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Perspectiva

El Senado de Estados Unidos rinde tributo a torturadora de la CIA

La comisión especial de inteligencia del Senado de Estados Unidos realizó una audiencia el miércoles sobre la nominación de Gina Haspel como directora de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) de EUA. Ahí, fue expuesta tanto la criminalidad del aparato de inteligencia estadounidense como la desintegración de los procesos democráticos dentro del aparato estatal capitalista de ese país.

El tema en discusión era si una mujer que desempeñó un papel directo e íntimo en la tortura de detenidos en las llamadas “cárceles clandestinas” alrededor del mundo, donde rige un régimen de detención incomunicada, debería presidir la “principal agencia de inteligencia del mundo”, como la describió un senador.

La audiencia fue marcada por efusivas alabanzas de demócratas y republicanos al trabajo de la agencia, la cual recibió el apodo hace mucho de “Asesinos Inc.” (Murder Inc.) por sus crímenes en todo el planeta, incluyendo asesinatos políticos, la creación de ejércitos terroristas y la organización de golpes de Estado militares y fascistas.

El senador de West Virginia, Joe Manchin, quien se convirtió en el primer demócrata en anunciar su apoyo a la nominación después de la audiencia, fue tan lejos como para decirle a Haspel que, al dirigirse a sus simpatizantes, “presumo sobre lo que ustedes hacen en los Servicios Clandestinos”.

Lo que personas como Haspel hicieron está ampliamente documentado en el reporte de la misma comisión de inteligencia del Senado sobre la práctica de tortura, el cual fue publicado en el 2014 pese a objeciones de la CIA. De hecho, la agencia espió a funcionarios del Senado e incluso se infiltró en el sistema informático de la comisión, siendo esta una violación a los poderes constitucionales del Congreso.

Ningún miembro de la comisión, incluida su presidenta en el momento, la demócrata Dianne Feinstein, se molestó en citar este reporte. La versión de 500 páginas que se hizo pública señala que las actividades presididas por Haspel en una cárcel clandestina de la CIA llamada “Ojo de gato” (Cat’s Eye) en Tailandia involucró encerrar a los prisioneros por tiempos prolongados en cajas tan pequeñas como 53 cm de largo por 60 cm de alto x 60 cm de ancho; golpear sus espaldas y cabezas repetidamente contra la pared; y ahogamientos simulados, en los que riegan agua en un pedazo de tela colocado sobre la boca y la nariz de la víctima.

El comité encontró que gran parte de los cientos que secuestraron, detuvieron y torturaron ilegalmente no estaba conectado a Al Qaeda ni a ninguna otra organización similar. Algunos murieron a causa del tormento. Otros, incluyendo aquellos sujetos al trato ofrecido por la Sra. Haspel, quedaron permanentemente lastimados, tanto psicológicamente como físicamente.

El informe del Senado se convirtió en una letra muerta a pocos días de su publicación. Ni los políticos ni la prensa la han vuelto a mencionar. Ahora, es muy probable que una de las principales responsables de los crímenes descritos en el documento vaya a ser promovida a la cúpula de la agencia de inteligencia más importante de Washington.

Entre otras señales de que Haspel tuvo una participación más grande en la administración del programa de tortura que solo su tarea en Tailandia, se reportó desde la bahía de Guantánamo que Khalid Sheikh Mohamed, quien sufrió 183 ahogamientos simulados, le pidió permiso a un juez militar para presentar seis párrafos de información sobre Haspel. Los abogados de Mohamed, oficiales militares estadounidenses, afirmaron que la información era “importante”.

Además de supervisar el uso de la tortura, Haspel está profundamente implicada en su encubrimiento, participando en la decisión de destruir secretamente 92 grabaciones del abuso contra los detenidos en la cárcel clandestina de Tailandia.

También hubo un elemento burlesco en la audiencia, con los demócratas pidiéndole a Haspel que condenara como “inmoral” el uso de la tortura que ella supervisó. No aceptó esto. “Creo que la CIA hizo un trabajo extraordinario para prevenir otro atentado en este país poniendo en perspectiva las herramientas legales que nos dieron”, respondió a una de estas preguntas.

El interrogatorio fue una versión apenas retocada de la defensa infame utilizada por los nazis en Nuremberg: tan solo estaba siguiendo órdenes y sus superiores le aseguraron que sus acciones —flagrantes violaciones a las Convenciones de Ginebra, la Octava Enmienda de la Constitución de EUA y varios estatutos estadounidenses que prohíben la tortura— eran perfectamente legales.

Ahora que el programa de tortura ha sido puesto en pausa, por ahora, ella proclama que la CIA debe ser fiel a “estándares morales más altos”. Sin embargo, insistió al mismo tiempo, “Seguimos la ley en ese momento y la seguimos ahora”.

Y si la ley es modificada nuevamente para para permitir que la CIA emplee tortura y asesine a ciudadanos estadounidenses —cuya posibilidad no requiere imaginación con un presidente estadounidense que ha hecho público su aprecio a los ahogamientos simulados “y cosas peores”— sin duda Haspel volverá a seguir la ley perfectamente.

“La moral siempre ha sido la moral de clase”, escribió famosamente Friedrich Engels. Las demandas de los demócratas de que la agente con 33 años de experiencia en la CIA dé un testimonio moral son hipócritas y absurdas.

Nadie ha sido castigado por los graves crímenes perpetrados por el Gobierno de Bush, desde la ilegal guerra de agresión a la tortura sistemática de prisioneros. Utilizando el pretexto cínico de “veamos hacia adelante y no al pasado”, el presidente demócrata Barack Obama y su Departamento de Justicia bloquearon cualquier enjuiciamiento de los torturadores de la CIA y todos los oficiales responsables de tan macabros actos, comenzando por George W. Bush y Dick Cheney.

Obama promovió a John Brennan, quien fue el superior de Haspel en la agencia y protagonizó el programa de secuestros ilegales, entregas extraordinarias y tortura. Brennan dirigió el programa de asesinatos con drones de Obama antes de convertirse en director de la CIA.

Los sermones morales de los demócratas son verdaderamente obscenos. Su única preocupación es que el nombramiento de Haspel socave la habilidad de Washington de justificar futuros actos de agresión en nombre de los “derechos humanos”.

Los que apoyan a Haspel están apelando a la política de identidad para apuntalar su nominación como “la primera directora de la CIA”, supuestamente una gran victoria para las mujeres de todas partes. Conocida entre sus estimados agentes como “la sangrienta Gina” (Bloody Gina) por su enfermiza relación con la tortura, Haspel llevaría el movimiento #MeToo (#YoTambién) a la sede central de la CIA en Langley, Virginia, según escribió una exagente en el Washington Post .

Quizás algo más significativo es que sería la primera oficial de la división de Servicios Clandestinos de la agencia en convertirse en directora de la CIA desde William Cosby en 1973, cuando dirigió la infame Operación Phoenix, una masiva campaña de asesinatos y tortura que cobro la vida de decenas de miles de hombres, mujeres y niños en Vietnam.

La nominación de Haspel se produce en un momento en que la agencia de inteligencia y el ejército de EUA se preparan para crímenes que eclipsarán incluso las atrocidades de hace 45 años.

En su declaración introductoria a la comisión, mencionó que la CIA necesita enfrentar “el aventurismo iraní desestabilizador, una Rusia agresiva y a veces brutal, y las implicaciones de largo plazo de las ambiciones de China en el escenario global”. Prometió emprender operaciones “contra estos difíciles blancos desde el primer día”. Sus palabras reflejaron con exactitud la estrategia de seguridad nacional del Gobierno de Trump, donde anuncia que su foco de atención no será en “la guerra contra el terrorismo” sino la preparación para conflictos “entre las grandes potencias”, primeramente, contra Rusia y China en lo que constituiría una tercera guerra mundial.

Todos los que apoyan la nominación de Haspel, incluyendo prácticamente todos los exdirectores vivos de la CIA tanto de Gobiernos demócratas como republicanos, junto con secciones poderosas de la élite política estadounidense, la ven como una candidata adecuada para encabezar una agencia que se prepara para guerras en el exterior y represión interna. Para ellos, el historial de Haspel como una torturadora fue simplemente el trayecto en que consiguió sus espuelas en una agencia dedicada a la violencia, el asesinato y la criminalidad.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 10 de mayo de 2018)

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