La compensación promedio para los directores ejecutivos de las 350 compañías más grandes en los EUA aumentó en un 17,6 por ciento en 2017 con respecto al año anterior, y aumentó a $18,9 millones. Los salarios de los trabajadores, mientras tanto, continuaron estancados, aumentando un mísero 0,3 por ciento.
Estos índices del implacable crecimiento de la desigualdad económica se informan en un nuevo estudio publicado el jueves por el Economic Policy Institute (EPI), un grupo de expertos con sede en Washington.
El aumento en la remuneración del jefe ejecutivo en los EUA llevó la relación entre la paga del director ejecutivo y el salario de los trabajadores a 312 a 1. Esto significa que el director ejecutivo típico de una gran empresa cobra en un solo día casi tanto como el trabajador típico gana en un año entero. Por el contrario, la relación en 1965 era de 20 a 1.
El aumento del salario de los directores ejecutivos se debe en gran medida al aumento récord en los precios de las acciones, con los jefes corporativos que se benefician de las recompras masivas de acciones, el aumento de los pagos de dividendos y otras formas de parasitismo financiero. La política de la Reserva Federal y las administraciones demócrata y republicana en las últimas cuatro décadas ha sido calculada para impulsar los precios de las acciones, permitiendo que la bolsa sirva como el principal mecanismo para redistribuir la riqueza desde la clase trabajadora hacia la élite corporativo-financiera —el 5 por ciento de arriba en término de ingresos y, en particular, el 1 por ciento superior, el 0,1 por ciento y el 0,01 por ciento.
Esta redistribución de la riqueza se aceleró enormemente durante la administración Obama, que respondió al colapso financiero de 2008 instituyendo una serie de políticas cuyo resultado neto fue la mayor transferencia de la historia de riqueza de las capas inferiores de la sociedad a la cima. Estas políticas incluyeron el multimillonario rescate bancario, tasas de interés cercanas al cero por ciento y la operación de impresión de dinero conocida como “flexibilización cuantitativa”. Estas medidas inyectaron billones de dólares en los mercados financieros y proporcionaron a los bancos y fondos de cobertura crédito casi libre, lo que les permite montar nuevas operaciones especulativas similares a las que desencadenaron el colapso financiero y la Gran Recesión en 2008.
La gran inflación de las acciones y otros activos financieros fue posible gracias a la continua supresión de la lucha de clases y los salarios de los trabajadores por parte de los sindicatos, que prácticamente prohibieron las huelgas a raíz de la caída de Wall Street. El recorte salarial y el crecimiento de los trabajos a tiempo parcial y temporales de bajo salario en lugar de empleos decentes eliminados en la Gran Recesión redujeron drásticamente la posición social de la clase trabajadora. Esto se combinó con recortes en el cuidado de la salud, pensiones, educación, vivienda, cupones de alimentos y otros programas sociales vitales.
La orgía de enriquecimiento personal de la oligarquía financiera ha continuado y se ha acelerado bajo Trump con la promulgación el pasado diciembre de un paquete multimillonario de recortes tributarios para las empresas y los ricos. Los recortes tributarios de Trump han desencadenado una nueva ronda de fusiones y adquisiciones, recompras de acciones y pagos de dividendos que aumentarán la riqueza de los directores ejecutivos y los inversores en aproximadamente $2,5 billones a fines de 2018.
Según el EPI, la remuneración promedio de los directores ejecutivos estadounidenses ha crecido en un 71,7 por ciento desde 2009, mientras que la compensación para el trabajador promedio ha crecido solo un 2,1 por ciento en el mismo período.
La compensación del director ejecutivo documentada por el informe del EPI es 586 veces la paga anual de un trabajador de almacén de UPS bajo el contrato entreguista que el sindicato Teamsters está buscando imponer a pesar de la resistencia de la base. Ese acuerdo limita el salario de los trabajadores del almacén a $15,50 por hora.
La remuneración total de los directores ejecutivos de las 350 empresas más grandes del país en 2017 fue de $6.615.000.000. Esto es suficiente para otorgar a cada uno de los 230.000 trabajadores de UPS en los Estados Unidos un bono de $ 28.760.
Entre 1978 y 2017, según el EPI, la compensación de los directores generales aumentó en los Estados Unidos en un 1.070 [mil setenta] por ciento. La compensación típica de los trabajadores durante estos 39 años aumentó en apenas el 11,2 por ciento. Esto apunta al factor más importante en el crecimiento colosal de la desigualdad social durante este período —la supresión de la lucha de clases por parte de los sindicatos.
El lapso de 1978 a 2017 corresponde aproximadamente al período en que los sindicatos comenzaron a colaborar en recortes salariales y otras concesiones a las corporaciones y, después de traicionar una serie de duros ataques contra la reducción salarial y la eliminación de sindicatos en la década de 1980, en los EUA.
La represión de la lucha de clases por parte de los sindicatos ha sido particularmente generalizada después de la crisis financiera de 2008. En 2017, los principales paros laborales en los EUA cayeron a siete, el segundo nivel más bajo desde que comenzaran los registros en 1947. Esto permitió a la clase gobernante llevar a cabo una reestructuración fundamental de las relaciones de clase, con la participación laboral del ingreso nacional no agrícola en los EUA cayendo del 66,4 por ciento en 2000 al 58,9 por ciento en 2018, una transferencia de riqueza que equivaldrá a $1,4 billones en 2018 solamente.
Un segundo factor en la supresión de los salarios es la inmensa consolidación y concentración del poder corporativo, particularmente en los Estados Unidos. En un artículo publicado el viernes en la conferencia anual de banqueros centrales de Jackson Hole, Wyoming, el Financial Times informó que un tema importante será el rol de la monopolización corporativa acelerada en el estancamiento salarial, la baja productividad y la desaceleración de la inversión de capital.
El artículo cita una medida de concentración corporativa, el índice Herfindahl-Hirschman, que ha aumentado un 48 por ciento desde 1996. Señala que ha habido una mayor concentración en alrededor del 75 por ciento de las industrias estadounidenses en las últimas dos décadas.
Aunque no forma parte de la agenda oficial, uno puede estar seguro de que lo más importante en la mente de los banqueros que se reúnen en Jackson Hole será el resurgimiento de la actividad huelguística este año en los EUA e internacionalmente. En los primeros seis meses de 2018 hubo 12 paros laborales importantes en los EUA, que involucraron a 444.000 trabajadores, más que el número total de huelguistas en los últimos seis años juntos.
El aumento en la actividad huelguística, y el hecho de que los maestros en West Virginia, Oklahoma y Arizona iniciaron sus huelgas a nivel de todo el Estado independientemente de los sindicatos, han causado miedo en la clase gobernante estadounidense e internacional.
En todas estas luchas, los trabajadores han enfrentado no solo la intransigencia de la clase capitalista, sino también la traición de la burocracia sindical, que busca suprimir, contener y desbaratar cualquier acción de los trabajadores que ponga en peligro la posición privilegiada de la que gozan los ejecutivos sindicales en tanto que policías de la clase trabajadora.
Esto no es más evidente que en las actuales negociaciones contractuales entre UPS y el sindicato Teamsters. En junio, el 93 por ciento de los trabajadores de UPS votaron a favor de una huelga nacional cuando su contrato expiró el 31 de julio. En lugar de prepararse para una huelga y apelar a otras secciones de trabajadores para unirse a ellos, Teamsters extendió el contrato indefinidamente para desgastar la oposición al nuevo contrato.
El nuevo contrato de cinco años “negociado” por el sindicato mantiene los salarios del nivel de pobreza para los trabajadores del almacén, el 70 por ciento de los cuales son a tiempo parcial. También crea una nueva clase de conductores “híbridos” que entregarán paquetes y trabajarán en los almacenes, ganando $6 menos por hora que los conductores regulares.
Las condiciones se están desarrollando rápidamente para una erupción masiva de resistencia de la clase trabajadora en los Estados Unidos. Además del contrato que cubre 230.000 trabajadores de UPS, los convenios laborales expirarán en los próximos días para cientos de miles de trabajadores en el Servicio Postal de los Estados Unidos y en las industrias del acero, las telecomunicaciones y el entretenimiento. Al mismo tiempo, los maestros regresarán a sus aulas en condiciones en las que no se resolvió ninguno de los problemas que provocaron las huelgas en West Virginia, Oklahoma, Arizona y otros Estados.
El crecimiento de la militancia se combina con un mayor disgusto con el capitalismo y el interés en el socialismo. Lo que se requiere es una lucha para romper el control de los sindicatos procorporativos y nacionalistas y movilizar a la clase trabajadora contra todo el establishment político y los oligarcas corporativos que representa.
El Partido Socialista por la Igualdad insta a los trabajadores de UPS, correos, profesores y demás trabajadores a establecer nuevas organizaciones de lucha independientes de los sindicatos (fábrica, lugar de trabajo y comités vecinales) para organizar acciones de huelga y expandir la lucha por salarios y condiciones decentes a nivel nacional e internacional.
Esta ofensiva industrial debe combinarse con una nueva estrategia política para unir todas las diversas luchas —por trabajo, salarios, escuelas, cuidado de la salud, vivienda, contra la guerra— en un solo movimiento político unificado dirigido contra el sistema de ganancias capitalista y todos sus representantes políticos. Instamos a los trabajadores a ponerse en contacto con el SEP y el World Socialist Web Site para abordar esta lucha.
(Publicado originalmente en inglés el 18 de agosto de 2018)