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Resolución del Quinto Congreso Nacional del PSI (EUA)

El resurgir de la lucha de clases y las tareas del Partido Socialista por la Igualdad: Primera Parte

Esta resolución fue adoptada por unanimidad por el Quinto Congreso Nacional del Partido Socialista por la Igualdad de los EUA, que se celebró del 22 al 27 de julio de 2018. El Congreso fue introducido con un informe por parte de David North, el presidente nacional del Partido Socialista por la Igualdad y el Comité Internacional de la Cuarta Internacional. El Congreso aprobó también la resolución “¡Liberen a Julian Assange!

Las tres partes de la resolución están disponibles aquí

Introducción

1. El sistema capitalista mundial ha entrado en un período de crisis social y política aguda, caracterizado por un descontento generalizado provocado por el deterioro de los estándares de vida y la extrema concentración de la riqueza, que intensifica el conflicto de clase, y la desacreditación de instituciones políticas establecidas desde hace mucho tiempo. Hay una sensación creciente en sectores sustanciales de la clase trabajadora y de la juventud de que el capitalismo es inherentemente injusto y que se necesitan cambios fundamentales en el sistema económico. Aunque este sentimiento generalizado todavía no ha llegado a ser un movimiento político de masas dirigido hacia poner fin al sistema capitalista, el interés por el socialismo y el apoyo a este están creciendo rápidamente. Hay indicadores claros de que la clase trabajadora está empezando a sacudirse los grilletes políticos que le imponen las agencias institucionales-burocráticas tradicionales del imperialismo, principalmente los partidos socialdemócratas y exreformistas relacionados y los sindicatos.

2. El capitalismo mundial no se ha confrontado con una tal crisis fundamental desde los años 1930. De hecho, los boletines de noticias diarios recuerdan las condiciones económicas, políticas y sociales de los años treinta. Al igual que en aquella década funesta, las tensiones entre las principales potencias imperialistas están subiendo, y amenazan con descontrolarse. Y también como en los treinta, el “índice de brutalidad” del imperialismo mundial va en constante aumento. Se están dejando de lado las pretensiones humanitarias. La masacre de palestinos indefensos en Gaza no solamente es justificada por Israel y sus aliados, sino que los asesinatos son celebrados. Las atrocidades horríficas cometidas por Arabia Saudí contra Yemen, con armamento suministrado por los EUA, apenas si son mencionadas en la prensa. Se trata a millones de personas, a quienes las guerras imperialistas y las políticas económicas han dejado en la indigencia y sin hogar, como si sus vidas no tuvieran valor. El presidente de los Estados Unidos amenaza abiertamente a un pequeño país como Corea del Norte con “fuego y furia como nunca hemos visto”, en otras palabras, un ataque nuclear, en el que decenas de millones morirían, sin ninguna reacción significativa en los círculos gobernantes, ni en los EUA ni en otros países. El ahogamiento de inmigrantes en el Mediterráneo, la encarcelación de refugiados aterrados en campos de concentración, e incluso la separación de los hijos de sus padres, se han vuelto lo “nuevo normal”. Estas crisis están siendo empeoradas por el cambio climático inducido por la humanidad en conjunto y la degradación medioambiental, que han matado a miles de personas, desplazado a decenas de millones, y amenazan con una catástrofe global.

3. El alcance de la crisis capitalista se expresa en la degeneración política, cultural y moral de la clase gobernante. En país tras país, partidos nacionalistas extremistas están siendo elevados a los niveles más altos del Estado. Ochenta y cinco años después del ascenso de Hitler al poder, fascistas abiertos (Alternativa para Alemania) son el principal partido de oposición en el Bundestag (parlamento) alemán, mientras el partido de tipo fascista, la Lega, forma parte de la coalición de gobierno en Italia. Los partidos socialdemócratas y conservadores tradicionales de la clase dirigente, pudriéndose en vida, se están adaptando al programa de la extrema derecha. Las clases dirigentes de Europa y de los Estados Unidos, aterradas por la resistencia social, se vuelven hacia formas autoritarias de gobierno y se embarcan en un intento desesperado por censurar el Internet.

4. La crisis global de régimen de clase encuentra su expresión más avanzada en el epicentro del capitalismo mundial, los Estados Unidos, que concentran en su seno todas las contradicciones del sistema mundial. La elección de Donald Trump señaló un punto de inflexión crítico en la historia política estadounidense. Aunque sus rivales burgueses lo pintan como un monstruo salido del infierno, Trump —cuya riqueza proviene de décadas de fraudes en las industrias financiera, inmobiliaria, de los casinos y del entretenimiento— es mucho mejor entendido como la personificación del parasitismo de la clase dirigente estadounidense y la criminalidad que impregna las operaciones de todo el sistema.

5. En los albores del imperialismo estadounidense, cuando los Estados Unidos estaban surgiendo como la principal potencia mundial, el presidente Theodore Roosevelt acuñó la frase “hable bajito y lleve un palo grande”. Sin embargo, con el declive de la economía estadounidense respecto a sus rivales mundiales, el imperialismo estadounidense está intentando cada vez más hacer uso de su poderío militar para mantener su posición global. Las amenazas bélicas de Trump de “hacer a Estados Unidos grande de nuevo” tienen su origen en una sensación atemorizada de crisis y declive nacional. Pero los medios por los que pretende restaurar la “grandeza” de Estados Unidos tienen que llevar al desastre. La política del “Estados Unidos primero” de Trump está desmantelando de manera temeraria las instituciones mediante las cuales la hegemonía de los Estados Unidos se viene ejerciendo desde que terminara la Segunda Guerra Mundial. No solo se está enemistando con aliados críticos en Europa Occidental y Asia, sino, además —con sus denuncias simultáneas a Canadá y México— está aislando a los Estados Unidos dentro del continente americano.

6. Trump calcula que los aliados tradicionales de los Estados Unidos, colocados ante el espectro de las sanciones económicas, no tendrán más remedio que inclinarse ante los dictados estadounidenses. Pero más peligroso para los Estados Unidos que la ira y los resentimientos de los presidentes y primeros ministros burgueses a los que él insulta regularmente, es la ira provocada por las invectivas de Trump en las masas de los pueblos de todo el mundo. Los esfuerzos de los Estados Unidos por ocultar sus depredaciones imperialistas tras las banderas de la “democracia” y los “derechos humanos”, ya erosionados por décadas de guerra, han quedado totalmente desacreditados. La resistencia mundial al imperialismo estadounidense en las amplias masas por todo el mundo está emergiendo como un factor político significativo, especialmente en la medida en que se intersecta e interactúa con la radicalización social creciente dentro de los Estados Unidos.

7. La administración Trump preside un país con niveles insostenibles de desigualdad social. Sus acciones son la expresión del callejón sin salida del capitalismo estadounidense. Bajo la administración Trump, la “guerra contra el terror” se está transformando peligrosamente en la “guerra a los inmigrantes”. Las medidas antidemocráticas y de Estado policial dirigidas contra los trabajadores inmigrantes serán utilizadas contra toda la resistencia social a las políticas de la clase dirigente de guerra y contrarrevolución social.

8. La ruptura con las formas democráticas de gobierno viene acompañada de feroces conflictos al interior del aparato estatal. Cada día el presidente lanza sus invectivas verbales, mientras los demócratas exponen sus fantasías neomacartistas acerca de rusos “sembrando la discordia” en Estados Unidos. No hay nada ni remotamente progresista, mucho menos dignificado, en la oposición a Trump montada por el Partido Demócrata y sectores de los medios. Ellos representan otra facción reaccionaria de la clase dirigente. Se oponen a Trump principalmente argumentando que su política exterior —particularmente en relación con Rusia— está socavando antiguos intereses estratégicos del imperialismo estadounidense.

9. La clase dirigente está desmantelando las viejas formas de gobierno, alineando las estructuras del Estado con el carácter oligárquico de la sociedad. Pero este proceso se está topando con una resistencia creciente y cada vez más consciente dentro de la clase trabajadora a la desigualdad social y los ataques a los derechos democráticos. Tras décadas de supresión por parte de los sindicatos, el nivel de la actividad huelguística —la forma más básica de lucha de clases— se ha elevado dramáticamente. Este proceso global incluye protestas contra la austeridad en Irán, una serie de huelgas a nivel estatal en los EUA, huelgas de masas en Alemania, la movilización de trabajadores en Francia contra las reformas laborales derechistas y huelgas de docentes y académicos por toda América Latina y el Medio Oriente.

10. La intensificación de la lucha de clases impone una inmensa responsabilidad al Comité Internacional de la Cuarta Internacional y al Partido Socialista por la Igualdad de los Estados Unidos. La clase trabajadora está buscando resistir al ataque continuo a las condiciones de vida y los derechos democráticos. Sin embargo, la crisis del capitalismo y los preparativos conscientes de las élites gobernantes para la guerra y la dictadura están avanzando más rápidamente que la consciencia de clase de la clase trabajadora. El reconocer esta realidad política no justifica el pesimismo, la forma de subjetivismo ahistórico más miope e inútil. Más bien, exige una mayor determinación, arraigada en una comprensión de las experiencias históricas de la lucha de clases a lo largo del siglo pasado y la crisis objetiva actual, para elevar la consciencia política de la clase trabajadora al nivel requerido por las tareas históricas con las que se confronta.

11. La relación entre la crisis objetiva del sistema capitalista global y la consciencia de clase de la clase trabajadora no es estática, sino dinámica. No escasearán los acontecimientos explosivos —especialmente los que surjan de la experiencia de hecho del conflicto de clase— que socaven las creencias tradicionales y que radicalicen la consciencia social. Solo un partido marxista, condicionado por la perspicacia teórica y el conocimiento histórico, puede detectar, analizar y prepararse para el proceso muy arraigado que asumirá “de repente” la forma de luchas revolucionarias de masas. La tarea del partido revolucionario, por lo tanto, no es especular si se puede construir un movimiento revolucionario. Lo que se pueda lograr o no, se determinará en la lucha.

12. La estimación de Trotsky escrita en 1940, en medio de las etapas iniciales de la Segunda Guerra Mundial, se aplica de manera todavía más enérgica setenta y ocho años después:

Hoy ya no se trata, como en el siglo diecinueve, simplemente de asegurar un desarrollo de la vida económica más rápido y saludable: hoy se trata de salvar a la humanidad del suicidio. Es precisamente la agudeza del problema histórico lo que les corta completamente el suelo de debajo de los pies a los partidos oportunistas. El partido de la revolución, por el contrario, encuentra una fuente de poder inagotable en la consciencia del hecho de que lleva a cabo una necesidad histórica inexorable.

Ochenta años de la Cuarta Internacional

13. En esta situación histórica, el propio partido revolucionario es un inmenso factor en determinar el resultado de la crisis objetiva. Una evaluación de la situación objetiva y una apreciación realista de las posibilidades políticas, que excluya el impacto de la intervención del partido revolucionario, es absolutamente ajena al marxismo. El partido revolucionario marxista no comenta simplemente los acontecimientos, sino que participa en los acontecimientos que analiza y, mediante su conducción en la lucha por el poder obrero y el socialismo, se esfuerza por cambiar el mundo.

14. Este año marca el ochenta aniversario de la fundación de la Cuarta Internacional en septiembre de 1938. Durante sesenta y cinco de los ochenta años de su existencia, el trabajo de la Cuarta Internacional ha sido desarrollado bajo el liderazgo del Comité Internacional. Desde la perspectiva ventajosa de 2018, no hay duda de que el análisis histórico, los principios y el programa sobre los que se fundó la Cuarta Internacional en 1938, y que fueron mantenidos en la publicación de la Carta Abierta que estableció el Comité Internacional en 1953, han sido reinvindicados por todo el rumbo del desarrollo histórico.

15. Todas las cuestiones sobre la legitimidad histórica y política de la lucha llevada a cabo por el movimiento trotskista contra el estalinismo quedaron respondidas, de manera decisiva e irrefutable, por la disolución de los regímenes estalinistas entre 1989 y 1991 y la reintroducción del capitalismo por toda Europa del Este, en la Unión Soviética, China y Vietnam. La burocracia estalinista de la Unión Soviética, como predijera Trotsky en La revolución traicionada (escrito en 1936), liquidó las relaciones de propiedad nacionalizada establecidas tras la Revolución de Octubre de 1917. Los acontecimientos de 1989-1991 no solo justificaron la lucha de la Cuarta Internacional contra el estalinismo, sino que también expusieron la bancarrota teórica de esas tendencias antitrotskistas que habían afirmado que el poder estatal, en los regímenes establecidos por la Unión Soviética, Europa del Este y China, fue ejercido por una nueva clase gobernante en una nueva forma de sociedad explotadora. Pero esa “nueva clase” de explotadores, descubierta con gran pompa por Max Shachtman y sus sucesores, actuó de una manera que contradecía totalmente su teoría. A diferencia de cualquier otra clase gobernante de la historia, ¡esta se disolvió a sí misma a propósito! Lejos de ser los guardianes de nuevas formas de propiedad, los regímenes burocráticos demostraron ser, como Trotsky había anticipado, el instrumento político de la restauración del capitalismo y la reconstitución de una clase capitalista.

16. El Comité Internacional fue fundado en 1953 en oposición a una nueva forma de revisionismo antitrotskista, propuesta principalmente por Michel Pablo y Ernest Mandel, quienes afirmaban que los regímenes estalinistas eran los medios por los cuales se iba a realizar el socialismo. Las burocracias estalinistas presidirían durante siglos de Estados obreros deformados. Esta perspectiva mórbida elevó a las burocracias estalinistas a ser la principal fuerza progresista de la historia, y relegó a la clase trabajadora a nada más que una fuerza social secundaria que ejercía presión sobre la conducción burocrática, y negaba totalmente la necesidad de la Cuarta Internacional. Los pablistas otorgaban sus elogios políticos a una multitud de movimientos nacionalistas burgueses y pequeñoburgueses radicales. Nasser en Egipo, Ben Bella en Argelia, Perón en Argentina y, especialmente, Castro en Cuba (por mencionar nada más a los héroes pablistas más famosos) fueron recibidos como parangones de una nueva vía al socialismo, sin la lucha revolucionaria independiente de la clase trabajadora y sin la conducción de un partido trotskista-marxista.

17. La escisión con los pablistas en 1953 marcó solo el principio de una prolongada lucha política contra el oportunismo antitrotskista dentro de la Cuarta Internacional. La lucha entre el revisionismo pablista y el “trotskismo ortodoxo” no era solo una guerra de palabras. Surgió de condiciones políticas objetivas y reflejaba los intereses de fuerzas de clase reales. El pablismo fue la expresión política de los esfuerzos de la pequeño-burguesía para subordinar, a sus propios intereses, a la clase trabajadora. En la medida en la que las condiciones del boom de postguerra, y la influencia todavía sustancial de las burocracias estalinistas, socialdemócratas y sindicales y organizaciones nacionalistas burguesas, suprimieron la consciencia de clase y la lucha de clases revolucionaria, la relación de fuerzas dentro de la Cuarta Internacional favoreció a los pablistas. La retirada del Workers Revolutionary Party (WRP) [Partido Revolucionario de los Trabajadores] en Gran Bretaña en los años 1970 de los principios que sus dirigentes antes habían defendido —en la lucha contra Pablo y Mandel en 1953 y en oposición a la reunificación del Socialist Workers Party [Partido Socialista de los Trabajadores] estadounidense con los pablistas en 1963— amenazaron con destruir el Comité Internacional.

18. La oposición al rumbo pablista del WRP que surgió dentro de la Workers League [Liga Obrera] (predecesora del Partido Socialista por la Igualdad de los Estados Unidos) entre 1982 y 1985 demostró ser decisiva para reunir a rodo el Comité Internacional en defensa del programa del movimiento trotskista históricamente desarrollado. Con la suspensión del Workers Revolutionary Party en diciembre de 1985, seguido de la escisión formal en febrero de 1986, los trotskistas ortodoxos retomaron el control del Comité Internacional. No es casual que esta victoria decisiva tuviera lugar teniendo de fondo la crisis terminal final de los regímenes estalinistas en la Unión Soviética y Europa del Este, la capitulación universal de los partidos y sindicatos obreros de masas existentes en respuesta a la ofensiva del capitalismo mundial, y la impotencia evidente de los movimientos burgueses nacionales ante el neocolonialismo imperialista mundial. El debilitamiento de esas agencias del imperialismo socavaron las fuerzas pablistas.

19. Tras la escisión de 1985-1986, el Comité Internacional inició, en base a la teoría marxista y a todo el legado del movimiento trotskista, un proceso de clarificación política y desarrollo organizativo. La transformación de las ligas que existían antes en el Comité Internacional en nuevos Partidos Socialistas por la Igualdad fue emprendida adelantándose al papel independiente y decisivo que el movimiento trotskista desempeñaría en una nueva época de ascenso revolucionario de la clase trabajadora. El establecimiento del World Socialist Web Site en febrero de 1998, una iniciativa sin precedentes que reconocía y hacía un uso creativo del potencial revolucionario del Internet, posibilitó una vasta expansión del público para el marxismo revolucionario y la influencia política del movimiento trotskista.

20. Habiendo sido corroborados por la historia sus principios y programa, el Comité Internacional de la Cuarta Internacional es ahora la fuerza crítica en la unificación de de la clase trabajadora internacional y la construcción del Partido Mundial de la Revolución Socialista.

Continuará

(Publicado originalmente en inglés el 8 de agosto de 2018)

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