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Perspectiva

La censura de Facebook se dirige contra la izquierda

Hace un año, los trabajadores y jóvenes de todo el mundo se horrorizaron al ver las imágenes de una marcha neonazi en Charlottesville, Virginia. Los nazis cargaron antorchas prendidas mientras cantaban “Los judíos no nos reemplazarán”, realizaban el saludo nazi, hondeaban banderas con suásticas y vestían uniformes del Ku Klux Klan. Uno de los fascistas condujo su auto en contra de una contramanifestación, asesinando a una mujer e hiriendo a 35 otras personas.

Más temprano este año, los organizadores de la marcha en Charlottesville del 12 de agosto del 2017, conocidos como “Unite the Right” (Unid a la derecha), anunciaron un plan para llevar a cabo otra manifestación para su aniversario, esta vez en Washington D.C. En respuesta, más de una docena de organizaciones izquierdistas y docenas de individuos reconocidos, incluyendo a la denunciante Chelsea Manning, llamaron a realizar una contraprotesta el mismo día.

Como parte de una campaña para bloquear las actividades “divisivas”, “violentas” y “extremistas”, Facebook, en colaboración con las agencias de inteligencia estadounidenses, anunció el martes que había clausurado la página del evento, no del mitin nazi, sino de la manifestación protestándolo.

La manifestación “No Unite the Right 2—DC” (No a Unid a la derecha 2—DC) eliminada por Facebook

Facebook justificó su decisión declarando que la contraprotesta fue creada por un grupo que mostraba señales de “actividad inauténtica”, una acusación para la cual no presentó detalles ni evidencia alguna.

Las declaraciones que acompañaron la acción de Facebook dejan en claro que la eliminación de la contramanifestación es un acto deliberado para reprimir y criminalizar los puntos de vista políticos de izquierdas, estableciendo un precedente con inmensas y ominosas implicaciones.

La publicación del blog de Facebook anunciando el bloqueo del evento, junto con 32 otras cuentas, citó un análisis del centro de pensamiento Atlantic Council que indica que todas las cuentas clausuradas por Facebook eran izquierdistas, incluyendo algunas en oposición a la violencia policial, a los ataques contra los inmigrantes y a la promoción de grupos fascistas por parte del Gobierno de Trump.

El informe del Atlantic Council declara que estas páginas cerradas por Facebook iban dirigidas a “la izquierda del espectro político” y “buscaban promover divisiones y enfrentar a unos estadounidenses contra otros”.

Las cuentas promovían “protestas contra el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) de Estados Unidos, el plan fiscal del presidente estadounidense, Donald Trump” y “protestas contra el veto a viajantes musulmanes de Trump”.

Tanto la publicación de Facebook como el reporte del Atlantic Council están saturados de términos orwellianos y autoritarios. ¿Quién se cree Facebook para determinar qué constituye “actividad inauténtica”, un término tan amplio como para incluir cualquier cosa? ¿Y quién le dio a Facebook el derecho para cerrar páginas que “promueven divisiones”, como si esas divisiones no existieran sin necesidad de “promoción” en una sociedad caracterizada por niveles históricamente sin precedentes de desigualdad social?

Estos temas fueron elaborados en una audiencia frente a la comisión de inteligencia del Senado estadounidense el miércoles, incluyendo testimonios de empresas y centros de pensamiento de “seguridad” cercanos a las agencias de inteligencia estadounidenses.

Renee DiResta es directora de investigaciones de New Knowledge, una firma consultora que afirma proteger las reputaciones de empresas ante “comunidades sospechosas”.

DiResta afirma que “las narrativas malignas” han “existido por mundo tiempo”, pero en las “operaciones de influencia de hoy día”, la “propaganda es compartida por nuestros amigos, usualmente en forma de memes altamente efectivos, compartibles e inmediatamente entendibles”.

“La desinformación, información falsa y engaños en las redes sociales han pasado de ser una molestia a una guerra de información de gran importancia”, manifestó.

Con referencia a los anuncios “falsos” antes de las elecciones del 2016, indicó que dichas cuentas promovían declaraciones “dirigidas a la izquierda”, buscando “arrojar una luz negativa sobre la secretaria Clinton en comparación con los candidatos Jill Stein y el senador Bernie Sanders”.

Un evento publicado por uno de los grupos eliminados por Facebook

Manifestó que tales “operaciones de influencia” apelan cada vez más a “creyentes ideológicos verdaderos” y a “extremistas no estatales”. En otras palabras, van dirigidos a personas hartas con el sistema capitalista y que están buscando una alternativa socialista o izquierdista —implicando que tales concepciones son “extremistas” y deben ser criminalizadas—.

Otro participante en la audiencia, el CEO de Graphika, John W. Kelly, señaló que las “cuentas automatizadas” en los “extremos” del espectro político “producen hasta 25 o 30 veces más mensajes por día” que “cuentas políticas auténticas en las corrientes tradicionales”.

Estamos presenciando la creación de una narrativa que trae de vuelta a la vida la larga tradición del anticomunismo estadounidense de tachar como “agitadores extranjeros” a toda fuente de “disturbios sociales”. Todo punto de vista crítico al capitalismo ha de ser calificado como “una operación de influencia inauténtica” promovida por “extremistas” y, consecuentemente, será objeto de supresión por parte del Estado y los monopolios tecnológicos.

Al hacer esto, las facciones del Estado atrincheradas detrás del Partido Demócrata y las agencias de inteligencia como parte de su enconada disputa entre facciones contra Trump por diferencias en política exterior, se encuentran aliados con la misma Casa Blanca cuando se trata del surgimiento de una oposición política izquierdista. En este caso, esta realidad se manifiesta en ataques contra aquellos que quieren protestar contra un mitin fascista y, por extensión, contra la defensa y legitimación de fascistas.

Los pasos que están tomando todas las facciones de la élite política estadounidense para deslegitimar y criminalizar la oposición política deben pensarse en términos de clases. Tras décadas de una redistribución continua de riqueza de pobres a ricos, tres personas tienen un patrimonio equivalente al de la mitad más pobre de la sociedad estadounidense. Jeff Bezos, el hombre más rico del mundo, tiene una riqueza neta de $143 mil millones.

Esta oligarquía financiera, junto con el diez por ciento más pudiente de estadounidenses que también se han enriquecido por el incremento explosivo en los valores bursátiles, se ven a sí mismos asediados por una clase obrera enojada y hostil que se orienta cada vez más hacia una política socialista.

Ante el estancamiento o la caída de los salarios reales, los recortes interminables en salud y pensiones, y una larga serie de contratos importantes que expiran en los próximos meses, el escenario está listo para el estallido de luchas obreras militantes no vistas desde las huelgas y sentadas en los años treinta. El crecimiento de la lucha de clases está enfrentando cada vez más a los trabajadores en contra de los sindicatos, en los cuales ha dependido la burguesía por década para suprimir la lucha de clases y para facilitar la redistribución de riqueza a favor de los ricos.

Bajo estas condiciones, la élite gobernante considera que la criminalización y supresión de una oposición política independiente es una necesidad vital para la defensa y la expansión de sus privilegios sociales. La creación de un aparato de censura masivo por parte de Facebook, Google y Twitter es un arma vital en manos de la élite gobernante en esta lucha de clases de vida o muerte.

Sin embargo, el estallido de luchas obreras que la oligarquía tanto teme también representa la única manera para defender derechos democráticos fundamentales. En sus luchas siguientes, los trabajadores avanzarán la demanda de un Internet libre y abierto y la defensa de la libertad de expresión como parte de un movimiento de masas, tanto en EUA como internacionalmente, para derrocar el sistema capitalista y establecer una sociedad socialista.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 3 de agosto de 2018)

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