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Perspectiva

Lecciones de la huelga docente de West Virginia

La huelga de nueve días de más de 33.000 maestros en West Virginia y otros empleados escolares finalizó el miércoles por la mañana. Los maestros regresaron a las aulas por todo el estado, en medio de una profundización del enojo por los términos acordados por el sindicato y aprobados apresuradamente por la asamblea legislativa estatal y el gobernador Jim Justice el martes.

La determinada lucha en West Virginia ha capturado la atención de los trabajadores por todo Estados Unidos y el mundo, quienes la apoyan y se han sentido identificados con las demandas de los trabajadores de mayores salarios y un freno a los elevados costos de salud. La batalla magisterial fue una muestra poderosa del aumento en la militancia de los trabajadores en Estados Unidos e internacionalmente, que puso de relieve que la división fundamental de la sociedad no son las razas ni los géneros, sino las clases.

Sin embargo, contrario a las proclamas de los sindicatos, el acuerdo alcanzado no es ninguna victoria para los maestros. No aborda la demanda central: poner fin a la escalada de los costos de salud por medio de la Agencia de Seguros para Empleados Públicos (PEIA, todas las siglas en inglés). Al mismo tiempo, el aumento salarial único del cinco por ciento para trabajadores públicos será financiado por medio de profundos recortes para los programas sociales.

La reacción a la conclusión del paro entre las corporaciones gigantescas que controlan el estado fue articulada por un editorial en el diario derechista Charleston Daily Mail, que la semana pasada atacó a los maestros por rehusarse a seguir las órdenes de los sindicatos de volver al trabajo. “Tres hurras para los republicanos en el Senado de West Virginia”, escribió con entusiasmo el periódico, felicitándolos por no “ceder ante las demandas de una muchedumbre ingobernable por medio de mayores impuestos”.

En vez de aumentar los impuestos para los ricos y las corporaciones energéticas que dominan tanto a los demócratas y republicanos del estado, cualquier financiamiento adicional para los miserables aumentos salariales vendrá de la cancelación de las matrículas gratis para las universidades comunitarias, una extracción de $10 millones del fondo del seguro médico Medicaid para residentes de bajos ingresos, la eliminación de los fondos para clínicas de servicio gratuito y otros recortes.

El Daily Mail también proclamó que quizás la “mejor oportunidad para ahorrar es la burocracia educativa estatal y de los condados” —es decir, la eliminación de trabajos de los empleados públicos—.

El marco para el acuerdo es una provocación. Los maestros no salieron a la huelga para que otros trabajadores pierdan sus seguros médicos y servicios esenciales. No entraron en lucha para que sus mínimos aumentos salariales sean financiados a través de un mayor empobrecimiento de sus estudiantes.

La lucha en West Virginia no se ha acabado. A medida que los maestros se den cuenta del contenido del contrato aprobado a la fuerza para que volvieran al trabajo, se sentirá más la ira de su respuesta. Al mismo tiempo, el paro docente es en sí un anuncio del resurgimiento de la lucha de clases en todo EUA y el mundo.

Esto acentúa la necesidad de asimilar conscientemente las lecciones de la huelga de los maestros de West Virginia.

La supresión de la huelga es el resultado de una traición sistemática, consciente y premeditada de los sindicatos—la Federación Estadounidense de Maestros (AFT), la Asociación de Educación (NEA) y sus afiliados locales, junto con el sindicato minero UMW y los otros dentro de las federaciones AFL-CIO y Change to Win—.

Desde un principio, la lucha expuso la brecha que separa a la clase trabajadora de las organizaciones que se hacen llamar sindicatos y toman cuotas de los trabajadores, pero negocian a favor de las corporaciones y el Estado. La huelga fue iniciada por discusiones en las cafeterías escolares y en los salones de reunión, además de las redes sociales, entre los docentes en los condados mineros de carbón al sur del estado, no en las oficinas de la WVEA (de la NEA) y la AFT-WV.

Cuando se desencadenó una lucha por todo el estado, los sindicatos convocaron una huelga a nivel estatal de dos días como un esfuerzo para contener la militancia de los trabajadores, extendiéndola luego por dos días más. Luego, el 27 de febrero, los sindicatos anunciaron repentinamente un acuerdo con el gobernador Jim Justice y ordenaron que los maestros volvieran al trabajo el 1 de marzo.

Sin embargo, los docentes se rebelaron. Organizaron reuniones en los piquetes, en el capitolio estatal y en línea y rechazaron los argumentos de los funcionarios sindicales que intentaban intimidar a los obreros con amenazas de que antagonizarían a los padres y recibirían órdenes judiciales y sanciones si continuaban el paro. En un condado tras otro, los trabajadores escolares votaron por desafiar las órdenes de los rompehuelgas en la WVEA, la AFT-WV y el sindicato de los trabajadores de servicios escolares. Continuaron su batalla.

Al rebelarse, los trabajadores en huelga se liberaron, al menos temporalmente, de la camisa de fuerza impuesta por los sindicatos, y ese movimiento incipiente de los trabajadores se convirtió en un poderoso polo de atracción para los trabajadores y jóvenes de todo el estado, el país y el mundo.

La respuesta de los sindicatos fue duplicar sus esfuerzos para acabar con la huelga precisamente cuando tomaba fuerzas y comenzaba a inspirar a otras secciones de la clase trabajadora a realizar actos similares. El paro de 1400 trabajadores de Frontier Communications en West Virginia y Virginia el fin de semana pasada hizo que finalizar la huelga fuera aún más necesario desde el punto de vista de los ejecutivos sindicales.

La última cosa que los sindicatos quieren ver es el desarrollo de un movimiento obrero, el cual socavaría todo lo que han hecho para suprimir la lucha de clases desde 1981, cuando la supresión de la huelga de controladores aéreos de PATCO desató una serie de luchas traicionadas sin excepciones. Además, estando pendiente el caso Janus vs. ADSCME en la Corte Suprema, evaluando la constitucionalidad de las “tarifas de agencia” que reciben los sindicatos de los trabajadores públicos, los sindicatos estaban ansiosos de demonstrar su utilidad para la burguesía, como lo expreso un abogado del sindicato en sus argumentos orales el mes pasado: “La seguridad a los sindicatos es la compensación de no tener huelgas”.

El acuerdo del martes, esencialmente el mismo acuerdo ya rechazado por los maestros, pero con un nuevo empaque, fue impuesto a la fuerza sin permitir que los maestros tuvieran la oportunidad de discutirlo ni votar si volver o no al trabajo. Todas las organizaciones auxiliares al Partido Demócrata —los Socialistas Democráticos de América (DSA), la revista Jacobin, la Organización Internacional Socialista (ISO) y muchas otras— se movilizaron para declarar una victoria.

La operación de los sindicatos para romper la huelga es simplemente un reflejo de su función esencial. No son organizaciones obreras, sino agencias de las corporaciones y el Estado. Los sindicatos magisteriales no son diferentes al automotor UAW, el cual fue expuesto recibiendo sobornos directos de las compañías automotrices a cambio de imponer acuerdos favorables a las empresas.

La huelga de los maestros en West Virginia apunta el camino hacia adelante para el movimiento que se está desarrollando. El resurgimiento de la clase obrera enfrentará a los trabajadores en conflictos cada vez más directos y abiertos con los sindicatos. Donde comience una lucha, los obreros tienen que estar armados con un entendimiento del papel que desempeñarán los sindicatos. Existen para defender el capitalismo y vigilar a la clase obrera.

A lo largo de la huelga, el World Socialist Web Site y el Partido Socialista por la Igualdad llamaron a los docentes a formar comités independientes de base para aunar a los trabajadores del sector educativo con los de toda la clase obrera. En West Virginia, la formación de estos comités es un paso esencial para prepararse para la siguiente etapa que se avecina en la lucha contra los ataques a sus salarios y a su acceso a la salud. La formación de comités de fábrica y lugares de trabajo por todo el país e internacionalmente sentará las bases para unir las luchas de toda la clase trabajadora en un movimiento político contra el aparato estatal, el Partido Demócrata y el Republicano, y Capitalismo en su conjunto.

La cuestión crítica, y no solo para los maestros, sino para todas las secciones de la clase obrera, es la construcción de una dirección socialista que impulsará a los trabajadores a avanzar sus iniciativas y organizaciones independientes, desarrollará su consciencia de clase, esclarecerá las cuestiones políticas fundamentales de cada lucha separada y dirigirá el creciente movimiento obrera en contra del capitalismo y por el socialismo, en Estados Unidos y por el resto del mundo.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 8 de marzo de 2018)

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