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Perspectiva

¿Quién tiene la culpa del ataque neonazi en Chemnitz, Alemania?

El domingo y lunes, más de 7.000 neonazis marcharon por las calles de la ciudad al este de Alemania de Chemnitz, antes conocida como Karl-Marx-Stadt, atacando a extranjeros, cantando consignas nacionalistas y realizando saludos nazis.

“Vi a enormes grupos de personas con una mentalidad racista”, le dijo un testigo a Deutsche Welle. “Era una horda derechista. Estaban recorriendo libremente el centro de la ciudad. Estaban persiguiendo a migrantes… Tomaron control de la ciudad”. Mientras que todo esto ocurría, la policía no hizo nada para controlar, ni mucho menos detener, los disturbios fascistas.

Estos eventos han impactado profundamente a la población en general del país, la cual retiene un arraigado y amargo odio hacia el nazismo.

Ante la planificación de más manifestaciones ultraderechistas el fin de semana, las principales figuras del Gobierno, encabezadas por la canciller Angela Merkel, han intentado hipócrita y deshonestamente esquivar cualquier responsabilidad por lo acontecido.

“Tenemos videos que muestran que hubo provocaciones raciales, que hubo disturbios, que hubo odio en las calles y eso no tiene nada que ver con nuestro Estado de derecho”, manifestó Merkel.

El presidente Frank-Walter Steinmeier del Partido Socialdemócrata (SPD, todas las siglas en alemán) añadió: “Condeno fuertemente los ataques de extrema derecha”.

El gobernador del estado de Sajonia, Michael Kretschmer, miembro de la Unión Demócrata Cristiana (CDU), ha efectivamente adoptado las políticas xenofóbicas contra refugiados del partido fascistizante Alternativa para Alemania (AfD). A nivel nacional, está en marcha la construcción de una red de campos para refugiados, así como la consumación de deportación masivas, mientras que la prensa y todos los partidos de la élite política están incitando odio contra los refugiados.

Merkel, quien la prensa ha denominado hace mucho como la “canciller de los refugiados”, ahora enfatiza en cada declaración oficial que “una situación como la del 2015 [cuando Alemania dio la bienvenida a cientos de miles de refugiados] no se puede repetir” y que se necesita “una cultural funcional de repatriación en Alemania”, i.e. de deportación masiva de refugiados.

La formación del Gobierno de la gran coalición involucró una decisión consciente de convertir a la AfD, con solo 12,6 por ciento de votos, en el partido de oposición oficial en el Parlamento alemán.

Los eventos en Chemnitz y la trayectoria de la política oficial alemana exponen de manera comprensiva la falsedad todos los pronunciamientos apologéticos de historiadores y políticos de que el régimen de Hitler fue tan solo una anomalía, que no fue el producto de la crisis de la sociedad capitalista y que fue una respuesta al “extremismo izquierdista” antidemocrático que desestabilizó la República de Weimar.

A pesar de que no exista ningún movimiento socialista de masas políticamente organizado en Alemania, el nazismo está volviendo a establecer su presencia política. Y es indisputable que este crecimiento ha sido promovido y apoyado por las políticas de los principales partidos burgueses, con el respaldo de la prensa.

El crecimiento de la ultraderecha y la adopción de las políticas de la AfD por parte de la gran coalición y, de hecho, todos los partidos establecidos, trascendieron sistemáticamente por medio de una preparación ideológica y política.

Durante los últimos cinco años, remontándose hasta el 2013, ha habido una campaña intransigente de revisionismo histórico para legitimar ideológicamente a la extrema derecha y atacar viciosamente a aquellos, particularmente el Sozialistische Gleichheitspartei (SGP; Partido Socialista por la Igualdad), que han buscado exponer estos esfuerzos derechistas.

La prensa ha estado involucrada en un esfuerzo para legitimar la relativización histórica del Tercer Reich, presentando al régimen nazi como una respuesta legítima a la amenaza que representaban la Unión Soviética y el bolchevismo.

El líder ideológico y el principal beneficiario de esta campaña ha sido el historiador derechista, Jörg Baberowski, quien da clases en la Universidad Humboldt en Berlín. Es aclamado por los medios, quienes lo presentan como el más distinguido erudito de Alemania y lo han convertido en toda una celebridad mediática, apareciendo frecuentemente en los programas de entrevistas. La declaración provocativa del 2014 en Der Spiegel de que “Hitler no era vicioso” ha sido o ignorada o racionalizada.

Al mismo tiempo, el SGP ha sido objeto de una campaña difamatoria sostenida en la prensa, precisamente por exponer tanto a Baberowski como al impulso sistemático que busca reescribir la historia alemana y trivializar los crímenes del imperialismo alemán.

Esta campaña derechista cuenta con el respaldo de la administración en la Universidad Humboldt, la cual ha protegido a Baberowski y encubierto sus lazos con la extrema derecha, aun cuando el mismo Baberowski ha sido una de las voces principales atizando la demagogia contra los refugiados.

En mayo de 2016, en el festival internacional de filosofía, Phil.Cologne, Baberowski afirmó que los “hombres en Alemania” se encontraban indefensos ante la violencia de los migrantes porque ya no sabían cómo pelear. Esto supuestamente se vio reflejado en la víspera de año nuevo en Cologne ese año, cuando, según él, los hombres alemanes no defendieron a sus mujeres de presuntos ataques.

“Vemos que los hombres en Alemania ya no saben del todo cómo manejar la violencia”, afirmó Baberowski. Sus afirmaciones fueron citadas prominentemente y promovidas por Breitbart News en EUA y otros medios noticieros ultraderechistas.

Las ideas académicas de Baberowski sobre la “violencia” fueron puestas en práctica por los ataques nazis en Chemnitz.

El registro del SGP en la lista oficial de organizaciones subversivas por parte de la Oficina Federal para la Protección de la Constitución (BfV), el servicio secreto alemán, es el resultado directo de los esfuerzos para suprimir la exposición de la ultraderecha. El último reporte de la BfV, publicado en julio con una introducción redactada por el ministro del Interior, Horst Seehofer (Unión Social Cristiana), incluye al SGP como un “objeto de observación” porque lucha contra “el nacionalismo, el imperialismo y el militarismo” y porque protesta contra el extremismo derechista.

En otras palabras, desde el punto de vista del Gobierno de coalición y la BfV, la cual se mantiene en contacto cercano con la AfD, el verdadero problema no son los neonazis, sino sus oponentes, es decir la gran mayoría de la población.

No es ninguna coincidencia que la horda ultraderechista pudiera marchar por todo Chemnitz prácticamente imperturbada por la policía el domingo y el lunes. En Sajonia, son incontables los lazos estrechos entre los extremistas de derecha, la policía y el Gobierno. Confiados en el hecho de que cuentan con el apoyo de los niveles más altos del Estado, los nazis están intensificando sus provocaciones políticas.

Los peligrosos acontecimientos en Alemania indican que, pese a todos los crímenes de los nazis entre 1933 y 1945, la élite gobernante alemana nunca ha sido tan reaccionaria y la democracia alemana nunca ha sido tan frágil. Históricamente, la tendencia natural de la burguesía es hacia la extrema derecha y más aún cuando detecta un malestar popular y cuando percibe la necesidad de revigorizar sus ambiciones estratégicas imperialistas.

Sin embargo, el hecho de que el fascismo esté activo nuevamente en Alemania, el resto de Europa y el mundo deja en claro que este proceso global, lejos de ser una anomalía, expresa la tendencia fundamental del sistema capitalista.

La única forma de derrotar el resurgimiento del nazismo y el militarismo imperialista es construyendo un auténtico movimiento socialista revolucionario. Ha llegado el momento para revivir la gran tradición de Marx, Engels, Luxemburgo, Liebknecht, Lenin y Trotsky que solo ha sido defendida por el Comité Internacional de la Cuarta Internacional (CICI) y sus secciones. El SGP llama a todos los trabajadores y jóvenes a unirse a sus filas y asumir la lucha contra el capitalismo, el fascismo y la guerra.

(Artículo publicado originalmente el 30 de agosto de 2018)

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