Millones de estudiantes y jóvenes participaron en manifestaciones el sábado en 800 ciudades por todo Estados Unidos y muchas otras internacionalmente.
Según una encuesta de USA TODAY/Ipsos, más de uno en cada cinco personas entre los 13 y 17 años de edad dijeron que participarían en las manifestaciones, lo que las convertiría en las manifestaciones encabezadas por estudiantes más grandes en la historia de EUA. Otro 25 por ciento de jóvenes dijo que planeaba participar en redes sociales.
Las protestas de “Marcha por nuestras vidas” fueron llamadas y organizadas inicialmente por los supervivientes del tiroteo escolar en Parkland, Florida, del 14 de febrero, el cual dejó a 14 estudiantes y tres maestros y entrenadores muertes, además de 17 heridos. Los tiroteos en instituciones académicas han afectado a toda una generación. Según un análisis del Washington Post, desde la masacre de 1999 en el colegio Columbine, 193 escuelas primarias y secundarias han sufrido tiroteos en sus campus durante horas de lecciones, impactando a un total de 187.000 estudiantes.
Sin embargo, los tiroteos escolares se han vuelto el epicentro de malestares mucho más amplios. Se percibe entre los jóvenes que la frecuencia de masacres en escuelas refleja la indiferencia y desprecio de la burguesía hacia sus vidas.
El viernes, New York Times señaló con nerviosismo la radicalización política de la juventud demostrada en las protestas del sábado. “En su conjunto”, anotó el Times, “combinan creencias sociales liberales con una visión intensamente recelosa hacia el orden político y económico, según encuestas”.
El evasivo comentario del Times sobre la hostilidad hacia el “orden económico” es una referencia a encuestas que muestran que la mayoría de jóvenes estadounidenses preferirían vivir en una sociedad socialista o comunista que una capitalista. Otros sondeos muestran que, entre los estadounidenses de 18 a 29 años de edad, solo un 14 por ciento considera que el país va en dirección correcta, una cifra que es seguramente más baja entre estudiantes de colegio.
Los jóvenes de clase trabajadora enfrentan hoy día condiciones mucho peores que las de sus padres, quienes también están ante un retroceso histórico en sus condiciones de vida. Las ganancias promedio de los jóvenes son 43 por ciento más bajas de lo que eran en 1995. La deuda estudiantil promedio ha aumentado a $37.712 de $24.000 en el 2008. Cerca de uno en cada cinco menores de 18 años en EUA vive en pobreza, y más del 50 por ciento vive en hogares de bajos ingresos, es decir, menos del doble de la línea oficial federal de pobreza.
Está surgiendo un movimiento político de los jóvenes en medio de una ola expansiva de luchas obreras por todo EUA e internacionalmente. La huelga de los maestros en West Virginia en febrero y marzo ha sido seguida por una jornada de paro de los educadores en New Jersey y llamados y planes para huelgas docentes en Oklahoma, Arizona, Kentucky, Tennessee y otros estados. Fuera de EUA, se han producido protestas de educadores en Kenia, Nigeria, Argentina, Jamaica, Holanda, Reino Unido, Eslovenia, Canadá, entre otros países.
Tal oposición de los maestros pone de manifiesto un enojo más amplio de la clase obrera en su conjunto por los niveles récord de desigualdad social. El jueves, decenas de miles de choferes de tren, maestros, enfermeros, controladores aéreos y otros trabajadores públicos en Francia salieron en huelga contra las reformas laborales derechistas del presidente Emmanuel Macron.
El desarrollo simultáneo de un movimiento entre trabajadores jóvenes y estudiantes pregona un estallido importante de conflictos sociales y de clases.
El Partido Demócrata y la prensa procuran acorralar la ira de los jóvenes con llamados a un control de armas, que, de implementarse, iría inevitablemente acompañado de esfuerzos para fortalecer el poder del Estado y vigilar a la población. Más allá, como lo demostró la serie de bombardeos en Austin, Texas, tales medidas no detendrían la epidemia de violencia masiva en Estados Unidos, la cual simplemente tomaría nuevas formas.
La principal preocupación de la burguesía es prevenir el surgimiento de un movimiento que aborde la causa de la violencia de la sociedad estadounidense, lo que inevitablemente conectaría las protestas de los jóvenes con las luchas de los trabajadores. Los demócratas esperan poder dirigir el enojo de los estudiantes a las urnas, es decir, que voten por demócratas en las elecciones de este año y en el 2020.
Sin embargo, cualquier diagnóstico serio de las causas de la violencia con armas de fuego apunta a la catástrofe engendrada por el capitalismo.
Es imposible separar la serie de actos homicidas a manos individuos enajenados y brutalizados del humor generalizado de desesperación y desesperanza creado por las funestas condiciones sociales y la supresión de cualquier oposición progresista al sistema capitalista. Según un reciente estudio, la tasa de suicidios entre niños y adolescentes blancos aumentó entre el 2006 y el 2016 un 70 por ciento, mientras que la tasa de suicidio entre niños y adolescentes negros un 77 por ciento.
Tampoco puede separarse la violencia dentro del país de la violencia en el exterior. Los participantes en las protestas del sábado han vivido todas sus vidas en la “guerra contra el terrorismo”: la invasión de Afganistán en el 2001, hace casi 17 años; la invasión de Irak en el 2003, el bombardeo de Libia en el 2011; la guerra civil en marcha respaldada por EUA en Siria. Y hay más guerras en la agenda.
Billones de dólares se han derrochado en armamentos, mientras los recursos para la educación pública, la salud (incluyendo mental) y otros servicios sociales son recortados. El Gobierno de Trump firmó un presupuesto ayer, con el respaldo de los demócratas y republicanos, que dedica un récord de $700 mil millones al Pentágono, incluso mientras las élites gobernantes insisten en que no hay dinero para asegurar que los maestros reciban salarios dignos ni para que los jóvenes universitarios no carguen con decenas de miles de dólares en deudas.
El hecho es que el mayor generador de violencia tanto en dicho país como internacionalmente es el Estado estadounidense. Mientras que han muerto 122 personas en tiroteos escolares desde la masacre en el colegio Columbine en 1999, la policía ha asesinado a alrededor de mil personas por año en ese periodo, muchos de ellos jóvenes y estudiantes.
La sangrienta violencia del imperialismo estadounidense y sus porristas en la prensa implican las consecuencias más nocivas dentro de EUA. Infecta la cultura política del país entero, siendo Donald Trump solo una expresión de esto.
Desde el estallido de protestas de masas tras la inauguración de Trump hace un año, el Partido Demócrata ha dedicado todos sus esfuerzos a encauzar la oposición de masas a las políticas derechistas y de tinte fascista del Gobierno detrás de una campaña de agresión en Oriente Próximo y dirigida contra Rusia. Han aclamado a los torturadores de la CIA y comandantes militares responsables de crímenes de guerra de ser paladines de los derechos democráticos. La realización de su agenda significaría que muchos de aquellos en las protestas el sábado serían enviados a la guerra.
Hay un parecido entre el surgimiento actual de protestas y manifestaciones de trabajadores y estudiantes actual y el producido en Francia en 1968. Sin embargo, la capacidad de la burguesía para contener el malestar social se ha visto severamente erosionado. Los partidos de los grupos de poder, tanto en EUA como internacionalmente, se encuentran profundamente desacreditados. Las organizaciones estalinistas y socialdemócratas que hace 50 años lograron contener las luchas de clases ya no existen o se han trasladado bruscamente a la derecha. Por su parte, los derechos y antiobreros sindicatos están intentando desesperadamente suprimir un movimiento que se está desarrollando por fuera y en oposición a ellos.
Para los jóvenes que buscan un camino hacia adelante, el giro a tomar debe ser hacia la clase obrera. Las luchas de la juventud obrera tienen que ser conectadas a las luchas de todos los trabajadores por puestos de trabajo, salarios, acceso a la salud y una jubilación garantizada. La batalla contra las condiciones que dan lugar a la violencia en EUA debe ser desarrollada conscientemente como un movimiento contra la guerra, la desigualdad y el capitalismo. Esto exige romper completamente con el Partido Demócrata, el Partido Republicano y el aparato estatal burgués en su conjunto.
El Partido Socialista por la Igualdad y su movimiento juvenil, los Jóvenes y Estudiantes Internacionales por la Igualdad Social (JEIIS), están construyendo una dirección política socialista en la clase obrera. Llamamos a los jóvenes que participaron en las protestas y a todos los estudiantes y trabajadores del mundo a unirse al JEIIS (IYSSE en inglés) y al PSI y a adoptar la lucha por el socialismo.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 24 de marzo de 2018)