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“La historia nunca le enseña nada a nadie”

Un neostalinista ruso defiende la “refundación” de la Cuarta Internacional por parte del Partido Obrero

Más de tres meses han pasado desde que el World Socialist Web Site publicó una exposición sobre la conferencia celebrada el pasado abril en Buenos Aires en nombre de “Coordinadora por la Refundación de la Cuarta Internacional”, la cual planteaba el concepto reaccionario de que la Cuarta Internacional, fundada en 1938 por León Trotsky, podría ser “refundada” en alianza con organizaciones nacionalistas y neostalinistas de Rusia.

El Partido Obrero (PO) invitó a una dirigente de uno de esos grupos, Darya Mitina, la secretaria de relaciones internacionales del Partido Comunista Unificado de Rusia (OKP), para pronunciar uno de los principales discursos en un mitin celebrado al cierre de la conferencia. Jorge Altamira, viejo dirigente del PO, la elogió diciendo que era una “compañera que habla en nombre de la tradición del comunismo de Rusia, incluido el estalinismo”. Rechazando cínicamente la construcción del movimiento socialista mundial en base a principios trotskistas, Altamira declaró que buscar la unidad con los estalinistas era muy superior a una “autoconstrucción internacional”.

Mitina es una estalinista que considera al difunto dictador como un hombre sin parangón en la historia y va dos veces al año a dejar flores en su tumba. Viaja por el mundo como agente política del gobierno de Vladimir Putin. Buscando granjearse el apoyo internacional para la política exterior rusa, Mitina se reúne no solo con organizaciones estalinistas y maoístas, sino también con partidos que afirman estar asociados al trotskismo. Mitina adapta su retórica según la sensibilidad política de su público. Cuando aparece ante fuerzas militares en el este de Ucrania, Mitina habla como una defensora del nacionalismo ruso. Cuando se dirige a los miembros de organizaciones que afirman ser de izquierdas, hábilmente viste la política exterior de Putin como una forma de antiimperialismo.

La denuncia por parte del WSWS del significado político de la relación entre Altamira y Mitina despertó la preocupación de miembros de las bases del Partido Obrero. Incapaz de brindar una explicación de principios de su asociación con Mitina, el Partido Obrero no ha vuelto a publicar una sola palabra sobre su conferencia de abril para “refundar” la Cuarta Internacional en alianza con el nacionalismo ruso neostalinista. Ha eliminado todas las publicaciones y preguntas al respecto en sus sitios web.

El único esfuerzo por explicar y justificar las acciones del PO ha venido en la forma de una declaración publicada en el blog de Mitina, escrita por su esposo y socio político, Said Gafurov.

Gafurov tiene los vínculos más estrechos con el Estado ruso. En una entrevista de 2014 para IA Regnum, una agencia de información pro-Kremlin, lo presentaron como un “politólogo, economista, jefe científico del Instituto de Estudios Aplicados del Oriente e Irán, consejero del presidente de la Federación Rusa”. No está clara la naturaleza precisa de su relación presente con Putin. Gafurov ha ocupado cargos en varios ministerios estatales, y fue el editor jefe adjunto de una revista económica mensual rusa conocida por su fuerte apoyo a Putin. Es comentarista en el sitio pro-Putin pravda.ru, donde escribe columnas de opinión y hace transmisiones promocionando los intereses geoestratégicos de Rusia.

La declaración de Gafurov, publicada por Mitina el 27 de junio, defendió su participación en la conferencia en Argentina, describiendo al Partido Obrero como un partido que “es muy exitoso en el Parlamento” (tiene un solo escaño en la cámara baja de 329 miembros) y jactándose de que su esposa fue “una verdadera estrella, miles de delegados la aplaudieron en un mitin masivo”.

Desestima las denuncias publicadas por el WSWS como “enojadas, pero incomprensibles” y llega a afirmar que el artículo inicial “acusaba a la camarada Mitina personalmente de ‘ríos de sangre’ y de las purgas estalinistas (yo también fui acusado de esos tres crímenes terribles, pero junto con la camarada Mitina, —de ‘ríos de sangre’, las purgas estalinistas, y del hecho de que estoy casado con una … estalinista manchada de sangre)”.

La referencia hecha en el artículo del World Socialist Web Site era a una declaración de Trotsky, escrita en 1937, de que la Gran Purga de Stalin, lanzada el año anterior, había trazado “entre el bolchevismo y el estalinismo no simplemente una línea sangrienta sino un entero río de sangre”.

Para Gafurov, el “río de sangre”, es decir, el genocidio político que llevó a cabo la burocracia estalinista en la que cientos de miles de comunistas, incluyendo a toda la dirección de la Revolución de Octubre de 1917, fueron liquidados, junto con la intelectualidad soviética y casi todo el mando del Ejército Rojo —crímenes que llevaron a millones de personas a la muerte— es para tomárselo a la ligera y no tiene ninguna relevancia política en la actualidad.

Su declaración publicada en el blog de Mitina afirma que “las diferencias y contradicciones entre el trotskismo y el estalinismo tienen un carácter solamente histórico, no político...”. Continúa: “Es importante estudiarlas, pero solo en aras de las lecciones históricas (y la historia, para ser honesto y levemente cínico, nunca le enseña nada a nadie)”.

Mitina y Gafurov al lado de diplomáticos argelinos en un encuentro oficial en Moscú donde Mitina informa que los dos mantuvieron una conversación con Mikhail Bogdanov, el representante especial de Putin para Oriente Próximo

El desprecio de Gafurov por la historia encaja enteramente con la actitud de la oligarquía gobernante rusa, que no tiene absolutamente ningún interés en indagar sobre sus propios orígenes históricos, que residen en los crímenes de la burocracia estalinista y culminan en la disolución de la Unión Soviética y el saqueo criminal de la propiedad estatal.

Su afirmación de que la historia ha borrado las “diferencias y contradicciones” entre el trotskismo y el estalinismo es claramente insincera. Su esposa Mitina, después de todo, deja sus coronas de flores en la tumba de Stalin, no fuera de la vieja prisión Lubyanka de Moscú, en cuyos sótanos fueron fusilados muchos de los que dirigieron la Revolución de Octubre de 1917.

Para demostrar la “irrelevancia” de la lucha del trotskismo contra el estalinismo, Gafurov se refiere a cuestiones tales como “los kulaks y el campesinado”, “el ritmo de la industrialización bolchevique” y la “democracia interna del partido”.

Lo que él ignora es que el carácter esencial del estalinismo como la reacción nacionalista burocrática y feroz contra la Revolución de Octubre de 1917. En el programa antimarxista del “socialismo en un solo país”, el estalinismo representaba el repudio explícito de la perspectiva internacionalista socialista que guio la Revolución de Octubre, resumida en la teoría de la revolución permanente de Trotsky, que insistía en la primacía de la perspectiva de la revolución socialista mundial en la determinación de la política nacional.

El nacionalismo estalinista —que tenía su base social en la élite burocrática en expansión— separó el destino de la Unión Soviética de la lucha por el socialismo mundial, convirtiendo a los Partidos Comunistas de todo el mundo en meros instrumentos de la política exterior contrarrevolucionaria de la Unión Soviética y que llevó a la traición de revoluciones y a derrotas catastróficas para la clase trabajadora en España, Alemania y muchos otros países.

Delira quienquiera que crea que se puede construir un partido revolucionario en la clase trabajadora sin entender esta historia y el papel del estalinismo —así como estudiar la alternativa revolucionaria que existía a este, en la Oposición de Izquierda y la Cuarta Internacional—.

Fuera de esta historia de los crímenes del estalinismo, es imposible entender la ausencia de partidos socialistas revolucionarios de masas actualmente y ponerse a resolver la aguda crisis de dirección revolucionaria dentro de la clase trabajadora.

Pero, por otra parte, este no es el objetivo de Gafurov y Mitina y el partido que ellos representan. Tras la disolución de la URSS y la liquidación de las formas de propiedad socializadas establecidas por la Revolución de Octubre, sobre las cuales se había apoyado la burocracia, ¿qué es hoy el estalinismo?

Por un lado, es putinismo, el gobierno del KGB adaptado a los intereses de una camarilla dirigente de multimillonarios.

Por el otro lado, son las varias facciones del Partido Comunista ruso, siendo solo una variante del nacionalismo ruso, preparadas para alinearse con las fuerzas más derechistas. Cuando realizan manifestaciones en Moscú, llevan carteles con la cara de Stalin junto a banderas adornadas con esvásticas que ondean fascistas.

Hay una lógica inconfundible en el repudio de la historia y tales alianzas políticas. Gafurov argumenta que “tres generaciones pasaron ya desde el ‘río de sangre’”.

Se podría preguntar: ¿cuántas generaciones han pasado desde la muerte de Adolf Hitler y el cierre de Auschwitz? Por esta lógica, se puede hacer acuerdos en base a metas políticas prácticas con neonazis en Europa y en otras partes. Y, de hecho, tal como el itinerario político de Darya Mitina ha dejado claro, persiguen activamente esas alianzas en interés de la política exterior del gobierno de Putin.

Gafurov con Mitina y un alto cargo del gobierno sirio

Como lo reveló el WSWS, Mitina, trabajando con el Club Izborsky, un “grupo de reflexión” ultraderechista ruso, fue una participante activa en una conferencia en Yalta en 2014 que reunió a dirigentes de partidos neonazis y fascistas de toda Europa.

Empleando la misma lógica que plantea Gafurov, también se podría preguntar: ¿cuántos años han pasado desde los crímenes de Pinochet y Videla y desde que la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) fue convertida de un centro de tortura y exterminio en un museo? ¿Cuántos años han pasado desde que los dirigentes sindicales peronistas, algunos de ellos todavía en la dirección de los sindicatos, organizaron los primeros escuadrones de la muerte de la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina) para matar a activistas de izquierda y a trabajadores militantes? ¿También es irrelevante esa historia y se pueden forjar acuerdos prácticos con esos elementos hoy?

En Argentina, como en Rusia, la manera de abordar la historia planteada por Gafurov y por la así llamada Coordinadora por la Refundación de la Cuarta Internacional, sienta las bases para una coalición roja-marrón, entre organizaciones de la pseudoizquierda con facciones ultraderechistas bajo los auspicios de la burguesía.

La alianza del Partido Obrero con el estalinismo ruso —y mediante este con el gobierno de Putin— dice más sobre la política de este partido que cualquiera de las tácticas nacionales oportunistas que este plantea en la persecución de cargos parlamentarios y sindicales.

Altamira y la CRCI comparten esta actitud reaccionaria y antimarxista hacia la historia que plantea Gafurov. Como ya señalara el WSWS, “La CRCI se fundó sobre el ‘principio’ de que no debían discutirse las diferencias pasadas o el desarrollo histórico de las diversas tendencias que se adhieren a ella”.

En su discurso a la conferencia de abril a la que también se dirigió la estalinista rusa Mitina, Altamira planteó la misma perspectiva esencial, con su rechazo a “una autoconstrucción internacional” y la propuesta de “refundar” la internacional en alianza con estalinismo ruso.

Como declarara el WSWS, “Con estas palabras, Altamira repudia no solo el programa y los principios históricamente enraizados de la Cuarta Internacional, sino el significado de la historia misma. Lo que dice equivale a una declaración de que lo que sucedió en el pasado no tiene importancia para el presente. Es decir, el hecho de que el régimen estalinista asesinara a cientos de miles de comunistas, presidiera innumerables traiciones y condujera finalmente a la destrucción de la Unión Soviética no debería obstaculizar la colaboración con los estalinistas actuales en la reconstrucción de la Cuarta Internacional.”.

Aunque Altamira y el Partido Obrero no han hecho ninguna mención más de sus relaciones con los estalinistas rusos invitados a ayudar a “refundar” la Cuarta Internacional, el líder del PO sí brindó un informe entusiasta de una conferencia celebrada en Atenas en julio bajo los auspicios del “Centro Socialista Balcánico Cristian Rakovski” con aquello a lo que Altamira se refiere como el “apoyo de la Coordinadora por la Refundación de la Cuarta Internacional (CRCI)”.

Aunque no fuera mencionado en el informe publicado en el Prensa Obrera del PO, Darya Mitina y Said Gafurov fueron participantes activos en la conferencia. Altamira observa que dos organizaciones de Rusia estuvieron presentes: el OKP de Mitina y el RPK (Partido Ruso de Comunistas), otro grupo neostalinista que surgió de la desintegración del PCUS tras la disolución de la Unión Soviética.

En la entrada del 23 de julio de su blog, Mitina observa que “Ayer por la tarde el presidium de la conferencia, conformado por camaradas griegos, turcos, argentinos y rusos, estuvo reunido hasta las dos de la madrugada”.

Los “camaradas” griegos, turcos y argentinos consisten en las tres secciones de la CRCI (junto al partido satélite del PO en Uruguay) que organizaron la conferencia de abril en Buenos Aires. Que los neostalinistas rusos participen junto a esos partidos en la dirección de la conferencia en Grecia es un indicador de la estrecha alianza forjada por Altamira con esos elementos. La consigna de “Construir la Internacional” se veía en una pancarta colocada a plena vista en la conferencia. Claramente, esta “internacional” está siendo forjada en una alianza con estalinistas de derecha aliados con el régimen de Putin.

En un vídeo publicado a continuación en su blog, Mitina ofreció una evaluación reveladora de la conferencia en Grecia. Desestimó la supuesta tarea de “refundar la Cuarta Internacional”, declarando que había habido un debate sobre el problema de las “internacionales … cuáles (re)construir, y qué número deberían llevar. Algunos se llaman la Cuarta, otros la Quinta Internacional. Para mí esta no es una cuestión muy importante”.

Video de Darya Mitina en la conferencia en Grecia

Lo que sí le pareció importante a Mitina —y que fue incuestionablemente la principal razón de su asistencia allí— era que la mayoría de los participantes de la conferencia “valoran correctamente el papel de Rusia, es decir, dialécticamente”.

“Por un lado”, continuaba ella, “todo el mundo entiende perfectamente bien que Rusia no es la Unión Soviética … pero al mismo tiempo, la gente no demoniza a Rusia, y muestra su solidaridad de clase, y no confunden a Putin con el país en su conjunto … Apoyan a la población rusa contra Putin, pero también apoyan a Putin en la arena internacional, en los casos en los que él, de hecho, merece apoyo...”.

El Centro Balcánico Socialista Cristian Rakovski es un frente político del EEK (Partido Revolucionario de los Trabajadores) de Savas Michael-Matsas, que sirve como un medio de hacer relaciones con varios elementos pseudoizquierdistas, estalinistas y nacionalistas. Asimismo, atrae a elementos como Mitina y Gafurov, quienes están buscando conseguir alianzas con organizaciones tanto de la derecha como de la pseudoizquierda para el fomento de los intereses de la política exterior del Kremlin.

Las dos constantes políticas en las actividades de Michael-Matsas, a lo largo de un período de varias décadas, han sido el provincialismo nacionalista y el oportunismo político más vulgar. Sus relaciones con organizaciones estalinistas preceden su ruptura con el Comité Internacional de la Cuarta Internacional en 1985 y la disolución de la Unión Soviética.

En la lucha de 1985 llevada a cabo por el Comité Internacional contra las políticas oportunistas del Workers Revolutionary Party (Partido Revolucionario de los Trabajadores) de Reino Unido, Savas Michael-Matsas se alineó con la facción de Healy. Se negó a asistir a reuniones del Comité Internacional que examinaban el abuso de autoridad de Healy y las relaciones corruptas con varios regímenes nacionalistas burgueses de Oriente Próximo. Michael-Matsas retuvo información crítica que no compartió con miembros de su propia organización en relación no solo con la conducta sin principios de Healy, sino también con sus propios nexos con regímenes burgueses y estalinistas hostiles a la clase trabajadora.

Mitina con Michael-Matsas en la conferencia de abril pasado en Buenos Aires

No bien completó su escisión sin principios con el Comité Internacional, Michael-Matsas orientó su recientemente fundado EEK (Partido Revolucionario de los Trabajadores) hacia alianzas políticas con el estalinismo griego, elementos del partido burgués PASOK y la burocracia sindical. A nivel internacional, siguió la línea de apoyar las políticas de la glasnost y la perestroika de Mijaíl Gorbachov para la restauración capitalista, presentándolas como el advenimiento de la revolución política por la que luchaba Trotsky.

Como escribió David North, quien era entonces secretario nacional de la Workers League (Liga Obrera), la organización predecesora del Partido Socialista por la Igualdad de los EUA, en un artículo en 1989 titulado El fin de la “nueva era” de Savas Michael:

A partir de 1987, Socialist Change, el periódico del EEK, se convirtió en el órgano local en Atenas de la burocracia de Gorbachov. Hay muchas razones para creer que los servicios de Michael al régimen de Gorbachov fueron recompensados financieramente. Los servicios de propaganda similares prestados por Socialist Change a los regímenes de Oriente Próximo y los movimientos nacionales burgueses habían sido ofrecidos previamente por Michael a cambio de subsidios especiales de los cuales los miembros de la base no estaban informados. De hecho, en uno de sus propios documentos, Healy notó de paso que Michael “tiene un contacto cercano con los libios, la Embajada soviética, el PC y la OLP”.

Esta es la figura políticamente corrupta que sirve como intermediario en la alianza política entre el Partido Obrero y el estalinismo ruso. Tales conexiones deberían causar alarma a cualquiera, incluso entre los miembros del PO, que buscan librar una lucha por el trotskismo en Argentina y en toda América Latina.

Una acotación política a esta alianza putrefacta entre Savas Michael-Matsas, Jorge Altamira y los agentes de influencia del gobierno de Putin se puede encontrar en el papel de Alex Steiner, cuyo blog online “permanent-revolution” está dedicado a denunciar histéricamente al Comité Internacional, al World Socialist Web Site y al Partido Socialista por la Igualdad.

No se sabe si Steiner, quien se fue de la Cuarta Internacional hace 40 años y desde entonces se ha vuelto un despiadado antitrotkista, asistió a la conferencia de julio en Grecia. Estuvo presente en un encuentro similar en 2015, la “Tercera Conferencia Euromediterránea”, también organizada por el centro Cristian Rakovski y la CRCI. Allí él seguramente se codeó con Darya Mitina, quien también se hallaba presente. Ha guardado un silencio evidente sobre la denuncia del Comité Internacional de la relación de Savas Michael-Matsas con Darya Mitina.

Como es característico del pseudoizquierdismo de clase media, alimentado por una combinación de subjetivismo desatado y una ausencia total de principios, las posiciones de Steiner contienen las contradicciones más flagrantes. En 2014, denunció vehementemente al Comité Internacional por oponerse al golpe patrocinado por los Estados Unidos en Kiev y por negarse a etiquetar a Rusia como una potencia imperialista. Calumnió al World Socialist Web Site afirmando que se había “adaptado consistentemente a las maniobras de Rusia en relación con Ucrania”.

Con todo, Steiner y su compinche Frank Brenner no tienen problemas en aliarse con Savas Michael-Matsas y sus socios rusos, Mitina y Gafurov. Mientras Gafurov era consejero de Putin durante la época del golpe en Ucrania, la propia Mitina era en 2014 la representante del Ministerio de Asuntos Exteriores de la República Popular de Donetsk en Moscú, trabajando íntimamente con nacionalistas rusos de derecha y el régimen de Putin.

Steiner ha declarado recientemente al WSWS y al Partido Socialista por la Igualdad de los EUA “enemigos de la clase trabajadora” por negarse a brindar apoyo a la substracción de cuotas obligatorias por parte de las autoridades estatales de los salarios de los trabajadores públicos a los gerentes burócratas de los sindicatos corporativistas.

Steiner no tiene escrúpulos, sin embargo, en colaborar con los que dejan coronas de flores en la tumba de Stalin y justifican el asesinato por parte de la burocracia estalinista de Trotsky, casi toda la dirección del Comité Central leninista, toda la generación que dirigió la Revolución de Octubre y cientos de miles de trabajadores e intelectuales comunistas dedicados.

(Publicado originalmente en inglés el 24 de septiembre de 2018)

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