La advertencia del líder del Partido Laborista, Jeremy Corbyn contra “precipitarse a emitir un juicio” sobre las acusaciones contra el Gobierno ruso por el envenenamiento del ex doble agente, Sergei Skripal, ha incitado una frenética campaña mediática denunciándolo de ser un títere de Vladimir Putin.
Después de que Corbyn respondiera en la Cámara de los Comunes el miércoles a las declaraciones de la primera ministra Theresa May, el tono fue marcado por el legislador conservador, Mark Francois, quien lo acusó de ser “un apologista del Estado ruso que viste una insignia del CND”, refiriéndose a la Campaña por el Desarme Nuclear.
La respuesta de Corbyn en el Guardian, publicada el jueves, desató una ira aún mayor, con el Daily Telegraph llamándolo “no digno de ser primer ministro”. El programa de televisión “Newsnight” de BBC, referente en Reino Unido para asuntos domésticos, “discutió” la cuestión frente a un fondo panorámico mostrando una imagen alterada en Photoshop de Corbyn con un sombrero ruso y frente a un segundo plano del Kremlin retratado en sombras de rojo.
Su discurso en el Parlamento no procuraba movilizar una oposición en la clase trabajadora contra el recrudecimiento del peligro de guerra tan claro en las últimas dos semanas. En cambio, estuvo enmarcado como un consejo para la burguesía.
Corbyn dio por sentada la idea central de la agenda del Gobierno. No cuestionó la versión oficial de que Skripals fue atacado con un gas nervioso producido en Rusia y respaldó la decisión de May de expulsar a 23 diplomáticos rusos. Presentó su desacuerdo partiendo de una aceptación de la posición expuesta por May en su primer discurso del lunes, cuando aseveró que “solo puede haber dos explicaciones de lo ocurrido en Salisbury el 4 de marzo”: “un acto directo del Estado ruso” o que el Gobierno ruso “perdiera control de un agente nervioso potencial y catastróficamente dañino”.
En el Guardian, Corbyn fue todavía más explícito. Dijo apoyar las labores de “nuestra política y servicios de seguridad”, afirmando que May correctamente identificó las dos posibles fuentes del ataque, “dado que el agente nervioso utilizado ha sido identificado como un producto original ruso”.
Manifestando que establecer la verdad “es una tarea para la policía y los profesionales de seguridad”, indicó que cualquier otra ruta “no beneficia ni a la justicia ni a nuestra seguridad nacional”.
Corbyn luego apeló a los tories (conservadores) y a la mayoría proguerra de los parlamentarios laboristas, dejando en claro que no pretende “crear una división sobre la cuestión de Rusia donde no existe ninguna”.
Su intención, al contrario, es tener un fundamento auténtico para dar una “respuesta política común a este crimen”. Consiguientemente, señaló que el Gobierno debe proceder “con base en la evidencia”, insistiendo inmediatamente que “solo por medio de firmes acciones multilaterales podemos garantizar que un crimen tan impactante no vuelva a ocurrir”.
Advirtió en contra de “conformarnos a una ‘nueva guerra fría’ de aumentos en el gasto de armas, conflictos indirectos alrededor del mundo y una intolerancia mccarthista a la disensión”, pero urgió tomar medidas para aumentar “nuestra capacidad para afrontar los ultrajes de Rusia”, dejando en claro así que el Partido Laborista se encuentra firmemente en el lado antirruso.
No solo apoyan los laboristas “las acciones del Gobierno en relación con los diplomáticos rusos”, sino que demandan medidas adicionales “para arremeter contra los oligarcas… Estamos dispuesto a respaldar mayores sanciones mientras y cuando la investigación sobre el ataque en Salisbury produzca resultados”.
Según cualquier criterio objetivo, la intervención de Corbyn fue la apropiada para el líder de la L eal Oposición de Su Majestad. De haberse opuesto directamente al impulso de guerra del Gobierno, urgiendo una oposición a la conspiración criminal de las potencias imperialistas, habría generado una respuesta poderosa por parte de los millones que recuerdan bien las mentiras utilizadas para justificar la guerra de Irak en el 2003, la cual cobró más de un millón de vidas.
Corbyn profiere tal postura explotando la autoridad de haber votado en contra de la guerra de Irak hace tres lustros. Como un exdirigente de Stop the War Coalition (StWC; Coalición Detengan la Guerra) que se pronunció en las manifestaciones de masas en Londres, frente a más de un millón de personas, es profundamente consciente que los poderosos sentimientos antibélicos en las masas tan solo se han arraigado más.
El hecho de que no apelara a dichos sentimientos ni rechazara el marco entero del ataque del Gobierno de May contra Rusia demuestra el carácter esencialmente proimperialista de su política. Al igual que cuando dejó la cúpula de StWC cuando se convirtió en líder laborista, desechando su oposición de toda la vida a la OTAN y a las armas nucleares, ha endosado medidas más agresivas contra Rusia.
Esto no es suficiente para la élite gobernante ni su prensa, para quienes es impermisible dejar abierta la posibilidad de que el ataque contra Skripal y su hija pudiera haber sido perpetrado por alguien fuera del Estado ruso, ya que interfiere con la mugrienta campaña de propaganda en marcha.
Más allá, Corbyn emitió la siguiente y sumamente incómoda advertencia en el Guardian :
“Inteligencia deficiente y dosieres dudosos llevaron a la calamidad de la invasión de Irak. Hubo un apoyo bipartidista abrumador para atacar Libia, pero probó ser un error. La indignación universal por los atentados del 11 de setiembre llevo a una guerra contra Afganistán que continúa hasta este día, mientras que el terrorismo se ha extendido por todo el mundo”.
La penalidad por estas críticas es ser declarado nuevamente no digno para estar ser primer ministro.
Un editorial del Financial Times el sábado fue intitulado “Por qué Jeremy Corbyn sigue ciego ante la verdad sobre Rusia”.
El FT lo califica de “culpablemente inocente sobre Vladimir Putin”, debido a una visión del mundo “definida por una profunda sospecha hacia occidente en general y EUA en particular”. El diario financiero no ofrece evidencia alguna para contradecir el escepticismo de Corbyn en cuanto a las precipitadas afirmaciones de culpabilidad rusa. Al contrario, presenta como dado precisamente lo que se tiene que probar.
“Las potencias líderes han respondido con una unidad encomiable” al respaldar a May. Los aliados de la OTAN están de acuerdo en que “no hay ninguna alternativa plausible”, mientras que Corbyn “está avanzando teorías alternativas” y “no pudiendo ver la verdad”.
Al rehusarse a seguirles la corriente e introducir argumentos de que “occidente se equivocó sobre la existencia de armas de destrucción masiva en Irak…”, continúa el FT, Corbyn le está ayudando a Moscú a “confundir la narrativa” y “retrasar la respuesta internacional”.
Es obligatorio aceptar en primera instancia a “los principales expertos mundiales” que “han tenido la oportunidad de analizar la sustancia empleada e identificar su trayecto de vuelta a Rusia”.
La referencia del FT al laboratorio de Porton Down como si fuese un actor desinteresado no aguanta ningún escrutinio, siendo éste una parte esencial de la máquina de guerra británica en el desarrollo de armas de destrucción masiva, contando con las instalaciones y el conocimiento para producir el agente nervioso utilizado contra los Skripal.
El FT concluyó ampliando sobre el problema más general que percibe en Corbyn: sus “[d]écadas encabezando marchas y pronunciándose en mítines de ‘paz’” (por supuesto, en comillas), sus llamados pasados para que “la OTAN sea desecha”. Con base en esto, Corbyn es tachado como no apto para llevar el legado de liderazgo del partido de Clement Attlee, quien dirigió el Gobierno laborista de la posguerra, “apoyo de forma inquebrantable la alianza occidental y tuvo una parte importante en sentar las bases de la OTAN”.
Como siempre, a través de tales ataques contra Corbyn, la élite gobernante expresa su inquietud hacia la reacción popular que podrían provocar sus críticas. El FT manifestó su deseo de que los votantes dejen de tratar “sus puntos de vista en política exterior como excentricidades inofensivas”. Al mismo tiempo, el columnista del diario Independent, John Rantoul, escribe: “Sin embargo, sospecho que hay un mayor apoyo a la posición de Corbyn fuera de la Cámara de los Comunes: los conservadores y los parlamentarios laboristas no corbinistas deberían haber aprendido ya que su oposición idealista a palabras de guerra sienta bien con gran parte del público general”.
Los trabajadores y jóvenes hastiados con los ataques contra Corbyn tienen que entender que el Partido Laborista bajo su dirección no ofrece los medios políticos para oponerse a la campaña de militarismo y guerra actual. De hecho, los principales promotores de la campaña anti-Corbyn y los más rábidos proponentes de tomar acción contra Rusia forman parte de las bancas laboristas y de su gabinete en la sombra.
Al menos 33 miembros del Parlamento laboristas introdujeron una propuesta urgente al orden del día para aceptar “inequívocamente” la “culpabilidad” de Rusia en el ataque de Salisbury. Estos 33 contaron con el apoyo tácito de la secretaria de Relaciones Exteriores en la sombra, Emily Thornberry, quien insistió en una conferencia en el Congreso de Sindicatos británico (TUC, por sus siglas en inglés) el sábado que hay un “caso prima facie” o evidente para que Rusia tenga que responder, refiriéndose a “un ataque en nuestro suelo” por parte de un “Estado extranjero”.
La secretaria de Defensa en la sombra, Nia Griffith, dijo en nombre del gabinete de la oposición, “Estamos en mucho acuerdo con lo dicho por la primera ministra”, mientras que el secretario para Irlanda del Norte en la sombra, Owen Smith, señaló: “La renuencia del Sr. Corbun a compartir el análisis básico de la Sra. May sobre el incidente en Salisbury lo hizo verse ansioso para exonerar a una potencia hostil”.
La facción de Corbyn no tiene intención de luchar contra la camarilla belicista. Una vez más, está lista para doblegarse y probar su lealtad. El domingo, el programa “Peston on Sunday” de ITV fue testigo de la declaración del segundo en mando de Corbyn, el canciller en la sombra, John McDonnell, de que la respuesta de Corbyn a May fue “una crítica constructiva, creo que otros han interpretado eso equivocadamente”.
“Estoy completamente de acuerdo con la primera ministra”, añadió. “Cualquiera forma de verlo, [Putin] es responsable y toda la evidencia apunta a él… Es altamente posible que esta haya sido una ejecución estatal”.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 19 de marzo de 2018)