El acuerdo judicial de Gates viene en medio de una campaña cada vez más histérica en los medios contra Rusia.
En una importante intensificación de la guerra política en Washington, el consejero especial Robert Mueller consiguió el viernes un acuerdo judicial por parte de Rick Gates, un asociado de larga data del ex mánager de campaña de Trump Paul Manafort y él mismo un vice mánager de la campaña del 2016 y consultor de Trump en el equipo de transición después de las elecciones.
Gates se declaró culpable a las acusaciones de lavado de dinero, evasión de impuestos, fraude bancario y mentir al FBI. Las acusaciones fueron establecidas en una acusación pública el jueves en Alexandria, Virginia. Él también se declaró culpable a los cargos de conspiración, no registrarse como agente de una entidad extranjera y hacer declaraciones falsas a los investigadores que provenían de un enjuiciamiento previo el pasado octubre.
Manafort está acusado similarmente en dos conjuntos de acusaciones adicionales, pero hasta ahora ha rechazado entrar en un acuerdo judicial y mantener su inocencia.
Como parte de este acuerdo judicial, Gates acordó cooperar con la investigación de Mueller sobre la supuesta intervención rusa en las elecciones estadounidenses del 2016 y la posible colusión por la campaña del presidente Donald Trump. Hay muchas señales que el equipo de Mueller también está elaborando un caso de obstrucción a la justicia contra la Casa Blanca de Trump.
Con su acuerdo judicial, Gates se vuelve el tercer asistente de Trump de acceder a un acuerdo de culpabilidad con Mueller, el ex director de larga data del FBI, y acordó cooperar con su investigación. Los otros dos son Michael Flynn, el ex consejero de seguridad nacional de Trump y George Papadopoulos, un ex consejero sobre política extranjera durante la campaña de elección.
La acusación revelada el jueves remarca la dureza con la que Mueller está procediendo. Ha sido ampliamente reportado que él estaba elevando la presión para que Gates entregue evidencia del estado contra Manafort, su asociado empresarial de larga data, y a comienzos de semana se circulaban los reportes que Gates estaba a punto de entrar en un acuerdo judicial. Sin embargo, evidentemente Gates continúa resistiendo y Mueller respondió publicando el nuevo conjunto de acusaciones, amenazando a Gates con hasta seis años de cárcel si rechaza cambiar su declaración.
Esto viene después de una contraofensiva política por parte de Trump y republicanos del congreso en semanas recientes como la publicación de un memo elaborado por el personal de David Nunes, presidente republicano del Comité de Inteligencias de la Cámara, el cual documenta el hecho que el FBI obtuvo ilegalmente una orden por parte de la Corte de Vigilancia a la Inteligencia Extranjera para interceptar el teléfono de un ex asistente de campaña de Trump, Carter Page, sin informar a la Corte de que la información que usó para asegurar la orden fue pagada por el partido demócrata y la campaña de elección de Hillary Clinton.
El memo de Nunes expuso el carácter fraudulento y políticamente motivado de la completa campaña antirrusa el cual ha sido montado por facciones dominantes del establishment de inteligencia y militar en alianza con el Partido Demócrata y los principales medios de prensa, liderados por el New York Times y el Washington Post. Trump y los principales republicanos usaron las revelaciones de Nunes para atacar al FBI, alegando que está ejerciendo una vendetta política, mientras que los Demócratas y la mayoría de los medios han salido en la defensa del FBI y el establishment de la inteligencia, implicando que la crítica a la policía y las agencias de espionaje era equivalente a otorgar ayuda y confort traicionero al enemigo: Moscú.
En esta guerra entre dos facciones reaccionarias de la clase gobernante, los demócratas están liderando la campaña, en nombre de defender la “democracia” estadounidense de la subversión rusa, para alentar una fiebre de guerra y preparar un conflicto militar entre las dos potencias nucleares más grandes del mundo y simultáneamente reprimir la libertad de expresión y la oposición política en el Internet en el nombre de combatir las “noticias falsas” creadas por Rusia.
La investigación de Mueller es la punta de lanza de una lucha furiosa dentro de la clase gobernante y el estado, en primer lugar por la política extranjera imperialista de Estados Unidos. Los demócratas, quiénes defienden ferozmente la investigación de Mueller, son los portavoces de predominantes secciones de las instituciones de inteligencia y militares quienes consideran a Trump ser insuficientemente agresivo para continuar y escalar la política antirrusa llevada a cabo por la administración Obama. Ellos ven a Rusia como un obstáculo para imponer la dominación estadounidense sobre el Medio Oriente y las preparaciones para confrontar a China.
En semanas recientes, los demócratas y los medios de prensa como el Times y el Post y noticieros como CNN y NBC se han encolerizado por el hecho de que Trump no ha impuesto nuevas sanciones a Rusia que han sido abrumadoramente aprobadas en ambas cámaras del Congreso. Ellos también han agitado por una intensificación más agresivamente contra el régimen en Siria apoyado por Rusia y las fuerzas militares rusas que apoyan contra las fuerzas subsidiarias de EUA.
Se cree que la rendición de Gates ante Mueller pueda socavar duramente la defensa legal de Manafort y otorgar información dañina al círculo interno de la Casa Blanca, incluyendo a Trump.
Ninguno de los dos conjuntos de acusaciones contra Manafort y Gates concierne supuestos crímenes que ocurrieron durante la campaña de elección del año 2016. Sin embargo, el segundo conjunto que se reveló el jueves se centra en actividades de los dos acusados en apoyo al gobierno ucraniano que era apoyado por Rusia de Viktor Yanukovich, quién fuese derrocado en un golpe liderado por fascistas en el 2014 dirigido y financiado por Washington.
Las últimas acusaciones afirman que Manafort y Gates usaron cuentas en paraísos fiscales para esconder decenas de millones de dólares que recibieron como consultores a Yanukovich y entonces lavaron los fondos para evadir impuestos en EUA. Afirma que una de las firmas tenía cercanía a Oleg Deripaska, un magnate de aluminio y aliado del presidente ruso Vladimir Putin.
El acuerdo judicial de Gates viene en medio de una campaña cada vez más histérica en los medios sobre Rusia. Tan sólo una semanas atrás, el gobierno estadounidense publicó nuevos documentos de defensa y de seguridad nacional en el que declaran que la preparación para un “conflicto de grandes potencias” ha suplantado la “guerra contra el terror” como el enfoque de la política de defensa del Pentágono e identifican a Rusia y China como las principales amenazas.
El 3 de febrero, un avión de combate ruso fue derribado en Siria por combatientes del Frente Al-Nusra aliados indirectamente con EUA en su guerra de poder contra el régimen de Assad. Días después, EUA mataron quizás a docenas de contratistas militares rusos en un bombardeo aéreo y de artillería en la provincia siria de Deir Ezzor.
La siguiente semana, los principales jefes de inteligencia de EUA testificaron ante el Comité de Inteligencia del Senado como parte de un esfuerzo neo-macartista en propaganda antirrusa. Los funcionarios de inteligencia, incitados especialmente por los demócratas del comité, afirmaron en unísono que Rusia era responsable por el crecimiento de la discordia política y social en EUA.
El 16 de febrero, el Departamento de Justicia anunció que un gran jurado federal nombrado por Mueller había presentado condenas criminales contra 13 ciudadanos rusos y tres compañías rusas en conexión con las elecciones presidenciales estadounidenses del 2016. Esto fue aprovechado por los medios para lanzar un nuevo bombardeo de propaganda de guerra, incluyendo un artículo en primera plana en el New York Times declarando que Rusia está ejerciendo una “guerra virtual” contra EUA y denunciando a Trump por no cumplir con sus deberes como comandante en jefe.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 24 de febrero de 2018)