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La crisis financiera argentina podría ser señal de una turbulencia más amplia

La decisión de Argentina el martes de solicitar al Fondo Monetario Internacional (FMI) financiamiento para ayudar a contener la caída del peso argentino ha planteado la cuestión de si este podría ser el comienzo de una crisis que afecte a otros mercados llamados emergentes.

El presidente argentino, Mauricio Macri, anunció que iría al FMI luego de que tres alzas de las tasas de interés en diez días por parte del banco central del país —la última elevó la tasa al 40 por ciento— no lograron detener la venta masiva.

Argentina busca una "línea de crédito flexible" (FCL, por sus siglas en inglés) de alrededor de $30 mil millones, que se otorgaría sin condiciones exigidas por el FMI. Si el país obtiene la requerida línea de crédito es otra cuestión. El FMI estipula que las FCL están diseñadas para países con "fundamentos muy sólidos y medidas de seguimiento de las políticas".

La directora gerente del FMI, Christine Lagarde, emitió un comunicado afirmando que Argentina es un "miembro valioso" del FMI y que se han iniciado las discusiones sobre "cómo podemos trabajar juntos para fortalecer la economía argentina".

Esas palabras suenan como una alarmante advertencia para la masa del pueblo argentino que recuerda muy bien la devastación impuesta por la intervención del FMI en 2001, cuando uno de cada cinco trabajadores perdió su empleo, los bancos cerraron y el peso perdió dos tercios de su valor.

La crisis argentina forma parte de una turbulencia global en desarrollo, en la que varios países con grandes deudas están siendo presionados por el aumento de las tasas de interés y una apreciación del valor del dólar estadounidense.

Como señaló el Financial Times en un comentario a principios de esta semana, la crisis argentina de 2001 no se extendió a otros mercados. "Sin embargo, esta vez, los problemas de Argentina no son aislados. No solo hay una causa global, con un dólar más fuerte y tasas de interés en alza, sino que también existe una debilidad bastante generalizada”.

Turquía puede ser el siguiente país, con la lira alcanzando un mínimo histórico esta semana. El presidente Recep Tayyip Erdoğan anunció ayer que junto con sus principales asesores económicos tomará medidas para frenar la inflación y detener la caída de la moneda. Pero no se anunciaron medidas específicas. El banco central de Turquía podría verse obligado a elevar nuevamente las tasas de interés luego de subir su tasa en 75 puntos básicos.

Un comunicado del gobierno dijo que el banco central continuaría usando los instrumentos que tenía en su poder y que "en el próximo período nuestro país continuará en el camino de las políticas basadas en el crecimiento". Se considera que estas declaraciones no calmarán los movimientos del mercado. La lira ha caído durante meses debido al creciente déficit en cuenta corriente y al aumento de la inflación.

La situación económica turca se complica con las elecciones del 24 de junio, tanto para la presidencia como para el parlamento. El gobierno está tratando de hacer concesiones económicas a los votantes en medio de temores de que las elecciones sean ajustadas.

La lira ha perdido alrededor del 13 por ciento de su valor frente al dólar desde el comienzo del año, lo que ha generado temores de que esto pueda causar problemas a las empresas que tienen grandes deudas denominadas en dólares.

Indonesia también se está viendo negativamente afectada. Su mercado de valores está en una tendencia descendente y las tasas de interés de los bonos del gobierno están aumentando. La rupia ha bajado a un mínimo de 28 meses frente al dólar. Los inversores internacionales han descargado acciones y bonos por valor de $2,2 mil millones desde principios de abril y el banco central está considerando elevar las tasas de interés por primera vez desde 2014.

Un informe en Bloomberg señaló que los inversionistas extranjeros poseen casi el 40 por ciento de los bonos del gobierno de Indonesia, uno de los más altos en Asia, lo que hace que "la economía sea especialmente vulnerable a una caída en el sentimiento y fuertes salidas".

Además de Argentina y Turquía, el Instituto de Finanzas Internacionales dijo que Ucrania, China y Sudáfrica son más vulnerables a los cambios en el "apetito de riesgo crediticio", mientras que "las valoraciones de los activos parecen muy altas en Hungría, Corea, Tailandia, Polonia y la República Checa".

El mes pasado, el FMI advirtió que el 40 por ciento de las economías subsaharianas corría un alto riesgo de sufrir tensiones debido a que estaban luchando por financiar las deudas en moneda extranjera una vez que sus monedas se habían depreciado.

Uno de los factores clave que impulsa el aumento de la turbulencia es la expectativa de nuevos aumentos de las tasas de interés en los Estados Unidos. La Reserva Federal está en camino a un aumento de un cuarto de punto porcentual en su próxima reunión en junio.

El presidente de la Fed, Jerome Powell, abordó el impacto de los aumentos de las tasas de interés en los mercados emergentes en un discurso pronunciado en Europa esta semana. Pasó algún tiempo sobre los "efectos indirectos" de las políticas de EUA.

El tema básico del discurso fue que la "normalización" de las políticas monetarias en las principales economías debería seguir siendo "manejable" para los mercados emergentes y "los mercados no deberían sorprenderse por nuestras acciones si la economía [de EUA] evoluciona en línea con nuestras expectativas".

Pero Powell no descartó "los posibles aumentos que emanan de la normalización de la política global". Algunos inversores e instituciones pueden no estar bien posicionados para un aumento en las tasas de interés, incluso uno que los mercados anticipan ampliamente. Y, por supuesto, las condiciones económicas futuras pueden sorprendernos como a menudo lo hacen".

Además del aumento en las tasas de interés de Estados Unidos y el dólar, otros factores que causan turbulencia en los mercados incluyen el impacto de la intensificación de la guerra comercial entre EUA y China, y las consecuencias de la decisión estadounidense de retirarse unilateralmente del acuerdo nuclear con Irán.

En 1998, cuando colapsó el baht tailandés, desencadenando una gran crisis en todo el sudeste asiático, el presidente estadounidense Bill Clinton se refirió a éste como un "error" en el camino hacia la globalización. Pero la crisis financiera asiática repercutió en los EUA con el colapso de Long Term Capital Management, la mayor bancarrota de un fondo de inversión de alto riesgo en la historia. Se requirió un rescate de $3,6 mil millones por parte de la Reserva Federal para no provocar un colapso en los mercados financieros de Estados Unidos.

Todavía no está claro si la inestabilidad actual del mercado tendrá un impacto similar. Sin embargo, la crisis argentina y los temblores en los mercados emergentes podrían ser señales de advertencia de que el castillo de naipes financiero creado por el bombeo de billones de dólares en el sistema financiero desde la crisis de 2008 puede estar comenzando a temblar.

(Publicado originalmente en inglés el 10 de mayo de 2018)

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