El senador Bernie Sanders viajó a Michigan el domingo para hacer campaña por Abdul El-Sayed, el candidato demócrata a gobernador en las primarias estatales del 7 de agosto. Con menos de 48 horas antes de que abrieran las urnas, Sanders se encontraba completamente en “modo revolucionario”, denunciando el poder de la élite corporativa ante una audiencia de 2.000. Como León Trotsky escribió en 1938, “Los reformistas tienen un buen olfato para lo que la audiencia quiere”.
Desde la “Cruz de oro” de William Jennings Bryan hasta los “Catorce puntos” de Woodrow Wilson y la “Segunda Carta de Derechos” de Franklin Roosevelt, los demócratas se han presentado como “amigos del pueblo” para prevenir que la clase obrera se escape del control de la política burguesa, haciendo al partido merecedor del sobrenombre “cementerio de los movimientos sociales”.
Sanders es el representante más reciente de esta tradición. Sin embargo, desde hace mucho el capitalismo estadounidense no puede proveer la base económica para la reforma social. Asimismo, la campaña presidencial de Sanders del 2016, en la que denunció a Hillary Clinton como un títere de Wall Street y demandó una “revolución política”, terminó con su respaldo a Clinton, quien conspiró con el Comité Nacional Demócrata para sabotear su campaña y permitir que la odiada candidata de Wall Street y la CIA ganara la nominación.
Durante las elecciones generales, Sanders hizo campaña como un fiel simpatizante del Partido Demócrata, el cual es responsable de crear la desigualdad social que afirma oponerse. Durante los Gobiernos de Bill Clinton y Barack Obama, los demócratas han impuesto recortes masivos en la asistencia social, la educación, los cupones para alimentos y otros programas sociales. Al mismo tiempo, rescataron a los bancos, redujeron los impuestos para los ricos y eliminaron regulaciones corporativas. Después de la crisis financiera del 2008, el Gobierno de Obama presidió la mayor transferencia de riqueza en la historia del país de la clase obrera a los ricos.
Hoy día, en medio de un crecimiento de las luchas obreras entre docentes, trabajadores de UPS y otras secciones de la clase trabajadora, Sanders está nuevamente virando hacia la izquierda.
En su discurso el domingo, Sanders condenó el hecho de que tres multimillonarios controlan una riqueza equivalente a la de la mitad más pobre de estadounidenses. Jeff Bezos uno de estos milmillonarios y CEO de Amazon, exclamó Sanders, “ve su riqueza aumentar $275 millones cada día, mientras que tiene a miles de trabajadores que ganan salarios tan bajos que necesitan acudir a programas gubernamentales”.
El-Sayed, cuyo llamado popular a “Medicare para todos”, refiriéndose al seguro médico estatal, lo ha impulsado en las encuestas a menos de 10 por ciento de su oponente en la primaria demócrata, también está acatando las instrucciones de grupos de análisis y encuestas sobre lo que los votantes quieren escuchar. Relató su propia biografía, contando como es un hijo de inmigrantes y es padre de una pequeña de origen birracial. Hizo eco de las indefinidas consignas de Sanders, aludiendo al dominio del poder corporativo, “Tenemos una política rota”.
A las corporaciones no les duele ni un centavo esta retórica barata. Mientras que tanto Sanders y El-Sayed hablaban sobre la necesidad de expandir los programas sociales y proveer acceso a la salud para todos, ninguno abordó la pregunta central: ¿De dónde vendrán los billones de dólares necesarios para financiar tales programas?
El financiamiento para programas sociales, la provisión de empleos dignos, salud, educación, alimentación, agua potable, infraestructura requiere una revolución social que coloque las fuerzas productivas en manos de la clase trabajadora, la cual crea toda la riqueza de la sociedad.
Lo que Sanders y El-Sayed no dijeron fue más importante. Ninguno se refirió a las guerras del imperialismo estadounidense, las cuales han cobrado millones de vidas, ni el hecho de que el aparato militar y de inteligencia le exprime al país cientos de miles de millones de dólares cada año.
Sanders prácticamente ignoró el ataque de Trump contra los inmigrantes y no mencionó que más de 500 niños permanecen separados de sus padres en centros de detención y hogares substitutos por todo el país. Tampoco discutió el hecho de que la policía asesina a más de mil personas cada año o que la Agencia de Seguridad Nacional continúa espiando las comunicaciones de la población mundial.
Tales omisiones subrayan el hecho de que Sanders ha sido enviado por el Partido Demócrata para bloquear el crecimiento de la oposición social y encauzarlo detrás del sistema bipartidista.
Sanders ha dedicado la mayor parte de su vida política formalmente fuera del Partido Demócrata, criticándolo como el partido de Wall Street y las grandes empresas. Pero hoy, precisamente en el momento en que decenas de millones de estadounidenses están sacando esa conclusión, Sanders se ha vuelto el principal vocero de los demócratas, urgiendo a sus simpatizantes a convertir su oposición a la desigualdad en campañas para elegir demócratas.
El Partido Demócrata se ha convertido en el partido preferido de Wall Street, las grandes empresas y las agencias militares y de inteligencia. Los multimillonarios y derechistas hermanos Koch han anunciado que financiarán iniciativas y campañas demócratas. El exdirector del FBI, James Comey, tuiteó que los simpatizantes de las agencias de inteligencia “deben votar por demócratas en el otoño”.
El Partido Demócrata ha subordinado la oposición a los ataques derechistas de Trump contra los inmigrantes, a sus recortes de impuestos para los ricos y esfuerzos para nombrar a un nuevo magistrado derechista a la Corte Suprema detrás de su histérica e infundada campaña para culpar a Rusia por todos los malestares sociales que plagan EUA. Si los demócratas retoman una mayoría en el Congreso este otoño, su cuadrilla de agentes de seguridad nacional e inteligencia y exmilitares tendrá en sus manos la balanza de poder (ver: “Los demócratas de la CIA”).
Mientras que los “progresistas” demócratas alrededor de El-Sayed y Sanders tratan sus diferencias con Clinton y con los republicanos como una un “juego amistoso interno”—como Obama describió la contienda entre Clinton y Trump—, se enfrentan a la oposición desde la izquierda como un acto de guerra.
El aspecto más significativo de los eventos en Michigan fue la forma en que representantes de la campaña de El-Sayed respondieron a la llegada de reporteros del World Socialist Web Site y un equipo de campaña de Niles Niemuth, candidato del Partido Socialista por la Igualdad en el 12º distrito congresional de Michigan. Los reporteros del WSWS fueron denegados credenciales de prensa para ingresar en las instalaciones de Cobo Hall, Detroit, y en un mitin en Ypsilanti, incluso cuando la campaña de El-Sayed reconoció que les había permitido el acceso a publicaciones capitalistas como el New York Times y el Wall Street Journal.
En Detroit, los oficiales de la campaña de El-Sayed dijeron que no permitirían la distribución de artículos “negativos” hacia dicha campaña y solo accedieron cuando los militantes del WSWS explicaron que la Primera Enmienda también aplica para artículos críticos de El-Sayed. En Ypsilanti, les previnieron a Niemuth y a sus simpatizantes distribuir materiales fuera del establecimiento.
La respuesta del Partido Demócrata no refleja una posición de fuerza, sino de debilidad. El WSWS era ampliamente conocido por los que atendieron los mítines, particularmente entre trabajadores automotores y jóvenes, muchos de los cuales expresaron hostilidad hacia el acto de censura política por parte de la campaña de El-Sayed. A Sanders, El-Sayed y esta facción supuestamente izquierdista del Partido Demócrata les preocupa ante todo que las personas a las que están intentando atraer por medio de promesas vacías y una política fraudulenta tengan acceso a una perspectiva socialista y revolucionaria auténtica.
El creciente ánimo de oposición social debe librarse del dominio del Partido Demócrata, el Republicano, y los sindicatos y debe desarrollarse en un movimiento revolucionario masivo para abolir el sistema capitalista y colocar las fuerzas productivas a nivel global en manos de la clase obrera internacional. El Partido Socialista por la Igualdad está encabezando esta lucha.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 6 de agosto de 2018)