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Por un movimiento socialista contra la guerra en toda la región de Asia-Pacífico

El siguiente discurso fue pronunciado por James Cogan, secretario nacional del Partido Socialista por la Igualdad (Australia), para el Mitin Internacional en línea del Día Internacional del Trabajador del 2018 organizado por el CICI.

Durante el último año, el estallido de una guerra en la península coreana con armas nucleares y millones de muertes ha sido una posibilidad horrible, pero demasiado real.

Hemos sido testigos del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, presentándose ante las Naciones Unidas y amenazando con “destruir totalmente” a una Corea del Norte aislada, utilizando como pretexto su pequeño arsenal nuclear. La respuesta del régimen norcoreano ha sido amenazar con emplear sus armas nucleares contra ciudades en la costa oeste de EUA o Japón.

Discurso de James Cogan para el Mitin Internacional en línea del Día Internacional del Trabajador del 2018

Para las próximas semanas, está programada una reunión entre Trump y el líder norcoreano, Kim Jong-un. Sin embargo, cualquier noción hoy día de que tales negociaciones resultarán en la “paz de nuestros tiempos” no es menos ingenua que en 1938, cuando el imperialismo británico negoció la anexión nazi de los Sudetes en Checoslovaquia.

Al igual que el régimen de Hitler, el imperialismo estadounidense ha dado la señal de que solo aceptará la sumisión completa a sus demandas, las cuales equivalen a la transformación de Corea del Norte en un Estado clientelar estadounidense. Si el régimen de Pyongyang se rehúsa, entonces la probabilidad de una guerra regresara con nuevas fuerzas.

La situación en la península coreana es solo una de las expresiones, si bien una particularmente aguda, de la tremenda amenaza que representa para la clase obrera internacional la intensificación de la competición estratégica, económica y militar entre Estados Unidos y China.

En aras de los intereses de los bancos y conglomerados de Wall Street, el imperialismo estadounidense no está preparado para aceptar ni el reemplazo de su dominio en una región tan económicamente crucial como Asia-Pacífico por el Estado capitalista chino ni el ascenso de China como un rival y centro de poder global.

Como parte del “pivote hacia Asia” lanzado por el Gobierno de Obama, Estados Unidos ha desarrollado una red de alianzas y asociaciones centrada en sus principales aliados regionales imperialistas, Japón y Australia, para buscar presionar militarmente a China y socavar sus intentos para aumentar su influencia en la región.

La inexorable marcha hacia una guerra fue puesta de relieve por la nueva estrategia de seguridad nacional de EUA, adoptada por el Gobierno de Trump en enero del 2018.

El documento acusa explícitamente a China de buscar la “hegemonía regional del Indo-Pacífico a corto plazo y el desplazamiento de Estados Unidos para ganar prominencia global en el futuro”. Estados Unidos debe “priorizar sus preparativos para la guerra”, afirma el documento, incluyendo mejoras masivas de su arsenal nuclear, el cual ya es capaz de destruir varias veces al planeta.

Al igual que antes de las dos guerras mundiales, lo que se está desenvolviendo es una contienda entre grandes potencias rivales por el dominio de los mercados, recursos, esferas de influencia y, ante todo, las ganancias globales. No es el producto de la irracionalidad de líderes políticos, sino de la irracionalidad de la división de una economía globalmente integrada en Estados capitalistas rivales y de la irracionalidad de una producción social vasta, la cual es impulsada por la fuerza de trabajo de miles de millones de trabajadores, pero que es subordinada a la generación de lucro privado para un puñado de capitalistas.

Al voltear a Corea del Norte y acomodarla en su esfera de influencia, Estados Unidos y sus aliados buscan debilitar a China e intensificar su presión sobre ella.

Lejos de disminuir el peligro de una guerra entre las mayores potencias, un acuerdo en la península coreana lo aumentaría, siendo esta solo una de las muchas provocaciones en marcha contra Beijing que amenazan con desencadenar un conflicto abierto.

Otras provocaciones incluyen el rechazo a los reclamos territoriales chinos en el mar de China Meridional, el desarrollo de una alianza cuadrilateral de facto contra China entre EUA, Japón, Australia e India, las discusiones sobre lazos militares más estrechos entre EUA, Japón y Taiwán, las histéricas campañas de “injerencia china” y espionaje en Australia, Nueva Zelanda y, cada vez más, en EUA, el bloqueo de inversiones chinas en varios países por motivos de “seguridad nacional”, y los pasos hacia una guerra comercial de escala completa para minar a importantes empresas con sede en China.

Este Primero de Mayo estamos conmemorando el bicentenario del nacimiento de Karl Marx y su desarrollo del materialismo filosófico e histórico, el cual forma la base de nuestra perspectiva científica socialista e internacionalista.

Nuestra respuesta al peligro de una guerra mundial fluye de esta perspectiva. Solo hay una fuerza social que puede prevenir la guerra y esa es la fuerza unificada de la clase obrera internacional, la única clase revolucionaria. Ahora, la clase obrera está volviendo a emprender luchas sociales de masas.

La guerra no se puede prevenir por medio de apelaciones pacifistas a las élites gobernantes, ni hablar de la impotente Organización de las Naciones Unidas.

Sin duda, no será prevenida con sórdidas intrigas diplomáticas del imperialismo estadounidense con otras potencias o el Estado capitalista chino.

Lo que es requerido es la unificación de la clase obrera en un movimiento internacional de masas contra la guerra, bajo las banderas de la Revolución Socialista Mundial, una perspectiva por la que solo el movimiento trotskista mundial lucha.

La tarea crucial e impostergable es el establecimiento de secciones del Comité Internacional de la Cuarta Internacional en la región del Indo-Pacífico: en Nueva Zelanda, los Estados del Pacífico, el sureste asiático, Taiwán, Corea, Japón, China, India, Pakistán y todo el Sur de Asia.

La lucha por construir la Cuarta Internacional y unir a la clase obrera internacional exige una batalla consciente contra los esfuerzos de la burguesía en cada país para dividir a los trabajadores y anclarlos a un capitalismo en naufragio por medio del nacionalismo, el sectarismo religioso y el racismo.

Se necesitarán esfuerzos creativos y determinados para superar la censura y supresión de las ideas socialistas. No es solo el imperialismo estadounidense y sus aliados que están trabajando con los conglomerados del Internet para censurar la oposición entre los trabajadores, particularmente al World Socialist Web Site .

El régimen capitalista chino, el cual se desarrolló a raíz del aparato maoísta-estalinista que traicionó la revolución china, tiene tanto miedo de que resurja una lucha socialista en la clase obrera china que está utilizando sus cortafuegos para bloquear el acceso al WSWS en China continental.

Hace 80 años, León Trotsky escribió en el documento fundador de la Cuarta Internacional que los cuadros eran “promesas para el futuro”.

“Fuera de estos cuadros”, continuó, “no existe ninguna corriente revolucionaria en el planeta que amerite el nombre”.

Las experiencias estratégicas de las últimas ocho décadas han comprobado la veracidad de estas palabras. El Comité Internacional de la Cuarta Internacional (CICI) es el único movimiento revolucionario.

A todos los simpatizantes del CICI y lectores del WSWS en el Indo-Pacífico, les urjo que este Día Internacional del Trabajador del 2018 sea el día en se comprometan a unirse a nuestras filas.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 11 de mayo de 2018)

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