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Perspectiva

Ante nuevas amenazas, la clase obrera debe defender a Julian Assange

La lucha por defender a Julian Assange, el fundador de WikiLeaks, quien está siendo perseguido por Washington por atreverse a publicar documentos clasificados que exponen crímenes de guerra en Irak y Afganistán, y complots orquestados por oficiales y embajadas estadounidenses por todo el mundo, se encuentra en un momento crítico. Es crucial promover la movilización militante y activa de parte de trabajadores y jóvenes en todo el mundo.

Assange se enfrenta a una amenaza cada vez mayor de ser entregado a las autoridades británicas y, en última instancia, extraditado a Estados Unidos para enfrentar cargos fraudulentos de espionaje que pueden ser castigados con cadena perpetua o incluso la pena capital.

Assange ha pasado los últimos seis años como un prisionero de facto en la embajada ecuatoriana en Londres, donde pidió asilo en 2012 para escapar la conspiración de los Gobiernos de EUA, Reino Unido y Suecia para arrestarlo con base en acusaciones falsas de acoso sexual y extraditarlo. Mientras que Suecia abandonó la causa en contra de Assange, el Gobierno británico todavía busca arrestarlo por infringir los términos de su fianza cuando entró a la embajada para escapar las garras del Gobierno estadounidense.

El Gobierno ecuatoriano está dando más dando más señales que nunca de que dejar de proteger a Assange y de que busca expulsarlo de su embajada en Londres y colocarlo en manos de la policía política británica que lo espera. Esto fue confirmado el martes por el canciller ecuatoriano, José Valencia, en una entrevista con la agencia de noticias Reuters.

“Ecuador no tiene la responsabilidad de tomar más pasos”, dijo Valencia. “No somos los abogados del Sr. Assange ni representantes del Gobierno británico. Esta es una cuestión que debe resolverse entre Assange y Reino Unido”.

Valencia añadió que su Gobierno se “frustró” por la demanda presentada en nombre de Assange en una corte ecuatoriana para desafiar las condiciones impuestas a su asilo. “No hay obligación alguna en los tratados internacionales de que Ecuador debe pagar por cosas como lavar la ropa del Sr. Assange”, manifestó

La prensa estadounidense y británica han recogido este tema para pintar las restricciones impuestas por el Gobierno ecuatoriano como algo meramente trivial, como lavar la ropa y el mantenimiento de su gato de mascota. En realidad, por más de cinco meses, a partir del 28 de marzo, Assange ha sido objeto de condiciones más onerosas que aquellas impuestas a prisioneros en confinamiento solitario y seguridad máxima.

En un intento para silenciar al editor de WikiLeaks y prevenir que comente sobre la política mundial del todo, las autoridades ecuatorianas cortaron todas sus comunicaciones y visitas, aparte de sus abogados, previniéndole incluso comunicarse con sus propios hijos y padres.

Este aislamiento total se suma al estar confinado a una pequeña embajada sin acceso directo a la luz solar por más de seis años. La clara intención es hacer que se doblegue y salga.

Uno de los “protocolos especiales” dictados por el Gobierno ecuatoriano, aparte de las mezquinas demandas de que Assange pague su comida, llamadas telefónicas, cuidado médico y lavados de ropa, le restringen expresar opiniones que constituyan una “interferencia” en los “asuntos políticos” de cualquier Gobierno en el mundo. También deja en claro que el propio Assange, sus comunicaciones y cualquiera que lo visite estarán sujetos a un espionaje ininterrumpido, con los resultados siendo entregados a las agencias espías estadounidenses y británicas.

En otras palabras, el Gobierno en Quito está haciendo valer las órdenes del imperialismo estadounidense. Está persiguiendo el mismo objetivo que Washington de silenciar a WikiLeaks y prevenir que Assange continúe su labor como un periodista valiente e ingenioso que se ha dedicado a revelar ante el mundo todos los secretos que les escondían sobre la guerra, el espionaje masivo y las conspiraciones antidemocráticas de parte de Gobiernos capitalistas y las oligarquías financieras que defienden.

Rafael Correa, el presidente ecuatoriano que le concedió el asilo a Assange en 2012, no tiene duda alguna sobre el objetivo final del sucesor que eligió personalmente, el presidente Lenín Moreno. “Ya pactó con Estados Unidos la entrega de Julian Assange”, le dijo Correa a RT en una entrevista publicada el miércoles.

Luego, pasó a denunciar las condiciones impuestas a Assange. “Se le quiso humillar a Assange, e insisto el humillado es Ecuador”, dijo. “Es un sistema que realmente atenta contra derechos humanos”, añadió y concluyó que están intentando aislar a Assange para que abandone la embajada.

Correa señaló que el Gobierno en Quito es responsable de defender a Assange, no solo como alguien que ha recibido asilo, sino como un ciudadano más de Ecuador después de que le otorgaran la ciudadanía en 2017.

Tales principios parece que no tiene mucha tracción en el Gobierno de Lenín Moreno, el cual, en paralelo a otros regímenes latinoamericanos identificados como parte de una “marea rosa” y “Revolución Bolivariana”, ha girado marcadamente a la derecha. Su principal interés parece ser la consolidación de su acercamiento al imperialismo estadounidense, el cual demanda que la cabeza de Assange sea el precio de admisión.

Esto fue expresado explícitamente hace una semana en una carta bipartidista a Moreno redactada por la diputada Ileana Ros-Lehtinen, una antigua legisladora republicana en la comisión de asuntos exteriores de la Cámara de Representantes y la expresidenta de dicha comisión, y Eliot Engel, el demócrata de rango en dicho órgano. Ambos afirmaron que el Congreso estaba “dispuesto a tomar pasos para colaborar con su Gobierno”, pero que esto estaba condicionado en torno “al estatus de Julian Assange”.

Assange, continúa la carta, es “un criminal peligroso y una amenaza a la seguridad global y tiene que ser llevado ante la justicia”. Concluye que, “al menos que el Sr. Assange sea entregado a las autoridades correspondientes, será muy difícil que Estados Unidos avance nuestra relación bilateral”.

El imperialismo yanqui ha dado sus órdenes y todo indica que Lenín Moreno está obedeciéndole.

Otro factor que genera aún más presión para que se arreste a Assange es la investigación encabezada por el fiscal especial y exdirector del FBI, Robert Mueller sobre la presunta “colusión” entre la campaña electoral de Trump y Rusia. Según reportes recientes, la indagación se está enfocando intensamente en la presunta conexión entre WikiLeaks, Rusia y Roger Stone, un republicano derechista conectado a la campaña de Trump.

Los intentos para incriminar a Assange como parte de la presunta conspiración rusa de manipular las elecciones presidenciales estadounidenses de 2016 se basan en amalgamas, distorsiones y mentiras. Estos esfuerzos se derivan de la publicación por parte de WikiLeaks de montañas de correos electrónicos del Comité Nacional Demócrata que exponen los esfuerzos de dicha organización para tramar las primarias presidenciales del partido en 2016 a favor de Hillary Clinton y en contra de su contendiente, Bernie Sanders. También hizo públicos correos del jefe de campaña de Clinton, John Podesta, con transcripciones de los discursos ante banqueros que documentaban el papel de Clinton como un títere de Wall Street y una militarista fanática.

No existe evidencia alguna que muestra que WikiLeaks obtuvo los correos electrónicos de fuentes rusas. El caso subyacente contra Assange consiste en que hizo disponibles al público estadounidense verdades políticas inconvenientes que se suponía que permanecieran siendo secretos.

La intensificación de la persecución de Assange por parte del Gobierno estadounidense es apoyada tanto por los demócratas, quienes han convertido el cuento de la “colusión” rusa un eje de su agenda proguerra, como por los republicanos, algunos de los cuales han exigido que el fundador de WikiLeaks sea asesinado o enviado a Guantánamo.

El conjunto entero de organizaciones pseudoizquierdistas, incluyendo la Organización Internacional Socialista y los Socialistas Democráticos de Estados Unidos, han acatado el mensaje de ambos partidos corporativos, abandonando toda defensa de Assange mientras apoyan el tipo de operaciones de cambio de régimen estadounidenses que el editor de WikiLeaks ayudó a exponer.

¿Porqué está aumentando la presión Washington para que se entregue a Assange? No se debe a ninguna nueva “ofensiva” del periodista de WikiLeaks para exponer crímenes del imperialismo estadounidense. Ha estado incomunicado en la embajada ecuatoriana por meses.

Por el contrario, tiene que ver con la campaña del Gobierno estadounidense y de las principales corporaciones tecnológicas de imponer un régimen de censura sobre el internet, bloqueando el acceso a puntos de vista antiguerra, antigubernamentales y socialistas. En preparación para las guerras en el exterior y la represión en casa, la élite política busca atrapara a Assange para hacer de él un ejemplo para quienes se atrevan a exponer sus secretos. El objetivo es silenciar e intimidar a los que luchan contra la guerra, la desigualdad social y los ataques contra los derechos democráticos.

La escalada de amenazas contra Julian Assange tiene que ser enfrentada con la movilización más amplia posible para exigir su libertad inmediata e incondicional. Se deben preparar protestas de masas y huelgas contra cualquier intento de arrestarlo o extraditarlo.

La única fuerza social capaz sobre la cual se puede basar tal campaña es la clase obrera internacional, la única que puede librar una batalla consistente en defensa de los derechos democráticos como parte de una lucha más amplia para asegurar sus derechos sociales y oponerse a la guerra, la desigualdad y el capitalismo.

(Publicado originalmente en inglés el 25 de octubre de 2018)

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