El mes pasado, la Oficina Federal para la Protección de la Constitución (BfV), la agencia de inteligencia doméstica de Alemania, añadió al Partido Socialista por la Igualdad a su lista oficial de organizaciones “extremistas de izquierdas” sometidas a la monitorización del Estado en su “informe de protección constitucional” anual. Es un ataque político calculado al Sozialistische Gleichheitspartei (Partido Socialista por la Igualdad/SGP).
En años anteriores, el informe anual no mencionaba al SGP. Ahora aparece dos veces —como uno de tres “partidos extremistas de izquierdas” y como un “objeto de observación” a ser monitorizado por el servicio secreto.
Ser monitorizado por el servicio secreto implica una restricción masiva a los derechos democráticos, y probablemente precede a la prohibición. El SGP y sus miembros tienen que asumir que están siendo vigilados, que sus comunicaciones están siendo interceptadas y que se los espía por medios encubiertos. Se los tilda de “enemigos de la Constitución” y pueden esperarse ser acosados respecto a elecciones, apariciones públicas, alquilar vivienda o buscar trabajo.
Por ejemplo, el RCDS, la organización estudiantil de los gobernantes partidos democratacristianos (la Unión Demócrata Cristiana y la Unión Social Cristiana), exige que las organizaciones y sus miembros que están siendo monitorizados por el servicio secreto sean excluidos de las universidades.
El servicio secreto no ha hecho ninguna acusación de que el SGP haya violado alguna ley o se haya implicado en alguna actividad violenta. Incluso confirma explícitamente que el SGP persigue sus objetivos por medios legales —que “intenta ganar atención pública para sus ideas políticas participando en elecciones y mediante conferencias”.
Justifica la monitorización del SGP exclusivamente por el hecho de que defiende un programa socialista, critica el capitalismo y rechaza a los partidos del establishment y los sindicatos. El informe del BfV declara: “La agitación del SGP se dirige en su programa contra el Estado y el orden social existentes, como una denigración generalizada del ‘capitalismo’, contra la UE, contra el supuesto nacionalismo, imperialismo y militarismo y contra la socialdemocracia, los sindicatos y también el partido DIE LINKE [La Izquierda]”.
La introducción general del capítulo “Extremismo de izquierdas” deja claro que el servicio secreto está decidido a reprimir cualquier crítica socialista al capitalismo y sus consecuencias sociales.
La “base ideológica” de los “extremistas de izquierdas”, dice, “es el rechazo del ‘sistema capitalista en su conjunto’, porque el ‘capitalismo’ es más que una mera forma económica para los extremistas de izquierdas: lo ven como una base y también como un garante del ‘gobierno burgués’ mediante la ‘represión’ en casa y la ‘agresión’ en el extranjero. El ‘capitalismo’ es, por lo tanto, responsable de todos los males sociales y políticos, tales como la injusticia social, la ‘destrucción’ de la vivienda, las guerras, el extremismo de derechas y el racismo, así como los desastres medioambientales”.
Según el servicio secreto, tal crítica del capitalismo, que millones de personas comparten, es un ataque a “nuestro Estado y orden social y por lo tanto a la democracia liberal”. Cualquiera que se base en “Marx, Engels y Lenin” como “figuras teóricas destacadas”, o considere la “violencia revolucionaria” de los “oprimidos contra los gobernantes” en principio como “legítima” es, para el servicio secreto, un “extremista de izquierdas” y un “enemigo de la Constitución”.
Esto encaja en una tradición de la represión a los partidos socialistas que tiene una larga y desastrosa historia en Alemania. En 1878, el Canciller alemán Otto Von Bismarck promulgó la infame Ley Socialista “contra las aspiraciones homicidas de la socialdemocracia”, que forzaron al Partido Socialdemócrata (SPD) a pasar doce años en la ilegalidad. En 1933, Hitler primero aplastó al Partido Comunista y después al SPD para allanar el camino a la dictadura nazi, la Segunda Guerra Mundial y el exterminio de los judíos. Ahora, la gran coalición de los democratacristianos y los socialdemócratas y su agencia de inteligencia están preparando una tercera versión de la Ley Socialista. Están adoptando la política de Alternativa para Alemania (AfD) y amenazan con proscribir a cualquiera que se oponga a este partido ultraderechista.
Aunque destacados representantes de AfD a menudo agitan contra los inmigrantes, incitan al racismo, enaltecen la Wehrmacht (ejército) de Hitler y minimizan los crímenes del Nacionalsocialismo (nazismo), no hay ni una sola mención a este partido en el capítulo “extremismo de derechas” del informe de la BfV. Esto también se aplica a los representantes del ala völkisch-racista, la Red Nueva Derecha y el xenófobo Pegida, que están estrechamente relacionados con AfD.
El portavoz de AfD en Turingia, Björn Höcke, contra quien la AfD misma ha iniciado dos procedimientos disciplinarios por hacer declaraciones ultraderechistas, tampoco aparece en el informe. Ni tampoco el “Instituto para Política Estatal” del ideólogo neoderechista Götz Kubitschek, la revista Compact de Jürgen Elsässers ni el semanario Junge Freiheit. Se menciona al Movimiento Identitario, aunque solo como un “caso sospechoso”.
En el capítulo sobre “extremismo de izquierdas”, se menciona varias veces a la AfD —¡como víctima de supuestos “extremistas de izquierdas”! Los que protestan contra la AfD y contra el extremismo de derechas o juntan información sobre ellos son considerados “extremistas de izquierdas”.
“Las protestas contra los dos congresos de partido de la AfD, en abril en Colonia y en diciembre en Hanover”, se citan en el informe de la BfV como prueba de sentimiento “ultraizquierdista”. Lo mismo se aplica a la “lucha en curso contra extremistas de derechas” y la recolección de “información sobre ultraderechistas supuestos o reales y sus estructuras”.
Es como si gran parte del informe de la BfV hubiera sido escrito en la sede de AfD. Muchos pasajes llevan su visto bueno. El Ministerio del Interior ha confirmado que el jefe de la BfV Hans-Georg Maaßen se reunió varias veces con destacados representantes de AfD. Según la declaración oficial del ministerio, desde que asumiera el cargo hace seis años, Maaßen llevó a cabo “unas 196” conversaciones con políticos de CDU/CSU, el SPD, los Verdes, La Izquierda, el Partido Democrático Libre (FDP) y también AfD.
Los interlocutores de Maaßen incluyen al jefe de AfD Alexander Gauland y su predecesora Frauke Petry. Según un exempleado de Petry, Maaßen supuestamente le habría asegurado a ella que él mismo “no quería que AfD fuera monitorizada por la BfV” y les aconsejó acerca de cómo evitar tal monitorización. Aunque Maaßen lo niega, el hecho de que la AfD no sea mencionada en el informe de la BfV sugiere que el colega de Petry tenía razón.
Una conspiración de derechas
El gobierno federal es el responsable del servicio secreto, que rinde cuentas directamente al ministerio del interior, quien escribió el prefacio del informe de la BfV. Sin la aprobación de la gran coalición de la CDU, CSU y SPD, el informe no hubiera podido aparecer en esta forma. La decisión de atacar al SGP y apoyar a la AfD se tomó en las más altas esferas del gobierno.
La gran coalición está reaccionando a la creciente radicalización de la clase trabajadora y la juventud que, en su gran mayoría, rechaza su política de constantes recortes al bienestar, el rearme militar y la construcción de un Estado policial. En las elecciones generales de septiembre pasado, la CDU, la CSU y el SPD cosecharon su peor resultado en 70 años. Si se celebraran hoy elecciones al Bundestag (el parlamento federal), la gran coalición ya no tendría la mayoría.
En estas condiciones, la política oficial asume el carácter de una conspiración permanente que fortifica a las fuerzas de la ultraderecha.
Ya en 2013, la formación del gobierno fue precedida por meses de negociaciones tras bastidores que culminaron con un compromiso con el militarismo. Funcionarios destacados del gobierno anunciaron el “fin de la restricción militar” y apoyaron el golpe derechista en Ucrania, que desató un agudo conflicto con Rusia. Alemania ha participado en el despliegue de fuerzas de la OTAN hasta la frontera rusa.
Esta vez, las negociaciones para la coalición duraron seis meses —un récord histórico. La CDU, la CSU y el SPD acordaron el programa más derechista desde 1945. Decidieron una política de rearme extensa y el establecimiento de un Estado policial. El gasto militar se espera que crezca al 2 por ciento del producto interior bruto (PBI), lo que quiere decir que el presupuesto militar prácticamente se duplica. Mientras tanto, la reimplantación del servicio militar obligatorio y el armamento nuclear del Bundeswehr (fuerzas armadas) también se están barajando.
Las aspiraciones de la clase gobernante de realizar sus ambiciones imperialistas por medio del poderío militar requieren la trivialización y la reaparición de las políticas criminales del pasado. Mucho antes de que el dirigente de AfD Gauland declarara que los crímenes de los nazis fueron apenas “una cagada de pájaro en más de mil años de historia alemana exitosa”, el entonces ministro de exteriores y actual presidente federal, Frank-Walter Steinmeier (SPD), proclamó que Alemania era “demasiado grande para solo estar comentando la política mundial desde un costado”. El politólogo Herfried Münkler añadió: “No es posible perseguir una política responsable en Europa si tienes la idea de que hemos sido los culpables de todo”.
En la población, sin embargo, el regreso de un militarismo alemán encuentra una resistencia arrolladora, que ahora coincide con una intensificación de la lucha de clases. Tras 20 años de redistribución social de los de abajo a los de arriba por parte de gobiernos dirigidos tanto por el SPD y la CDU, las relaciones sociales se están haciendo trizas. Muchas reformas del mercado laboral han creado el más grande sector de salarios bajos de Europa occidental. Los jóvenes apenas si pueden encontrar un trabajo regular; solo el 44 por ciento de los nuevos contratados firma un contrato permanente. La pobreza está estallando. Por otro lado, 45 individuos superricos poseen tanta riqueza como la mitad más pobre de la población.
Muchos trabajadores y jóvenes pueden darse cuenta de que la sociedad capitalista está en bancarrota y están buscando una alternativa. Las charlas “200 años de Karl Marx —La realidad del marxismo”, organizadas en siete universidades por la organización juvenil del SGP, la Juventud y Estudiantado Internacional por la Igualdad Social (IYSSE), convocó a un público de mil personas.
La clase gobernante está respondiendo a esta radicalización volviendo a las políticas autoritarias de los años 1930, reprimiendo a los socialistas y adoptando las políticas de la extrema derecha. Esta crisis está despojando de su fachada “democrática” al capitalismo alemán para dejar al descubierto su pintura marrón original.
Durante la República de Weimar que precedió al régimen nazi, el servicio secreto, la policía y los jueces persiguieron despiadadamente a los socialistas y a los que se oponían a la guerra y fortalecieron a los nazis. En 1923, mientras enviaban a la cárcel a Hitler por nueve meses por una intentona golpista sangrienta, donde escribió Mein Kampf, el poder judicial mandó a la cárcel al editor de Weltbühne, Carl von Ossietzky, por el doble de tiempo por antimilitarismo. Allí sería torturado hasta la muerte.
Al final, Hitler no llegó al poder mediante un movimiento popular, sino mediante una conspiración dentro del aparato estatal que se reunió alrededor del presidente del Reich Paul von Hindenburg. Los nazis habían sufrido una seria derrota en las elecciones parlamentarias dos meses antes y se confrontaban con la quiebra económica. Apenas Hitler hubo consolidado su poder, el poder judicial, el servicio secreto, la policía y el ejército se subordinaron a él sin problema.
Estas son las tradiciones tras las cuales ahora se alinean la gran coalición y el servicio secreto. Hoy, sin embargo, no pueden apoyarse en un movimiento fascista de masas. La gran mayoría de la población odia a la AfD. Es una creación del Estado, los partidos del establishment y los medios, que están ansiosos de difundir su propaganda derechista. Muchos de sus dirigentes vienen de la CDU, la CSU y el SPD, del ejército, los servicios de inteligencia, el poder judicial y la policía.
Con su decisión de continuar la gran coalición a pesar de la derrota electoral, el SPD ha fortalecido deliberadamente a la AfD. Aunque la AfD recibió solo el 12,6 por ciento de los votos en las elecciones federales, ahora dirige la oposición en el parlamento. Su agitación contra los refugiados se ha vuelto la política oficial de la gran coalición, que la usa para incrementar los poderes del Estado, dividir a la clase trabajadora y alimentar el chovinismo.
La BfV juega un papel clave en esta conspiración de la derecha. Tiene profundas raíces en la ciénaga ultraderechista. Ya hace 15 años, la Corte Suprema alemana rechazó una prohibición del ultraderechista Partido Nacional Alemán (NPD) argumentando que su dirigencia contenía tantos informantes de la BfV infiltrados que era una “cuestión de Estado”. La periferia cercana del clandestino Nacional Socialista (NSU), que asesinó a nueve inmigrantes y a una policía entre 2000 y 2004, incluía a muchos informantes infiltrados de la BfV activos. Un informante incluso estuvo presente en la escena del crimen durante un asesinato, supuestamente sin haberse dado cuenta de nada. La Seguridad Nacional de Turingia, de la que el NSU reclutaba apoyo, fue construida con fondos ofrecidos por la BfV.
Defiendan al SGP
El SGP se ha vuelto blanco de esta conspiración porque defiende consistentemente un programa socialista. No se ha adaptado a la agitación contra los refugiados de los partidos del establishment ni a la política de identidad de la clase media. Lucha por movilizar a la clase trabajadora internacional tras un programa socialista para derrocar al capitalismo. En tanto que sección del Comité Internacional de la Cuarta Internacional, está en la tradición de la Oposición de Izquierdas de León Trotsky, opuesta al estalinismo.
El movimiento trotskista luchó persistentemente contra el surgimiento de los nazis en los años 1930. El análisis de León Trotsky del Nacional Socialismo, las advertencias que hizo de sus consecuencias, y su crítica de la política fatal del estalinista Partido Comunista Alemán (KPD), que se negó a distinguir entre el SPD y los nazis y luchar por un frente unido contra Hitler, todavía son de una relevancia ardiente y están entre los mejores trabajos jamás escritos sobre el tema.
Los trotskistas fueron brutalmente perseguidos por la policía secreta nazi, la Gestapo. En 1937, un tribunal en Gdansk sentenció a diez trotskistas a largas condenas de cárcel en un juicio espectacular. Los Trotskistas víctimas de los nazis incluían a Abraham León, autor de un estudio marxista sobre la cuestión judía, que realizaba trabajo socialista ilegal en la Bélgica ocupada y en Francia, y lo mataron en la cámara de gas de Auschwitz. El hecho de que el movimiento trotskista esté siendo perseguido de nuevo, nada más entrar en el Bundestag el primer partido ultraderechista, subraya el desplazamiento a la derecha de la política oficial.
En contraste con las mentiras difundidas por la así llamada Oficina Federal para la Protección de la Constitución, el SGP defiende plenamente los derechos democráticos. Los derechos fundamentales garantizados por la Constitución —la inviolabilidad de la vida y la integridad física, igualdad ante la ley, libertad de consciencia, expresión, reunión y de la prensa, la libre elección de una profesión, etc.— son, sin embargo, letra muerta y se vuelven sus contrarios en la medida en la que los cimientos económicos de la sociedad siguen bajo control de los poseedores privados de capital. Un programa socialista es el prerrequisito para la realización de una democracia verdadera.
Si la clase trabajadora no derroca al capitalismo en un futuro previsible y construye una sociedad socialista, un retroceso a la barbarie y una tercera guerra mundial son inevitables. Esta es no solo la lección de las catástrofes del siglo veinte, es inherente al tremendo ritmo al que todas las potencias imperialistas, con los Estados Unidos de Donald Trump a la cabeza, están expandiendo sus fuerzas militares, intensificando guerras existentes y preparando otras nuevas.
La BfV se ensaña con el SGP porque su análisis marxista se confirma cada vez más. Alarmada por la creciente resistencia a la explotación, desigualdad, represión, guerra y extremismo de derechas, la BfV y sus amos de la gran coalición quieren impedir que el programa socialista del SGP gane influencia. El informe de la BfV declara explícitamente que hace un año el partido se cambió de nombre, de “Partido por la Igualdad Social” a “Partido Socialista por la Igualdad” expresando así su objetivo socialista en el propio nombre del partido.
El SGP lleva años siendo blanco de las denuncias de los medios por oponerse a la revisión de la historia alemana y a la rehabilitación de los nazis. Cuando el SGP y la IYSSE criticaron al historiador ultraderechista Jörg Baberowski, los medios desataron una tormenta de indignación.
Baberowski defendió al apologeta nazi Ernst Nolte y declaró públicamente que Hitler no era “feroz”. La IYSSE vinculó esto directamente al regreso del militarismo alemán. Alemania no podría volver a una política de militarismo, explicaba, sin desarrollar “una nueva narrativa del siglo veinte”, “una falsificación de la historia que reste importancia y justifique los crímenes del imperialismo alemán”.
La crítica a Baberowski encontró un apoyo sustancial entre los estudiantes. Numerosos cuerpos representativos de los estudiantes estuvieron de acuerdo con ella. Los círculos gobernantes se alarmaron. El conservador Frankfurter Allgemeine Zeitung acusó al SGP de “acoso” y se quejó de su “efectividad”. El presidium de la Universidad Humboldt respaldó al profesor ultraderechista y declaró que era “inadmisible” criticarlo. Durante más de un año, Google, en estrecha consulta con círculos gobernantes alemanes, ha estado censurando sitios web izquierdistas, que se oponen a la guerra, y progresistas, muy especialmente al World Socialist Web Site .
Desde La Izquierda y los Verdes ha llegado apenas un silencio cobarde, o bien han apoyado a Baberowski y las medidas de la gran coalición. No hacen nada para contrarrestar la influencia creciente de la derecha o incluso —como el alcalde verde de Tübingen, Boris Palmer, y los políticos de La Izquierda Sahra Wagenknecht y Oskar Lafontaine— se suman a su coro de restringir los refugiados.
También la “izquierda” académica, incluyendo a muchos seguidores de La Izquierda, han guardado silencio, con solo algunas pocas excepciones encomiables, y se arrodillaron ante la ofensiva ultraderechista. No cambiaron ni siquiera cuando Baberowski agitó públicamente contra los refugiados y fundó un grupo de discusión en Berlín en el que participaron numerosas figuras de la escena extremista de derechas.
Que la BfV clasifique a nuestro partido como una organización “extremista de izquierdas” es otro intento por reprimir al SGP y su política socialista. Es contra el SGP, sí, pero esto va dirigido contra cualquiera que esté luchando contra la desigualdad social, el militarismo y la opresión, y que defienda una perspectiva socialista.
El SGP no se dejará intimidar por este ataque de la gran coalición y su agencia de inteligencia. Este tiene su origen en un gobierno impopular que es despreciado y rechazado por amplios sectores de la población. Nos reservamos el derecho a emprender acciones legales contra esto. Continuaremos nuestro trabajo y fortaleceremos nuestros esfuerzos por desarrollar la influencia del SGP entre los trabajadores, la juventud y los estudiantes por todos los medios legales a nuestra disposición. Entre otras cosas, nos proponemos participar en las elecciones europeas de la primavera que viene.
Nos dirigimos a todos aquellos que quieren oponerse al crecimiento de la derecha, incluso a miembros serios de La Izquierda, del SPD y los Verdes, y les instamos a protestar contra el ataque de la BfV y defender al SGP. Exigimos que el servicio de inteligencia cese de monitorizar al SGP y a todas las otras organizaciones de izquierdas, y que se disuelva este hervidero derechista de conspiraciones antidemocráticas.
(Publicado originalmente en inglés el 17 de agosto de 2018)