanka al imperialismo, invitando al Príncipe Eduardo a asistir como representante de la Reina Isabel de Gran Bretaña.

El presidente Maithripala Sirisena tiene previsto dirigirse a la nación desde el Galle Face Green de Colombo. Como no tiene nada que ofrecer a los trabajadores, sin dudas declarará su determinación de librar al país de la corrupción. Esta es ahora la principal estratagema de cada facción de la élite gobernante para desviar la atención de la raíz real de todos los “males” –el capitalismo del país.

Sirisena llegó al poder en enero de 2015 para descarrilar la oposición masiva en contra del régimen antidemocrático del ex presidente Mahinda Rajapakse y los ataques a las condiciones de vida. El “gobierno de unidad nacional” formado por Sirisena y el primer ministro Ranil Wickremesinghe para enfrentarse a la clase trabajadora ahora se está desmoronando, ya que ambos se culpan unos a otros por la crisis del país.

No hay entusiasmo popular entre los trabajadores para estas celebraciones por la independencia. Las huelgas, las marchas estudiantiles y las protestas campesinas van en aumento desde hace meses. El jefe de las elecciones esta semana instó a los sindicatos a no convocar una acción industrial hasta el 15 de febrero bajo el pretexto de no perturbar las elecciones del gobierno local programadas para el 10 de febrero. El temor real en la élite gobernante es la posibilidad de luchas masivas como parte de la radicalización de la clase trabajadora internacional.

El país está bajo la supervisión del Fondo Monetario Internacional (FMI), que está presionando por medidas de austeridad profundas, incluida la reducción del déficit presupuestario de 2015. El 20 por ciento superior de la población recibe el 51 por ciento del ingreso nacional, mientras que el 20 por ciento inferior recibe solo el 5 por ciento.

Más de un cuarto de siglo de guerra comunal contra la minoría tamil de la isla fue llevada a un sangriento final en 2009 por el régimen de Rajapakse con el apoyo de todas las principales potencias extranjeras. La guerra dejó casi 200.000 muertos. Decenas de miles de personas aún viven en chozas rudimentarias sin instalaciones esenciales en el norte y el este de la isla, que permanece bajo ocupación militar.

Estas condiciones políticamente explosivas se reproducen en todo el sur de Asia, donde Gran Bretaña solo otorgó la independencia formal, en connivencia con las burguesías nacionales, para abortar las luchas de masas que estallaron contra el dominio colonial a fines de la década de 1940.

La India se ha convertido en uno de los países más desiguales del mundo, con el 1 por ciento de arriba recibiendo el 23 por ciento de todos los ingresos, mientras que el 50 por ciento más pobre, o 600 millones de personas, reciben solo el 15 por ciento. El partido chauvinista hindú Bharatiya Janatha, que tomó el poder en 2014 capitalizando la ira popular y el disgusto con el gobierno del Congreso Nacional Indio, sigue atacando las condiciones sociales y de vida de las masas en un intento por atraer inversión extranjera.

Un régimen respaldado por los militares gobierna en Pakistán. En Bangladesh, el gobierno del primer ministro Sheik Hasina está adoptando medidas cada vez más autoritarias. Ninguno de los países de la región tiene otra forma de apuntalar el dominio capitalista contra la creciente ola de oposición.

En medio de la agudización de los antagonismos geopolíticos, crece el peligro de una guerra mundial catastrófica entre potencias con armas nucleares. Todos los países del sur de Asia están siendo arrastrados a la vorágine ya que Estados Unidos busca usar su poderío militar para mantener su dominio global, particularmente contra China. La India se ha convertido en un “Estado de primera línea” en la campaña de guerra de Washington contra Beijing, mientras que Pakistán está cada vez más bajo la presión de Estados Unidos para distanciarse de China.

En Sri Lanka, Estados Unidos orquestó la operación de cambio de régimen que instaló a Sirisena porque consideraba a Rajapakse demasiado cercano a China. De espaldas al pueblo trabajador, el gobierno de “unidad nacional” está integrando al país en los planes militares de Estados Unidos contra China.

En todo el subcontinente indio, y de hecho en todos los llamados países poscoloniales de todo el mundo, las clases capitalistas y sus sirvientes políticos están demostrando que no hay una independencia real del imperialismo. Además, han fracasado completamente en cumplir sus promesas de proporcionar derechos democráticos genuinos y un nivel de vida decente para todos.

Hace setenta años, el Partido Bolchevique Leninista de la India (BLPI) y la Cuarta Internacional, fundada en 1938 por León Trotsky, fueron los únicos en exponer la “independencia falsa” que se le otorgaba. El dirigente del BLPI Colvin R. de Silva explicó que la “independencia” era simplemente una transición de “métodos de gobierno directo a métodos de gobierno indirecto”.

Enfrentando un aumento revolucionario ascendente de trabajadores y pobres en la India, el imperialismo británico conspiró con los líderes del Congreso Nacional Indio y la Liga Musulmana para dividir el subcontinente en una India hindú y un Pakistán musulmán en 1947. El estalinista Partido Comunista de la India respaldó la partición, que condujo directamente a la sangrienta violencia comunal en la que millones fueron asesinados.

El BLPI se opuso a la partición. De Silva explicó: “La partición ha demostrado ser, por un lado, solo un medio para rehacer las cadenas para la esclavización imperialista de las masas ... Por otro lado, ha demostrado ser un medio para engañar a dos Estados con pensamientos de guerra mutua como el único medio de canalizar los sentimientos internos de la comunidad y alejarlos de las convulsiones civiles”.

Aunque el BLPI se adaptó más tarde a los acuerdos de la posguerra, se retiró políticamente y entró en el Partido Lanka Sama Samaja (LSSP), su pronóstico visionario ha demostrado ser correcto. India y Pakistán han librado tres guerras a gran escala desde la independencia y sus élites gobernantes han utilizado el comunalismo como su principal arma política para dividir a los trabajadores y reprimir la lucha de clases.

En Sri Lanka, el primer acto del gobierno del Partido Nacional Unido (UNP) después de la independencia formal fue despojar a más de un millón de trabajadores de plantaciones tamiles de origen indio de todos los derechos de ciudadanía. El establecimiento político de Colombo ha recurrido en repetidas ocasiones a la incitación al chauvinismo anti-tamil para dividir a la clase trabajadora a lo largo de líneas étnicas para apuntalar su gobierno.

La degeneración política del LSSP culminó en su rechazo abierto de los principios fundamentales del internacionalismo socialista al ingresar en el gobierno capitalista del primer ministro Sirima Bandaranaike del Partido de la Libertad de Sri Lanka (SLFP) en 1964. Esta traición fue apoyada e instigada en todo momento por el pablismo, una facción oportunista de la Cuarta Internacional dirigida por Michel Pablo y Ernest Mandel que rompió con el trotskismo en 1953.

Al ingresar al gobierno de Bandaranaike, el LSSP hundió un movimiento de masas de la clase trabajadora y adoptó la ideología supremacista cingalesa de la élite gobernante. En 1972, el gobierno de coalición SLFP-LSSP, junto con el Partido Comunista, estalinista, impuso una nueva constitución que hizo del budismo la religión del estado y del cingalés el único idioma oficial.

La confusión creada por la traición del LSSP fue aprovechada por la Janatha Vimukthi Peramuna (JVP) para obtener seguidores entre la juventud rural cingalesa basada en una mezcla ecléctica de castrismo, maoísmo y populismo cingalés. Entre los jóvenes tamiles, los Tigres de Liberación del Eelam Tamil (LTTE) ganaron una audiencia por sus llamadas al separatismo tamil y la lucha armada.

La traición del LSSP allanó el camino para que el desacreditado UNP volviera al poder en 1977 e impusiera su programa pro mercado contra la clase trabajadora. Cuando los trabajadores del sector público se resistieron a estos ataques, el presidente J.R. Jayawardene despidió a 100.000 empleados y recurrió a una provocación comunitaria tras otra para dividir a la clase trabajadora. En 1983, lanzó la guerra total que devastó la isla.

La Liga Comunista Revolucionaria (RCL), el precursor del Partido de Igualdad Socialista (SEP) se formó en 1968 como la sección de Sri Lanka del Comité Internacional de la Cuarta Internacional (CICI) para luchar contra la traición del LSSP sobre la base del internacionalismo socialista. Solo ella se ha opuesto a todas las formas de nacionalismo y chovinismo, y buscó unir a los trabajadores —cingaleses, tamiles y musulmanes— contra la guerra y los ataques contra los derechos sociales y democráticos básicos.

La lucha de la RCL y el SEP hunde sus raíces en la teoría de la revolución permanente de Trotsky, que demostró la incapacidad orgánica de la llamada burguesía nacional en los países atrasados como Sri Lanka para cumplir con cualesquiera de las aspiraciones sociales y democráticas de las masas. Este programa y perspectiva fueron confirmados poderosamente por la revolución socialista en Rusia en 1917, dirigida por Lenin y Trotsky, que creó el primer y, hasta la fecha, único Estado obrero.

Cada facción de la burguesía de Sri Lanka ha demostrado su carácter regresivo y antiobrero. Hace tiempo que el JVP cambió sus uniformes militares por escaños parlamentarios y está completamente integrado en el establishment de Colombo. El LTTE, que siempre representó los intereses de la burguesía tamil, buscó forjar un Estado capitalista separado con el respaldo del imperialismo. La derrota del LTTE en 2009, después de que las principales potencias se volvieran decisivamente en su contra, demostró una vez más la bancarrota del nacionalismo.

Las diversas organizaciones pseudoizquierdistas —el Partido Nava Sama Samaja, el Partido Socialista Unido y el Partido Socialista de Primera Línea, una rama del JVP— no son más que apéndices y apologistas de los principales partidos burgueses. Todos ellos se alinearon detrás de la operación respaldada por Estados Unidos en 2015 para instalar a Sirisena.

El SEP es el único partido que promueve el programa del socialismo internacional en Sri Lanka. Luchamos por la independencia política de la clase trabajadora de cada facción de la burguesía y por un gobierno de trabajadores y campesinos para implementar políticas socialistas que satisfagan las necesidades apremiantes de los trabajadores, no engordar las ganancias de los pocos ricos.

El SEP hace un llamamiento por una República Socialista de Sri Lanka y el Eelam como parte de una federación de repúblicas socialistas del sur de Asia. Solo a través de la lucha por el internacionalismo socialista y la unidad de la clase obrera se pueden defender los derechos democráticos y detener la amenaza de la guerra. El arma política esencial en esta lucha internacional es el World Socialist Web Site (www.wsws.org), el órgano del CICI.

A través de sus celebraciones del Día de la Independencia, la clase dominante de Sri Lanka está tratando desesperadamente de encubrir su historia deplorable de setenta años de gobierno antidemocrático y decadencia social. Instamos a los trabajadores, campesinos, jóvenes, estudiantes e intelectuales a rechazar esta farsa reaccionaria, estudiar el programa y la perspectiva del SEP y del CICI, y a unirse a la lucha revolucionaria para abolir el capitalismo y crear un futuro socialista para la humanidad.

(Artículo originalmente publicado en inglés el 3 de febrero de 2018)

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